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El milagro de San Lorenzo, campeón del Clausura '95: la historia secreta de la derrota con Vélez, 35.000 hinchas en Rosario y el “gol” decisivo de Biaggio
"Yo estoy esperando que en algún momento, en todos estos años, la pelota me pegue en la cabeza y que el gol sea mío (lanza una carcajada). ¡Que sea de verdad! Fue así: cuando el Gallego convierte el gol, el Bambino cree que lo hice yo. De hecho, voy a hablar enseguida con él, y estaba convencido de que fui yo, debe ser porque salgo adelante del Gallego en la foto, parece que el cabezazo es mío. El Bambino llora y me agradece. Ya le dije al Gallego que en un par de años, podemos trucar la foto y que el gol sea mío, porque el grito del Bambino es ‘¡Gracias Pampa! ¡Vamos Pampa! Y se abraza con Ortega Sánchez y con el doctor Gustavo Ríos".
Claudio Biaggio se emociona, 25 años después. El Pampa confirma la teoría: fue un milagro. San Lorenzo debía ganar en Arroyito, arropado por 35.000 hinchas. Gimnasia debía perder en su casa, atiborrada como nunca antes, contra Independiente. El gol de la Chancha Mazzoni, primero. El salto de Esteban González, después. Y las lágrimas del Bambino Veira como postal, al grito de "¡Pampa, Pampa!". Una equivocación maravillosa. Paulo Silas, el 10 con acento brasileño, de vez en cuando, recuerda esa escena. "Cuando el Gallego hizo el gol, después de mi tiro de esquina, el Bambino estuvo abrazado con Ortega Sánchez, delante del banco, como una hora… Me acuerdo que decía "vamos Pampa, vamos Pampa". Esa anécdota quedó para siempre. Cuando nos juntamos, nos reímos de eso", describe la intimidad.
Esta es la historia de un milagro. Un milagro que cumple 25 años.
La arenga del Bambino en la TV
El Bambino creía en lo imposible. Era un campeón en el arte de la motivación. La arenga en los días previos es el prólogo de la leyenda. "San Lorenzo se fue al descenso, volvió con mucho sacrificio a primera. No tenía estadio, ahora lo tiene y siempre digo que hay que tener fe, ilusión. Por eso, quiero que a Rosario vayan 30.000 personas, en familia, con alegría, con ilusión. Y si se da, se da", es el recurso público utilizado siete días antes.
¿Y cuál fue el mensaje en la intimidad? "Yo les dije a los jugadores en la semana que si ganábamos, íbamos a salir campeones, porque Independiente es un grande, con historia. Les dije: ‘prepárense bien, que ganamos en Rosario y somos campeones’. Lo único que no quería era que me dijeran nada de lo que pasaba en Gimnasia. En ese momento, ellos ganaban todos los partidos faltando un minuto…".
Cuando se viste de azulgrana, al veterano entrenador le brota la emoción. "Lo único que tenía que darle a San Lorenzo era eso. Habíamos salido subcampeón como 1000 veces, no podíamos salir campeón. ¿Lágrimas? No tengo más", se reía.
Sin el Viejo Gasómetro, una temporada en la antigua Primera B, 21 años sin dar la vuelta olímpica. El Ciclón vivía de la nostalgia de los buenos viejos tiempos. Hasta el 25 de junio de 1995, cuando se consagró campeón. Le ganó en una fría noche a Rosario Central por 1 a 0, con un cabezazo de Esteban González. Esa es la postal final. El prólogo tuvo sus contratiempos, para crear una inolvidable historia de dramatismo. A dos fechas de la definición, una sorpresiva caída ante Vélez por 1-0 (Turu Flores marcó el gol) dejó al Ciclón un punto por debajo de Gimnasia (3-1 sobre Argentinos). En la fecha siguiente, San Lorenzo venció a Lanús por 1-0 y el Lobo superó a Ferro, en Caballito, por el mismo resultado. En La Plata, el equipo que lideraban los mellizos Barros Schelotto recibía a un alicaído Independiente, mientras que San Lorenzo se instaló en Rosario, en la cancha de un club que tenía simpatía por el Ciclón. Al menos, entre los hinchas.
La dramática definición
La pantalla estaba a dos puntas. Carlos Timoteo Griguol les daba una cachetada a los jugadores al ingresar en el campo de juego. El Bosque era un festival de la ansiedad. El Bambino lucía el saco mostaza arremangado. Centro de Cagna, zurdazo de Mazzoni. Se grita en Arroyito. Netto patea un penal a la tribuna, luego de una supuesta infracción sobre el Diablo Monserrat. Córner de Silas, cabezazo del Gallego González, cruzado, inatajable, a los 33 minutos del segundo capítulo. El Bambino llora, se tapa la cara. Grita por el Pampa. Faltan algunos segundos para el último pitazo, una invasión sobre el campo de juego desata la efervescencia. Marcelo Tinelli, hoy presidente, es uno de ellos.
El Bambino, en andas, no para de llorar. Aplausos en la dignidad de la derrota en el Bosque, efervescencia al extremo en Rosario, con una marea azulgrana sobre el campo de juego. No se divisan a los héroes de pantalones cortos: parecen solo uno. San Lorenzo alcanza los 30 puntos, Gimnasia se estaciona en 29.
