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Federico Domínguez, sin anestesia: el “caballo loco” que se desvivía por hacer goles, superó un cáncer y viajó a Italia para reconquistar un amor de juventud
El defensor con alma de delantero responde las 100 preguntas: cómo le ganó a la enfermedad, el recuerdo del caso Ameli-Tuzzio, la frase de Bianchi y por qué no se habla con su hermano
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Se inició en Vélez, donde ganó 6 títulos. Fue campeón con Independiente, Argentinos Juniors y Nacional, de Uruguay. Y también del mundo, con la selección Sub 20 en Qatar. Revela anécdotas jugosas sobre Bianchi, Pekerman, Bielsa, Gallego y Passarella. Repasa al detalle la tortuosa convivencia en el plantel de River tras la pelea Tuzzio–Ameli. Explica qué sintió al escuchar que tenía cáncer, y cómo logró sobreponerse. Lamenta no tener diálogo con su hermano Eduardo. Y cuenta cómo fue a buscar a Italia a un amor de juventud para rehacer su vida.
Y todo lo hace sin filtro, con naturalidad, como en una charla de café, que al fin de cuentas, de eso se trata la sección. Federico Domínguez contesta las 100 preguntas con honestidad brutal.
1. –¿Cómo te enteraste que tenías cáncer?
–Empecé a ver algún resto de sangre en mi materia fecal. Al principio no le di bolilla, porque comía mucho picante y pensé que venía por ese lado. Cada vez se hacía más frecuente, así estuve como un año, no le decía a nadie, me daba miedo hablar, hasta que le conté a mi mujer. “Hacete un estudio y dejate de hinchar”, me dijo. Y fui.
2. –¿Fuiste con miedo, pensando que podía ser cáncer?
–No. De hecho, me hice los estudios, los resultados estaban para un miércoles, pero como me habían conseguido dos reuniones de trabajo en Buenos Aires, llamé a la clínica y pregunté si podía buscar los resultados el viernes. En ese momento vivía en Punta del Este. La secretaria me dijo que no había problemas, pero a la media hora me llamó el médico. “Mi secretaria no sabe de resultados, esto es más importante que cualquier trabajo, tenés que estar acá delante de mí el miércoles”, me dijo. Ahí sí me asusté.
3. –¿Qué pasó ese miércoles?
–Fui con mi mujer. El médico me preguntó por qué me había hecho el estudio. Le conté lo de la materia fecal. Y me dijo sin anestesia: “Lo que usted tiene es cáncer de colon”. Y enseguida agregó: “No se tiene que preocupar, se tiene que ocupar. ¿Cómo nos ocupamos?”. Y ahí vino la explicación de la quimio, la radio, la operación y todo eso.
4. –¿Qué fue lo primero que pensaste?
–No entendía nada, estaba en caída libre sin paracaídas y no sabía de dónde agarrarme. El médico hablaba y yo no escuchaba. Me decían palabras nuevas, pensaba: “No me puede estar pasando esto a mí”. Entré en negación. A los pocos días fui a tener otra entrevista al Hospital Británico de Montevideo y me reconfirmaron el diagnóstico. Ahí se me fueron todas las dudas y pasé a la siguiente etapa.
5. –¿Cuál fue esa segunda etapa?
–Ocuparme. Me puse el armazón de gladiador para luchar. Con mi mujer decidimos seguir los pasos que nos decían los médicos, pero también apostamos a la medicina no convencional, como tomar y comer productos naturales, plantas, todo eso. Estaba vulnerable, así que hice de todo, hasta fui a tirarme las cartas. En el hospital conocí otro ambiente, muy pesado: entendí lo duro que es el cáncer.
6. –¿Pensaste en algún momento que te ibas a morir?
–Por mi cabeza pasaban millones de cosas, desde la muerte, sí, a cómo carajo salía de ahí. Había muchas preguntas y pocas respuestas. Salía a caminar, a correr, fui al psicólogo por recomendación del cirujano, que era muy directo, me ponía en órbita en dos segundos. Le conté a la familia. Esto fue en octubre de 2018 y me operé el 15 de mayo de 2019, que fue mi renacer. Me hice un tatuaje con esa fecha. En el medio, era radio y quimio casi todos los días. Me sentía débil, y la radio me producía diarrea.
7. –¿Cuál fue el momento más complicado?
–Más allá de cuando me enteré, los tres meses entre la primera y la segunda operación fueron durísimos porque tenía la bolsita, y no sabía si sería para siempre. “No te vas a morir porque lo agarramos justo. La pregunta es cómo vas a vivir”, me dijo el médico. Su gran desafío era ver si me podía reconectar o si tenía que quedarme con la bolsita del ano contra natura para toda la vida. “Mi desafío es salvarte el culo”, me dijo, con su habitual frontalidad, sin anestesia. Y aquí la frase no era una metáfora sino bien concreta y real (risas).
8. –¿Qué sentías con la bolsita?
–Hablando en criollo: el músculo del ano no funciona, con lo cual te cagás encima y ni te das cuenta. Va todo a la bolsita, que la llevás conectada; encima, por lo que perdés la sensación de tener ganas de cagar. De golpe sentís que te pesa más la bolsita, tenés que higienizarte, ponerte cremas, es un tema complejo bañarse y demás. Fue durísimo, un sufrimiento. Nunca acepté la bolsita, renegaba, luché mucho para estar como hoy, por eso no me alcanza el agradecimiento para los médicos. Con la segunda operación me sacaron la bolsita y me cambió la vida. Tengo que agradecer muchísimo a los médicos Terra, Luis Ubillos y Aldo Quarneti del Hospital Británico y a los doctores italianos Gianni Mele y Mauro Serra. Me salvaron la vida y me permiten estar como estoy.
9. –¿Hoy estás bien?
–En la segunda operación me reconectaron y ahí empezó otra batalla. El cirujano me lo explicó así: “Los primeros seis meses vas a sentir que entrás a tu casa y están todas las llaves prendidas: la luz, el microondas, la heladera, el lavarropas, y vas a tener que poner mucho huevo para identificar con qué llave apagás cada aparato. Mucho huevo para controlar tu cabeza. Mucha paciencia, que todo se terminará acomodando”. Fue durísimo. Tenía miedo de comer porque venían las sensaciones de golpe, iba siete veces al baño y no pasaba nada, me encerraba, no quería salir porque sentís que te cagás encima, estás con la autoestima bajísima. Llegué a pesar 66 kilos, cuando mi peso habitual era 80.
10. –¿Cuánto duró ese reacomodamiento?
–Casi dos años. Además, tenés que empezar a entender tu nueva vida, hay que seguir controlándose con estudios. Hoy me siento muy cerca a como estaba antes, casi normal. No puedo comer achuras, ni hamburguesas, ni esas porquerías que comía antes. Carne como muy ocasionalmente, me volqué mucho al pescado, muy poco chocolate, helado de agua, nada de leche o crema porque en el medio me enteré de que era intolerante a la lactosa. Voy mucho al gimnasio, porque me hace bien, también para activar las defensas. Obviamente tengo un límite, el que me marca la artrosis de rodilla y de cadera que me dejó el fútbol.
11. –En el medio de tu enfermedad te separaste, ¿no?
–Ya venía con problemas matrimoniales antes del cáncer, pero cuando apareció todo esto decidí poner el foco en mi salud. Después tomé la decisión. Siempre estaré agradecido a Melina, porque me bancó en todo momento, hoy tenemos una buena relación, además es la madre de nuestras dos hijas.
12. –Vayamos a tu infancia, ¿cómo la pasaste?
