El mejor tributo fue del rival: Lanús ganó con la idea de Azconzábal

Mientras miles de personas creían que lo que estaban observando era sólo un partido insípido, chirle, de baja tensión, lo que estaba sucediendo en realidad era un entrenamiento budista, una preparación para el luminoso momento que se vivió en el final. Las enseñanzas de la vida son así: la oscuridad como introducción al súmmum. Minuto 44 del segundo tiempo, falta de Maxi Velázquez en la puerta del área y tiro libre para Atlético Tucumán. Frente a la pelota, José Luis Rodríguez. Dos años, un ascenso, una clasificación a la Libertadores y 73 partidos después, Juan Manuel Azconzábal calculaba que acaso ésa no era una mala escena para su final: empate a los 44 minutos en el estadio del campeón. El derechazo del Pulga Rodríguez fue al ángulo derecho, hermoso: el guante derecho de Monetti, también. En un momento auspiciado por Air Jordan, el arquero granate tuvo una atajada que en otro contexto -eliminatoria copera, clásico del Sur- ya sería inmortal. En el duelo de equipos argentinos que jugarán la Libertadores 2017 extra large, Lanús le ganó 1-0 a Atlético Tucumán.

El partido sólo había sido emocionante al principio. El equipo de Azconzábal había logrado anticipar a Marcone y a Herrera en algunas jugadas, lo que desató un mano a mano de Menéndez que tapó Monetti y dos tiros desde afuera con volantes que llegaron de frente y tenían tanto entusiasmo que colgaron los dos remates en el último escalón de la popular. Lanús se hizo de la pelota con Román Martínez, José Luis Gómez y Alejandro Silva, que se mandaron unas triangulaciones veloces y precisas pero sin jamás dar la vuelta, sin mover a la defensa tucumana, sin lograr nunca pisar el área con determinación. Hubo cuatro o cinco toques que si pasaban eran peligro seguro, pero eso jamás sucedió. Miguel Almirón y el Laucha Acosta quedaban del otro lado, Sand a veces ganaba y a veces perdía; otra enseñanza de vida: mientras Lanús quiso imponerse siendo sí mismo, lo logró con la idea rival. Entre Acosta, Pasquini y Almirón le bloquearon la salida a Di Plácido, robaron la pelota y salieron a volar. Sucedió tres veces, todas definidas por Silva. Hay lugares comunes que a veces son hermosos: la tercera fue gol.

Sibilante como su juego, el campeón argentino está ahora a dos puntos de los (hasta aquí) cuatro escoltas. Es apenas un dato, porque lo vital sucedió en otro lado: el abrazo grande que Guillermo Acosta, el capitán tucumano, le dio al renunciante Azconzábal cuando éste lo reemplazó, mientras toda una provincia se imaginaba que podía alistarse detrás.

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