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Flamengo-Palmeiras. Alarma en Brasil por una final de Copa Libertadores “más violenta” que un River-Boca
Inquietud por los barrabravas que se preparan para el encuentro a todo o nada que se jugará dentro de un mes en Montevideo
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SAN PABLO - Dentro de un mes, el próximo sábado 27 de noviembre, Flamengo y Palmeiras disputarán, en Montevideo, la cuarta final exclusivamente brasileña de la Copa Libertadores. Más allá de las cuestiones logísticas que aún quedan por resolver y del andar dispar de sus respectivos equipos en las competencias locales, lo que más preocupa a los dirigentes de ambas instituciones es la posibilidad de múltiples y feroces enfrentamientos entre las torcidas organizadas (barrabravas) durante el viaje a Uruguay.
Las alarmas están encendidas desde que cariocas y paulistas dejaron atrás las semifinales. En los diferentes grupos de hinchas y entre la prensa local, ya se habla de una “tragedia anunciada” y se vaticina “la final más violenta de todos los tiempos”, superando incluso al recordado cruce entre River y Boca, en 2018, que terminó jugándose en Madrid por cuestiones de seguridad.
En el partido en el que ambos buscarán su tricampeonato continental, se pondrá a prueba una rivalidad que viene ganando tonos sangrientos en los últimos años, a la par del dominio que rojinegros y verdes marcan no solo a nivel nacional, sino también en el plano sudamericano. Serán, ni más ni menos que los dos últimos campeones del certamen quienes lucharán por el título. En lo estrictamente futbolístico, parece un menú tentador. Sin embargo, también se pondrán frente a frente, y por casi 2.000 kilómetros de recorrido rutero, los transportes con torcedores que viajarán, por vía terrestre, desde los estados de Sao Paulo y Río de Janeiro hacia la capital uruguaya.
Para evitar una tragedia y pesadas sanciones, los dirigentes de Flamengo y Palmeiras, en conjunto, alertaron a la Conmebol sobre la importancia de reforzar las medidas de seguridad, tanto en el estadio como en las rutas brasileñas y uruguayas. El historial de enemistad entre los dos finalistas de la Libertadores tiene un antecedente no muy lejano y estremecedor, ocurrido en el estadio Mané Garrincha, de Brasilia. En un partido por el Campeonato Brasileño, tres flamenguistas fueron heridos (uno de ellos de gravedad) y 21 palmeirenses terminaron presos por participar de la agresión. Casi todos los detenidos se identificaban con la Mancha Verde, la principal facción de la barrabrava del club paulista.
Según el informe de la Policía Militar (PM) de aquel año, la batalla dentro del estadio se originó cuando, “tras algunas provocaciones verbales entre los bandos, la hinchada de Palmeiras abandonó repentinamente su lugar en las tribunas del Mané Garrincha y salió corriendo hacia el ‘Anexo II’, donde se ubicaban los fanáticos de Flamengo”.
La seguridad presente en el estadio no fue suficiente para contener a los hinchas del Verdao, que rápidamente llegaron hasta los aficionados del Rubro-Negro. “Cuando nos acercamos, los hinchas ya habían tapado sus rostros con camisetas y peleaban entre sí, con lo que tenían a mano”, relató el cuerpo policial. Para dispersar el tumulto, se usaron bombas de gas lacrimógeno. “Sin embargo, los torcedores salieron de esa zona y continuaron peleándose en el área donde están los bares; allí arrojaron tachos de basura, piedras, tablas de madera y todo lo que encontraron por el camino”, agregó la PM.
El partido, que al momento del enfrentamiento estaba en el entretiempo, retrasó 15 minutos su reanudación porque el humo de los gases lanzados por la policía alcanzó a los jugadores que esperaban dentro del campo de juego. Además de los flamenguistas antes mencionados, tres policías resultaron heridos en el enfrentamiento; uno de ellos sufrió cortes en las manos, otro recibió un impacto con un matafuegos en la espalda y el último, el que se llevó la peor parte, tuvo que ser internado por un piedrazo en la nariz.
