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Independiente venció a Estudiantes en los penales y es el primer semifinalista por la Copa de la Liga
Tras una igualdad sin goles en La Plata, el uruguayo Sebastián Sosa atajó dos remates en la definición; el rival del Rojo surgirá de Colón vs. Talleres, que se jugará esta noche.
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Las manos de Sebastián Sosa, la efectividad de los lanzadores y, sobre todo, la fortaleza mental le dieron a Independiente la clasificación por penales, con un 4-1, para las semifinales de la Copa de la Liga Profesional, luego del 0 a 0 frente a Estudiantes en La Plata. Las resoluciones desde los once metros suelen definirse más por cuestiones psíquicas que futbolísticas, y en ese aspecto, el Rojo viene dando muestras de haberse endurecido. La habilidad de Sosa, que lleva cuatro penales atajados en el año, para “achicar” rivales en esa situación hizo el resto: detuvo los dos primeros y fue suficiente para inclinar un cuarto de final que recordó tiempos pasados.
La historia entre pinchas y diablos rojos está plagada de choques tensos, de noches coperas con nervios a flor de piel y botines afilados para no dar ventajas. Pocas instancias se pueden asemejarse más a aquellos duelos de otras épocas que un partido a todo o nada en los cuartos de final de un torneo, y si además coinciden en los bancos de suplentes dos entrenadores cortados por la misma tijera, el parecido resulta ostensible.
El último remate y la emoción de Julio Falcioni
El Ruso Zielinski y Julio Falcioni, cuya presencia al frente de Independiente fue toda una sorpresa luego de la triste circunstancia que debió sufrir en la semana (el fallecimiento de su señora), priorizan la seguridad y las obligaciones en la marca, y de esa manera sólo cabía esperar un desarrollo trabado, con más preocupación por obstaculizar los movimientos del adversario que por armonizar los propios.
El primer tiempo se fue de largo en medio de un entrevero que no tuvo ganador ni siquiera por puntos. Fue severo Estudiantes en la disciplina defensiva para retroceder con velocidad y plantar dos líneas de cuatro bien apretadas por delante de Mariano Andújar. Fue rápido Independiente para corregir algún sector desprotegido en los primeros minutos, por donde Leonardo Godoy y Ángel González le hacían el dos-uno a Thomas Ortega. Fueron firmes ambos en la presión y la concentración para no conceder espacios ni perder marcas. El único problema es que tanta eficacia en la negación acaba derivando en un partido feo.
Las imprecisiones, el ínfimo tiempo para pensar y las dificultades para controlar y girar dominaron esa primera mitad en la que hubo apenas un par de acercamientos por apuntar: en el área del visitante, un córner que terminó cabeceando Fabián Noguera e hizo picar la pelota en el travesaño a los 27 minutos; en la del local, una buena combinación entre Sebastián Palacios y Domingo Blanco por la derecha a los 44, que Andújar frustró con un manotazo cuando el centro buscaba a Silvio Romero en la boca del arco. El resto fue trabar y meter, dividir la pelota por el aire y apostar al error del adversario.
En ese panorama, el Rojo mostró más variantes. La habilidad de Alan Velasco para limpiar el terreno sobre la base de gambetas, la movilidad de Blanco, la inteligencia de Silvio Romero para tirarse atrás y sumar un elemento en el tránsito hacia posiciones de ataque fueron más que las apariciones esporádicas de Lucas “Tití” Rodríguez y los centros llovidos al área de Sosa.
Compacto de Estudiantes 0 (1) vs. Independiente 0 (4)
El primer cuarto de hora del segundo tiempo confirmó esas apariencias. Con mejor manejo de la pelota, el Rojo empezó empujando al Pincha contra su campo. Con Lucas Romero en la primera puntada y Blanco como enganche con los de arriba, elaboró un par de ocasiones de gol: no llegó Palacios en una; definió mal Blanco por encima de la cabeza de Andújar en la siguiente.
Hasta que a los 13 minutos, Pablo Echavarría sancionó con tarjeta amarilla una inexistente falta de Ortega contra Godoy. Era la segunda, y en ese instante el encuentro dio un giro. Retrocedieron los de Falcioni y el protagonismo cambió de dueño. Se dejaron ver entonces todas las carencias de Estudiantes para generar juego. El correr de los minutos puso en evidencia que al armazón de Zielinski le falta una mitad del andamiaje, y los centros de Godoy y Juan Sánchez Miño fueron convirtiéndose en los únicos argumentos para arrimar peligro.
A Independiente no le quedó más remedio que rescatar una imagen que se hizo habitual en las últimas semanas. Muchas veces criticado en años recientes por cierta debilidad mental, pareció hacer un clic positivo en aquel conflictivo viaje a Salvador para enfrentarse con Bahía. Las peripecias vividas en Brasil y solventadas con un empate que supo a victoria fortalecieron la autoestima. El cómodo triunfo sobre Huracán y la igualdad en el cierre en condiciones de inferioridad frente a Torque en Uruguay ampliaron ese margen de confianza. Lo sucedido a Falcioni convirtió la fe en casi una conjura.
Se hizo fuerte el Rojo, incluso por arriba y pese a la mayor estatura de los atacantes locales. Hasta se dio el lujo de preocupar en un par de contragolpes que no supo concretar y sostuvo el 0 a 0 sin demasiados agobios. Después vendrían los penales, las manos de Sosa, el llanto de Falcioni y una muesca más en la vieja historia épica de Independiente.
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