–Muy bien. Noemí, mi vieja, era ama de acá y José, mi viejo, electricista de autos. Soy el mayor de tres hermanos: después de mi viene Eduardo, dos años menor, y Viviana, un par de años más chica. Con mis hermanos nos criamos en un taller de autos. Ahí jugábamos. Mi viejo nos hacía un circuito con cajones de soda y herramientas para trabajar lo que hoy se llama técnica individual. Había comprado dos pelotas de baby y hacíamos zigzag: nos hacía parar con una pierna, tocar con la otra, patear, y todo eso.
13. –¿Dónde empezaste a jugar?
–Primero en casa y en el barrio y después hubo un hecho que marcó nuestras vidas en muchos aspectos. Nosotros vivíamos en Villa Crespo y éramos socios de Atlanta. Mi vieja nos anotaba en todo: ajedrez, judo, básquet, pero con Eduardo nos escapábamos y siempre terminábamos jugando a la pelota. En el verano del 85, cuando yo tenía 8 años, explotó mi casa; mi vieja se salvó de milagro. Se había inundado la zona por el famoso arroyo Maldonado, había metro y medio de agua en casa, la luz cortada, los muebles todos podridos, con mi hermano estábamos en la casa de mis primos y mi vieja, con mi hermanita, entró al baño con una vela, y como había una pérdida de gas, explotó todo. Mi vieja voló 10 metros para atrás y terminó en la calle prendida fuego. Pasó un vecino y se le tiró encima y la apagó. Tuvo el 80 por ciento de la piel quemada. Todavía no se explica cómo hizo para salir.
14. –¿Qué tuvo que ver esa situación con la carrera de ustedes?
–Mi vieja estuvo como seis meses en el hospital de quemados, mi hermano fue a la casa de un primo, yo a otra, mi viejo laburando de un lado a otro. Era un caos, mientras le hacíamos juicio a Gas del Estado. Después, mi abuelo nos dio una mano y nos fuimos a vivir a un departamento en Primera Junta. Mi vieja estaba inmóvil, vendada de punta a punta, yo le hacía masajes y le cambiaba las vendas, en la cara zafó porque se llegó a cubrir con los brazos. Y dentro de ese caos, un cliente del taller de autos de mi viejo le sugirió: “¿Por qué no llevás a los chicos a jugar al baby fútbol?”. Mi viejo no tenía idea lo que era el baby. Y así empezamos en Juventud de Devoto y luego en Gimnasia y Esgrima de Vélez Sarsfield, más que nada porque mi vieja no se podía ocupar de nosotros.
15. –Tu primer club en cancha grande.
–La primera prueba la di en River. Mi viejo era muy fana de River, nos llevaba a la cancha, y un conocido le consiguió un contacto. Estuve cuatro horas sentado contra el muro de la Lugones, jugué 10 minutos y toqué una sola pelota. Obviamente no quedé. Fue una gran decepción, sentía rabia, desilusión, uno piensa que juega bien hasta que ves que hay un montón que juegan mejor. De ahí, por otro cliente, fui a una prueba en Deportivo Español y ahí sí quedé. Jugué unos partidos en infantiles mientras a mi hermano lo llamaron de Vélez. Como mi vieja no lo podía llevar al entrenamiento, me pidió que lo hiciera yo. Y ahí me reconoció un técnico de apellido Nesi que me había visto jugar en el baby y me dijo: “¿Qué hacés acá?”. Le expliqué que había llevado a mi hermano, al otro día me tomó una prueba y yo también quedé en Vélez.
16. –¿Laburaste de pibe?
–Ayudábamos a mi viejo en el taller. Nos pedía que fuéramos a comprar algunos repuestos a Warnes en la bici o que le diera una mano para sacar el arranque de un Scania. Limpiábamos ciertas piezas con kerosén, con el pincel, nada muy sacrificado. Mucho no aprendí, yo quería ser jugador de fútbol.
17. –¿Siempre jugaste de 3?
–Apenas entré a Vélez, en infantiles, jugaba de wing izquierdo y ya en Novena, tanto Nessi como el Toto Calvanese me pusieron de 3. A mí siempre me gustó defender pero también atacar, ir por todos lados, me encantaba meter goles; de hecho, metí muchos en mi carrera.
18. –¿Quién era mejor, vos o Eduardo?
–Los dos somos zurdos, pero él manejaba mejor la derecha. Mi hermano era más técnico que yo, pero en inferiores me destaqué más yo, porque siempre jugué, en cambio Eduardo jugaba poco, siempre a fin de año estaba la duda de si lo confirmaban o no. Él jugaba de central, era bajo, pegó el estirón tarde, entonces jugaba poco, pero era más técnico que yo. En inferiores yo hice Novena, Octava, de ahí pasé a Sexta y de ahí debuté en primera con 17 años recién cumplidos. Fueron pasos muy rápidos. Y Eduardo se benefició de que debutara tan joven, porque decían: “No dejemos libre al hermano que ya está en Primera”. Luego compartimos equipo en Reserva y Primera.
Federico y Eduardo, en la Reserva de Vélez
Éramos tan jóvenes. Gracias a @ElFortindeVelez por este recuerdo. pic.twitter.com/C8yhBw9KVR
— ᗰᗩY ⚽️ (@romay1312) March 19, 2022
19. –¿Cómo se llevaban de chicos con Eduardo?
–Había peleas normales, aunque yo hacía de mediador entre Eduardo y mi hermana, porque entre ellos se mataban bastante. Con Eduardo éramos super competitivos, cuando mi viejo nos ponía a hacer el circuito en el taller no era sólo para mejorar la técnica sino para que perdiéramos el miedo a trabar. “No tengan miedo, con fuerza”, nos decía cuando él nos trababa y después lo mismo cuando tratábamos con Eduardo. Ninguno de los dos quería perder, así que buuuum, volaban las herramientas. Después mi viejo compró un aro de básquet y también jugábamos a eso, nos volcábamos la pelota en la cara (risas), mi viejo nos tenía que separar.
20. –¿De quién eras hincha de chico y quién era tu ídolo?
–De River, y mis ídolos eran el Enzo y el Beto, yo tenía 10 años en el 86. Había un ritual: mis viejos iban temprano, tipo 11 de la mañana, a los quinchos del club, comíamos ahí el asado y después íbamos a la popular del tablero, en el sector más cercano a la San Martín.
21. –¿Estando en inferiores de Vélez seguías yendo a ver a River?
–Fui a ver a River hasta principios del 93, ya después, desde que debuté en Vélez, a fines de ese año, dejé de ir. La última vez fue a comienzos del 93: jugué en Reserva contra River, en nuestra cancha, terminé, me bañé rápido y en vez de enfilar para la platea norte, me fui para la popular de River y vi el partido ahí. Ganó River 2–1. En las inferiores, los técnicos siempre nos decían: “Ojo con ir a la tribuna visitante, porque les ponemos multa”. Ese día metí gorrita para que no me reconocieran. Al campeonato siguiente ya debuté en la Primera y no fui más.
22. –¿Y qué sentiste al poco tiempo al marcar a Francescoli, que era uno de tus ídolos?
–Y… una gran admiración, ¿qué te parece? Hay una foto hermosa en un River–Vélez en que le estoy ganando un duelo. Por adentro decía: “¡Le gané una pelota al Enzo!”. Eso sí: no le pedí la camiseta, me daba vergüenza.
23. –Sos categoría 76 como Gallardo, ¿se destacaba mucho en inferiores?
–Sí, claro, con Gallardo nos cruzamos en inferiores y también en baby. Era muy bueno, Marcelo. Cuando después fuimos compañeros en River recordábamos algunos cruces picantes, porque en Octava nosotros fuimos campeones con Vélez y en Novena nos ganaron ellos. Otros que la rompían eran el Caño Ibagaza, Germán Arangio y el Tanito Riep: ¡lo que jugaba el Tano! Para mí, uno de los mejores jugadores de baby que vi.
