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Festejó Liverpool, sufrió Flamengo: el equipo inglés le ganó 1-0 al brasileño y celebró en Qatar. De las últimas 13 ediciones del Mundial de Clubes, 12 fueron ganadas por los europeos, solo colándose entre ellos el Corinthians de Tite, Danilo y Paolo Guerrero, que en 2012 venció a Chelsea, de Inglaterra, por 1-0, en Japón. Las últimas tres ediciones habían sido de Real Madrid, venciendo en 2018 a Al-Ain (4-1), en 2017 a Gremio (1-0) y en 2016 a Kashima Antlers (4-2). La final de 2015 quedó en manos de Barcelona, que venció al River de Marcelo Gallardo por 3-0. Justamente, ese resultado, más allá de que el conjunto millonario no había llegado de la manera que pretendía, potenció el debate y las polémicas sobre el poderío económico de los equipos europeos y la brecha con respecto a los sudamericanos. Lo mismo sucedió con Flamengo, que hizo una gran final, pero terminó perdiendo en el alargue con Liverpool.
¿Cada vez más les costará a los sudamericanos vencer a los europeos? Es lo que dicen los protagonistas, entrenadores y jugadores argentinos, aunque también ahora marcan una brecha con los propios brasileños dentro de la pelea sudamericana. Hasta Juan Román Riquelme, en su rol de vicepresidente segundo de Boca, reconoció en Paraguay, en el reciente sorteo del certamen 2020 que será "una Copa Libertadores muy difícil".
Ahora bien: ¿cuál fue el equipo sudamericano que más fuerza le hizo a un europeo? El Corinthians de Tite (actual DT de la selección brasileña). Pero la figura del partido, además de Paolo Guerrero, autor del gol de cabeza en el segundo tiempo, fue el arquero Cassio, que tuvo atajadas muy buenas, sobre todo una sobre el final al Niño Torres, un "penal en movimiento". En situaciones de riesgo, Chelsea se había impuesto por 10 a 5. En ese equipo inglés, dirigido por Rafa Benítez, atajaba Petr Cech y jugaban David Luiz, Frank Lampard, Juan Mata y Eden Hazard. Flamengo le ofreció al Liverpool de Jurgen Klopp una resistencia mayor.
Pero antes de eso, el Estudiantes de Alejandro Sabella, el 19 de diciembre de 2009, estuvo a minutos de vencer al Barcelona de Pep Guardiola. Le ganaba 1-0 con gol de Mauro Boselli, lo empató Pedro a segundos del final y en el alargue Lionel Messi anotó el 2-1 para el conjunto español. Incluso así lo reconocería el propio Messi varios años después: "Ese gol lo grité mucho. Pero fue por el contexto. En su momento, la gente de Estudiantes se lo tomó mal, pero fue un partido que lo ganamos de pedo. Empató Pedro en los 90 minutos y lo ganamos en el adicional. Estudiantes hizo un partido extraordinario. Decían que le íbamos a hacer tres goles y no le podíamos generar ni una situación…"
¿Cómo había planteado Sabella aquella final en Abu Dhabi? Con el sistema 5-4-1, con Clemente Rodríguez y Juan Manuel Díaz por las bandas más los tres centrales Desábato, Cellay y Re, le sirvió en el primer tiempo para controlar a los atacantes de Barcelona (Messi, Ibrahimovic y Henry) y aun así sorprendió con una asistencia de Verón para Enzo Pérez a espaldas de Piqué y de Puyol, como en el mano a mano que le tapó Valdés.
Con el ingreso de Pedro por Keita, los dirigidos por Guardiola salieron a jugar con un sistema 4-2-4, con Busquets y Xavi como doble 5 y arriba Messi, Pedro, Ibrahimovic y Henry (después Jeffren). Y en la desesperación, antes de los 90, se sumó Piqué como centrodelantero, quien le ganó a Cellay en el primer cabezazo para el gol de Pedro.
Uno de los tantos centros se desvió en Verón y eso facilitó el primer impacto de Piqué, pero Estudiantes ahí ya estaba muy atrás. El desgaste físico se había hecho sentir. En los dos goles, cuando salieron los pelotazos de Xavi y de Alves, Desábato estaba sobre la línea del punto del penal. Cuando los pases llegaron, estaban todos dentro del arco. Albil y Cellay debieron sacar al equipo, pero es fácil decirlo.
Esa final, aún en el dolor por el resultado para los hinchas de Estudiantes, significó un reconocimiento para Sabella: a su planificación, independientemente de las coincidencias o de las discrepancias, a su perfil bajo, a su mensaje. El DT analizó, observó y, en función del rival, veía qué podía hacer y dónde lo podía lastimar. Sabía que Estudiantes no llegaba en condiciones óptimas y, por bajas y por lesiones, adaptó al equipo a la realidad del momento.
"Venimos de una gran temporada y somos dos equipos parecidos en el sentido de cómo hemos recuperado nuestro prestigio internacionalmente", había dicho Jorge Jesus, DT de Flamengo, en la previa y con respecto a Liverpool había comentado: "Cuando un club europeo llega a la final del Mundial de Clubes, tiene a los mejores jugadores del mundo".
Flamengo compitió como pocos: si bien Liverpool contó con situaciones claras de Salah, Henderson y Firmino, el conjunto brasileño también generó varias vía Gabigol y Bruno Henrique. La figura del arquero Diego Alves creció después del 0-1 de Firmino.
Jorge Jesús, DT de Flamengo, tuvo razón, pero igual se fue orgulloso de la entrega y el rendimiento de sus jugadores. Estuvieron en partido siempre, jugaron de igual a igual, por momentos hasta dominaron más la posesión del balón que Liverpool (60%-40%), remataron varias veces (15 disparos del equipo brasileño contra 18 del inglés), contaron con chances de gol muy claras para ganar y terminaron perdiendo en el alargue con un gol de contraataque. Pero este Flamengo fue, junto con el Corinthians de Tite y el Estudiantes de Sabella, uno de los sudamericanos que más fuerza le hicieron en los últimos años a los europeos. No es poca cosa.
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