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Eurocopa: Otar Kiteishvili es el cuarto mosquetero de Georgia, la revelación que quiere prolongar su sueño
Tras perderse los dos primeros encuentros, el volante fue uno de los destacados en el 2-0 a Portugal; inteligencia y despliegue al servicio de la Cenicienta, este domingo ante España
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“Esperamos que Kiteishvili pueda estar contra República Checa. Es un jugador muy importante para nosotros”, había dicho Willy Sagnol, el entrenador de Georgia, tras la ausencia del futbolista en el debut con derrota ante Turquía por la Eurocopa. “Está recuperándose. Quizá no esté como para los 90 minutos, pero contra Portugal necesitamos su ingenio y nivel de participación”, insistió el director técnico francés, una vez que el volante distinguido como el mejor futbolista de la Bundesliga austríaca en esta temporada –juega en Sturm Graz– no pudo reaparecer en el segundo partido del grupo F. “Ya lo vieron. Estuvo lesionado dos semanas, hizo uno o dos entrenamientos y hoy tuvo un rendimiento fantástico. Podría estar en el top five de los clubes europeos sin ningún tipo de problemas”, sacó pecho quien fue subcampeón del mundo en Alemania 2006, luego que su protegido reapareciera, por fin. Aquel día Otar Kiteishvili resultó uno de los destacados en la victoria frente a los lusos que, contra todo pronóstico, depositó a la cenicienta en los octavos de final.
Kiteishvili no es un crack mundial, como sí lo es Khvicha Kvaratskhelia. No tiene el cartel que se ha ganado Giorgi Mamardashvili defendiendo el arco de Valencia y, durante estos días, el de su seleccionado en Alemania. Ni es la sorpresa del torneo, como sí Georges Mikautadze, transitorio Pichichi (aunque de los tres goles que lleva anotados, dos fueron de penal). Pero no caben dudas de que para su entrenador Kiteishvili se trata de una pieza fundamental.
La victoria de Georgia sobre Portugal para clasificarse
“Es un jugador absolutamente clave no sólo en el campo sino también fuera de él. Un auténtico líder”, opina de él Andreas Schicker, director deportivo de Sturm Graz, la entidad austríaca en la que el georgiano milita desde hace seis años y con la que acaba de renovar el contrato. En esta temporada, su equipo hizo doblete: conquistó la Bundesliga y la Copa, rompiendo una larga racha ganadora de Red Bull Salzburg. Y será el representante del país en la próxima Champions League. Kiteishvili protagonizó 40 partidos, marcó 11 goles y registró 9 asistencias.
Inteligente, generoso en el despliegue, ambidiestro, con capacidad para asistir a los delanteros y para llegar al gol desde una segunda línea, Kite es un representante cabal de lo que implica para su país formar parte de la fiesta del fútbol continental. “Probablemente esto sea lo más importante que pueda lograr en mi carrera. Sólo con imaginar la alegría que hay en Georgia, ya estamos orgullosos de lo que hemos conseguido”, declaró después del 2-0 sobre los portugueses.
Si las grandes competiciones deportivas exacerban los espíritus nacionalistas, en casos como el de Georgia, un país marginal en el fútbol internacional (ocupa el 75º puesto en el ranking de FIFA), todo se sobredimensiona de tal manera que llega a contagiar a los propios protagonistas.
“Disputar la Eurocopa es el sueño de todo futbolista georgiano”, afirmó Kiteishvili, que una vez obtenida la clasificación en el ya legendario partido contra Grecia en Tiflis (se definió por penales luego de 120 minutos sin goles) reveló: “Siempre supimos que la ruta de la Liga de las Naciones era nuestra mejor oportunidad, y a partir de que ganamos ese derecho algunos miembros del equipo diagramaron su temporada pensando en los partidos finales que debíamos jugar, incluso sin importarles mucho los resultados en sus clubes”. Georgia ganó con holgura su grupo de la tercera categoría de la Liga y con eso aseguró un lugar en las eliminatorias que definirían las últimas tres plazas para Alemania.
La clasificación no fue más que el colofón de un proceso que comenzó hace más de una década. En el país del Cáucaso, el fútbol siempre había vivido a la sombra del rugby, el verdadero deporte nacional, pero en los últimos años su popularidad ha estallado. El estímulo que provoca la aparición de futbolistas que brillan en equipos de otras ligas continentales ha elevado el número de jugadores federados de 14.600 en 2015 a 37.600 en 2021. “Estoy disfrutando del impresionante trabajo de desarrollo del fútbol que hizo la federación georgiana durante los últimos 15 años”, comentó Sagnol.
Kiteishvili es hijo de esa tarea de los dirigentes. Producto de la cantera de Dinamo Tiflis, el club más galardonado del país y el único que ha ganado un trofeo internacional –la Recopa de 1981, en tiempos de la Unión Soviética, venciendo en la final a Carl-Zeiss Jena, de Alemania Oriental–, Kite fue premiado como el mejor jugador joven del país en 2015 y 2016, y debutó en la selección en enero de 2017. Desde entonces acumula 38 partidos, 3 goles y 5 asistencias. Un tanto suyo abrió el marcador en el 3-1 sobre Montenegro en el último amistoso antes de la Eurocopa, la tarde en que sufrió la lesión de isquiotibiales que lo dejaría fuera del equipo en los primeros partidos del torneo.
“Me preocupaba perderme también el tercero, y la posibilidad existía. Ahora, por suerte, me siento bien, no tengo ninguna molestia. Y estoy contento de haber participado en un partido tan importante”, señaló el mediocampista de Sturm Graz luego de cumplir otro sueño: enfrentarse con Cristiano Ronaldo. “Es uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos. Éste puede ser su último gran torneo, y lo hicimos tan bien que conseguimos que no nos marcara ningún gol”, festejó.
La clasificación de Georgia para la Eurocopa
Pero ni siquiera estar en el banco de suplentes y sin chances de entrar le quitó la fuerza a Kite. “Estaba disfrutando tanto de lo que pasaba a alrededor que me sentía bien de todas maneras. Hay una muy buena energía en el grupo, hemos construido una familia y nos gusta pasar tiempo juntos. Eso se ve en la cancha: realmente no importa quién juegue, incluso en una posición que no sea la suya”, explica el presente del seleccionado. El volante georgiano afirma que Sagnol tiene mucho que ver en la creación de ese clima interno: “Su llegada nos dio tranquilidad en tiempos difíciles, incluso cuando perdimos por 7-1 contra España. Siempre encuentra las palabras adecuadas, antes, durante y después de los partidos”.
España es, justamente, la siguiente estación para el sueño de Georgia. Kiteishvili fue titular en aquel encuentro de resultado traumático, pero no pudo jugar en el de meses después en Valladolid (3-1 para la Roja), por lo que este domingo en Colonia tendrá la ocasión de una revancha personal. “La historia que hemos escrito continúa y no hay un final a la vista. Esto sólo ha sido el comienzo”, avisó. Y no hay razones como para no creerle.
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