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FA Cup: Chelsea sufrió más de la cuenta para vencer Plymouth
Plymouth Argyle, de la League One, derrotaba por 1-0 en Stamford Bridge al campeón de Europa; tres jugadores españoles fueron claves para dar vuelta la historia
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Plymouth Argyle es el equipo más sureño del ascenso profesional inglés. Su hinchada se denomina “Ejército verde”, y es el verdadero jugador número 12. Tanto, que cuando la voz del estadio enumera la alineación de “Los Peregrinos” (”Pilgrims”, en inglés), también se hace un tiempo para los hinchas. Y el Home Park, estadio con capacidad para más de 18 mil espectadores, se transforma en un solo grito, en un rugido.
El equipo verde, que esta temporada busca el ascenso a la Championship desde la League One, estuvo a muy cerca hacer historia en Stamford Bridge, la casa del Chelsea, el vigente campeón de Europa. Un gol de Macaulay Gillesphey (su primero en el club) le dio la ventaja parcial en el partido de la cuarta ronda de la FA Cup. A poco del final, el español César Azpilicueta igualó para los Blues. Otro futbolista de La Roja, Marcos Alonso, puso el 2-1 final. Un tercer jugador ibérico, Kepa Arrizabalaba, impidió el empate 2-2 al contener un penal ejecutado por Ryan Hardie. Hubiera sido histórico.
“No sabía cómo celebrar. Sólo empecé a saltar y gritar como un lunático”, dijo Gillesphey, citado por la página oficial del club. El entrenador, Steven Schumacher, pudo haber sentido algo parecido: hace apenas cuatro años dirigía a los Sub-11 de Everton. Este sábado se enfrentó al alemán Thomas Tuchel, el entrenador campeón de Europa que, como él, también comenzó en la profesión con juveniles: en la Sub 19 de Mainz (Alemania). “Siendo un entrenador joven, me fijo en gente como Tuchel, por el camino que hizo y por el lugar del que proviene. Viendo dónde está ahora es una prueba de que ese recorrido es posible”, se entusiasmó Schumacher en la previa del partido con Chelsea. En su décimo partido como entrenador principal de Plymouth, Schumacher estuvo muy cerca de llevar a penales al campeón de Europa.
El partido fue todo un acontecimiento en la ciudad. Para alentar al equipo, el cine se iluminó de verde. Unos 6000 integrantes de la hinchada hicieron las cinco horas de peregrinaje hasta Londres en auto, tren o micro. Muchos de ellos madrugaron para estar a las cuatro de la mañana en Home Park, el estadio, improvisada terminal de ómnibus. Los días de semana, el coliseo deportivo también funciona como centro de vacunación contra el coronavirus.
Para muchos de los hinchas que hicieron el viaje a Londres se trató de una experiencia inolvidable, más allá de la eliminación final. Enfrente estaba uno de los clubes más poderosos del fútbol inglés. “Somos Plymouth Argyle y estuvimos fantástico. Estoy orgulloso”, dijo un hincha de unos 60 años entrevistado por el diario local Plymouth Live. Y añadió: “El ambiente en el estadio estuvo espectacular adentro y afuera. No creo que la gente de Chelsea estuviera preparada para la invasión de hinchas que recibieron”, se enorgulleció. Al ser consultado sobre la emoción cuando Plymouth anotó el primer gol, el hincha resumió sus sentimientos: “Éxtasis. Amo a mi mujer, pero ese gol se sintió aún mejor”.
El resumen de la victoria de Chelsea contra Plymouth
La de Plymouth es una historia de resiliencia. Hace diez años, el club estuvo a punto de quebrar por deudas. Hace ocho, se salvó del descenso a la quinta división en la última fecha. El año pasado, mientras las finanzas de todos sus rivales del ascenso terminaron en rojo furioso por la pandemia del coronavirus, el club de Plymouth concluyó en azul, con superávit y pese a haber disputado la mayoría de sus partidos a puertas cerradas. ¿La razón? Una póliza “por interrupción del negocio futbolístico” firmada antes de la pandemia que le reportó ingresos extraordinarios por cerca de tres millones de dólares. Visionarios.