24. –”Domínguez, ¿a dónde vas?”.
–Ja, ja, sí, me lo decía el Toto Calvanese en las inferiores, porque yo subía todos los tiros, me encantaba buscar el gol. Otro que me gritaba algo parecido era el Tolo Gallego. “¿A dónde vas, Caballo Loco? Me vas a matar de un infarto”, ja, ja. El Tolo me decía “Caballo Loco” porque tenía las mechas al viento. Por ahí el partido estaba tranquilo, íbamos ganando, pero yo iba igual, no le daba bolilla.
25. –¿Qué impresión te causó Pekerman cuando agarró las selecciones juveniles?
–Yo venía de jugar en el Sub 17 con Merlo, tanto el Sudamericano como el Mundial. Había metido varios goles. Cuando llegó José en el 94 llamó a los que veníamos del Sub 17 y nos fue viendo. Ahí empezó una hermosa etapa que incluyó varios partidos por el interior del país, que siguió con el Sudamericano en Bolivia, donde perdimos la final con Brasil, y que se coronó con el título mundial en Qatar.
26. –¿Cómo vivieron esa derrota del Sudamericano con Brasil?
–Uf, perder final con el clásico rival es muy doloroso. Pero aquella vez aprendí de verdad qué es el Fair Play. Porque te lo explican mil veces, sobre todo en juveniles, te dan charlas los árbitros internacionales, pero en momentos críticos es cuando aparece de verdad. Y eso lo aprendí de José, porque apenas terminó la final, con todo el dolor y la rabia de haber perdido la final, José nos dijo que fuéramos a saludar y felicitar a los brasileños. Y tuvimos que comportarnos como dignos perdedores.
27. –El destino los puso, unos meses después, en una final ante el mismo rival, pero por la Copa del Mundo.
–Exacto, nos tocó la revancha en el Mundial de Qatar. Me acuerdo de que ambas semifinales se disputaban en el mismo estadio: primero Brasil le ganó 1–0 a Portugal, y entramos a jugar nuestra semi con España con mucha energía, nos metimos pila, nos arengamos, sabíamos que si pasábamos a la España de Raúl, tendríamos la revancha con Brasil. Había mucha hambre y mucho deseo. Esa semi la ganamos 3–0, muy tranquilos. Y en la previa de la final, José nos remarcó lo del Sudamericano. Nos dijo: “No nos olvidemos el dolor, lo que sufrimos perder esa final y hoy tenemos la revancha deportiva ante el mismo rival, lo tenemos que enfrentar no con rabia, sino con corazón y fútbol”. Y ganamos 2–0 con los goles de Biagini y Panchito Guerrero.
28. –¿Qué significó para vos ese título?
–Muchísimo, porque aunque fue a nivel juvenil, uno representaba a su país. A la distancia lo vivo con alegría y nostalgia a la vez. Me permite hablar con mis hijas, Mikaela y Morena, de 17 y 15 años, y contarles que siendo joven yo fui campeón del mundo con la selección en Qatar. Tenemos un grupo de whatsapp de los jugadores de ese equipo y hablamos. Creo que dejamos una linda energía y una buena imagen del fútbol argentino en Qatar. De hecho, en la final, el pueblo qatarí se inclinó más por nosotros que por Brasil, por la figura de Maradona, recuerdo que había camisetas de Argentina en las tribunas. Creo que para este Mundial puede darse una doble energía: la de Maradona y la de Messi.
29. –¿Qué recordás del día de tu debut en Vélez?
–Yo tenía edad de Sexta, y Bianchi me hacía entrenar una vez por semana con la Primera. Lo habían expulsado al Pacha Cardozo, jugábamos un sábado a la noche en la vieja cancha de Estudiantes y en la práctica de fútbol me puso con los titulares. Me llamó aparte y me preguntó cómo me sentía. “Cuénteles a sus padres que el sábado vayan a la cancha porque va a debutar en la Primera”, me dijo y no sabía si ir corriendo o tomarme el 34, de la emoción que tenía. Empatamos 0–0, me fue bien, me sentí cómodo.
30. –¿Es cierto que Bianchi apostaba botellas de champagne con los jugadores?
–Lo que hacía era regalarle un cajón de botellas de champagne al defensor o volante defensivo que no solía meter goles y de repente metía uno. Era un modo de motivarlos. Al Negro Gómez o a Sotomayor, que no le metían un gol a nadie, si hacían uno, les regalaba la caja de botellas. A los que la metían seguido, como Zandoná, Trotta, Bassedas o Basualdo, no les daba nada.
31. –¿A vos te daba?
–Resulta que en mi segundo o tercer partido, le metí un gol a Gimnasia y Tiro de Salta, entonces llegó el martes y los grandes, con Trotta, Sotomayor y Cardozo a la cabeza, me decían: “Dale, pendejo, no te cagués, pedile a Bianchi la caja”. Como yo era pibe y no tomaba alcohol, querían que la pidiera para quedarse ellos con las botellas. Estábamos en el círculo central, habló el profe Santella y Bianchi dijo: “Capitán, ¿tiene algo para informar?” y Trotta me miraba como diciendo “hablá”. Entonces levanté la mano y dije: “Sí, quería reclamar la caja de champagne”. Yo estaba rojo como un tomate, mis compañeros se reían. “Absolutamente no –me contestó Bianchi– porque usted va a hacer más de 50 goles en su carrera, esto es un objetivo para los que no hacen goles”. Creo que terminé en 65 goles en mi carrera (risas).
32. –¿Cómo manejaste esos años donde Pacha Cardozo era titular y vos tenías que comer banco?
–Al principio tenía bien claro mi rol: el titular era Cardozo, yo era su reemplazante natural y a veces jugaba de volante por afuera. El que me empieza a hacer plantear la idea de irme de Vélez fue Passarella. Me había convocado para el Preolímpico en Mar del Plata y en el interín hasta los Juegos de Atlanta me preguntaba por qué hacía banco: “Necesito que juegues, si no entro en dificultad”. Encima, mi representante era Mascardi y Gámez no lo podía ni ver. Entonces tenía un doble problema: mi representante tenía las puertas cerradas en Vélez y Passarella me decía que, si no jugaba, no me podía llevar a la Selección.
33. –También había roces entre Passarella y Bianchi.
–Claro, yo estaba al tanto también de esas rispideces. Me sentía super incómodo. La cuestión es que me tuve que quedar, Passarella no me llevó a los Juegos, en el segundo semestre del 96 me rompí los cruzados de la rodilla, me costó volver y ya después agarré la titularidad con Bielsa. La rotura de los cruzados, igual, te cambia todo. Es blanco o negro. Hoy avanzó mucho la ciencia, es todo más natural, pero en ese entonces, no. Nunca volví a ser el mismo, la verdad. Me operaron pero hice una artrosis fenomenal en la rodilla, y después en la cadera, por querer compensar los movimientos.
34. –¿Viajaste a San Pablo a la final de la Libertadores?
–A Brasil viajó todo el plantel, a diferencia de Tokio, dónde solo fueron 18, y yo me quedé afuera. En la Copa, yo solía ir al banco, y en algunos partidos, sobre todo de visitante, entraba como volante, por delante de Pacha. De local, Bianchi ponía a Pompei, que era más ofensivo. En la final de ida contra San Pablo quedé afuera del banco y cuando salí del vestuario para hacer el reconocimiento de campo no podía ocultar mi mal humor. Me crucé a Bianchi en la puerta del vestuario, que veía todo, y me preguntó que me pasaba. “Nada”, le contesté. Entonces agarró y me pegó un buen bife en la cara y me dijo: “Entonces cambiá esa cara, ¿sabés cuántas finales vas a jugar vos?”. Después no pude jugar ninguna (risas), me quedé en semis con River (2005) y Nacional (2009).
