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El triunfo de Boca. El factor “sorpresa” y 15 minutos brillantes, vitales para creer en la Copa Libertadores
El equipo xeneize se impuso por 3-1 a Atlético Tucumán con un argumento individual imprescindible, Agustín Almendra, que salió lesionado; el primer cuarto de hora representa la aspiración a un futuro mejor.
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Un pequeño tramo brillante, el gol como grito imprescindible y un factor sorpresivo. Boca pisa sobre terreno firme, luego de mucho tiempo. El 3 a 1 sobre Atlético Tucumán es una caricia al alma, en épocas en las que todo parece cuesta arriba, como si en todo momento estuviese en una escalada a la cúspide de una montaña. Da dos pasos y trastabilla. Se reincorpora y vuelve a retroceder. El orgullo está otra vez sobre su escudo. Un rato de fútbol de alto vuelo –toda una novedad–, tres tantos que pudieron ser cuatro o cinco y un actor de reparto convertido en una pieza decisiva, el pibe Almendra.
Boca se acomoda en la tabla de la Copa de la Liga Profesional: está a seis puntos de Vélez, junto a Talleres y Lanús. Y, sobre todo, disfruta en la antesala de lo que más le importa: la Copa Libertadores. Su debut será este miércoles en La Paz contra The Strongest. “Jugamos bien, desde hacía mucho no jugábamos así. Fuimos dinámicos atrás y en la mitad de la cancha y arriba nos divertimos. Sólo nos faltó hacer más goles. Es un desafío jugar varios partidos seguidos, pero estoy preparado para jugar en la altura”, fue el análisis –y el pedido– de Carlos Tevez.
Fueron 15 minutos mágicos ésos del principio. Un cuarto de hora que no tiene puntos de comparación durante 2021, un año que exhibe desnudo a Boca, con un par de buenos resultados pero demasiados contratiempos, no sólo sobre el campo de juego. Destreza, sorpresa, improvisación, enganche, gambeta y dos goles. Boca se pareció en ese tramo –módico tramo de 15 minutos– a una formación robusta y jovial. Audaz y peligrosa. El desafío es acompañar y sostener ese pequeño lapso en el tiempo en espectáculos en continuado.
No fue una ilusión: fue producto de la realidad. El zurdazo de Cristian Medina luego de un pase preciso de Tevez y el zurdazo de Sebastián Villa después de otro toque, al pasar, de Apache. El colombiano dejó tendido en el piso a Cristian Lucchetti en una maniobra de salón. A los 5 y a los 10, Boca amenazaba con destrozar a Atlético Tucumán.
El cerebro fue Agustín Almendra, un joven de 21 años, un todoterreno –marca, se proyecta, piensa– que luego de los despistes dirigenciales entra en escena. Juega muy bien: es un analista en velocidad. Uno de los proyectos –se demoró su despegue– de las divisiones menores del club. Al igual que el autor del 1-0, de 18 años, y que Alan Varela, de 19. De la explosión de la juventud a la cúspide de la sapiencia de Tevez, de 37, que siempre está, más allá de que extravió anoche la llave del gol. Fueron 11 los intérpretes de las divisiones menores, entre titulares y suplentes. Agustín Obando (21), al rato, ingresó por Mauro Zárate, otra vez lesionado y deprimido. La ex figura de Vélez nunca logró hacer pie en la Ribera, más allá de su clase individual.
Los pibes de la casa, que rara vez se involucraron con protagonismo en los últimos largos años xeneizes, representan un estímulo extraordinario. Por el trabajo desde las bases, por la convicción de todos, porque tienen pasta como para crecer y madurar.
Resumen de Boca 3 vs. Tucumán 1
Un zurdazo de Javier Toledo que chocó con el travesaño derivó en un cabezazo goleador de Leonardo Heredia. Atlético Tucumán es bravo, tiene piezas de experiencia y convicción por el arte del orden y el progreso, es verdad. Y Boca rápidamente se desinfló. Tal vez, esos primeros 15 minutos tuvieron el peso de la jerarquía de algunos episodios pasados, como el 2-0 sobre Racing por la Copa Libertadores 2020 (con una dosis de personalidad imprescindible, sin temblarle el pulso por la derrota previa en Avellaneda) y el baile en Liniers, el 7-1 sobre Vélez, hoy líder del grupo B de la Copa de la Liga.
La salida de Almendra por una molestia muscular dejó abierta una duda sobre lo que vendrá. Porque su sola presencia dejó menos solo a Tevez, motivó a Villa y hasta despertó a Zárate en el poco tiempo que jugó (37 minutos). Luego Cristian Erbes fue expulsado y el equipo del Norte fue apagándose.
Sin Carlos Zambrano y Jorman Campuzano, contagiados de Covid-19, Boca despertó una sonrisa enorme que duró un suspiro. Pudo extender el dominio y el resultado –merecía un gol más, evitado por Lucchetti–, pero hasta en el cierre debió padecer por una salvada del arquero Agustín Rossi frente a Toledo. “Tenemos que encontrar la regularidad. Falta un montón, pero siempre depende de nosotros”, analizó Tevez.
Y entre los beneficios de una tarde-noche alegre, el equipo hasta que recuperó la capacidad goleadora de un artillero, Franco Soldano, que casi abajo del arco remató y en seguida mostró la necesidad que tenía de marcar, de festejar, de abrazarse con todos.
Boca escribió un prólogo de novela, continuó con un libreto desparejo y alguna distracción y acabó la faena con lo más maravilloso del fútbol, el gol. Lo necesitaba como pocas veces.
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