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En tiempos de petrodólares y apuestas, Vélez es Astérix
Pobre Real Madrid. Es el club europeo líder en facturación. Quince veces campeón de la Champions. Primer club de la historia que supera los mil millones de euros en ingresos. Sin embargo, según dice José Ángel Sánchez, su dirigente clave, Real Madrid se siente “como el pueblo de Astérix en un mundo dominado por los romanos”. Florentino Pérez, el millonario presidente del club merengue, sería entonces el pequeño guerrero galo que resiste en su aldea al invasor Julio César y a sus centuriones. ¿En serio el superpoderoso Real Madrid llora desigualdad? El equipo de Kylian Mbappé y Vinícius intentará este miércoles agigantar su leyenda. Es amplio favorito para vencer al mexicano Pachuca en la final de la Copa Intercontinental, en el estadio Lusail. Es el mismo escenario en el que hace dos años la Argentina de Leo Messi salvó a la FIFA del riesgoso Mundial qatarí. Ese triunfo, esa final, esa fiesta popular, le regalaron al fútbol la postal del futuro. Una pelota inflada con petrodólares.
Como Astérix, Real Madrid tiene su poción mágica, pero ni eso, dice ahora el club, le alcanzará para competir contra los clubes-estado del Golfo Arábigo y contra los millones de la Premier League inglesa. “Porque una cosa es luchar contra empresas privadas y otra muy distinta es luchar contra países que poseen clubes y tienen bolsillos infinitos de dinero”, afirmó Sánchez, en un estudio de la Harvard Business School (HBS) publicado el lunes por el diario inglés The Guardian. Más que a los clubes-estado (Manchester City-Abu Dabi y PSG-Qatar), Madrid-Astérix teme a la invasión del pirata inglés, porque los presupuestos millonarios de la Premier League, afirma, amenazan con desnaturalizar la competencia. ¿La solución? Que la UEFA, dice Sánchez, deje de actuar “como los músicos del Titanic” y permita resucitar el viejo proyecto elitista de la Superliga europea. Ayer mismo fue presentado el pedido a la UEFA y a la FIFA por A22, promotora del proyecto, que ahora cambió su nombre por “Unify League” y también su método de clasificación (sería por mérito en la liga nacional y no más a dedo, como era la idea en 2021, cuando fracasó la iniciativa por la furia de los hinchas ingleses).
Los dos clubes que animarán este miércoles la final de la Copa Intercontinental no son árabes, pero también agradecen al Estado buena parte de su crecimiento. El Bernabéu debe su construcción de 1947, en una España empobrecida tras la Guerra Civil, a cinco mil toneladas de cemento que fueron desviadas desde el Valle de los Caídos, obra faraónica del franquismo. Seis años después, también el franquismo ayudó al fichaje de Alfredo Di Stéfano, el crack argentino que lideró la leyenda europea del club merengue (cinco Copa de Campeones seguidas). Y, ya en 2001, otra vez el Estado ayudó a Real Madrid a sanear una deuda y armar su equipo de “galácticos” al autorizar una recalificación de terrenos que permitió construir rascacielos, “el mayor escándalo deportivo de la democracia”, según denunció en su momento José María García, periodista famoso. “¿Cuánto cuesta que mires para otro lado?”, le preguntaron para callarlo.
También el llamado “milagro Pachuca” comenzó en México gracias a que el club recibió sospechosos favores políticos. en el estado céntrico de Hidalgo. Autoridades del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que estuvo setenta años en el poder, le entregaron primero el equipo y luego le donaron terrenos valiosos que ayudaron al boom inmobiliario y, por rebote, al notable crecimiento deportivo. Las ayudas estatales a Real Madrid y Pachuca, es cierto, pueden ser migajas si miramos a Arabia Saudita, que fue confirmada el viernes último por la FIFA como sede del Mundial de 2034, candidata única de Asia-Oceanía (ni siquiera fue necesario votar, como sí había precisado al menos Qatar para su Copa de 2022, cuando derrotó inesperadamente a Estados Unidos, que –FIFAGate por medio– ganaría luego la sede del Mundial de 2026). Antes, en 2025, Estados Unidos organizará el Mundial de Clubes, un torneo revitalizado desde que la FIFA consiguió a la plataforma DAZN como socia televisiva, con mil millones de dólares que ayudarán a financiar la competencia. DAZN apareció tras los rumores que aseguran que Arabia Saudita compró parte de su paquete accionario. Luego de eso, la FIFA ratificó oficialmente a Arabia Saudita como sede del Mundial. La cadena de la felicidad. Será el Mundial más lujoso de todos. Con un estadio elevado 350 metros sobre el nivel del mar.
Celosa tras el éxito de Qatar, hermano menor, Arabia Saudita firmó cerca de cuatrocientos acuerdos de patrocinio en los últimos años, cruciales para comprar mundiales de clubes y de selecciones, Supercopa europea (Italia y España) y clubes (Newcastle), y meter una pata grande en otros deportes (golf, tenis, lucha libre, etcétera) y contratar a las mejores figuras (de Messi a Cristiano Ronaldo, de Rafael Nadal a Neymar). Es una inversión que supera los 6300 millones de dólares, liderada por Aramco, la mayor compañía petrolera del mundo, patrocinadora de la FIFA, claro, y por Neom, la megaciudad del futuro. Bancos, aviones, servicios, todas firmas saudíes promocionan hoy el deporte global.
Vidriera siempre generosa, el fútbol abre los brazos al nuevo capital. No todos. Aquí, entre nosotros, está Vélez Sarsfield, campeón flamante en nuestra Liga maltratada. El club, casi único, que se negó a mostrar en sus camisetas a una casa de apuestas. El verdadero Astérix.
Nota de Redacción: Beatriz Sarlo admiraba de los deportistas todo aquello que, decía, a ella le faltaba. Era tesonera, jugó vóley con su baja estatura, fue wing izquierda en hockey y luego, ya más grande, el tenis en Ferro. Pero le faltaba talento. Por eso admiraba a Roger Federer, al revés de Gastón Gaudio y a Gaby Sabatini mucho más que a Guillermo Vilas. Con el fútbol, en cambio, quedó marcada con el Mundial ’78 en tiempo de Videla. Recuerdo de una hermosa charla radial sobre su vínculo con el deporte. Un deporte que, lamentaba Sarlo, fallecida este martes a los 82 años, se ha visto “arrasado por este vendaval capitalista”.
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