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El gesto del chico de 12 años a Unsain también es fútbol: ¿cuánto vale un abrazo en tiempos de incendios y amenazas?
De los autos quemados en Aldosivi y las advertencias en Lanús, al mensaje de un joven al arquero de Defensa y Justicia tras la derrota ante Boca
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Sólo aquel que alguna vez perdió (o ganó) un partido en el último minuto sabe lo que se puede sentir. Si bien le tocó ser campeón y nadie duda de las condiciones de Ezequiel Unsain, ahí estaba el arquero de Defensa y Justicia: arrodillado, abatido, golpeando el césped, tratando de masticar la bronca por el gol de Luis Vázquez para el triunfo de Boca por 1-0 en Florencio Varela. De repente, un chico de 12 años se metió en el campo de juego y fue a abrazar a Unsain para consolarlo.
La jugada del partido fue el pase de Sebastián Villa para la definición del 9 xeneize, pero la jugada del destino fue ese abrazo del alma, esa postal que también tiene que ver con el fútbol, justo el Día de las Infancias. El protagonista fue Tiziano Carrizo, fanático del Halcón y de Unsain. ¿Cuánto puede hacer reflexionar ese gesto, en principio simple, en tiempos recientes donde la intolerancia, el castigo al error y las presiones generan amenazas (en algunos casos) y prenden fuego autos (como sucedió con Aldosivi), en otros?
Defensa y Justicia está en el puesto 23 de 28, el plantel ganador se disolvió con ventas y su entrenador, Sebastián Beccacece, avisó hace ya un par de meses que se irá cuando termine el campeonato. No es fácil mantener viva la llama del entusiasmo en cualquier proyecto deportivo cuando a un equipo le cuesta ver más allá del horizonte. Tampoco para cada individualidad como Unsain o Adonis Frías (que estuvo cerca de pasar a Boca y no se le dio) que sus compañeros se van, que el poderío futbolístico que tuvieron en algún momento quedó disminuido. Pero así está Defensa y Justicia, que hasta acá siempre logró reinventarse, en esta compleja etapa de transición hasta 2023: hasta hace poco, se había acostumbrado en poner en jaque a los más poderosos; incluso le ganó una final a Palmeiras (el cuco de Sudamérica). Hoy está más cerca de ser desdibujado por Barracas Central (el Guapo lo venció 3-1 en la fecha anterior) que de dar golpes sobre la mesa de River o Boca.
Daniel, el padre de Tiziano, explicó este lunes en Radio La Red: “Estábamos viendo el partido y mi hijo me dice que va al baño. A los minutos lo veo colgado en el alambrado y veo como salta al campo de juego y va corriendo a abrazar al arquero”, y explicó lo que le comentó Tiziano a Unsain: “Le dijo que era un arquerazo, que no se preocupe por el gol, que él siempre salvaba al equipo”.
Cada detalle cuenta para marcar un error, siempre hay alguien que cree hubiera encontrado una solución a lo que podía haber sido evitado (un gol en contra, una lesión). A Federico Apaolaza, de Arsenal, lo criticaron en las redes sociales porque de un lateral mal hecho suyo llegó el contraataque previo al gol que luego terminaría marcando Matías Pérez, de cabeza, para Lanús a los 95 minutos de juego en la Fortaleza Granate. ¿Cuántas cosas pasaron luego de ese lateral mal sacado y cuántas instancias tuvo Arsenal de, igual, defender esa pelota en la que terminó perdiendo?
El gol de Vázquez a Unsain
El fútbol argentino se volvió intolerante hace años. La vuelta de los descensos y el año del Mundial, lejos de apuntar la ilusión a Qatar, fomentan los nervios, las obligaciones “para ganar”, para “no descender”. En las últimas semanas, un hecho grave se vivió en el predio de Aldosivi, cuando hinchas incendiaron cinco autos de jugadores luego de la derrota con Godoy Cruz en Mendoza. Acto seguido, una pancarta en el estadio de Lanús: “Ganen o caminan”, decía el mensaje acompañado de una llama de fuego. Este lunes, otro joven le tiró desde un sector de la platea de Rosario Central una botella de agua a Emanuel Coronel, lateral derecho de Banfield. Le pegó en el pecho y, como el jugador se levantó, el partido siguió. La lluvia de proyectiles cayó luego sobre el banco de suplente de Claudio Vivas. No se trata del Gigante de Arroyito. No hay una sola cancha en donde el jugador hoy pueda sentirse seguro. Se juegue con o sin alambrados.
