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El gran elogio de Pep Guardiola a Julián Álvarez en un momento de caos en Manchester City
El delantero argentino y una situación especial antes de que el equipo inglés rompiera el maleficio en la Champions League
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Antes de cumplir 24 años y en un fútbol (mundo) resultadista, Julián Álvarez logró algo que está en el sueño de todo jugador sin importar colores ni banderas, casi que conquistó una utopía: ya ganó los trofeos más importantes que puede obtener un futbolista. Entre sus 15 vueltas olímpicas, el plato principal fue el campeonato del Mundo en Qatar 2022 con la selección, aunque la frutilla del postre la consiguió en diciembre de 2023, con el Mundial de Clubes ganado con Manchester City. En el global, ganó Copa Libertadores, Champions League, Copa América y los dos Mundiales, el de selecciones y el de clubes. Se destacó mucho su evolución como jugador, de aquel delantero que explotó cuando Marcelo Gallardo lo puso de 9 a su versatilidad táctica para adaptarse a cualquier función sin importar qué características de compañeros lo rodearan. Su humildad, nunca se le escuchó alguna declaración o gesto fuera de lugar. Sin embargo, hubo un “elogio invisible” de Pep Guardiola que también Julián Álvarez lo puede valorar como un trofeo. Un rubro en el que superó (en la consideración) a Foden, Haaland, Bernardo Silva y hasta Grealish.
El 19 de enero de 2023 Guardiola estaba en llamas. Incluso entendía el DT que era un momento bisagra para confirmar su continuidad o dar un paso al costado en Manchester City. La Champions League seguía esquiva, pero el punto era otro. Como nunca antes, lo que estaba bajo observación era la actitud de los jugadores. Es un entretiempo de un partido que Tottenham le gana al City 2-0. Pep les dice que ni siquiera son conscientes de la complacencia en la que han caído, y que esto es habitual en el deporte. En cuanto se llega a un determinado nivel aparecen los demonios de la complacencia. “Ya eres top mundial. Ya estás en la cumbre. Ya has logrado los objetivos. Estás feliz, has colmado el hambre. Y en ese preciso instante comienzan el estancamiento y el retroceso. En la cima del deporte solo te puedes mantener mediante la exigencia constante. Solo queriendo ir siempre un poco más lejos, con más energía, con más ímpetu. De lo contrario, retrocedes”.
No hace cambios en aquel entretiempo y deja a los jugadores solos en el vestuario antes de salir a jugar la segunda etapa. Manchester City da vuelta el partido y gana 4-2. En la conferencia de prensa pos partido estalla: “No reconozco a mi equipo. Antes tenían pasión y ganas de competir. Estamos lejos del equipo de las temporadas anteriores. ¿Crees que esta remontada se producirá siempre? No, no será así. Hoy tuvimos suerte. Estamos muy lejos de poder competir al más alto nivel. Lo digo hoy que hemos jugado bien y hemos ganado. O cambiamos de actitud o esta temporada no ganaremos nada. ¡Nos falta pasión! Tenemos un rival en el Arsenal que tiene fuego en las entrañas. Son dos décadas sin ganar la Premier League, ellos muerden y dejan la vida en cada pelota, en cada duelo del partido. A nosotros nos falta pasión, lucha, ganas y agallas… Estoy explicando la realidad. Todo es tan cómodo aquí… Pero los rivales no esperan. Si queremos ganar algo o competir, a base de quejas, quejas, quejas y quejas no tendremos ninguna posibilidad”. Ni Riyad Mahrez, la figura del partido, se salvó: “Mahrez. ¡Qué jugador! Antes del Mundial parecía estar de vacaciones. Ahora se ha dado cuenta. ¡Oh!. El Arsenal lleva dos décadas sin ganar la Premier. Nosotros hemos ganado cuatro ligas en cinco años y ahora vivimos en el confort. Es una tendencia humana cuando has ganado mucho, pero no lo acepto”.
La descripción corresponde al capítulo 17 de “Dios salve a Pep”, el tercer libro de la zaga de Martí Perarnau sobre el DT catalán. “Los jugadores quieren, se entrenan, tienen voluntad, pero son miles de detalles que nos faltan y que marcan diferencias. –prosiguió Guardiola- Y no es un solo jugador, son todos. O casi. En cambio, Arsenal lo hace todo bien, por eso es el líder. Somos un equipo “happy flowers”, todo lindo y bueno. Todo el mundo está cómodo aquí, los jugadores, los hinchas… Pero yo no quiero ser un happy flowers, le quiero ganar al Arsenal. Y si jugamos así, el Arsenal nos destruirá”.
