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El mejor torneo de fútbol de Europa es el que no estás viendo (y que terminó por entusiasmar a los hinchas)
Detrás de la Champions League y la Europa League, la Conference League gana terreno
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AMSTERDAM.- En el transcurso del último año, partiendo de su casa a una hora al norte de Rotterdam, Remco Ravenhorst ha seguido a su equipo a las brillantes orillas del lago de Lucerna y a la extensión de hormigón de los suburbios de Berlín. Ha visto jugar a su amado Feyenoord en la adormecida ciudad sueca de Boras y en la hostilidad incendiaria de Belgrado (Serbia). Ha estado en Praga, dos veces. Viajó hasta Gjilan, en el extremo de Kosovo, aun sabiendo que las normas relacionadas con la pandemia le impedían entrar en el estadio.
Admitió que ha sido una empresa bastante cara. Se ha apoyado en gran medida en la comprensión de su empleador, aunque se salteó un viaje a Israel tras considerar que la cuarentena de dos semanas a su llegada era demasiado. Su compromiso resulta encomiable, sobre todo teniendo en cuenta que todo ha sido por una competición que incluso él pensaba que era una broma cuando se creó.
Cuando la UEFA, el organismo rector del fútbol europeo, anunció los detalles de su tercer torneo continental el pasado verano, Ravenhorst se mostró entre poco y nada impresionado. El evento, la Europa Conference League, parecía ofrecer una pálida imitación del fútbol europeo: todos los partidos, pero nada de la historia, el significado, el glamour o el atractivo.
“No me convencía”, afirma Ravenhorst, antiguo presidente de la Agrupación de Aficionados del Feyenoord. “Junto con la idea de la Superliga Europea y los cambios en la Champions League, parecía que sólo aumentaría la brecha entre las ligas más grandes y las más pequeñas. Parecía un paso más hacia una Superliga disfrazada”.
No fue el único que opinó así. Aunque Aleksander Ceferin, el presidente de la UEFA, había prometido que la competición haría que el fútbol europeo fuera “más inclusivo que nunca”, la bienvenida fue, como mucho, tibia.
Todo en contra
Las grandes ligas europeas lo consideraron una carga más, las organizaciones de jugadores temieron que aumentara el riesgo de agotamiento y los grupos de aficionados se quejaron de otro gasto más para los que querían seguir a sus equipos. El primer partido del Feyenoord en casa, contra el Drita de Kosovo, pareció confirmar todas las críticas. Bajo un sol radiante, De Kuip, el estadio del club en Rotterdam, apenas se llenó hasta la mitad.
Nueve meses después, sin embargo, Ravenhorst reconoce con cierta timidez que sus sentimientos han cambiado. No es el único. La semana pasada, cuando el Feyenoord recibió al Slavia de Praga en el partido de ida de los cuartos de final de la Liga de la Conferencia (el equipo checo consiguió un empate 3 a 3 con un gol en el minuto 95), De Kuip estaba lleno.
“La percepción ha cambiado totalmente”, dijo Ravenhorst. “Ahora hay una verdadera energía positiva. La gente sabe que tenemos una oportunidad real, y eso te da la sensación de que podrías tener este tipo de partidos más a menudo. No tienen por qué ser los mismos cuatro, cinco o seis equipos de las mismas cuatro, cinco o seis ligas”.
Antes del debut de la Conference League, eso es precisamente en lo que se había convertido el fútbol europeo. Desde 2013, sólo tres equipos de fuera de los principales mercados televisivos europeos –Inglaterra, España, Italia, Francia y Alemania– se han clasificado para los cuartos de final de la Champions League: dos equipos portugueses, Benfica y Porto, y, en 2019, el gran rival holandés del Feyenoord, Ajax.
La Europa League ha sido, tradicionalmente, un poco más diversa, pero en los últimos años también ha sido cada vez más vulnerable a la enorme ventaja financiera de la que gozan los equipos de las grandes ligas de Europa Occidental. Desde 2018, sólo un equipo de fuera de las cinco grandes ligas –el ucraniano Shakhtar Donetsk– se ha clasificado para las semifinales.