35. –¿Qué fue lo que más te llamó la atención de Bielsa, cuando lo tuviste en Vélez?
–Me estaba recuperando de la operación de rodilla y me tocó jugar un partido de Reserva entresemana contra San Lorenzo para sumar minutos. Metí un golazo de tiro libre, fuerte y con comba, al ángulo. Como tenía una molestia, salí en el entretiempo, no quería arriesgar. Me bañé mientras empezaba el segundo tiempo, salí de la ducha y en el vestuario vacío lo veo a Bielsa sentado. “¿Qué le pasó, Federico, por qué salió?”, me preguntó. Ese fue mi primer encuentro con él. Me impactó su presencia y su formalidad. Era una mezcla: intimidaba su presencia, pero al mismo tiempo te hacía sentir cómodo.
36 –Después te hizo titular y te llevó al Espanyol de Barcelona.
–Sí, claro, pero te cuento una muy graciosa con Bielsa. En 2015, ya retirado, yo vivía en Punta del Este, y entré a una librería a comprarles útiles a mis hijas para el colegio. Estaba en la fila de la caja, y delante de mí veo a un señor con jogging. Por adentro me decía: “A este tipo lo conozco”. Me adelanté hacia el costado para verle la cara, el tipo giró y era Bielsa. Nos dimos un abrazo. “Federico, ¿cómo está?”, fue lo primero que me dijo. Y lo segundo: “¿Se acuerda el golazo que le hizo a San Lorenzo en la Reserva?”, ja, ja, increíble. Yo no sabía de qué me hablaba. “Acuérdese. Fue del medio y la clavó de zurda en el ángulo al palo del arquero”, la siguió, no podía creer que se acordara.
37. –¿Y qué hacía Bielsa ahí?
–¿En Uruguay? Había ido a dar una charla. ¿En la librería? Estaba comprando unos marcadores fluorescentes para subrayar algunos apuntes, ja, ja, ¡qué loco lindo!
38. –¿Cómo era Chilavert como compañero, los retaba mucho?
–Tengo dos miradas de Chila. Primero, fue un compañero que contagiaba una fuerza y un espíritu tremendos. Eso de no caerse nunca, de empujar, de no querer perder ni a la bolita. Después, al mismo tiempo creó un personaje, hacía el show de que nos cagaba a pedos, pero eso era para la tribuna, porque ahí adentro era aliento, nos empujaba para adelante. Era su rol. Al principio no lo entendía, después ya sí. En la concentración, siempre que hablábamos eran de cosas serias, salía el tema inversiones, el consejo de qué hacer con la plata, pero nunca se permitía hablar en joda, como que no te podías relajar en la mesa que compartíamos con Chila, no podías tirar un chiste.
39. –¿Cuál fue la clave para que metieras tantos goles siendo lateral?
–A mí me quedó una frase que repetía Bianchi: “Goles son amores… y son dinero”. Como lateral, a mí me hacían quedar después de los entrenamientos a tirar centros para que definiera otro, y escuchaba los consejos de Bianchi. También desde las inferiores me gustaba mucho atacar y buscar el gol. Quería destacarme, no ser el clásico lateral que cuidaba su espacio y nada más. Quería ser una mezcla de Maldini y Roberto Carlos (risas).
40. –¿Por qué duró tan poco tu estadía en el Espanyol?
–Por dos motivos. Primero, porque me llevó Bielsa, y enseguida lo llamaron de la Selección, rompió el contrato, se fue de mala manera y yo quedé en el medio. Y después porque había una relación muy tirante entre los clubes. Había ido a préstamo de Vélez por un año y estuve seis meses, llegué sin pretemporada, con el campeonato empezado. Creo que jugué cinco partidos, el último fue contra Barcelona y me echaron por bajarlo a Rivaldo. Cumplí la sanción y no volví más.
41. –¿Quién te pidió para Independiente?
–El Tolo me conocía de la época de la selección y me llamó un día. “Hola, nene, ¿vos querés salir campeón? Vení conmigo a Independiente”, me dijo. Yo estaba en conflicto con Vélez, me debían dos años y medio de prima, el país había explotado, tenía la chance de ir a Querétaro, entonces le agradecí al Tolo y le dije que me iba a México. Se cerró la operación, pero empezó el lío de la deuda, no nos poníamos de acuerdo y entonces le pedí a mi representante que reflotara lo del Rojo. Cuando se hizo, lo primero que me dijo el Tolo, apenas me recibió, delante de todo el grupo, fue: “¡Mirá quién está acá, el que me limpió!” (risas).
42. –¿Te fuiste mal de Vélez?
–La gente de Vélez me maltrató mucho por esa salida, y por cómo se dio. Mi último partido fue por la Copa Libertadores 2002, contra Nacional de Montevideo, en Liniers. Nos alcanzaba con el empate para clasificar a octavos. Hubo un reclamo por sueldos atrasados, como lo que vivió Gimnasia hace poco, y no concentramos. No tomé yo la decisión. Lo decidió el grupo, como suele pasar. Yo era el capitán y, por lo tanto, la voz cantante. El tema es que perdimos 1–0, pegamos tiros en los palos, uno de esos días en que la pelota no quiere entrar. Quedamos afuera y el presidente del club (Eduardo Mousseaud) declaró: “La culpa de esta eliminación la tiene el capitán Domínguez”. Listo: quedé como el gran traidor.
43. –Volviste a jugar a Liniers con otras camisetas.
–Con Independiente volví en la fecha 6, al poquito tiempo de mi salida. Ganamos 2–1, fue una odisea. Había grafitis por todos lados, en la puerta del vestuario, la gente me puteó mucho. “Vos saliste de acá, ¿por qué tanto odio?”, me preguntaban mis compañeros. Unos años después fui con River y lo mismo. Ese día perdíamos 1–0, estadio lleno, Gallardo mandó un centro, metí el gol de cabeza y me dije: “No entiendo por qué me putean así; bueno, ahora sí que me puteen con un sentido”. Y salí besándome el escudo por delante de toda la popular de Vélez y por la platea norte. Fue una corrida larguísima. Ya retirado, no me animé a volver a Vélez, temía pasar un mal momento.
44. –Regresemos al Independiente campeón 2002. ¿Cuál era la clave de ese equipo?
–Si algo caracterizaba a ese grupo fue la unión desde un primer momento. No sé, hubo una cuestión de piel, de feeling, se dio esa química de golpe. Éramos un montón de jugadores que habíamos llegado de golpe, y nos entendíamos como si hubiésemos jugado juntos desde siempre. Era mirarnos y movernos naturalmente. Nunca me había pasado ni me volvió a pasar.
La intimidad en Independiente
Quiero compartir este recuerdo intimo del @Independiente Campeón 2002!
— Federico Dominguez (@fededomz) April 7, 2020
Que felices que fuimos!!!
Para toda la gente q ama el futbol especialmente a los del rojo...!😎⚽💪 #diablosrojos#aguanteelrojo#Independiente pic.twitter.com/m7q13AD6YB
45. –¿Y Gallego?
–Fue clave el empuje del Tolo. Su virtud era hacer grupo, cómo llevaba la semana, cómo se integraba él dentro del grupo. Nos contagió un espíritu ganador. En los entrenamientos era normal, no hacía gran diferencia, pero el día del partido era muy vivo, enseguida veía por dónde pasaba el tema. “Si me dan bola a mí, ganamos”, nos decía.
46. –¿Podés creer que ese haya sido el último título local de Independiente? Van 20 años…
–¡Es increíble! Yo de chico era hincha de River, pero de grande me enamoró Independiente. Me duele mucho cómo está y que no haya logrado otro título local. Fui a verlo un par de veces, y es lindo que la gente te reconozca y te agradezca, pero por otro lado decís: Independiente es grande, no puede pasar tanto tiempo sin ser campeón, no puede estar así.