El debate periodístico, incluso hace poco, estaba puesto en si se podía volver a jugarse con visitantes en el fútbol argentino. La respuesta es no. Porque ni siquiera con locales solamente se puede garantizar la seguridad. En el año del Mundial, además, suele ser más común que se reabran internas en la lucha por las tribunas de cada club.
José Devecchi, arquero de Aldosivi, no se olvidó del hecho y lo remarcó luego del triunfo de Aldosivi por 3-2 ante Vélez: “Si pasa algo más que esto, ¿qué es? ¿Un compañero con un tiro en la cabeza?”, declaró en una entrevista a Radio 103.1. Y agregó: “Van a decir que ganamos porque nos quemaron los autos. Son así. Son cortitos de pensamiento. Es así y hay que decirlo, hay que hacerlo saber, porque me parece gente muy corta, muy pobre de mente, pero bueno, nos toca lidiar con esto a nosotros, lamentablemente”, enfatizó Devecchi.
Martín Cauteruccio, autor de dos goles para el 3-2 a Vélez, trató de sumar un mensaje para concientizar: “Quiero dejar un mensaje para la reflexión. No podemos vivir en esta locura. Todos estamos tratando de sacar esto adelante. Y hay cosas que sobrepasan. Queremos paz, que no pasen estas cosas”. Leandro Somoza, entrenador del Tiburón, había opinado: “Hoy fueron los autos, pero el día de mañana no sé qué vamos a decir. Estamos inmersos en esta locura y no nos damos cuenta, pero recibimos llamados de amigos y familiares y ahí caemos al miedo de cuándo sucederá algo más”.
Muchos hinchas se creen con carta libre para actuar en el fútbol como si fuera un consultorio “para descargar todas las frustraciones” de la vida cotidiana y porque se puede permitir todo menos “un descenso”. Los que están dentro del fútbol muchas veces no escapan de la floja capacidad para gestionar en pos de un fútbol mejor. Las últimas postales de Independiente están lejos de su gloriosa historia. Tampoco hay que detenerse solo en el Rojo. Dirigentes que actúan como hinchas; se les da valoraciones a personajes que ni siquiera son directores técnicos para el puesto de DT; dirigentes a cargo del departamento de fútbol le restan importancia al rol del entrenador “porque lo más importante son los jugadores” y se puede salir campeón con las arengas de aquellos que supieron “ganar todo”.
En plena pandemia, por julio de 2020, en una entrevista con LA NACION, Unsain reconocía historias de su niñez que lo habían forjado a lograr ser el arquero de hoy: José Luis, su papá, es camionero y siempre fue fanático del fútbol. Fue arquero, al menos, hasta la adolescencia. Al costado de su casa, en Villa Alcaraz, un pueblo de Entre Ríos, había un terreno que les servía para entrenarse. El arco estaba rodeado de bosta de caballo. Su papá le enseñaba que “tenía que atacar la pelota”, para no caer encima de los desechos. Ezequiel era pequeño y más de una vez, cayó donde no debía. Llegaba a casa envuelto en llanto. “Era muy frustrante que no te salieran las cosas. Eran entrenamientos que a mí me sirvieron, pero no me imagino aplicándoselo hoy a mis hijos. Otro ejemplo: me llevaba al arco del club (Unión Fútbol Club) en donde me daba el sol de frente, para hacer el juego aéreo y que el sol me pegara en los ojos… No veía la pelota. Yo era un calentón, me enojaba, lloraba. Era una carga mental muy grande, pero me dio resultados. Parte de la personalidad que forjé, se basa en esa época. Mi mamá (Silvana) discutía con mi papá por esas cuestiones…”.
En la nota realizada por Ariel Ruya, Unsain completaba el concepto: “Reconozco que en su momento lo sufrí, era muy chico, pero hoy lo valoro. De todas maneras, hoy en día hay que ser muy cuidadoso con ese tipo de cosas, porque la sociedad cambió, en beneficio de muchas situaciones. Y quizás, estas situaciones, en este momento, se contextualizan de otra manera. Te repito: no se lo aplicaría a mis hijos, pero en su momento, me sirvió”.
De aquel Unsain joven a otro niño. Ya todo el club estaba buscando a Tiziano, hasta el club Defensa y Justicia lo puso en sus redes sociales intentando localizarlo. Cuando el chico de 12 años de la imagen viral se reencontró con su padre en la zona de vestuarios del estadio le dijo: “Papá, cumplí mi sueño”. En una sociedad que sólo valora al que gana, que sólo parece felicitar al campeón, también puede haber un abrazo que contenga al que pierde. Eso también es fútbol en estado puro. Al menos, es lo que nos puede recordar un chico de 12 años.
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