A partir de ese incidente, las hostilidades entre cariocas y paulistas solo crecieron. Casi a la par y sin respiros, ambas instituciones fueron fortaleciéndose en base a su poderío económico. Esa lucha constante por el monopolio del fútbol brasileño y continental no hizo más que enardecer las relaciones ya tensas. Algunos historiadores del deporte en Brasil, sin embargo, van mucho más atrás en el tiempo, señalando que esta aversión mutua pudo haberse consolidado en la década de 1980, cuando la organizada de Flamengo tejió una alianza con la de San Pablo (clásico de Palmeiras), y la barra del Porco hizo amistades con la de Vasco da Gama, eterno rival del Mengao.
Inclusive, un enfrentamiento puntual, en 1979, suele ser señalado como la piedra fundacional de la rivalidad entre cariocas y paulistas. “La rabia entre Flamengo y Palmeiras comenzó en 1979, cuando un joven equipo de Palmeiras, dirigido por Telé Santana, le ganó 4 a 1 en el Maracaná al Flamengo de Zico, que estaba repleto de estrellas”, recordó el historiador Luiz Antonio Simas. “Al año siguiente, otra vez en un Maracaná repleto, Flamengo se cobró revancha y goleó a Palmeiras por 6 a 2. Ese día se recuerda mucho por las provocaciones entre los jugadores y por los disturbios que se desataron después, involucrando también al público. Después de eso, y durante varios años, las torcidas de Flamengo y Palmeiras se peleaban cada vez que se encontraban”, agregó Simas.
Esa rivalidad entre flamenguistas y palmeirenses, que comenzó hace más de 40 años, parece avivarse desde lo institucional, con una competencia feroz por títulos y capacidad financiera. “Casi a la par, Flamengo y Palmeiras fueron convirtiéndose en los clubes más ricos y, yo diría por consecuencia, en los más vencedores del país. Si los hinchas de Palmeiras ven que Flamengo contrata un gran técnico de Europa, ellos querrán algo parecido, pero aún mejor. Luego se provocan entre ellos, y cuando se encuentran en las calles o en los estadios, todo termina mal”, dijo el historiador.
Lo cierto es que desde 2016 hasta hoy, Flamengo y Palmeiras se repartieron cuatro de los cinco títulos del Brasileirao que se pusieron en disputa. Apenas Corinthians, campeón en 2017, logró interrumpir parcialmente el dominio de rubronegros y verdes. En el medio, hubo cruces entre los futbolistas de ambos equipos.
En 2016, tras el episodio violento ocurrido en el clásico jugado en Brasilia y con el título en sus manos, los jugadores de Palmeiras se tomaron fotos burlándose, con gestos, de la hinchada de Flamengo, que en sus cánticos decía sentir el “olorcito a pentacampeonato°. En 2018, otra vez el Verde se llevó la gloria y el plantel, que regresaba a San Pablo tras consagrarse contra Vasco da Gama, decidió festejar el título justo frente a la tienda oficial de Flamengo, ubicada en el aeropuerto Santos Dumont, de la capital fluminense.
El duelo más reciente
Un año después, llegó el turno del Rubro-Negro, que se quedó con el torneo nacional y lo celebró hundiendo una espina histórica que está clavada en el alma de Palmeiras. “Palmeiras no tiene Mundial, Palmeiras no tiene Mundial”, cantó Gabigol en una transmisión en vivo de redes sociales, haciendo referencia al título intercontinental que el Porco nunca conquistó. Poco después, durante el Brasileirao 2020, disputado en plena pandemia, buena parte del plantel carioca se contagió de Covid-19, justo antes de enfrentar a Palmeiras. Los dirigentes del Rubro-Negro pidieron aplazar la disputa de ese partido, una petición a la cual se negaron los palmeirenses. Al final, Flamengo jugó con mayoría de juveniles; fue empate 1 a 1 y, unas fechas después, se consumó el bicampeonato del Mengao.