El Pampa fue el artillero del Ciclón con 9 tantos. Es el dueño del gol fantasma y parte de la historia más querible. "A 25 años de salir campeón, lo que conseguimos es cada día más grande. En ese momento, no me había dado cuenta de la dimensión, era el último partido del campeonato, teníamos que ganar y que perdiera Gimnasia, no era fácil… Nosotros le ganamos el partido anterior a Lanús y ahí es cuando el Bambino va al programa Fútbol de Primera y hace una arenga muy fuerte para el hincha de San Lorenzo. Teníamos que ganar sí o sí. En la ruta, en el micro, un día antes, era una locura de hinchas. Era algo atípico. Cuando llegamos al hotel, había cientos de hinchas. Y cuando fuimos al estadio, fue complicado, íbamos a paso de hombre. Había tanta gente ilusionada, que no debíamos defraudarlos. El estadio fue una fiesta, estaba llena a dos horas del partido", recuerda Biaggio, de 52 años, hoy técnico de Chacarita, con la emoción que traspasa la barrera del teléfono celular.
"Este campeonato tiene un valor mayor porque pasaron 21 años desde el último título. Para muchos, fue su primer campeonato. La gente nos agradece en la calle todavía hoy. Fuimos unos privilegiados. San Lorenzo salió campeón de la Libertadores, y eso es lo máximo, pero la gente nos tiene guardados a nosotros en el corazón. El cariño que nos tienen es único. Como los Matadores, en su momento", sostiene el Pampa, de no tan lejano paso como DT del Ciclón. Hoy lleva la pandemia con consejos virtuales vía Zoom para sus jugadores y se sostiene en la contención familiar, con Marita Escudero, las mellizas Julieta y Maiten (hijas de su mujer), con quienes comparte los días. A la distancia, extraña a sus tres hijos, Calu, Franco, Alexia.
La goleada sobre Huracán
Todavía se recuerda la voz entrecortada del Bambino: "No me preocupé cuando Netto erró el penal, este plantel se agranda en la adversidad. Y quedó demostrado. Este equipo tiene un gran amor propio. Fui campeón como jugador, como técnico, pero lo que viví en el ´95 fue algo histórico". Sus bromas, su intensidad. "El Gallego González me habrá dado entre 2000 y 3000 millones de besos, era un gran besuqueiro…", contó, alguna vez. "Cuando hice el gol, supe enseguida que era importante, que iba a quedar en la historia, porque hacía mucho que San Lorenzo no salía campeón. La gente me sigue reconociendo, me sigue dando amor, a pesar de todo y de los años que transcurrieron", cuenta González.
Oscar Ruggeri fue un símbolo. "Yo me levantaba todos los días muy temprano para estar con el Bambino, porque la pasábamos bien. Y fue clave: cuando perdimos con Vélez, y Gimnasia nos pasa, los jugadores estábamos muertos. Ese día dijimos: ‘perdimos el campeonato, chau’. ¿Gimnasia iba a perder en su cancha y nosotros ganar en Rosario? No lo creía nadie. Y así se dio. La gente se volvió loca, no podíamos llegar a la cancha, había como 40.000 hinchas en las calles", decía el Cabezón. Y el Pampa le cuenta a LA NACION el íntimo secreto de esa tarde en Liniers. Cuando una derrota se convierte en el impulso final.
"Es verdad. Termina el partido con Vélez, el día que perdemos cerca del final y entramos en el vestuario entregados. La cabeza gacha, bajoneados. Porque nosotros le habíamos ganado a Boca por 2 a 0 y lo dejamos en el camino. Si le ganábamos a Vélez, dependía de nosotros. Éramos punteros y de pronto, dependíamos de Gimnasia. No nos fuimos ni a bañar. Nos quedamos con los botines, las camisetas…, nadie levantaba la cabeza en el vestuario. El Bambino estaba hablando con Ameijenda (ayudante de campo) y Weber (preparador físico), y después de cinco minutos, empezó con una arenga inolvidable…
"Estaba a los gritos. Nos reanimó, nos levantó la cabeza. Nos dijo que estábamos haciendo una campaña bárbara, que debíamos ir por el milagro. Y nos dijo que si ganábamos los dos partidos que quedaban, íbamos a ser campeones. Así de clarito fue. Imaginate que si el líder del grupo hace esa arenga, ese empujón, nos cambió la cabeza. Nos bañamos y salimos como leones. Ni cantando ni eufóricos, pero si el Bambino decía que hay que salir campeón, ¡vamos a conseguirlo!…"
Oscar Passet, Rolando Escudero, Oscar Arévalo, Oscar Alfredo Ruggeri y Damián Manusovich; Roberto Monserrat, Fernando Galetto, Carlos Netto y Paulo Silas; Claudio Biaggio y Esteban González era una suerte de equipo de memoria. Passet dispuso de la valla menos vencida: sólo sufrió 12 goles. Y uno de los tantos más recordados fue el que anotó Esteban González en el último minuto frente a Belgrano, el día después del fallecimiento de su padre. "Gallego, querido, Boedo está contigo", le gritó por primera vez buena parte de la hinchada. "Con ese gol sentí que me metí en el corazón de los hinchas".
El gol del Gallego, el día de la muerte de su padre
Ruggeri, en Rosario, celebró solo. A su manera. "Ese día murió el profe Echeverría. Justo ese día. Termina el partido y me cuentan esa terrible noticia", contó. Ricardo Echeverría fue el preparador físico que acompañó a Carlos Bilardo en el Estudiantes campeón del Metropolitano 1982 y fue parte del campeón del mundo de 1986. Tenía 58 años.
La noche se hizo de día en un céntrico hotel de Rosario: no durmió nadie. "Muy poco, casi nada. Fue una fiesta interminable. En el hotel estaban Marcelo (Tinelli), el embajador de Estados Unidos (James Cheek)…, imagínate. Cuando pasa el tiempo, te das cuenta de lo que se logró. Fuimos a la tele, la audiencia de Tinelli explotaba en ese momento, después fue la caminata a Luján... 25 años, carajo".
A Biaggio se le quiebra la voz. El encierro ayuda a darle otra dimensión a la leyenda. El auténtico San Lorenzo de los milagros.
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