“Ahora hay un espacio muy pequeño para que los equipos fuera de los 20 mejores clubes del continente lleguen a las ruedas eliminatorias de las competiciones europeas”, dijo Kyriakos Kyriakos, miembro de la junta directiva del equipo griego PAOK, que quedó eliminado en los cuartos de final frente al Olympique de Marsella del argentino Jorge Sampaoli. “Para los equipos griegos, y para todos los campeonatos de nivel medio en Europa, la Conference League ha brindado esa oportunidad”.
La alineación de los cuartos de final inaugurales lo ilustra perfectamente. Inglaterra, Francia e Italia estuvieron representadas –a través del Leicester City, el Marsella y Roma–, pero también República Checa, Noruega y Grecia. Los holandeses tuvieron dos contendientes: Feyenoord y PSV Eindhoven.
En una época en la que los ejecutivos de los equipos más poderosos y de las ligas más ricas promueven compulsivamente la idea de que la clave del crecimiento del fútbol europeo reside en garantizar el mayor número posible de encuentros entre los superclubes del continente, la Conference League ofrece un paradigma diferente.
En muchos sentidos, ha sido una especie de retroceso al fútbol europeo tal y como era en lo que podría considerarse la era premoderna de este deporte, antes de la llegada de las etapas de grupos y los sorteos de cabezas de serie y de que se concediera a las grandes ligas la entrada automática de varios equipos en cada competición.
Para los aficionados que siguen la Conference League, la relativa falta de familiaridad de los equipos participantes no ha disminuido el torneo. Lo ha mejorado. Mientras que la Champions League parece una cinta de correr entre un puñado de ciudades, año tras año, su hermano menor tiene un aire de aventura. “Es bastante caro, pero los destinos son parte del atractivo”, dijo Ravenhorst. ¿Qué otra cosa, dijo, le atraería a Boras, Lucerna o Gjilan?
El atractivo, sin embargo, es más profundo que la mera posibilidad de viajar. “El nivel es alto, y los partidos son entre rivales más o menos iguales”, dijo Kyriakos. “A los aficionados les ha encantado. Las entradas para los partidos se han agotado”. Hace una semana, el partido entre Olympique y PAOK ofreció un gol de otro planeta que recorrió el mundo: el de Payet. Para ver una y mil veces.
Esto no sólo ha ocurrido en Grecia; incluso en Inglaterra, generalmente cínica ante cualquier idea percibida como novedosa, el Leicester City vendió todas las entradas para la visita del PSV la semana pasada. El PSV ya había hecho lo mismo para el partido de vuelta del jueves.
Esa paridad no se ha producido necesariamente a expensas de la calidad. Como señaló Ravenhorst, el grupo del Feyenoord, compuesto por el Slavia de Praga, el Union Berlin y el Maccabi Haifa, “parecía que podía estar en la Europa League”.
Lo más importante, quizás, es que los propios equipos se han volcado en el torneo. La visita del Roma al Bodo/Glimt en el partido de ida de los cuartos de final, se vio empañada por un altercado en el túnel entre un miembro del cuerpo técnico de José Mourinho y Kjetil Knutsen, el entrenador del equipo noruego. Bodo presentó un recurso ante la UEFA cuando ambos fueron castigados por la pelea.
Kyriakos, por su parte, anticipó una “noche increíble” en Toumba –el destartalado y bullicioso estadio del PAOK, catalogado como uno de los más intimidantes de Europa– para el partido de vuelta con el Marsella. El equipo griego debía ganar por dos goles para asegurarse el pase a semifinales. “Es una oportunidad de conseguir algo monumental en la historia de nuestro club”, dijo. No pudo ser: el Marsella volvió a ganar, ahora por 1-0.
A nadie le preocupa que la Conference League Europea haya surgido, completamente formada, de la imaginación de la UEFA hace apenas un año. Ya nadie ve los partidos como exhibiciones sin sentido; ¿cómo podrían serlo, cuando han llegado a significar tanto? Nadie se queja de la falta de historia o glamour, ya no.
“Soy un poco parcial”, dijo Ravenhorst la semana pasada mientras se preparaba para su segundo viaje a Praga esta temporada, “pero por supuesto que ahora me gusta la competición”. Su equipo, el Feyenoord, ya está en las semifinales tras la victoria por 3-1. Los otros que pasaron fueron Marsella, Roma y Leicester City.
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