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Nacho Piatti, un creativo de salón, brilla en la despedida de Leandro Romagnoli, en un emocionado Nuevo Gasómetro. Figura del San Lorenzo campeón de la Copa Libertadores 2014, se marchó a Montreal Impact de la MLS, antes de la etapa decisiva del título soñado. A los 33 años, es una de las figuras del renovado fútbol norteamericano desde hace cuatro años. Sebastián Driussi fue vital en River durante la etapa más brillante de su historia –que es ésta–, con Marcelo Gallardo como conductor. Por 20 millones de euros, pasó a Zenit, de Rusia, en julio de 2017, una liga secundaria en Europa, detrás del brillo de Inglaterra, España, Italia y Francia.
Gustavo Bou, goleador en la anterior etapa en Racing, pasó a Tijuana, de México, en junio de 2017, a cambio de unos 7 millones de dólares. Miguel Almirón, colosal en el triunfal paso de Jorge Almirón como conductor de Lanús, en febrero de ese mismo año, se incorporó a Atlanta United por unos 7.500.000 dólares. Iván Marcone, uno de los mejores número 5 de las últimas tres temporadas de nuestro medio, fue determinante en la Fortaleza y se sumó a Cruz Azul, por unos 5 millones, en mayo de 2018.
Hay más casos: las figuras caseras ya no vuelan a Europa; a las principales ligas del Viejo Continente. En México, Estados Unidos y hasta Rusia, los consagrados domésticos encuentran confort económico y tranquilidad familiar. Hay más casos en tiempos recientes, sin las luces de aquellos, como Ignacio Malcorra –exUnión, hoy en México–, Alejandro Silva –exLanús, hoy en Estados Unidos– o Héctor Villalba –ex San Lorenzo, hoy en Estados Unidos–.
Se presentan un par de excepciones, relativas. Nicolás Tagliafico, figura en Independiente y fundamental, ahora mismo, en Ajax. Y Lucas Alario, goleador en River y con poca participación en Bayer Leverkusen. Holanda y Alemania: dos ligas que conviven con menos exposición que los gigantes.
Esa historia se repite: se parece a una tendencia que crece en esta temporada. A partir de la próxima salida de Pity Martínez, de River a Atlanta United. Y ahora mismo, de Maximiliano Meza, de Independiente a Monterrey. Estrella millonaria y en la Copa Libertadores, figura en Avellaneda y con un paso por el Mundial de Rusia, esos destinos parecen menores a tamaño potencial. Sabor a poco, más allá de las inquietudes personales.
"A mi entender tiene para más, el lugar adonde va le queda un poco chico porque tiene cualidades para desarrollarlas en otro nivel", contó Marcelo Gallardo, días atrás. Atlanta United, campeón con Tata Martino –un entrenador que encontró en ese destino, además, un modo de reinventarse–, hace un negocio brillante. Vende a Almirón a Newcastle por 30 millones de euros y compra a Pity por 15. "Es el que pagó la cláusula de rescisión", aclaró Martínez, indispensable en los últimos clásicos ante Boca.
Y ahora, Meza. Ayer llegó a un acuerdo con Monterrey, y la semana próxima viajará a México para firmar el contrato que lo ligará al club de la Liga MX por unas cinco temporadas. Por la transferencia, los Rojos recibirán cerca de 15 millones de dólares. El destino futbolero también cambió en los últimos años. Europa nos mira de costado y el fútbol es hoy un mapa universal.