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El último concierto de la sinfónica
El adiós de Pep Guardiola como DT de Barcelona, el mejor equipo de la historia, fue con la Copa del Rey, con un fácil 3-0 ante el Athletic Bilbao de Marcelo Bielsa
MADRID.– Ahora sí, Pep Guardiola, el director de orquesta, el hombre que deja su legado, podrá decir misión cumplida. Logrará marchar pleno hacia ese anonimato momentáneo que tanto añora, con calma, mucho más que con satisfacción, buscando realimentarse. Lo hará orgulloso, feliz, emocionado por haber sido el hombre que gestó, desde su conducción y virtud de estratego, a uno de los mejores equipos de fútbol de la historia, sino el mejor, claro. Podría irse a su casa, con su mujer e hijos, vociferando todo lo bueno que hizo en estos gloriosos cuatro años, pero su personalidad y perfil bajo no se lo permitirían jamás; sería como traicionar a sus queridos jugadores. Guardiola deja un equipo que luce como una sinfónica, que toca y toca hasta abrumar al rival, que hace erizar la piel, que se mueve con inteligencia en cada sector del terreno, que presiona desde la salida rival, que asfixia y tiene claro qué hacer en cada momento. El fútbol total, sí. Guardiola se fue tranquilo, sabiendo que en su querido Barça queda Leo Messi y todos los mágicos intérpretes que tiene detrás. Y, como no podía ser de otro modo, el DT se despidió con un trofeo, esta vez la Copa del Rey, el 14° título en cuatro años, frente a un impotente Athletic Bilbao dirigido por Marcelo Bielsa, que muy poco se pareció a ese conjunto impetuoso que durante un año ganó elogios por su espíritu.
Pero lo más asombroso de Barcelona no son sus estadísticas, que ya de por sí son contundentes y provocan el aplauso. Lo más maravilloso del equipo catalán es su obra, sus modos de alcanzar la cima. La primera media hora de juego en el abarrotado estadio Vicente Calderón fue magistral. Dieron ganas de terminar el partido allí nomás, de apiadarse de los jugadores rojiblancos y darles un abrazo. Sólo demoró 25 segundos Messi para conmover y hacer revolcar al arquero Iraizoz. Y, a los dos minutos, Pedro, un atacante que no había tenido continuidad en la temporada, venció la resistencia –si es que hubo alguna– del Bilbao. A partir de allí, Barcelona se asemejó a Mike Tyson en sus mejores noches de Las Vegas, con un golpe tras otro, encontrando siempre a su rival con la guardia baja, sin oxígeno. Messi, incontrolable, haciendo añicos el ánimo de sus marcadores, a los 13 minutos hizo una gambeta clásica –de derecha hacia el centro– que por poco no fue gol. Pero la Pulga no se quedó con las ganas porque a los 20, tras un pase a lo Bochini de Iniesta, improvisó a la carrera y vulneró a Iraizoz con un remate de derecha, anotando su gol número 73 de la temporada, impresionante... Lejos de conformarse, Barcelona fue por más, como un felino de caza y a los 24, otra vez Pedro sentenció la final. ¿Qué habrá pensado Bielsa ante semejante mazazo, especialmente luego de tantas jornadas de entrenamientos? Bronca, desilusión, es muy probable. Pero el Barça rompe con los esquemas, con lo previsto, lo estudiado.
La superioridad fue tan apabullante en el primer período que, inconscientemente, Barcelona sacó el pie del acelerador en un segundo, quizás hasta compadeciéndose. Pero Athletic Bilbao, que en algún tramo abusó de la pierna fuerte, careció de ideas, fue una versión pobre, similar a la que exhibió en la final que perdió hace un puñado de días con Atlético de Madrid en la Liga Europa, y por ello el resultado ni corrió riesgos de modificarse. Aunque sí pudo haber aumentado la diferencia el gran ganador, cuando Messi, tras un sprint de más de 40 metros, dejó en el camino a varios defensores cual si fueran conitos e Iraizoz tapó su definición. Ya había sido demasiado. Barcelona sumó un nuevo título en una historia que ya lo encumbró y transformó en leyenda. Los jugadores de Bilbao y Bielsa –recibió el saludo de Guardiola y de Messi– soportaron, estoicos, que los ganadores festejaran y dieran la vuelta olímpica con el "We are the champions" de cortina musical. Así, Guardiola cerró cuatro temporadas brillantes, una gestión casi perfecta, con 14 trofeos de 19 posibles, convirtiéndose en el técnico más laureado del club catalán. Ojalá que pronto recupere la energía que perdió con la implacable competencia, que lo hizo sentirse vacío.
El fútbol lo necesitará y, claro, estará esperando con sus mejores trajes. Dejó su marca por siempre.
"Messi, es el mejor que vi"
"De Messi he aprendido a ser más competitivo de lo que era cuando llegué. Sin él hubiéramos ganado títulos, pero no 14 como los que logramos con él; es un jugador determinante, el mejor que vi y que veré en mi vida", afirmó Pep, acerca de su mejor creación, el crack nacido en Rosario y criado en catalán. "Espero haberle ayudado a ser mejor, si es que uno puede ser capaz de eso", advirtió el DT, que logró 14 de los 19 títulos posibles. El más exitoso de la historia.
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