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El torneo tuvo un comienzo vibrante, pero San Lorenzo y Racing sólo fue un chisporroteo
El plato fuerte de la primera fecha de la Superliga se comía en el Bajo Flores, con San Lorenzo y Racing. Era un clásico entre dos equipos que debían asumirse como protagonistas. La entrada habían sido los 32 goles que se marcaron en los ocho partidos previos durante las jornadas del viernes, sábado y los turnos tempraneros del domingo. Estaba todo dado como para que estos dos grandes llegaran con el apetito abierto, con hambre de demostrar desde el arranque del campeonato. Pero no estuvieron a la altura. El 1 a 1 dejó la sensación de que el receso, los refuerzos y el cambio de nombre del torneo no fueron suficientes para que el Ciclón dejara atrás las dudas que recaen sobre su DT Diego Aguirre ni para que la Academia acompañara los buenos resultados con un mejor nivel. Fue un empate que tuvo ratos de potrero: las imprecisiones, el barro de la cancha y el desorden táctico pusieron en riesgo la paridad durante todo el segundo tiempo. Pero la emoción final nunca llegó porque los errores también aparecieron en los metros decisivos.
A los 12 minutos, Racing recibió la mejor noticia para arrancar el torneo: un gol de su capitán Lisandro López. Luego de un comienzo de año con distintas lesiones y de una pretemporada con algunos picos de fastidio que lo llevaron a abrir la puerta al retiro, Licha se estrenó en la Superliga con un grito y una sonrisa. No es poco para un jugador al que le tocará ser el corazón de un equipo que lo tiene como líder. "Me estoy sintiendo muy bien. No tengo dolores. Apareció el gol, pero eso es circunstancial, lo importante es que me voy con buenas sensaciones", reconoció el delantero.
El protagonismo de Lisandro y la firmeza de Lucas Orban en la zaga fueron quizá las dos grandes novedades que tuvo la Academia. Después, fue un equipo parecido al de la temporada pasada. Con la ventaja, eligió ceder terreno y la pelota al local. San Lorenzo también repitió sus pecados: fue un equipo estático, con Nicolás Blandi aislado de sus compañeros y casi como única amenaza de gol. La prueba está en que antes del empate de Ezequiel Cerutti, las dos más claras para los azulgrana habían sido dos remates desde afuera del área de Franco Mussis. El tanto del ex Estudiantes también llegó así.
El Ciclón tenía la obligación y los nervios. Y estaba en desventaja. "Movete, Boedo movete", bramó el Nuevo Gasómetro luego del gol de la Academia. Más allá del pedido de la tribuna, el vértigo sólo aparecía en el local cuando la pelota pasaba por los pies de Cerutti, que complicó con su velocidad a Leandro Grimi. La misma cara de un equipo que no enamoró a su público en la primera mitad del 2017 pese a estar entre los ocho mejores de la Copa Libertadores y que ayer llegó a su punto máximo de tensión: cuando Aguirre sacó a Blandi estallaron los insultos al entrenador como nunca antes en el Bajo Flores. La zurda elegante de Alexis Castro no alcanzó para darle opciones a Fernando Belluschi y San Lorenzo otra vez fue un equipo previsible. La jerarquía de Gonzalo Rodríguez, que ganó casi todos los duelos contra Enrique Triverio, fue acaso la mayor novedad en el Ciclón.
En Racing había cuatro nombres que tenían su estreno en el campeonato local: Orban, Solari, Egidio Arévalo Ríos y Triverio. Con su sello, cada uno dio muestras de su repertorio: Solari fue una variante por derecha, el uruguayo Arévalo Ríos esta vez sí hizo pie en la mitad de la cancha y Triverio exigió durante toda la tarde a los defensores rivales, pero falló una situación clara que podría haber sido la victoria para la visita. Sin embargo, no ayudaron a cambiar la imagen colectiva del equipo de Avellaneda.
Cocca había anticipado en la conferencia de prensa previa que la expectativa era que el equipo jugara bien. Eso no se vio: por eso el entrenador estuvo fastidioso y de pie, gesticulando durante todo el partido. Licha López, durante la pretemporada, había reconocido que Racing debía jugar mejor que lo que lo hizo el último semestre. Pero igual repitió el error de meterse atrás cuando consiguió la ventaja. "En el segundo tiempo el equipo se paró un poquito más arriba, tuvimos situaciones de contra pero fallamos en el último pase", analizó López.
En la media hora final parece haber estado la foto del partido. Las imprecisiones en las salidas de ambos equipos hacían pensar que el gol que desnivelara la igualdad estaba al caer. San Lorenzo empujó con arremetidas de Matías Caruzzo y de Marcos Angeleri. Lo pudo haber ganado con un cabezazo de Nicolás Reniero que tapó Juan Musso. Se lo pudo haber llevado también la Academia con alguna de las contras que comandaron Lisandro y Matías Zaracho, pero las equivocaciones también aparecieron en el área rival.
Todo terminó en un empate. En una igualdad que dejó un gusto vacío: sólo sirve como punto de partida de una Superliga que aún no arrancó para San Lorenzo y Racing. Un plato con sabor a poco.
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