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Carlos Adolfo "Lucho" Sosa, ex jugador de Boca y de la selección argentina de la década del 40, falleció ayer, a los 89 años, en la ciudad de Buenos Aires. Había nacido el 21 de julio de 1919, en la Capital Federal, y fue considerado el mejor lateral derecho argentino de la historia, según muchas encuestas. Sus restos fueron velados anoche en la casa fúnebre Italo Argentina.
Inició su carrera deportiva en 1939 en Atlanta, donde en una temporada jugó 40 partidos. Llegó a Boca en 1941 y se despidió diez años después. Con la camiseta azul y oro disputó 271 partidos, convirtió siete goles y ganó dos campeonatos, en 1943 y 1944. También vistió en 12 oportunidades, entre 1942 y 1946, la camiseta de la selección nacional, con la que conquistó los Sudamericanos de 1945 y 1946. En 1960 fue director técnico de Boca, pero sólo dirigió once partidos y se fue tras una derrota con Independiente por 1 a 0, la única de su ciclo, durante el cual logró cinco victorias y cinco empates, después de lo cual fue reemplazado por José D´Amico.
Centro de Sosa y gol de Varela. Centro de Sosa y gol de Boyé. La fórmula del gol xeneize en los años 40 tenía como denominador común a Carlos Adolfo Sosa, a quienes muchos llamaban simplemente Lucho. Era un futbolista de una presencia exquisita en la posición de half derecho (o marcador de punta), que reunió tres apellidos ilustres como sociedad de juego: Sosa, Lazzatti y Pescia. La presencia de Sosa prácticamente anulaba al puntero izquierdo. "El wing, que me siga siempre de atrás", le gustaba decir.
Su llegada a Boca se produjo en 1941 en un pase que a la entidad de la Ribera le costó 25.000 pesos más la transferencia a Atlanta de Vilana, Tenorio y Angeletti. El pago no se quedó solo en eso: el club de Villa Crespo también se llevó la recaudación de un amistoso entre ambos que se disputó en la cancha de Ferro, en Caballito. Ese encuentro sirvió para completar la transferencia.
Con su calidad, jerarquizó un puesto hasta ese momento considerado de menor trascendencia. Tenía elegancia para moverse en el ataque, un gran manejo del balón y un muy buen anticipo para sacar de circulación a los delanteros rivales. Pero, por sobre todas las cosas, tenía una pegada formidable. Era el encargado de patear todos los tiros libres por el sector derecho. Esa enorme vocación ofensiva ("Agarraba la valija y se iba", lo cargaban) lo dejó un poco al margen de la selección. Incluso, Sosa llegó a confesar con los años: "Stábile no me quería".
Guillermo Stábile fue el DT de la Argentina entre 1939 y 1958, exactamente el tiempo en el que se prolongó la carrera de Sosa. Dicen que el entrenador pensaba que era demasiado gambeteador para ese puesto y pretendía a alguien que se preocupara más por la marca.
Y como además había otros dos grandes jugadores con exposición, como Norberto Yácono (River) y Juan Carlos Fonda (Platense y Racing), no encontró mucho espacio para el reclamo.
Participó con mucha actividad en la huelga de 1948, en reclamo de mejores pagos, cuando la mayoría de los futbolistas se fue a jugar a Colombia. Tal vez por eso, en 1951, Boca lo dejó ir y lo reemplazó por Francisco Lombardo. Con el pase libre, partió rumbo a Francia, donde jugó hasta los 40 años en Racing, de París. "Nunca terminé de hablar muy bien el francés porque me pasaba mucho tiempo en un bar de españoles", contó como anécdota por aquellos años.
No era el típico guerrero que el hincha esperaba para ese puesto, pero su calidad era tal que la tribuna también sabía disfrutar de su fútbol distinguido y en varias oportunidades fue ovacionado por toda la Bombonera. Por eso fue emblema en los 40.