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El VAR “a la argentina”, una herramienta “de seis puntos” y 7 mil dólares que no puede resolver si una pelota entra o no en el arco
La asistencia tecnológica, que se implementó para que ya no hubiese dudas en jugadas como las del offside, no sirvió para una jugada determinante del Superclásico en Córdoba
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Nadie puede responderlo, pero es una pregunta real. ¿Cómo es posible que el VAR no logre determinar algo tan trascendental para un partido de fútbol? ¿Cómo es posible que no se detecte si una pelota ingresó o no en el arco? Pues bien: el déficit quedó muy en evidencia durante el partido que Boca le ganó a River 3 a 2 en Córdoba, por los cuartos de final de la Copa de la Liga.
Cuando iban seis minutos de la segunda etapa, el defensor xeneize Cristian Lema tocó la pelota en un rebote casual hacia el arco donde estaba su compañero, Sergio Romero. En ese momento, el arquero voló hacia atrás e intentó que la pelota no ingresara. En primera instancia, el árbitro Yael Falcón Pérez dio gol para River, pero sus colegas del VAR indicaron que revisarían la jugada para corroborar si la número 5 había pasado la meta en su totalidad.
“¿Fue gol o no?”, se preguntaron absolutamente todos los que estaban mirando el partido. Y nadie, incluidos Jorge Baliño (VAR) y Gastón Suárez (AVAR), pudo dar una respuesta concreta. Aunque el usuario @damigarciaok subió a su cuenta de Twitter un video capturado de una de las cámaras de ESPN, pero con zoom, en donde puede verse que Romero frena la pelota justo antes de que traspase por completo la línea.
Según el reglamento de FIFA, el balón debe ingresar en su totalidad y toda la circunsferencia para que el tanto sea válido. ¿Existe tecnología para determinar eso? Por supuesto. En la Argentina quedó demostrado que no.
Algo similar a lo que sucedió ayer en Córdoba se había dado en el Mundial Qatar 2022. Allí, un tanto de Japón fue examinado por el VAR para detectar si la pelota había salido antes del centro que finalizó en el 2-1 de Tanaka ante España. La imagen que se viralizó fue un desafío a la visión del ser humano: en ella se observa la pelota pisando el césped y no la línea. Sin embargo, lo que el ojo tecnológico pudo advertir fue que “la panza” de la pelota seguía estando sobre la línea. Y por eso se dio por válido el gol. Un gol que fue tanto o más determinante que el se le anuló a River en Córdoba, ya que el triunfo asiático dejó afuera de los octavos de final a Alemania, a pesar a que había vencido a Costa Rica 4-2.
Y un ejemplo más, que incluso le saca sonrisas a cualquier argentino de solo recordarlo. Durante la final del Mundial 2022, el árbitro polaco Szymon Marciniak ni siquiera precisó comunicarse con los responsables del VAR para convalidar el gol de Lionel Messi que estableció el 3 a 2 parcial para el conjunto albiceleste. Con un simple reloj en su muñeca, cuya pantalla se puso verde, supo que el balón había ingresado en su totalidad al arco francés.
Un VAR de seis puntos
“El fútbol argentino tiene un VAR de seis puntos”, dice un árbitro ya acostumbrado a la asistencia tecnológica. La herramienta que usa la Liga Profesional (y que paga la AFA) está a medio camino del sistema implementado por la FIFA, que se jacta de haber tenido un porcentaje de éxito “cercano al 100%” en la última Copa del Mundo. E incluso se sitúa dos escalones por debajo del VAR utilizado en competencias regionales como las Copas Libertadores y Sudamericana.
El VAR “a la Argentina” está provisto por la empresa Torneos, que en 2021 firmó un contrato con la AFA y reemplazó a Reftel, la compañía que había sellado el convenio original para hacerse cargo del sistema. Como en todos lados se precisa un proveedor tecnológico homologado por la FIFA, el del fútbol argentino es la empresa belga SimplyLive. ¿La más prestigiosa? No. Los dos más conocidos y con más experiencia en el mercado, Hawk-Eye y MediaPro, perdieron la licitación original. Es más, la AFA se decantó por una solución centralizada, que le evitaba construir una sala de VAR en cada uno de los estadios, por una cuestión económica: así, cada partido cuesta menos dinero. Por eso es que los asistentes de VAR y los operadores de video están en el predio de Ezeiza y analizan desde allí las imágenes recibidas desde las canchas donde se juegan los partidos: 14 en cada fecha del torneo.
“Los 28 estadios de la Liga Profesional están conectados por fibra óptica al predio”, informan a LA NACION desde la Liga Profesional. Sin embargo, en algunos partidos ese enlace falló. A los 10 minutos del encuentro entre Rosario Central y Colón, que se disputaba en el Gigante de Arroyito el 25 de junio de 2023, el árbitro Nicolás Lamolina llamó a los capitanes y entrenadores de ambos equipos para informarles que estaba caída la conexión con Ezeiza y que el encuentro se disputaría sin asistencia tecnológica (el reglamento lo permite). Hubo un penal sancionado a favor de Central sin que pudiera intervenir el VAR, largamente reclamado por los visitantes.
Más grave fue lo ocurrido en el Boca vs. Lanús disputado en la Bombonera el 10 de junio. Todo el equipo granate protestó por un gol convalidado a Darío Benedetto a dos minutos del final, que determinó el empate final. Se habló de “inconveniente técnico” y, también, de un “problema de software”, porque el trazado de la línea del offside tomó en cuenta el pie del delantero xeneize y no uno de sus hombros, que parecía en posición adelantada. La duda y la sospecha quedó flotando.