Kidderminster Harriers, el otro que casi hace historia
Imaginen a Independiente o San Lorenzo jugando contra Muñiz, de la primera D, la quinta categoría del fútbol argentino, y debiendo anotar un gol en tiempo suplementario para evitar una derrota histórica. Lo que ocurrió en Inglaterra este sábado por la cuarta ronda de la FA Cup supera este escenario, porque entre el humildísimo Kidderminster Harriers y el poderoso West Ham hay seis categorías de diferencia. Y 113 posiciones en la pirámide del fútbol inglés. Así y todo, los modestos se imponían por 1-0 en el minuto 90. Ya en tiempo agregado llegó el empate de los londinenses, que debieron esperar hasta el final del alargue para respirar y conseguir el 2-1 que evitó la catástrofe. Y, también, un triunfo histórico para los dueños de casa.
El partido era todo un acontecimiento para Kidderminster. El equipo de la ciudad representaba a todos los clubes que juegan por fuera de las ligas profesionales. Era el club del fútbol humilde, el de los trabajadores de la pelota. La BBC montó un escenario en las tribunas del estadio de Aggborough, el mismo que el club usa desde el año de su fundación, en 1886. La transmisión en directo del encuentro le reportó una suma cercana a los 200 mil dólares, casi la mitad de su presupuesto anual. Los sponsors especiales llevaron esa cifra hasta los 300 mil billetes verdes. ¿A qué destinarán semejante cifra? A mejorar la iluminación del estadio e instalar un sistema de riego en el campo de entrenamiento. Nada de contrataciones rimbombantes para ascender, sino obras de infraestructura. Para tener una idea de las diferencias de billetera entre West Ham y Kidderminster, el diario The Guardian informó que el presupuesto anual del equipo humilde equivale al sueldo ¡mensual! del zaguero francés Kurt Zouma, uno de los referentes de la última línea del equipo en el que milita el argentino Manuel Lanzini (no jugó).
El equipo de los “Alfombradores” (”Carpetmen”, en inglés) ya venía de dar un batacazo en la tercera ronda de la FA Cup tras vencer a Reading, equipo que militan en la Championship, antesala de la multimillonaria Premier League. Había entre ellos 79 puestos de diferencia y, sin embargo, los humildes se repusieron de un gol en contra para imponerse por 2-1 y hacer historia. El raid de Kidderminster en la FA Cup provocó un movimiento económico cercano al millón de dólares, una fortuna para una ciudad de 55 mil habitantes que vive a las sombras de otras metrópolis cercanas como Birmingham o Wolverhampton.
El partido contra West Ham superó todas las expectativas. En las calles aledañas al estadio, un ex zaguero del seleccionado inglés como Micah Richards hizo entrevistas a los hinchas y fue hasta rociado con cerveza por los simpatizantes locales. Dentro de la cancha, un gigante del fútbol inglés como Alan Shearer trabajó en el estudio montado por la BBC. En las tribunas de Aggborough estuvo además el mítico cantante Robert Plant, voz de la banda Led Zeppelin. A los 73 años, y devenido músico de country, Plant resguarda un lugar en su corazón para el equipo de su infancia. Si bien es hincha fanático de Wolves (de la vecina Wolverhampton), el músico acude a Aggborough cada vez que puede. Y escucha a la voz del estadio arengando a los suyos: “Aggborough...¡Hagamos ruido!”.
Ese es el espíritu de los clubes del ascenso inglés. Una comunidad, más que un equipo de fútbol. Tanto, que hace un par de años los simpatizantes de Kidderminster pusieron dinero de su propio bolsillo para reforzar el primer equipo. La pandemia del coronavirus recién asomaba y en la institución suponían que sus efectos serían devastadores. Usaron la plataforma Crowdfunder, y la iniciativa permanece abierta: Juntaron casi 10 mil libras esterlinas (12.4579 dólares), aportados por 121 hinchas.
El resumen del triunfo de West Ham ante Kidderminster Harriers, por la FA Cup
Otra imagen pinta de cuerpo entero a este club que estuvo a punto de hacer historia en la FA Cup. Una de sus tribunas cobija al pub Harriers Arms (”Hombros de los Harriers”, en inglés”). Por allí suele andar tomándose una pinta de cerveza el entrenador del primer equipo, Russell Penn. Ex jugador del ascenso, conoce de memoria el espíritu de esos clubes que viven de pequeñas gestas como el partido de este sábado. Después de cada encuentro, Penn suele repasar las mejores jugadas con los vitalicios del club. Es probable que esta vez les haya contado su incredulidad al ver cómo Jarrod Bowen anotó en soledad cuando al partido con West Ham le quedaban apenas segundos. Penn movió la cabeza para un lado y para el otro, sin poder creerlo. Su equipo estuvo muy cerca de la hazaña.
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