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El plan de Huracán fue aprovechar la fragilidad del Lobo
Son compadres en las desventuras. Su historia así lo certifica: apasionados, soñadores, con migajas en los bolsillos y unos cuantos contratiempos. Mortificados por la sequía de títulos, comparados con la cosecha de sus clásicos rivales, siempre se sostuvieron en pie -aún después de las repetidas caídas al vacío-, por el calor de su gente. Gimnasia LP y Huracán, cada uno con su estilo, suelen generar una suerte de simpatía en buena parte del fútbol argentino por la genuina humildad de su historia.
Anoche, en el Bosque, en un renovado choque de estilos, Huracán superó por 3 a 1 a Gimnasia, con un dato estelar: fue un triunfo histórico. El Globo ganó por última vez en ese estadio en la temporada 85/86, en un partido que terminó 2 a 1. Ocurrió en otro tiempo, en otro fútbol: el 9 de febrero de 1986, por la 28ª fecha del campeonato. Pasaron más de 31 años, un símbolo de lo que le costó a Huracán volver a conquistar La Plata.
Toda una curiosidad son sus conductores. A diferencia de la magnífica y breve historia que gestó César Luis Menotti, es hoy Gustavo Alfaro, el analítico entrenador, el que dispone de un elenco pragmático. Gimnasia vuela por otros aires: apartado de Carlos Griguol, un maestro más allá de la estrategia, trata de captar el mensaje de Mariano Soso, admirador de Marcelo Bielsa. Entre el ataque por los costados, la posesión (64%), los remates al arco o desviados(16 contra 6), pasó la noche el Lobo. Tal vez, mereció una fortuna mayor. Entre el confort de la espera, los estudiados tiros al arco (los tres que chocaron con la red) y los contraataques fulminantes, pasó la noche el conjunto quemero.
Toranzo, Pussetto y Wanchope Ábila, en ese orden, sellaron el primer gol, un triángulo con delicadeza y precisión. Huracán soportó la presión, el asedio de Gimnasia, con la receta de los que entienden el juego. Ocupó mejor los espacios, comprendió cuándo defenderse y cómo derribar a una formación lanzada en ataque, con la brújula averiada. "Fuimos muy ordenados, tuvimos tranquilidad, supimos dónde lastimar y nunca nos desesperamos", explicó, con claridad, el goleador, que también puede disfrazarse de asistidor. Así fue el 2-0: pase de Ábila, gol de Pussetto. "Lo que más me gusta son los goles, pero también puedo asistir", aclaró.
Con la lanza, Gimnasia no frenó nunca el ímpetu. Actuó con los dedos en el enchufe todo el tiempo: fue, con el vértigo de los que están convencidos. Marcó el descuento Colazo y, por momentos, cerca estuvo de la igualdad. Pero su ambición no tiene criterio, juega como un lobo hambriento sin contención. La idea del ataque es interesante, siempre que sea respaldada por la eficacia y una línea de conducta del medio campo hacia atrás. Gimnasia actuó con las defensas bajas.
Y Alfaro, ex entrenador del Lobo que disfrutó de algunos aplausos en el comienzo del partido, entendió a la perfección el libreto. Y hasta transformó a Pussetto en un libre pensador por el carril derecho. Marca, juega y ataca. Así anotó el tercer gol, un premio al pizarrón. Y a la historia: después de 31 años, el Globo voló sobre el Bosque.
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