Fernando Cavenaghi, el grito sagrado: el goleador que se iba y ahora escribe su historia

Marzo de 2015. Enzo Francescoli, el manager, desparrama sobre la mesa una versión que anda dando vueltas. Que el ídolo, el símbolo, se va. No hay marcha atrás. "Almorcé con Cavenaghi y me dijo que estaba buscando otro horizonte y me parece bien. En esto coincido con Gallardo : el jugador que no está con la cabeza en River, debe partir. Si Cavenaghi quiere seguir..., tiene las puertas abiertas". Recuperado de una bursitis debajo del dedo gordo del pie derecho, el hombre que volvió convertido en hincha para regresar a primera, está con un pie fuera de Núñez. No hay caso: Teo y Mora son indispensables, titulares lógicos, por rendimiento, entendimiento y goles. Cuando alguno se despista, se lesiona o anda suspendido, las alturas son para los pibes de la casa. Para Driussi, para Boyé. Hasta, alguna vez, Pity Martínez se disfraza de atacante. De Cavenaghi, ni noticias. O sí, algunas pocas: minutos que maquillan estadísticas.

Agosto de 2015. Marcelo Gallardo, el conductor, confirma la teoría: nadie mejor que el ídolo, el símbolo, el goleador, para ser titular en el partido que esperó una vida, la finalísima de la Copa Libertadores contra Tigres, en el Monumental. Lucas Alario, un pibe, por acá, Cavenaghi, con 31 años, un poco más allá, en el área. "Fernando está bien, con muchas ganas, estaba esperando un partido importante y creo que se le presenta la oportunidad de jugar el partido más importante. Con la seguridad y la confianza que vamos a tener un jugador que en estas instancias no le va a pesar. Fernando nos va a dar experiencia. Nosotros vamos a necesitar el gol y nos va a dar esa cuota de gol, una de sus características principales, ese olfato para estar dentro del área y definir todo lo que le quede", relata Gallardo. Y sigue: "Las sensaciones de él, se imaginan... Él tiene que estar preparado, se lo dije hace un tiempo. Siempre, en mayor o menor medida, ha participado con nosotros. Por ahí no estuvo muchos minutos en los partidos importantes de la Copa, pero le dije que no podía bajar los brazos, porque no se sabe qué puede pasar. Por lo que me manifestó, es la posibilidad más linda de su carrera".

El monólogo del entrenador se ofrece como catarsis: el Muñeco no suele crear espacios para la demagogia. Tiempo atrás, lo vio de capa caída. Con algunos kilos de más. Apartado, desolado. Falto de ritmo. El número 9 se recompuso solo. Se adaptó al grupo: entendió que lo suyo era complementario. Pero se reinventó en ese espacio extraño, impropio en su trayectoria: es el 10° goleador del club.

En el campo doméstico, celebró 11 conquistas, nadie más que él con la banda roja en el semestre de la reconstrucción personal. Sin embargo, en la Libertadores, en el trofeo suerte de obsesión millonaria, no sólo nunca fue titular: apenas actuó en 72 minutos del recorrido. No alcanza ni los 90 minutos de un partido imaginario. Siete con San José, siete con Juan Aurich, 21 con San José en el "desquite", 22 con Cruzeiro y 15 con Guaraní.

En el campeonato, tiene 11 goles; en la Copa, menos de 90 minutos jugados y ningún grito

El último gol suyo en este torneo pertenece a otro tiempo: en mayo de 2004 anotó en el triunfo por 3 a 1 sobre Deportivo Cali. Una eternidad. La información es oficial: resultó un día atípico para Gallardo, que hizo pública la formación dos días antes. Un modo de descomprimir, de ganar confianza. De evitar especulaciones. Y de confirmar no sólo la presencia de Cavenaghi.

Los once serán Barovero; Mayada (otra de las incógnitas develadas), Maidana, Funes Mori y Vangioni; Sánchez, Kranevitter, Ponzio y Bertolo (una más); Cavenaghi y Alario. El entrenador también incluyó al uruguayo Tabaré Viudez en la lista de 19 concentrados. Afectado por una distensión en el isquiotibial izquierdo, será probado hoy por última vez para ver si está en condiciones de ocupar el banco.

La curiosidad del porvenir, en algún punto, los iguala: hoy en día, pocos dudan de que Cavenaghi seguirá en River (el Mundial de Clubes ya está escrito en el horizonte) y que Marcelo Gallardo no se irá por mucho tiempo. Sin embargo, tal vez con la certeza del goleador, que en un puñado de meses transformó su presente, el entrenador dice lo que dice, con el papel en blanco de la renovación. "Estamos enfocados en esta final, veremos después cómo sigue. No pensé, pero sí estoy cómodo. Me siento feliz. Disfruto de lo que hago y en el lugar donde estoy. No creo que haya problemas. Pero no soy de pensar a largo plazo. Mis desafíos son a corto y mediano plazo", advierte el Muñeco. El concepto encaja también para Cavenaghi. Las valijas pueden esperar.

tb

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