Y acá es donde entra Julián Álvarez. El exRiver, que viene de ser titular este miércoles como centrodelantero en el 3-2-4-1 que planteó Guardiola en la goleada ante Aston Villa por 4-1, vio cómo Foden se llevó la pelota con su hat-trick y se fue con bronca porque pese a tener dos chances claras no pudo convertir), pero mantiene algo más valorado por un entrenador que el gol o la asistencia. El fuego sagrado. Se sigue esforzando y entrenando para ser cada día mejor y alejarse del confort como cuando iniciaba sus sueños en su pueblo Calchín.
Ese 19 de enero, en donde Guardiola disparaba para todos lados, le regaló a Julián Álvarez un elogio que no recibió ni Foden (aunque sea el mejor jugador de la Premier), ni Haaland (aunque sea el mejor delantero del mundo) ni Bernardo Silva (a quien elogia la polifuncionalidad y aprecia como un hijo) ni Grealish (con un sentido ofensivo-defensivo admirable) –todos sentimientos de Pep-. “Necesitamos la pasión de Julián Álvarez, la pasión de Rico Lewis, de Nathan Aké. La necesitamos. Pelean cada duelo individual, pelean cada pelota como si fuese la última de sus vidas. Esa es la actitud. Sin esa pasión no llegaremos a ningún lado”, dijo Guardiola. ¿Puede entenderse como algo normal? Quizás en Lewis o Aké sí. ¡Julián Álvarez venía de ser campeón del mundo con Messi y Cía. hacía apenas 32 días! Campeón del mundo y con un pleno de títulos más.
Guardiola, muy fan del ‘falso 9′, quería un centrodelantero hecho y derecho para romper el maleficio de la Champions League con el Manchester City. El club negoció por Julián Álvarez (alguien que ni en River ni en la selección de Lionel Scaloni había jugado solamente encasillado en esa posición) y por el noruego Haaland. “Es una maravilla –le contó Carles Planchart, uno de los entrenadores de confianza de Pep, a Perarnau el 4 de julio de 2022- Con Haaland y Julián Álvarez se cubre una faceta imprescindible: el gol. Hemos marcado una montaña de goles en los últimos dos años, pero nos ha faltado gol en momentos puntuales y decisivos. Haaland y Julián suman un perfil que no teníamos. Con ellos, Kalvin Phillips, un nuevo arquero más un lateral izquierdo, tendremos equipo para competir por todo”. Antes, Pep había querido a Harry Kane, un imposible.
Julián había llegado a Manchester en julio de 2022, junto con Erling Haaland y Stefan Ortega. Según reconoce Perarnau, su contratación fue un acierto de Joan Patsy, director de fútbol del City en Sudamérica. Álvarez había debutado en River en octubre de 2018 de la mano de Marcelo Gallardo y en 120 partidos había marcado 53 goles y aportado 31 asistencias. En limpio: había participado de manera directa en 84 tantos en 120 partidos. Una locura. Y ya sumaba 9 partidos en la selección argentina. Juan Manuel Lillo (integrante del cuerpo técnico de Pep) fue el principal aliado de Patsy. Entre ambos convencieron a Guardiola y Txiki Begiristain (manager del City). El primero que lo elogió tras cuatro semanas de entrenamiento fue un tal Bernardo Silva: “Es buenísimo”.
Álvarez logró marcas dentro de sus conquistas colectivas que pocos pueden presumir. Convirtió goles en cada una de las competencias que disputó con la camiseta de Manchester City (Premier League, Community Shield, Champions League, EFL Cup, FA Cup y Mundial de Clubes, siendo el único jugador del equipo en anotar en seis competencias diferentes en la última temporada). Algo similar logró en River, en el que hizo goles en cada torneo que jugó a excepción del Mundial de Clubes y la Copa de la Superliga (Liga Profesional/Superliga, Copa de la Liga Profesional/Copa Maradona, Libertadores, Copa Argentina y Trofeo de Campeones). Con la camiseta albiceleste, por su parte, hizo goles en amistosos, Eliminatorias y Mundial, pero no logró anotar en la Copa América ni en la Finalíssima, aunque sí levantó todos esos trofeos.
Álvarez en el último partido del City
Mientras tira paredes y se entiende con (o sin) Haaland y Lautaro Martínez, Foden, Bernardo Silva (en el City), Messi, Di María y Mac Allister (en la selección) y aporta goles y asistencias, es su fuego sagrado lo que lo mantiene en el más alto nivel. Si un jugador no se relajó apenas días después de ser campeón del mundo, sigue teniendo todo para ganar. Aunque antes de cumplir 24 años ya lo haya ganado todo.
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