Infracción sobre Damián Martínez y ¡HAY PENAL PARA ROSARIO CENTRAL! Lamolina no lo puede revisar porque NO HAY VAR en Rosario.
— SportsCenter (@SC_ESPN) June 25, 2023
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En la revisión de un potencial offside también juega el factor humano. Aunque se trata de una “jugada tecnológica” en la que las imágenes deberían aportar evidencia suficiente para decidir si hay o no posición adelantada, el protagonismo es del árbitro principal de VAR. Le pide al operador de video que congele la imagen en el momento del último pase y, además, trace las líneas paralelas al arco para ver si hay o no posición adelantada. Antes del partido, las cámaras fueron calibradas. Según una fuente al tanto del sistema argentino, esto se hace para “parametrizar las dimensiones de la cancha en base a la toma de las cámaras principales”.
Este punto es el que explica potenciales “errores de software” o líneas mal trazadas y da lugar a las quejas de los hinchas que se sienten perjudicados. Los de Unión, por ejemplo, tras el gol no convalidado el jueves frente a Boca. En la imagen mostrada por la TV (y más allá de la perspectiva o la inclinación de las líneas) se observa que la pelota ya partió del pie izquierdo de Imanol Machuca. El “VAR argentino”, entonces, no es infalible. Ni siquiera para las “jugadas tecnológicas”. En esa línea se inscribe lo que pasó en el último River vs. Argentinos, a comienzos del campeonato 2023: el Bicho había conseguido un empate agónico y tras una larguísima deliberación que incluyó las famosas líneas (otra vez), el VAR invalidó la conquista de los de La Paternal y los millonarios festejaron. Un final polémico.
Aquí conviene frenar la pelota y conocer el trazo fino del “VAR argentino”. En cada partido hay 9 cámaras dispuestas en el estadio. Desde allí parten las imágenes que son procesadas en el edificio arbitral, en Ezeiza. Los partidos de Boca y River, por su importancia, tienen cuatro cámaras más. Es decir, 13. Regla de tres simple: a mayor cantidad de cámaras, más imágenes y más evidencia para definir una jugada clave. Aunque también en esos casos suceden errores.
Las líneas del VAR tras chequear el gol de Pipa Benedetto: Pol, habilitado y todo 1-1 vs. Lanús. pic.twitter.com/X4c6iNLZJi
— SportsCenter (@SC_ESPN) June 11, 2023
Tanto la Conmebol como la FIFA tienen otros proveedores y otros sistemas. El último Mundial, disputado en Qatar y ganado por la Argentina, sirvió para estrenar una herramienta que advierte sobre una posición adelantada con la ayuda de la inteligencia artificial. Tanto ese sistema como el que se utiliza en la Premier League, en la Champions League e incluso el de las Copas Sudamericana y Libertadores minimizan el error humano. Ya sea porque tienen más imágenes a disposición (en la última Copa del Mundo hubo ¡42 cámaras! a disposición de los asistentes de VAR) o porque cuentan con tecnología más avanzada. “La solución de Conmebol está en 7,5 u 8 puntos. FIFA y UEFA son 10 puntos”, argumenta el mismo árbitro citado al comienzo de esta nota. Ninguno de ellos, claro está, es 100% seguro.
¿Qué pasa en otros países sudamericanos? El Brasileirao usa la solución de Hawk-Eye a un costo de 50 mil reales (US$ 10 mil) por partido. Uruguay tiene como proveedor a MediaPro, igual que Ecuador, Colombia, Perú, Paraguay y Chile. Bolivia contrató a la misma empresa, con un precio de US$ 3150 por partido, según detalló Fernando Costa, presidente de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) al diario Los Tiempos de Cochabamba. Venezuela es el único país del continente que no tiene asistencia arbitral por video. Un detalle: en la página de SimplyLive, el proveedor de la tecnología que se usa en Argentina, figuran apenas dos asociaciones de fútbol como clientes. Además de la AFA, también está la Concacaf, la Confederación de América del Norte, Central y del Caribe.
¿Por qué, entonces, el fútbol argentino no intenta parecerse a las principales ligas del mundo? La respuesta tiene componentes económicos y hasta políticos. “En el sistema que usa la FIFA sólo el trazado de las líneas del offside cuesta 7500 dólares por partido”, informan desde la casa del fútbol argentino. “Y agregan: “¿Te imaginás si pagáramos ese precio? ¡Habría que vender la AFA!”, grafican. Más allá de los más de 40 sponsors de la selección campeona del mundo, lo cierto es que el VAR se paga en dólares y el fútbol argentino, en general, se maneja en pesos.
“El sistema cuesta 4 millones de dólares al año”, detallan desde las oficinas sobre la calle Viamonte. En 2023 se jugarán 567 partidos al año (378 de la Liga Profesional y 189 de la Copa de la Liga), por lo que el costo del VAR en el fútbol argentino asciende a algo más de 7 mil dólares por partido. Una empresa tecnológica (la china TCL) auspicia cada intervención del VAR, pero ese sponsoreo no alcanza para cubrir los costos, que “incluyen US$ 1,5 millones anuales por los enlaces de datos hacia el edificio de Ezeiza”. La AFA dice que “el 70% de los costos del VAR” se absorben con recursos propios. Es decir, US$ 2,8 millones.
Hay otra explicación para el retraso tecnológico: la falta de tecnología de punta. “Más allá de la diferencia en dólares entre un sistema y otro, también está la posibilidad de ingresar los equipos que se precisan”, se escudan en la AFA. Y hay más: en caso de que en algún momento el fútbol argentino pudiera importar los “fierros” (así se los conoce en la jerga televisiva) necesarios, luego habría que capacitar a los encargados de usarlos. Y aquí se vuelve al principio: el factor humano. Los árbitros.
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