47. –En ese momento, Grinbank había comprado tu pase. ¿Qué se siente que un empresario sea tu dueño?
–Lo positivo es que tenía con quién hablar. Había objetivos en común y en base a eso se armaba una planificación en conjunto. Daniel me escuchaba un montón, pero mi gran problema fue siempre no tener pasaporte comunitario. En un momento, él se involucró en el proyecto del Leganés y aunque no me convencía ir a la B de España, un poco por orgullo, me ofrecieron un buen contrato y acepté. También me metió fichas José (Pekerman), que era el manager. Duré seis meses, hubo problemas económicos que Grinbank no pudo sortear, me buscaron del Santos Laguna, Daniel no quería seguir perdiendo plata y fui para México.
48. –Al menos te sacaste las ganas de enfrentar al Real Madrid.
–¡Al Madrid de los Galácticos! Fue por la Copa del Rey, se jugó en nuestra cancha. Había llovido todo el día, la cancha estaba muy embarrada y hacía un frío tremendo… Ganábamos 3–1 y faltando 20 minutos entró Ronaldo, el Fenómeno. Entró sin ganas, se notaba. En un momento, Raúl le dijo: “Rony, por favor, ¡al menos una!”. Raúl le decía “Rony”. Ronaldo agarró la pelota a la salida de un lateral, se apiló a 4 o 5, le salió Leyenda, se la picó y pegó en el palo. Era un golazo. Cuando volvía caminando, le gritó: “Me pediste una, Rulo, ya está, basta”, ja, ja. Le decía Rulo a Raúl. ¡Un monstruo! Nos terminó empatando Solari sobre la hora, fuimos al alargue y nos ganaron 4–3.
49. –¿En Santos Laguna jugaste esos octavos de Libertadores contra River en que le cobraron un adelantamiento insólito a Lucchetti?
–Sí. Ese era un equipazo. Había muchos chicos de la selección de México, y los argentinos éramos Lucchetti, Vuoso, Sixto Peralta y yo. En la ida, en México, fuimos muy superiores pero perdimos 1–0 con gol de Tula. Para la revancha, De la Torre, el DT, nos dijo en la charla: “Llegamos al mítico Monumental, así que saldremos jugando en todas, lo haremos a la mexicana”. Hicimos un partidazo, ganábamos 2–0, nos mirábamos con los argentinos y decíamos: “Boludo, ¡lo bien que estamos jugando!”. Nos descontaron por una avivada del alcanzapelotas, que puso rápido la pelota en el córner, algo que hoy está prohibido. Fuimos a los penales y le cobraron ese insólito adelantamiento de un centímetro a Lucchetti en un penal que había atajado. Sentimos que nos metieron la mano en el bolsillo, mucha impotencia.
50. –¿Quién te pidió para River?
–Se me vencía el contrato en Santos Laguna, y como Grinbank mantenía una deuda conmigo y se estaba desligando del fútbol, hablamos de vender el pase y sanear los números. Nos pusimos de acuerdo. Y me dijo: “Están River y Boca, ¿qué preferís? Para mí es lo mismo”. Fue a comienzos de 2005. Boca estaba mejor en lo futbolístico, pero decidí con el corazón y elegí a River. Daniel metió como parte del pago los recitales de Los Rolling. De hecho, me pagó la deuda y además me dio entradas para todos los recitales. Me decía: “¿Cuántas entradas querés? Pasá por la oficina y retiralas”. Y yo le pedía 10 o 15, para mí y mis amigos. Fui a todos los recitales que hicieron Los Rolling en el Monumental, y a todos los sectores: campo, platea, palco (risas).
51. –¿Cómo reaccionó tu viejo viéndote en River?
–Se la hice muy bien al viejo. Le dije un día: “Estoy viendo dónde voy a jugar, almorcemos juntos, que estoy con mi representante”. Lo pasamos a buscar, veníamos charlando, agarramos Figueroa Alcorta, y después de las curvas de Palermo, mi viejo se quedó callado, yo le hablaba para distraerlo. Cuando mi repre puso el guiño llegando a la puerta de River, me dijo: “¿En serio?”. Le contesté: “Sí, en serio, y vamos a firmar ahora”. ¡Guau! Me acuerdo de su expresión. Eso no tiene precio, no tiene comparación con un campeonato ni nada. Y nos dimos un abrazo con algunas lágrimas en el medio.
52. –¿Cómo te enteraste lo de Ameli y Tuzzio y qué pensaste?
–Fue en el lugar menos indicado y en el momento menos esperado. Yo recién había llegado, era mi primer semestre, tenía toda la ilusión de ganar la Libertadores. Íbamos bien en el campeonato y en la Copa terminamos primeros en el grupo, invictos, habíamos empatado un solo partido. Íbamos a empezar la práctica, Astrada nos juntó en el medio del campo, señaló un par de cuestiones futbolísticas, nos felicitó por esa primera fase, nos dijo que estábamos por el buen camino pero que se venía lo más difícil. Y cuando terminó de hablar, apareció Tuzzio y dijo lo de Ameli y su esposa.
53. –¿Cómo reaccionaron?
–Sorpresa total, nos quedamos helados. Y de la sorpresa pasamos a separar porque se querían agarrar a trompadas. Se suspendió el entrenamiento y después fue un gran quilombo todo: muy difícil de gestionar para Astrada y muy difícil de llevar para el grupo. Los hacía entrenar a diferente horario: si uno arrancaba a las 10, citaba al otro a las 8.30. Y al día siguiente, al revés. En el campeonato, ponía a uno en un partido y no al otro, y al siguiente, viceversa, pero en la Libertadores jugaban los dos. Y no se hablaban. Yo concentraba con Diogo, el otro lateral, y nos decíamos: “Estos muchachos no se hablan, tenemos que estar más atentos que nunca”. Los laterales siempre se hablan con los centrales, pero acá teníamos que hacerlo entre nosotros, y en el Monumental, con todo el griterío, era imposible. No, no, era muy muy jodido.
54. –¿Y en la concentración?
–Era lo más difícil, porque a los entrenamientos iban a diferente horario, pero en la concentración había que convivir. No se podían escuchar los programas de radio ni de tele. Ahí apareció Gallardo, como capitán, y dejó las cosas bien claras, y el grupo lo siguió. De algún modo, mostró lo que se ve hoy como conductor. Nos reunió a todos, sin Ameli ni Tuzzio, y tomó la voz cantante: dijo que no había que tomar postura por ninguno, que teníamos que ser inteligentes y fuertes, y tratar de gestionar ese quilombo. Era un ambiente muy pesado. Yo viví conflictos en planteles donde había jugadores que estaban peleados, pero nunca me tocó una así. A la distancia, creo que Tuzzio se equivocó al tirar ahí el tema, pero por otro lado también es muy difícil actuar en una situación así. Valoro que fue genuino, que fue él.
55. –De no haber sido por esa pelea, ¿habrían ganado la Libertadores?
–Y… es hablar de supuestos. Teníamos un muy buen equipo, y ese quilombo influyó muchísimo, pero también es cierto que San Pablo nos ganó muy bien las dos semifinales.
56. –Después de Astrada llegó Merlo y se dio el conflicto con Gallardo.
–Marcelo había tenido un cruce con Merlo en el campeonato anterior, cuando lo expulsaron contra Gimnasia y discutieron. Desde entonces la relación ya no fue la misma. Hubo un quiebre en la relación dentro del vestuario. En realidad, el grupo no estaba convencido de lo que pedía Merlo. En el arranque de la pretemporada, hubo un detonante y Marcelo dijo: “Yo de acá me voy”. De hecho, armó las valijas para irse y lo frenamos. Lo que nunca imaginé es que a las 2 de la mañana de ese día, después del partido con San Lorenzo, Mostaza renunciaría. Parábamos en un hotel donde no nos sentíamos cómodos, de hecho apenas llegó Passarella después de la renuncia de Merlo, hizo cambiarnos de hotel.
