Oscar Bobb y Kevin De Bruyne, el chico nuevo y la leyenda, le dieron el triunfo a Manchester City

Tiene 20 años, es noruego, morocho de rulos, algo más de 1,70m y la desfachatez de un potrero de algún rincón de Rosario. Acepta el reto de un pase colosal de Kevin De Bruyne de 30 metros (señores, el crack belga está de vuelta), captura el balón en el área, toca la pelota de pie a pie y define, con suavidad, como en un partido de papi fútbol. Manchester City perdía 2-1 con Newcastle en la ciudad de los castillos y, por arte de magia, gana 3-2 en el descuento, con una joyita de la nueva joya de la Premier League. Hay que abrir bien grande los ojos para admirarlo: se llama Oscar Bobb.

Ingresa diez minutos antes, por un inexpresivo Jeremy Doku. Juega con la camiseta 52, como para pasar inadvertido. Cuatro partidos y un gol en el seleccionado que se despertó en el mundo del fútbol, luego de años de bellos deportes de invierno. Es, claro está, el equipo de Erling Haaland, compañero y confidente en ambas plataformas; ahora, lesionado. El pibe maravilla pisa el campo de juego y se divierte: toda una novedad en el esquemático fútbol moderno. Pep Guardiola lo cobija y celebra el gol como si se tratara (otra vez) de la final de la Champions League o el Mundial de Clubes. Como si fuera el padre.

Es extremo derecho, aunque la obra maestra la construye en el otro ángulo. Vale, dicen las páginas especializadas, unos 15 millones de euros, que parecen un vuelto en la alta competencia. Se apoya en una asistencia de antología del crack que vuelve de las sombras, que un rato antes define de billar en el gol del 2-2: también de lejos, apunta y dispara con una frialdad efervescente. El nuevo y el viejo: viva el fútbol.

Así, Manchester City remontó y ganó 3-2 en la cancha de Newcastle, este sábado en la 21ª jornada, gracias al regreso triunfal de su capitán Kevin De Bruyne, goleador y pasador decisivo cinco meses después de su último partido en la Premier League. Vigente triple campeón de la competición, el City jugó de maravillas, pero sufrió hasta el final. Y el pie “KDB”, de vuelta tras su lesión a principios de agosto, obró el milagro, cita la agencia AFP.

El mediapunta belga empató cinco minutos después de haber entrado y en el tiempo de descuento (90+1) envió un balón teledirigido al joven Oscar, que dejó helado al pintoresco St James Park.

Esta victoria ‘in extremis’, de nuevo sin el lesionado Erling Haaland, le permite a los Citizens situarse segundos. El equipo dirigido por Pep Guardiola se coloca a dos puntos del líder Liverpool (45). El único punto negativo del viaje del campeón de Europa a Newcastle fue la lesión del arquero brasileño Ederson, que se dañó al comienzo del partido cuando salió sobre los pies de Sean Longstaff. Fue sustituido por el alemán Stefan Ortega.

Fue la cuarta derrota consecutiva de Newcastle, lejos del equipo que se clasificó para la Champions la temporada pasada, quedando décimo a dos puntos de un trío formado por el Brighton, Chelsea y Manchester United. En un partido divertido, de ida y vuelta, había adelantado al City el portugués Bernando Silva, con un espectacular taco de media vuelta. Los locales fueron capaces de remontar en dos minutos con excelentes disparos de Alexander Isak y Anthony Gordon.

“Julián es muy humilde, se lleva bien con todos y es uno de los mejores jugadores del mundo. Va a ser un lindo partido contra Fluminense, tengo muchos amigos allí. No pienso en Boca... porque perdieron”, contó recientemente el chico noruego, antes de la final del Mundial de Clubes, en Arabia Saudita, ante una pregunta de un colega argentino. Y en un perfecto portugués, por la rama familiar de la madre. “El pequeño Messi”, le dicen en su país. Talento le sobra: Guardiola siguió cada uno de sus pasos en la academia de formación del City. Siempre tuvo una particular debilidad por el chico de Oslo, que siempre prefirió el balón futbolero por sobre la nieve y sus destrezas.

Causó asombro desde su debut contra Fulham, medio año atrás. Suscribía la página web oficial: “Un preciso control del balón, visión de juego y notable cambio de ritmo, el juvenil es capaz de romper cualquier defensa con un pase incisivo o por su capacidad regateadora...”.

Tiene origen africano paterno: exactamente, de Gambia. Pero se siente un noruego más, siempre arropado por el gran goleador mundial. “Es fantástico verlo. Se desarrolló mucho últimamente, se convirtió en un jugador completamente nuevo. Es rápido, es mucho mejor gambeteando y más seguro con el balón”, suscribe Haaland. El pibe maravilla, que aunque es zurdo le pega a la pelota con la misma destreza con ambos botines, devuelve la pared: “Hay mucho que puedo aprender de él dentro y fuera de la cancha. Me ayudó muchísimo desde que entré en el primer equipo. Aprender de Erling y de los otros jugadores que tenemos es algo que aprecio todos los días y me ayuda”.

Abdou Bobb es su padre, pero la relación duró un suspiro. Gunnes Turid es su madre. Fue criado en Oslo hasta los 10 años; cuando sus padres se divorciaron, su mamá, una actriz de cierto renombre en su país, tomó la custodia. Vive en Porto, de allí la facilidad del chiquilín al hablar en ese idioma y, además, la posibilidad del gigante de ese país de incorporarlo, pero las negociaciones no prosperaron. En Algarve, un pequeño paraíso portugués, tiró sus primeras gambetas.

Por diversos conflictos legales, no pudo permanecer en el fútbol portugués, donde tal vez hubiese deseado arrancar esta aventura. Y Manchester City, con un mundo de ojeadores de talento como ocurrió recientemente con el Diablito Echeverri, tomó nota de su nueva promesa casi cinco años atrás. Ahora, se cita con De Bruyne, el gigante que está de vuelta: a los 32 años, el muchacho criado en Drongen (Bélgica) retoma el pulso en el equipo que capitanea.

Cinco meses después de que se sometió a una cirugía en una lesión en el tendón, se desliza sobre el campo como en las viejas buenas épocas. “Lo extrañaba”, admitió De Bruyne. “Hay que tener voluntad, nada más. Fue una locura”, sostuvo. Un poco por el partido. Y otro poco, por su carrera. “Este equipo tiene hambre y quiere volver a ganar el título de la Premier League. Y Kevin de Bruyne es puro talento. No se trata de táctica, se trata de talento...”, ensaya una respuesta Guardiola, que lo extrañaba tanto, que lo dejó en el banco en las últimas semanas más de la cuenta para que tomara nota de su capacidad real. Y aquí está, de vuelta.

“Es una sensación increíble. El entrenador me dijo que entrara y anotara, así que afortunadamente pude... Es el sueño de toda la vida y hacerlo con el mejor equipo del mundo, no puedo describirlo”, contó el nuevo artista. “Me impresionó en la pretemporada. Hizo un gol fantástico, sobre todo, por el control”, tomó nota el catalán, en otra jornada caliente de Premier, de menos de cinco grados de temperatura.

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