Puede que todos estos antecedentes sean las chispas de una hoguera que promete arder en la la final continental de Montevideo. De acuerdo a las conversaciones entre hinchas a las cuales tuvo acceso el periodista Mauro Cezar Pereira, publicadas en su blog del portal UOL, los preparativos casi no hacen alusión al partido que se disputará en el estadio Centenario y se parecen más a estrategias de guerra. “Pará, Flavinho, ¿realmente querés llevar a un niño a un partido de estos? No es un juego, es cosa seria. No es un parque de diversiones, eh. Es Flamengo contra Palmeiras, final de Libertadores”, le advierte un torcedor carioca a otro, en uno de los audios recibidos por UOL. “Cada uno de los hinchas va a llevar un 38 (revólver calibre 38), una caja de municiones, unos 20 cuchillos. Si querés ir, andá armado, porque va a estar lleno de tipos sin entradas. Van a acabar con Montevideo, con todo Uruguay, van a saquear la ciudad”, agregó el consejero en el mensaje.
En otro audio recibido por Mauro Cezar, los flamenguistas ya hablan de una “tragedia anunciada”. “Hermano, si el club (Flamengo) no refuerza una estructura de seguridad para ir a Uruguay, va a ser una de las mayores tragedias anunciadas de las hinchadas. Será una locura”, avisa un hincha rojinegro. Por el lado de los palmeirenses, el tono de las conversaciones es similar. “Les recuerdo que esa caravana a Montevideo no es un paseo, eh. Esa caravana es una caravana de riesgo, aviso. A quienes van como turistas, cuidado, porque es odio puro en la ruta, ¿ok?”, avisó un miembro de la Mancha Verde a hinchas y socios que no pertenecen a facciones de la barra.
En las redes sociales de los grupos más radicales de las torcidas organizadas, se leen mensajes que preparan el choque. “Todos tienen que ir. Pidan vacaciones en el trabajo, adelanten lo que tengan que adelantar, pero vayan. Nos vamos a cruzar con ellos, eso es inevitable. Será en la ruta o en el estadio, antes o después del partido, pero va a pasar”. “Al igual que nosotros, estoy seguro de que ellos ya trabajaban con la hipótesis de este cruce desde la fase de grupos de la Libertadores. También pensamos que podríamos jugar la final contra Atlético Mineiro. Y son esos dos, Palmeiras y Atlético Mineiro, nuestros principales rivales fuera de Río de Janeiro”, explicó al blog un miembro de la organizada de Flamengo.
El duelo por la Supercopa de Brasil
En la vereda de enfrente de los torcedores que van con sed de violencia rumbo a Uruguay, existe un masivo grupo de hinchas que pide seguridad para llevar a cabo un viaje con el que sueñan desde hace tiempo. Es, ni más ni menos, que una final de Libertadores. Por eso, que un grupo de hinchas de Flamengo, representantes de diferentes peñas, se reunió el pasado viernes con dirigentes de la institución, miembros de la Policía Militar de Río de Janeiro y de la Policía Rodoviaria (control de rutas) para discutir la logística más segura hasta su llegada a Montevideo; en las próximas semanas, participarán de encuentros similares los socios de Palmeiras.
Según calculan los responsables de las peñas de ambos clubes, más de 4.000 hinchas de cada equipo viajarán a Montevideo. La mayoría lo hará sin haberse asegurado las entradas para la final, que cuestan entre 200 y 650 dólares y empezaron a venderse hoy. Según informó Conmebol, los hinchas de Flamengo se ubicarán en la Tribuna Colombes, mientras que los palmeirenses ocuparán la Ámsterdam.
En la Tribuna Olímpica estará el público general, principalmente uruguayos, mientras que la América será destinada a las autoridades y otros ingresos protocolares. En total, 20.000 entradas estarán a la venta, respetando la determinación de las autoridades uruguayas, que permiten 50% de aforo en los escenarios deportivos.
Las reuniones entre miembros de la Conmebol y los ministerios uruguayos de Salud y Seguridad son cada vez más frecuentes. Además de la rivalidad entre palmeirenses y flamenguistas, el país sede también está monitoreando la posibilidad de que los hinchas de Nacional y Peñarol se sumen a los disturbios, una vez que los torcedores brasileños estén en la capital. “Nosotros tenemos buena relación con Nacional y serios problemas con Peñarol”, le recordó a UOL un hincha de Flamengo.