57. –¿Cómo te fue con Passarella en River?
–Con Daniel me pasó algo maravilloso porque tuve la oportunidad de ser auténtico y hablar claramente. Nos dijimos de todo, cosas buenas y malas, pero me sentí bien con él. Y cuando me fui, lo que me dejó tranquilo es que a pesar de todas las discusiones, nos dimos la mano y nos despedimos como corresponde. Eso lo valoro mucho de él.
58. –¿Por qué discutías con Passarella?
–Te cuento una. Copa Libertadores, partido con Caracas jugado en Cúcuta. Perdimos 3–1 y quedamos eliminados. Me mandó al banco y no entré ni un minuto. Hice toda la entrada en calor detrás de un arco y el vestuario estaba en la otra punta. Llegué re caliente, justo estaba Tití Fernández. A los pocos días jugábamos contra Boca. Tití me comentó, sin cámara, en off: “¡Qué quilombito, eh!”. Claro, ¡nos había eliminado un equipo venezolano! “Sí, ahora hay que poner la jeta en Buenos Aires”, le dije al pasar, y de golpe sentí que me agarraban de la camiseta de atrás y me metían de un tirón en el vestuario. Era Passarella, que me gritaba: “No tenés que hablar con la prensa”. En el vestuario volaron un par de puteadas y nos tuvieron que separar Sabella y el profe Kohan, para que te des una idea.
59. –¿Cómo levantaste ese muerto?
–En el vuelo de regreso vino Sabella y me dijo: “Federico, te llama el técnico”. Yo iba caminando por el pasillo pensando: “Ahora me liquida”. Pero no, ahí empezamos a hablar civilizadamente. “En el próximo partido vas a ser titular y contra Boca en la siguiente, también. No se lo digas a nadie”. En la Bombonera empatamos 1–1; el equipo lo dio en el vestuario, me parece que el único que sabía que jugaba era yo (risas). Así era Daniel. Yo igual, a pesar de las discusiones, lo valoro mucho.
60. –¿Qué te dejó tu paso por Gimnasia?
–Me sorprendió el tipo de hincha: sufrido, con una garra y un empuje impresionante. Me gustó mucho jugar en Gimnasia, estuve un año, y me equivoqué en irme a Chipre, cuando me ofrecían renovar. La gente me hizo sentir muy bien.
61. –¿Qué es el Apollon Limossol y cómo es la liga de Chipre?
–El lugar es hermoso para vivir, pero la liga no es competitiva. Apollon es un equipo grande de Chipre, juega con 15 mil o 20 mil personas, pero no pasa lo mismo en las otras canchas. Al primer mes ya dije “la cagué”. Hay cosas que el dinero no puede comprar.
62. –De ahí seguiste a Nacional.
–Elegí Nacional para volver a sentirme jugador. Fueron seis meses, y tengo un maravilloso recuerdo, el pueblo tricolor me quiere mucho. Metí 3 o 4 goles y fuimos campeones del uruguayo y llegamos hasta la semifinal de la Libertadores, que nos eliminó Estudiantes, el campeón. Gerardo Pelusso me dio importancia, el grupo era genial. Había muchos chicos y después armamos una linda banda de grandes con Matute Morales y el Cacique Medina.
63. –¿Por qué estuviste tan poco tiempo?
–Tenía un año y medio de contrato, pero me buscó Borghi para Argentinos y el Bichi me enamoró, es un romántico del fútbol, y en ese momento necesitaba un técnico de esas características.
64. –Ahí sumaste otro título. ¿Cuál era la clave de ese Bicho?
–Es un logro que quiero muchísimo porque no me lo esperaba. Uno va a River o a Nacional y está obligado a pelear por el título. En Argentinos el objetivo era otro. Había muchos jóvenes, con ganas de triunfar, como el Chuco Sosa, Caruzzo, Mercier, Ortigoza, Prósperi, Coria, después los grandes con Calderón y el arquero chileno Peric, que le dábamos la mística. Les decíamos: “Muchachos, no saben lo lindo que es salir campeón”. Yo me había lesionado el menisco en el semestre anterior y me costó un montón volver, pero si jugaba 90 minutos o 10, sentía que participaba, y eso me hacía feliz. Ahí tuvo mucho que ver Borghi. Lo suyo fue maravilloso de comienzo a fin.
65. –Contate alguna del Bichi.
–A mí me costaba volver de la lesión. En el hotel había casino. Borghi me decía “viejito”, mis compañeros me llamaban “tío” y Calderón era el “abu”. Bichi me invitaba al barcito a hablar de fútbol mientras tomábamos un ron–cola, “Viejito, vení, vamos a hablar un poco de fútbol”, me decía (risas), y me contaba de su planificación. Y después recuerdo mucho la charla técnica previa al último partido, en cancha de Huracán. Había que ganar para ser campeón, porque lo teníamos a Estudiantes a un punto.
66. –¿Qué les dijo?
–Estábamos todos nerviosos, entonces agarró la heladerita, y preguntó: “¿Puedo fumar?”. Se sentó en la heladera, prendió el pucho, nos miró a todos, hizo un silencio y nos dijo: “Para mí, ustedes ya salieron campeones”. Y empezó a hablar de su historia en el club, recordó los campeonatos que había ganado y se emocionó tanto que se puso a llorar. No habló nada de táctica ni de la pelota parada. “Es un partido de fútbol, ¿por qué están nerviosos? Jueguen como hasta ahora, que van a ganar y este campeonato lo van a recordar durante mucho tiempo, como todavía se recuerdan los que ganamos nosotros”. Tenía toda la razón.
67. –¿Por qué jugabas con muñequera y vincha?
–La muñequera se la vi a Paolo Maldini y la empecé a usar, porque era mi gran referente en el puesto. Además, era un lateral, tenía que destacarme en algo. Lo mismo con la vincha, metí un poco de marketing. Empecé con una finita y después metí una más gruesa, estilo Vilas.
68.– “Cómo me cuidaba el pelo por Dios”, escribiste en twitter.
–Era tremendo, sobre todo en Independiente. Me llevaba el secador de pelo, y después de las prácticas era el último en irme, hacía todo un ritual. Imaginate las cargadas, con Rolfi a la cabeza, cuando sacaba el secador.
69. –¿Cómo fue la pelea por no descender con Olimpo contra River?
–Troglio no me tenía en cuenta en Argentinos, me llamaron de Olimpo y pensé: “¿Pelear el descenso a esta altura?”. Fui igual. Encima, a los dos meses se murió Ledo, el presidente. Imaginate la situación. Nuestra pelea era con Gimnasia, Tigre, Arsenal, Quilmes, no era con River, pero en la mitad del campeonato se enganchó River. Y cuando vinieron a jugar a Bahía Blanca, ya en la recta final, se notaba la tensión que había. Paulo Ferrari había sido mi compañero y en el medio del partido le pregunté cómo andaban. Me contestó: “Muy mal, la presión es insoportable”. Nosotros ese día jugamos más o menos, pero ellos jugaron horrible. Empatamos 0–0. Nos terminamos salvando en la última fecha, que le ganamos a Quilmes en su cancha en un partido que nos pelotearon. Nosotros ya teníamos los pasajes para ir directo de Buenos Aires a Córdoba, a jugar la promoción con Belgrano, y nos salvamos. Lo festejamos como un campeonato.
70. –¿Pensaste que River se salvaba en la Promoción?
