El factor humano: el día que Alejandro Sabella hizo un búnker en su casa para los inundados de La Plata

La tormenta que acechó a La Plata durante el 2 de abril de 2013 produjo marcas imborrables en el pueblo platense. El número de víctimas fatales, los desaparecidos, las trágicas historias mínimas en cada rincón de la ciudad y las pérdidas económicas dejaron a los vecinos en una situación de tristeza, impotencia y bronca. Fue una lluvia fatal que devastó a la ciudad. Cayeron 392 milímetros en un día. Con el pico de 225 milímetros entre las 17 y las 19 de la trágica jornada. Números que grafican una caída de agua sin precedentes.

Como consecuencia del fuerte temporal, la ciudad se movilizó con diferentes gestos solidarios. La ayuda llegó desde diversos puntos del país, pero también aparecieron los vecinos platenses que dieron una mano. Entre ellos surgieron dos hombres de estirpe Pincha: Juan Sebastián Verón y, sobre todo, Alejandro Sabella. Ambos formaron parte de una muestra gratificante del poder de la solidaridad. Sin intereses de por medio y con el simple objetivo de ayudar al prójimo. Pachorra abrió las puertas de su casa para colaborar, junto a su esposa, con los damnificados. Una pintura que lo dibuja de cuerpo entero. En ese entonces, tenía una obligación mayúscula: era el técnico de la selección. Sin embargo, el equipo nacional quedó a un costado: otras cosas eran más importantes.

Pachorra suspendió su actividad laboral y, codo a codo con su familia, preparó comida y hospedó a los damnificados que se acercaban a la puerta. Eligió Tolosa por encima de Ezeiza.

A La Bruja, primero jugador y luego presidente de Estudiantes, tras manifestar cierto descontento con el gobierno platense de aquel entonces, se lo pudo ver en un gomón, rescatando gente que estaba atrapada por el agua en las casas. "Fuimos a sacar con mi primo a gente que tenía agua en sus hogares y no podían salir, nos metimos con un gomón y sacamos cuatro chicas y dos muchachos", contó el futbolista. Y agregó: "A los que vivimos en la ciudad nos afectó la tormenta de manera directa e indirecta, por lo que tratamos de estar y, obvio, ayudar". Fue una situación que unió a La Plata, sin distinción de colores.

Por aquel entonces, hubo otras historias mínimas. Como la de Facundo Sanseverino, un juvenil de Gimnasia, no se quiso perder su primera citación al plantel profesional e hizo lo imposible para salir nadando de una casa que llegó a tener casi dos metros de agua. El joven durmió en el techo y salió nadando, hasta que a un par de cuadras de su casa se tomó un taxi para ir al complejo de Estancia Chica, donde se entrena el Lobo.

Mientras, en la calle 4, entre 530 y 531, un hogar se convirtió en un centro de asistencia para las víctimas. Fue en silencio, sin prensa, sin fotos. El dueño de la casa suspendió su actividad laboral y, codo a codo con su familia, preparó comida y hospedó a los damnificados que se acercaban a la puerta. Sabella fue quien eligió Tolosa por encima de Ezeiza y se quedó a dar una mano en donde más lo necesitaban. En uno de los barrios más castigados por la intensa precipitación, su casa, de dos plantas, no sufrió daños de gravedad en comparación con las de otros vecinos, por lo que abrió la puerta de par en par y extendió su mano para rescatar a quienes más sufrían. Todo sin la intención de que su gesto se conociera, por lo que pidió que no se acercaran periodistas ni se tomaran fotografías. Aunque la información terminó trascendiendo por varios medios platenses y, tiempo más tarde, fue confirmada desde su entorno.

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