El futuro de la selección: Sampaoli tiene ganas de subirse al tren que debió dejar pasar en agosto

Hasta hace unos días, Jorge Sampaoli estaba convencido de que Edgardo Bauza seguiría en el seleccionado e iría a Rusia, porque no cree que este mal momento del equipo se agrave tanto como para quedar al margen del Mundial. Por eso, estimaba como algo lógico que nadie de la AFA se hubiera contactado con él, y públicamente dijo ayer, un tanto incómodo, que le “parecía algo injusto hablar de posibles cambios de técnico en la selección”.

Las informaciones periodísticas de las últimas horas surgidas desde Buenos Aires y las preguntas sobre el tema que le hicieron en la conferencia de prensa de ayer, previa al partido de esta mañana entre Sevilla y Sporting Gijón, alertaron a Sampaoli de que su especulación sobre la continuidad del Patón había quedado desactualizada. Desbordada por acontecimientos que también dejaron en sepia la declaración “estamos vivos” que hizo Bauza minutos después de la derrota ante Bolivia en La Paz. El nuevo escenario es que la flamante AFA buscará esta semana la salida menos sangrante para Bauza, pero salida al fin, inevitable.

El almanaque se retrotrae a agosto de 2016 para Sampaoli: vuelve a ser candidato para dirigir al seleccionado, aunque en un contexto más favorable para salir de Sevilla, donde tiene contrato hasta junio de 2018. El nacido en Casilda coloca la posibilidad de dirigir a Lionel Messi y compañía como algo más importante que una realización profesional y deportiva. “Es algo fundamental para mi vida”, le comentó a sus íntimos.

Cuando atienda el llamado o reciba a un interlocutor de la AFA con una propuesta, Sampaoli lo hará con la convicción de que a su país no puede decirle que no. Es consciente de que la traba económica para el fútbol argentino ahora es menor a la de hace ocho meses. De aquellos € 8 millones que por entonces hacían falta para pagar la cláusula de rescisión con el club andaluz, en la actualidad son necesarios € 1,5 millones. Y en una AFA que recibirá dinero fresco por el nuevo contrato televisivo, las conversaciones podrían fluir de manera más positiva.

Igual, si de dinero se trata, Sampaoli asume que quedándose en Europa tendrá una cuenta bancaria más abultada que siendo huésped del predio de Ezeiza. Sevilla pretende extender el vínculo por una temporada más, hasta 2019, pero el entrenador dilató las conversaciones porque le arrimaron un par de ofrecimientos que evaluó como seductores: Arsenal, donde es eterno el debate sobre la conveniencia de mantener a Arsene Wenger, y Paris Saint Germain, en el que podría darse la paradoja de reemplazar a quien ya sustituyó en Sevilla, Unai Emery. Al margen ya quedó la alternativa de Barcelona, que lo descartó como sustituto de Luis Enrique. Uno de los sueños de Sampaoli es dirigir a Lionel Messi, a quien trató personalmente por primera vez en enero de 2016, en Zurich, durante la entrega de los premios de la FIFA. Y si le dan a elegir, siempre preferirá entrenarlo vestido de celeste y blanco antes que de blaugrana.

Ninguna de las propuestas de los clubes, atractivas desde lo deportivo y pecuniario, compite sentimentalmente para Sampaoli con la de asumir en el seleccionado. Tampoco quiere que lo emocional se transforme en su punto débil, que lo lleve a ser condescendiente con la crisis y desmanejos que signaron últimamente a la AFA. “Si no se cambia la imagen, es imposible estar”, se le escuchó con relación a las vicisitudes por las que atravesaron Martino y Bauza.

En los últimos tiempos le surgieron enemigos. Carlos Bilardo, Claudio Borghi y Ricardo Caruso Lombardi le cuestionaron ciertas conductas fuera de las canchas, como la de mantener contactos reservados con clubes para ofrecer sus servicios y con jugadores referentes para posicionarse dentro de un plantel. No piensa en entrar en polémicas públicas con ninguno de ellos. Aplicará la máxima que le da título a su libro autobiográfico: “No escucho y sigo”.

Diego Simeone, Mauricio Pochettino y Marcelo Gallardo tienen prioridades entre las que por ahora no está el seleccionado. Muy a su pesar, Sampaoli debió dejar pasar el tren en agosto pasado. Sus ganas son las mismas para subirse ahora.

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