–En un principio, sí, pero cuando vi el partido de Córdoba dije: “Qué duro será esto, si no tenés personalidad, no salís”. El partido de vuelta lo vi en casa con mi viejo y amigos. Y promediando el primer tiempo ya vi que iba a ser muy difícil.
71. –¿Por qué te fuiste de Olimpo después de esa proeza?
–Porque no me puse de acuerdo con la plata, mi mujer de entonces es uruguaya, yo ya renegaba mucho con mi rodilla, se me hinchaba todo el tiempo y le dije: “Vamos a Uruguay y me retiro ahí”. Y fui a jugar seis meses a Wanderers y me retiré.
72. –Pero volviste a los 10 meses.
–Sufrí mucho el post. Miraba fútbol y me hacía mal, no quería saber nada, pero al mismo tiempo me faltaba la adrenalina del partido. Me costó mucho psicológicamente, siempre fui reacio a la terapia, entonces empecé a practicar surf, porque vivía cerca del mar. Después abrí un bar en La Barra, en Punta, lo atendía yo, pero duré una sola temporada. No era lo mío, no conocía, me daba dolores de cabeza. Me puse a administrar las propiedades que tenía, pero sentía un vacío. Es que en el fútbol tenía todo: estaba incluido el trabajo y la pasión.
73. –¿Afecta al ego haber jugado en equipos importantes y tener que empezar de muy abajo como DT?
–Tenía claro que, si debía empezar en la B Metro como DT, no me importaba, Lo que a mí me afectó el ego era hacer otra cosa fuera del fútbol, el comentario de: “Mirá lo que está haciendo Domínguez”.
74. –Volviste a jugar en Deportivo Maldonado
–En la B de Uruguay, sí. El acuerdo fue “páguenme el colegio de mis hijas y voy”. Listo. Yo vivía ahí. Y no me entrenaba, porque estaba muy mal de la rodilla y de la cadera, pero me daba el gusto y jugaba de doble cinco, sin tanto recorrido. Ahí conocí el verdadero fútbol uruguayo: la cancha de Liverpool, que hace poco la mostraron cuando fue a jugar Luis Suárez, era Wembley al lado de dónde jugábamos. Es increíble que con la poca infraestructura que tiene, Uruguay saque tantos jugadores brillantes. Hay mucho deseo de superación y de convertirse en un Suárez o en un Cavani.
75. –Y te quedó un club más.
–Atenas de San Carlos, el clásico de Maldonado. Jugué tres meses en cada equipo, ya te digo, para sacarme las ganas. No me entrenaba y jugaba ahí en el medio, mi fuerte era la pelota parada. Conocí el fútbol uruguayo en su entraña y me saqué las ganas de jugar un poco más. Ahí lo tuve a Edgardo Arias de técnico, uno de los entrenadores más ganadores de la B de Uruguay, y me invitó a ser su ayudante y, como me gustaba su mirada, arranqué. Ya tenía el carnet de técnico. Después estuve un año en Armenio, en la B Metro, y más tarde en Boca Unidos, en la B Nacional.
76. –Tu día más feliz y tu día más triste en el fútbol.
–Los más felices fueron cuando salí campeón, es difícil elegir uno. El más triste, cuando dejé de jugar, en Wanderers. Fue contra Nacional, en el Centenario, no elegí cualquier rival ni cualquier escenario ni cualquier día: fue el 27 de noviembre de 2011. Y yo había debutado también un 27 de noviembre, pero de 1993. Eso sí fue de casualidad. El técnico era Daniel Carreño, un tipo muy humano, parecido a Borghi.
77. –El mejor y el peor DT que tuviste.
–No tengo un solo referente. Te los nombro por orden de aparición en mi carrera: Bianchi, Pekerman, Passarella y Bielsa. Por la parte humana me quedo con Borghi. Después, no te diría un “peor” pero nunca tuve feeling con Troglio ni con Eduardo Solari.
78. –Tus mejores amigos del fútbol.
–Gastón Pezutti es mi gran amigo. Después, tuve muchos compañeros de gran relación.
79. –Jugaron River y Vélez por la Copa, ¿quién querías que ganara?
–Ahora miro los partidos como imparcial. En el último cruce conocía a ambos técnicos pero me inclinaba por Vélez, porque había muchos pibes y me sentía identificado con esos chicos, por mi pasado.
80. –¿Nunca pensaste en hacer dupla técnica con tu hermano?
–Con Eduardo hubo un distanciamiento profundo hasta que tuve cáncer. Ahí nos acercamos, charlamos mucho y me dio la posibilidad de estar como su colaborador en Nacional. Se lo pedí porque me hacía bien estar con él y trabajar. Hoy, si bien no estamos peleados, nos volvimos a distanciar. Hay cero diálogo.
81. –¿Qué pasó?
–Fue una decisión de Eduardo, los motivos hay que preguntárselos a él. Yo estoy tranquilo de haber hecho absolutamente todo para tener una buena relación. Hubo una desgracia que nos acercó, que fue mi enfermedad, pero después se volvió a lo mismo de antes.
82. –¿Cuál fue el motivo del distanciamiento inicial?
–Hay una pelea vieja en el casamiento de Gastón Pezutti, de la que no entraré en detalles, que no puedo creer que haya sido el motivo. Cuando trabajamos juntos, le pregunté si ese había sido el motivo y me dijo que no, así que desconozco cuál es el problema. Recuerdo que el día que salimos campeones con Argentinos en cancha de Huracán, discutimos feo en el campo.
83. –¿Qué pasó?
–Estudiantes ganaba su partido, nosotros nos habíamos puesto 2–0, yo entré faltando 7 minutos, Huracán descontó, dieron 3 minutos más y en el último centro, se vino con todo a cabecear. Si nos empataban, era campeón Estudiantes. “¿Qué venís a cabecear? ¿Qué venís a vender humo? Si estoy por salir campeón”, le dije, y no me dio ni pelota. Y apenas terminó le grité: “Ahora soy campeón”, y le dije de todo, me acordé de nuestra querida madre, empezamos a discutir y nos tuvo que separar Caruzzo.
84. –A comienzos de este año le hiciste un chiste por si necesitaba un lateral para Independiente.
–Me salió en el momento, no pensé que se iba a viralizar, pero quedó ahí, no hubo llamado ni mensaje, nada. La verdad es que hoy no tenemos diálogo, hace poco fueron los cumpleaños de ambos y ni siquiera nos mensajeamos. Es una pena, yo siempre empujé para tener una buena relación, pero del otro lado casi siempre hubo silencio.
El tuit destinado a su hermano
Hermano querido! todavia no encontraste quien te haga el carril izquierdo...!!!? Ya empecé la pretemporada...#vamosrojo #diablosrojos#rojo@Independiente #futbol pic.twitter.com/7H3viaGze6
— Federico Dominguez (@fededomz) February 2, 2022
85. –¿Tus viejos qué dicen?
–Nada, no les gusta, sufren, pero nosotros somos grandes. Tampoco quieren tomar partido. Con ellos y con mi hermana tengo una relación normal, nos hablamos seguido.
86. –¿Cómo se dio el acercamiento cuando tuviste cáncer?
–Cuando me lo comunicaron viajé a Buenos Aires a contárselo a mi familia. Yo vivía en Uruguay, no era una noticia para decirla por teléfono. Mis viejos están separados, así que fui a la casa de mi mamá, a la de mi papá y a la de mi hermana. A las tres. Me faltaba Eduardo, con el que no tenía diálogo. “Necesito hablar con vos, es algo grave de mi salud”, le escribí, y nos juntamos para almorzar. Fui con los tapones de punta, porque cuando te dicen que tenés cáncer, te cambia la vida, así que no hubo reproches ni nada. Ahí reaccionó como hermano: nos abrazamos, lloramos, charlamos.
