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Felipe Melo, el anti-River que coqueteó con Boca y hace populismo con los hinchas de Fluminense
El veterano zaguero, de 40 años, es uno de los protagonistas especiales de la final de la Copa Libertadores del sábado próximo, en el Maracaná
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Mientras Fluminense buscará ante Boca su primera Copa Libertadores, el recio zaguero central Felipe Melo tendrá la posibilidad de conquistar el trofeo por tercera vez. Las dos anteriores fue vistiendo la camiseta de Palmeiras, en 2020 y 2021, en el duro y compacto equipo del portugués Abel Ferreira. Ahora, a los 40 años, Felipe Melo lidera la defensa de un conjunto con un estilo opuesto, al que el entrenador Fernando Diniz, también a cargo interinamente del seleccionado de Brasil, le inculca una idea de juego asociativa y ofensiva. Fluminense toma riesgos, construye un circuito de pases desde su arquero, la “saidinha”, como le dicen en Brasil.
Con 20 años en primera división, Felipe Melo llegará con lo justo a la final del sábado, en el Maracaná. Recién este miércoles se entrenó a la par de sus compañeros, tras recuperarse de una dolencia en el muslo derecho que hace una semana no le permitió terminar el cotejo ante Goiás. Durante la temporada también fueron crónicos los dolores en su rodilla derecha.
En cualquier circunstancia, el jugador nacido en Volta Redonda (municipio de Río de Janeiro) y formado en las divisiones inferiores de Flamengo, se ocupa de transmitir la imagen de guerrero indomable. Se declara un incondicional del método del entrenador Diniz. “Con el trabajo que hace cada día, con movimientos libres, siempre aprendo algo nuevo. ¡Trabaja tan duro! Antes de un partido, con un partido el miércoles, el martes corremos 5,5 kilómetros bajo el sol de 43 grados de Río de Janeiro. Aquí no hay ejercicios, hay trabajo. Diniz es un genio del fútbol, alguien que observa lo que una persona normal no puede ver”, le expresó al sitio oficial de la FIFA.
Felipe Melo, con Palmeiras, se enfrentó en cuatro oportunidades con Boca en la Copa Libertadores 2018. Dos por la etapa de grupos y dos por las semifinales, en las que Darío Benedetto marcó tres tantos (dos en la Bombonera y uno en San Pablo) para llegar a la final que River ganó en Madrid. De aquellos choques de hace cinco años, el único futbolista de Boca que permanece en el plantel es justamente Benedetto, con un paso intermedio por Europa.
El fútbol argentino no le resulta indiferente a Felipe Melo. De chico sintió admiración por Diego Maradona, seguía sus partidos. Su segunda atracción fue la Bombonera y, por extensión, Boca. “La verdad es que Boca me encanta. No dije, como alguno interpretó, que quiero jugar en Boca. En la Argentina, soy hincha de Boca. Su hinchada siempre me impactó, es la mejor del mundo. Después de retirarme me gustaría mucho ir a la Argentina y ver un partido en la Bombonera. Pero no en un palco, sino en la tribuna”, expresó en una entrevista con ESPN en 2021. Por entonces estaba en Palmeiras y esas declaraciones no cayeron bien entre los hinchas.
El centro-delantero argentino Germán Cano, goleador de la copa, corroboró las simpatías de su compañero: “Es hincha de Boca, mira los partidos en el celular. Además, habla bien español”.
Esa identificación con Boca le puso un condimento especial a sus partidos contra River en la etapa de grupos de esta Copa Libertadores. En la visita al Monumental, más allá de la derrota por 2-0 de Fluminense, se desplegó como un gladiador y festejó algún cruce como si fuera el vencedor de un combate. No se privó de provocar a los hinchas de River al agitar los brazos como las alas de una gallina.
Las expresiones sanguíneas hacen a su imagen, descarta la discreción. Obviamente, ese perfil le depara tantos admiradores como detractores. Tras el partido contra River, Felipe Melo declaró con un tono de suficiencia que fue premonitorio: “Jugar contra River es normal para mí. Especial es hacerlo contra Boca, con la camiseta de Fluminense, por la Copa Libertadores. Aquí , en el Monumental, fue normal, entré al campo e intenté ayudar a mi equipo de la mejor manera posible”.
En la campaña de Flu en esta copa disputó 11 (todos de titular) de los 12 cotejos. Solo quedó al margen en la altura de La Paz frente a The Strongest. Los 90 minutos se le pueden hacer largos: fue reemplazado en nueve encuentros.
Felipe Melo asegura que Fluminense no es solamente un equipo lírico, como se lo quiere hacer pasar: “Hablan de que somos toque y toque. Pero en realidad es un equipo de guerreros. Los hinchas corean eso, y es verdad. El punto fuerte es correr hacia atrás, defender nuestro arco. Es posicionarse detrás de la pelota con mucha rapidez. Hay once defensas en el campo cuando no tenemos la posesión. Es entonces cuando empezamos a prepararnos para marcar. Diniz lo dice bien: lo que cansa es perder. Correr detrás de la pelota no cansa”.
Fluminense obtuvo este año el torneo carioca. Felipe Melo reivindica un equipo por el que nadie daba mucho: “Nadie habría pensado que ganaríamos el Carioca como lo hicimos [con goleada a Flamengo en la final]. Diniz cambió toda la forma de trabajar del equipo, con algunos jugadores que muchos creían muertos. Felipe Melo era un ex jugador, Ganso no daba más, [el arquero] Fábio era demasiado viejo... Y luego tenemos a Nino y André, que ahora están en la selección, y otros que han subido mucho el nivel”.
Su picante paso por el Monumental
De su larga trayectoria, Felipe Melo destaca sus cuatro años en Galatasaray, entre 2011 y 2015: “Fue la cima de mi carrera. Es una afición que encaja con mi personalidad, fue perfecto. Me encantan la hinchada de Galatasaray y el pueblo turco, siempre estarán en mi corazón”.
De su paso por Italia (Fiorentina, Juventus e Inter) señaló que fue “la mejor escuela táctica”. Y agregó: “Tuve a Césare Prandelli, uno de los mejores entrenadores en lo táctico. Allá volví a cambiar de posición. Pasé a ser el primer hombre por delante de la defensa, el centrocampista de contención. Yo robaba y hacía el trabajo sucio, verticalizaba, y me convertí en el mejor centrocampista de la Serie A, llegando a la selección nacional”.
Los años lo llevaron unos metros más atrás, al puesto de zaguero central. Desde ahí intentará frenar a Boca, manejando a la defensa y lanzando un mensaje populista para que reviente el Maracaná: “Jugaremos con mucha humildad, con nuestros hinchas, que han hecho la diferencia. Los hinchas del Fluminense... ¡Un aplauso para ellos!”.
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