El antecedente más fresco de choques violentos entre hinchadas de Brasil y Uruguay fue en 2019, cuando Peñarol disputó en Río de Janeiro un partido de la fase de grupos de la Copa Libertadores ante Flamengo. Antes del cotejo, fanáticos del Carbonero que viajaban en dos colectivos por la rambla de Leme, en la zona Sur de la capital fluminense, protagonizaron una violenta pelea con un grupo de rojinegros. En la gresca, sillas, piedras y pedazos de madera fueron usados como armas. El saldo del violento episodio fue un hombre de 60 años, que no pertenecía a ninguno de los bandos, con heridas cortantes, y más de 100 hinchas uruguayos detenidos por la Policía Militar de Río de Janeiro.
Antes de eso, en 2017, Palmeiras venció a Peñarol por 3 a 2 en Montevideo. Durante aquel partido, también de Libertadores, el volante Felipe Melo, que continúa en el Verdao, le dio una trompada al uruguayo Matías Mier en medio de un tumulto y la violencia se extendió a las tribunas. Al final de esa noche, la policía uruguaya detuvo a 30 personas.
La final que disputarán Flamengo y Palmeiras será el primer partido con público considerado “de alto riesgo” por las autoridades uruguayas, desde el clásico entre Nacional y Peñarol, en la final del Campeonato Uruguayo de 2019. Según informó el Ministerio del Interior del país sede, 4.000 personas estarán trabajando en la seguridad de la definición de la Libertadores entre los clubes brasileños, y aseguraron que “quienes estén sin entrada, no podrán aproximarse al estadio”. Además, se pondrán dos pantallas gigantes en distintos puntos de Montevideo para los simpatizantes de ambos equipos que lleguen sin sus tickets.
Por otro lado, el Ministerio del Interior le pidió a la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) una lista de hinchas vinculados a Flamengo y Palmeiras que tengan accesos prohibidos a los estadios de Brasil por haber protagonizado hechos de violencia. En caso de que haya incidentes, los clubes involucrados corren serios riesgos de recibir pesadas sanciones por parte de Conmebol, aunque la seguridad del partido del 27 de noviembre le corresponda a la propia entidad sudamericana.
Según el artículo 9 del Código de Disciplina de la Conmebol, “las asociaciones miembro y los clubes son responsables del comportamiento de sus jugadores, oficiales, miembros, público asistente, aficionados, así como de cualquier otra persona que ejerza o pudiera ejercer en su nombre cualquier función”. Es decir que si los incidentes entre cariocas y paulistas se producen en el camino hacia Montevideo, este artículo 9 podría aplicarse ya que el viaje entra dentro de lo que se denomina “organización del partido”.
Las sanciones son variables, dependiendo de la gravedad de lo ocurrido. Las multas van de los 100.000 dólares a los 400.000 dólares para cada club, mientras que las penas deportivas pueden incluir desde la disputa de partidos a puertas cerradas hasta la exclusión de ese equipo (o equipos) de un futuro campeonato.
Sin embargo, a pesar de las alertas, el odio y las amenazas, existe un punto en el cual sí están de acuerdo palmeirenses y flamenguistas. El precio de las entradas dispuesto por Conmebol para la final oscila entre los 200 y los 650 dólares. “Es inadmisible que un torneo de América del Sur, con países de bajo poder adquisitivo, países del tercer mundo, donde el hambre impera, tenga ese costo para el hincha”, cuestionó la Mancha Verde en su cuenta de Instagram. “En un paso más hacia la exclusión permanente de los aficionados de las canchas sudamericanas, la entidad estipula precios que van más allá de los establecidos en el mundo, inclusive en la principal competición europea (la Champions League)”, afirmó bajo el mismo tono, en Twitter, Raça Rubro-Negra, el principal bloque de la barrabrava de Flamengo.
Pero no solo los hinchas reclamaron del excesivo costo de los tickets para presenciar la final de la Libertadores. “Esas entradas están muy caras, tienen que ser más barato” comentó Dudú, delantero de Palmeiras, en la propia publicación de la Conmebol en la cual se divulgaba la información.
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