87. –¿Y le pediste trabajar con él?
–Exacto. Esto fue a fines de 2018. Eduardo había dejado Colón en su primer ciclo y tenía la posibilidad de agarrar Boca y Nacional. Yo vivía en Uruguay, tenía que hacer el tratamiento en Montevideo y le dije que si le salía Nacional me encantaría trabajar con él para descomprimir un poco la cabeza, para no estar pensando todo el tiempo en la quimio, además conocía Nacional y la gente me quería. Si salía Boca, no, porque ya era más complicado. Y bueno, se dio Nacional, estuvimos juntos, charlamos mucho, pero duró poco esa etapa. Y después la relación volvió a ser la de antes.
88. –¿Te sorprendió que le fuera tan bien como DT, sobre todo en Huracán y Colón?
–Me pone feliz. Eduardo está capacitado. Yo lo vi laburar y labura no bien, muy bien labura. Y también me pone feliz por Pablo Santella, el hijo de Julio, su profe. Muy buena gente.
89. –¿Eduardo tiene algo de Bianchi, además de la hija como esposa?
–Ja, ja, el fútbol cambió mucho. No lo veo tanto en lo futbolístico, aunque en la conducción sí lo veo similar, sigue la misma línea.
90. –¿En qué te ayudó haber sido futbolista para superar el cáncer?
–En mucho. En el fútbol aprendés a no darte por vencido desde las inferiores, que es un filtro muy grande. Aprendés a empujar, a luchar ante la adversidad. No es fácil llegar a Primera, no es fácil mantenerse 20 años, en el medio sufrí varias operaciones de rodilla y lo superé. Como líder positivo siempre fui de buscar soluciones en los grupos que integré. Y como jugador analizaba cómo atacar para lastimar al rival, o cómo tenía que marcar a un delantero potente, le buscaba la vuelta. Todo eso me ayudó mucho.
91. –¿No te dio vergüenza subir fotos en los que se te ve desnudo, muy flaco, con la bolsita?
–Para nada. El mundo del fútbol es cruel, pero la realidad mía es que tenía cáncer. El hincha por ahí piensa que el jugador no es humano, que es un gladiador, que tienen que jugar bien aunque le pasen cosas, y somos tan vulnerables como cualquiera. Cuando se dice que un partido es de vida y muerte, ¿de qué estamos hablando? ¡Por favor! Esa era mi realidad, ¿por qué tenía que caretearla? Y al mismo tiempo quería dejar el mensaje de que se puede pelear contra el cáncer.
92. –¿Qué hiciste después de las operaciones?
–Dirigí en la B de Paraguay, en Ciudad del Este, imagínate. Duré 6 partidos y me fui, era un disparate. Y de ahí dirigí en la D de Italia, porque me vine a vivir a Italia. Estuve en Fasano y en Casarano. El de la D es un campeonato muy competitivo, hay muchos jugadores argentinos del ascenso, se paga bastante bien.
93. –¿Qué es de tu vida hoy?
–Vivo en Verona y en este 2022 decidí no dirigir más. Estoy arrancando un proyecto con Blas Gómez, un hermano de la vida, compañero mío del baby fútbol, que hoy es abogado. Hacemos consultoría, representación e intermediación de jugadores con clubes. Talentos Deportivos se llama la empresa, andamos terminando el papelerío, pero ya estamos con 5 o 6 juveniles. Tendremos oficina en Verona y en Buenos Aires.
94. –¿Por qué te fuiste a vivir a Italia?
–Porque Benedetta, mi mujer, es italiana. Es una historia de amor muy linda, que arrancó en el año 96, cuando nos conocimos en Cuba. Yo había ido de vacaciones con varios compañeros de Vélez, Pandolfi, Posse, el Lobo Cordone, el Turco Husaín, y ella había ido con su familia después de sufrir un terrible accidente de auto que la tuvo en coma un tiempo. Nos conocimos, nos pusimos de novios, ella iba y venía de Italia a la Argentina y en 2002 se terminó la relación.
95. –¿Cómo se reencontraron?
–Me separé de mi mujer en 2019, después de las dos operaciones, la busqué, me puse en contacto con ella, por suerte no estaba con nadie, viajé a Verona y nos reencontramos. Pandemia por medio, me quedé varado allá, conseguí trabajo en Fasano y nos terminamos casando este año en Puglia, que es la punta del taco de la bota, a 50 kilómetros de donde termina Italia.
96. –Se puede decir que apostaron al amor después de estar ambos muy cerca de la muerte.
–Sí, sí, los dos coqueteamos con la muerte. Yo por mi cáncer y Benedetta porque iba sin cinturón en un auto que se pegó de frente contra un camión. Después de salir del coma, la familia tomó la decisión de irse a Cuba para desenchufarse y ahí nos conocimos. Benedetta es profesora de yoga y meditación. Yo me sumé al yoga, me hace muy bien.
97. –¿Qué personas que te escribieron por el cáncer te llamaron la atención?
–El ambiente del fútbol se hizo sentir, la verdad, me hizo llegar su afecto: excompañeros, dirigentes, técnicos, no quiero hacer nombres porque me voy a olvidar de muchos. A veces, la gente no se anima a escribir, porque quizás no sabe qué decir, pero los mensajes a mí me dieron fuerza, sumaron.
98. –¿Te molesta cuando en los medios se dice “murió de una cruel enfermedad” en vez de nombrar la palabra “cáncer”?
–No me gusta. Incluso mucha gente que padece cáncer y escucha eso se siente discriminada. ¿Por qué tienen miedo de llamar las cosas por su nombre? Además, decir las cosas por su nombre ayuda a concientizar. Hay millones de cáncer, y agarrarlos a tiempo te puede salvar la vida.
99. –¿Qué cosas concretas cambiaste de tu vida por el cáncer?
–Lo del cáncer es un antes y un después en mi vida, obviamente; cuando me preguntan cosas de mi carrera como futbolista siento que hablo de otra vida. Después, en cuanto a la alimentación cambié un montón, casi todo. Reforcé la parte física y recuperé las ganas de entrenar. Y tengo otra mirada de la vida.
100. –¿En qué, por ejemplo?
–Pienso que todo tiene solución, y trato de darle valor a cada problema en su justa medida. Focalizo y pongo la energía en lo que quiero; y con lo que me hace mal, paso a otra página. Tomé una decisión muy difícil como divorciarme, y fui a golpear la puerta a un viejo amor. Y reconstruí mi vida. Les hablé a mis hijas, claro: a papá le pasa esto, esto y esto, y quiere ser feliz. Y hoy lo soy.
FICHA TECNICA
- Nacimiento: 13/8/76, Buenos Aires.
- Edad: 46 años.
- Trayectoria: Vélez (1993-99); Espanyol, España (1999); Vélez (1999-02); Independiente (2002-03); Leganés, España (2003); Santos Laguna, México (2004); River Plate (2005-07); Gimnasia (2007-08); Apollon Limassol, Chipre (2008); Nacional, Uruguay (2009); Argentinos Juniors (2009-10); Olimpo Bahía Blanca (2011); Wanderers, Uruguay (2011); Deportivo Maldonado, Uruguay (2012); Atenas de San Carlos, Uruguay (2012).
- Selección Nacional: Integró la Sub 17, la Sub 20, la Sub 23 y la mayor.
- En total jugó 485 partidos y anotó 65 goles.
- Títulos (9): 3 campeonatos locales, Copa Libertadores, Copa Intercontinental y Supercopa (Vélez); campeonato local con Independiente, Argentinos y Nacional de Uruguay.
- Como DT: Atenas de San Carlos (ayudante), Deportivo Armenio, Boca Unidos de Corrientes, Nacional de Uruguay (ayudante); Fasano y Casarano (Serie D, Italia).
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