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Pulsión periodística, pasión y sensibilidad: por qué leer el nuevo libro de Ezequiel Fernández Moores
Un libro no contiene cuarenta años de periodismo, pero intenta contener un espíritu, la agenda de temas sobre los que escribió Ezequiel Fernández Moores en cada diario, revista o agencia de noticias por donde pasó. Hay una línea de coherencia que va desde la investigación, todavía en dictadura militar, de los dineros del Mundial 1978 hasta sus artículos sobre el Mundial 2018 y la Rusia de Putin. "Juego, luego existo. Escribir el deporte" es una selección de artículos publicados por el autor en más de una decena de medios. Entre ellos, LA NACION, donde publica su columna semanal desde hace más de diez años.
El prólogo, escrito por Santiago Segurola
A 10.000 kilómetros de distancia de Madrid, donde resido, un periodista me convoca desde hace años. Resulta alentador el encuentro con Fernández Moores y sus columnas. Incluso en las escasas veces que no coincido con su opinión, lo leo con gratitud, en primer lugar por el respeto con el que trata a los lectores. Sus opiniones son firmes, pero no dogmáticas. Su interés por los datos es tan relevante como su desinterés por la demagogia. Su estilo, sucinto y contundente, desestima la retórica en favor de una claridad admirable. Sus columnas no deleitan, exigen. Requieren que el lector abandone el confort y reflexione sobre un mundo que en muchos aspectos marcha decididamente mal.
Fernández Moores escribe en las páginas de deportes, pero su pulsión periodística es universal. Trata el deporte, y fundamentalmente el fútbol, con la seriedad que merece, cualidad cada vez más infrecuente. Para Ezequiel Fernández Moores el fútbol, el deporte en general, es un asunto muy serio. No se equivoca. Tampoco se equivoca cuando nos transmite sus preocupaciones con estilo y rigor. No conozco un periodista latinoamericano que cultive más y mejor los datos en sus columnas. Su trabajo no es fácil. Fernández Moores considera, con razón, que se está arrebatando el fútbol a la gente, al pueblo llano, y que se está utilizando a la gente con fines poco confesables. En sus columnas asoma el amor por un juego maravilloso y su rechazo a todas las formas de corrupción, violencia y engaño que habitan en el fútbol.
En una época de regresión crítica y falsedades digeribles, Fernández Moores nos recuerda el papel del periodismo como elemento esencial de contrapoder.
La magnitud de su importancia se manifiesta en el trascendente valor de su trabajo. Fernández Moores logra el pequeño milagro de conectar la mirada milimétrica del entomólogo con una visión universal del deporte. Es una característica de gran periodista, de periodista necesario, uno de los pocos que convocan a su audiencia sin importar ciudad, país o continente.
- Santiago Segurola es uno de los periodistas deportivos más prestigiosos de España. Actualmente escribe en el diario El País, de Madrid.
"Amante del poder", uno de los artículos de Fernández Moores publicados en LA NACION
"¿Por qué no me ponés también la gorra de militar?" Julio Grondona me llama enojado en 1984 a la agencia DyN. Le respondo que a él, como decían los informes, lo habían elegido los clubes. Pero al almirante Carlos Lacoste, que todavía seguía dentro del fútbol, lo habían puesto los militares.
En 1986, dos meses antes del Mundial, publicamos que "un importante miembro del Comité Ejecutivo de la AFA" se aprestaba a pedir la renuncia de Carlos Bilardo, en línea con presiones del gobierno radical. La fuente, Grondona nunca lo supo, era Hugo Santilli, su vicepresidente. Apenas después del 3-2 ante Alemania, Grondona pasa a las corridas por la sala de prensa del Azteca. Me hace un gesto más que popular: mete el índice de su mano derecha en una argolla que arma con el índice y pulgar de la izquierda. Lo mueve una y otra vez.
Los cruces, inevitables (cada uno hacía su trabajo), fueron muchos. En 1998, en medio de un cóctel en la embajada francesa, me gritó por otra nota de "esa revista de mierda, punto y coma". La revista se llamaba tres puntos. "Elijan –decía en la AFA– arroz con pollo o pollo con arroz". Y, como El Padrino, le dio de comer a casi todos. Pagó el fútbol, no él. Se ganaron títulos sí. Y hasta casi se gana en Brasil. El día a día sigue siendo mucho más oscuro: arreglos, violencia y deudas.
Ahora es 2010. Escribo en la confitería del hotel FIFA, sobre la mezcla de justicia y obscenidad del Mundial en áfrica. Siento que por detrás mío alguien lee el texto. Es Grondona. Se enoja, como siempre. Llamo a "Freedom", el mozo. Le pido que le cuente al señor, "que es vicepresidente de la FIFA", por qué su padre, exiliado en Zimbabwe por el apartheid, decidió llamarlo Libertad. "Porque algún día volverás a una Sudáfrica libre". Grondona agradece con ojos vidriosos.
La AFA rechaza mi acreditación para el último Mundial. "Y…lo mejor –me responden– es llamarlo a Don Julio". "¿Y qué medio es ese Ezequiel?", me contesta Grondona, acaso fingiendo ingenuidad, cuando le pregunto por qué la AFA había rechazado mi acreditación como periodista "freelance".
Vivo o ingenuo, intimidante o bonachón, grosero o respetuoso, siempre según lo aconsejara el momento, Grondona jugó con el poder de turno. Militar, radical o peronista. Clubes grandes o clubes chicos. Clarín o Kirchner. Así permaneció 35 años en la AFA y toda una vida en el fútbol: aspiró a debutar en primera, jugó a ser director técnico, fundó un club, presidió otro. Así hasta ser "vicepresidente del mundo". Y no fue presidente FIFA porque en 2002, cuando le ofrecieron el trono, eligió permanecer leal a Joseph Blatter.
Fue tan leal que Blatter, igual que antes João Havelange, amenazó con sanciones cada vez que el poder político amagó sacarlo. Tan leal que con Blatter, ambos millonarios, sobrevivieron juntos a la filtración de cuentas suizas que derrumbaron a otros. Las que se filtraron sobre él no eran reales, le respondieron dos bancos a un diputado suizo que me envió los informes. "No digo que no haya, pero estas –me contestó– no son". Sin inglés, pero con mucho potrero, Grondona siempre supo dónde estaba el poder. Su pelota favorita.
El autor
- Ezequiel Fernández Moores (Buenos Aires, 1957) comenzó a trabajar como periodista con la Copa Mundial de Fútbol en 1978 para Noticias Argentinas (NA), el mismo año en que egresó del Círculo de la Prensa.Siempre trabajó en agencias de noticias: Diarios y Noticias (DyN), de1982 a 1989, y ANSA de 1989 a hoy. Colaboró con las revistas El Periodista, Playboy, Trespuntos, TXT, El Observador, Mística y Un Caño,y con los diarios Página/12 y Olé, además de El País (España), entre otros. Desde 2007 escribe para La Nación y también para The New York Times (en español), La Gaceta (Tucumán) y El Día (La Plata).
- Trabajó en numerosas radios, actualmente en AM 750 y en Radio de la Ciudad. Fue guionista de documentales de TV y escribió dos libros: Díganme Ringo y Una breve historia del deporte argentino. En 1999 TEA lo distinguió como uno de los diez periodistas de esa década, y en 2017 ganó el Konex de platino al mejor periodista deportivo de los últimos diez años. Fue docente y expositor en conferencias en la Argentina y en ciudades como Berlín, Copenhague y Reikiavik.
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