Escándalo en Newell’s: encontraron un búnker blindado de la barra brava dentro del estadio

ROSARIO.- La barra brava de Newell’s tenía bajo su control, debajo de una de las tribunas del Coloso Marcelo Bielsa, un búnker blindado que lo usaban desde hace ocho años para guardar las banderas de la hinchada, bombos y tarros de pintura que utilizan para vandalizar con los colores rojo y negro partes de la ciudad de Rosario. La llave y las claves electrónicas para entrar a ese recinto blindado lo tenía Brian Sprío, alias Pescadito, uno de los jefes de la barra, que controla ese sector del club, como así también con otro grupo interno la zona de los parrilleros de la entidad del parque Independencia de Rosario.

“No puede haber espacios gobernados por la barrabrava en un club”, aseguró en diálogo con LA NACION Diego Llumá, subsecretario de Seguridad Preventiva de Santa Fe, quien ordenó este martes que diez agentes Grupo de Operaciones Tácticas (GOT) derrumbaran el búnker que estaba en poder de la barra. También ordenaron a las nuevas autoridades de Newell’s –Ignacio Astore es el nuevo presidente, tras ganar las elecciones hace dos semanas– que retiren un cartel en la zona de los parrilleros que fue instalado con la intención de que las cámaras de seguridad no capten cuando allí se reúne la barra, como ocurrió el jueves pasado.

Astore, el flamante presidente, se mostró molesto por el operativo policial dentro del club. Buscó minimizar el episodio al señalar que dentro de ese cuarto “sólo había banderas y bombos”, aunque admitió que el acceso a ese lugar era controlado por la barra. “Llegué hace ocho días al club, que viene de tres años y medio de muchos vicios”, se atajó. El único que tenía la llave de ese lugar era Brian Sprío, uno de los tres jefes de la barra, que responde al líder de Los Monos, Máximo Cantero, preso actualmente en el penal de Marcos Paz.

En el Ministerio de Seguridad de Santa Fe pretenden marcar la cancha a la barra de Newell’s, que tras la asunción de las nuevas autoridades la semana pasada y el regreso del público a partir del 1º de octubre a los estadios, espera un reverdecer de su actividad. Durante la pandemia, la barra brava perdió ingresos importantes no sólo con el manejo de la venta de entradas sino también con los negocios paralelos, como el estacionamiento y los puestos de venta ambulante y el expendio de droga, entre otros.

Los movimientos de la barra en momentos en que se acerca el regreso del público comenzó a hacerse visible desde hace unas semanas. En el partido que Newell’s le ganó a Lanús 2 a 1 se produjeron incidentes en el club granate. La policía bonaerense detuvo a Franco Vargas Figueroa luego de que se detectara que estaba en la lista de admisión. También integraba la nómina de la delegación de Newell’s. Este joven había asistido como parte del contingente oficial en el partido que la Lepra disputó contra Colón en Santa Fe.

El jueves pasado se realizó una reunión cumbre en el club de los tres sectores de la barra que comulgan con el líder de Los Monos. Estaban Sprío, quien tras salir de la cárcel en 2015 se hizo fuerte en el club; Aldo Sosa, conocido como Gatito Chemea, un empleado de la Defensoría del Pueblo de Santa Fe, acusado de ser testaferro de Guille Cantero y Matías Pera, un exconvicto condenado a cinco años por un ataque a balazos. Estos tres frentes se repartieron, según señalaron fuentes de la hinchada, los sectores que ocuparán dentro del estadio cuando se abran las puertas del estadio.

Sprío era el que manejaba hasta este martes el acceso al recinto donde guardan las banderas y los bombos. Lo extraño es que ese lugar era el que contaba con mayor seguridad del club. Todo tiene una explicación, dentro de la simbología de la barra. En 2010 las banderas que instalaba la hinchada en el estadio fueron robadas del estadio. En una causa que no tiene nada que ver con Newell’s pero sí con los grupos criminales que dominan la hinchada se dilucidó ese misterio. En escuchas telefónicas de la investigación por una serie de ataques a balazos contra edificios judiciales se logró establecer que el narco Esteban Alvarado, enemigo de Los Monos, tenía bajo su control esos “trapos”.

Alvarado le cedió las banderas al jefe de la barra de Rosario Central, Andrés Bracamonte, que las colgó en el partido que el canalla disputó con Desamparados de San Juan el 23 de junio de 2012. Luego la policía sanjuanina incautó las banderas y los colectivos de “Los Guerreros”, como se conoce a la hinchada de Central, los cruzaron en la ruta para evitar que pasaran los móviles policiales.

También se realizaron operativos preventivos de seguridad en el estadio de Rosario Central. El Ministerio de Seguridad instruyó al club que debe “remover antes del 1° de octubre la pintada ubicada detrás de uno de los arcos con la consigna “los Guerreros” referencia a la barrabrava de Rosario Central; y “la estructura de caños que ocupa la parte superior de la popular”.

La notificación oficial señala que “ese vestigio de lo que fueron cabinas de transmisión durante el Campeonato Mundial de 1978, hoy supone un riesgo a la seguridad y salud de las personas que de manera sistemática se trepan a la misma” Y además señala que esta estructura es la base de una liturgia de validación social inadmisible de la barrabrava”.

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