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El equipo que mató a la furia
Cuatro goles contra Italia cambiaron la historia. Hace cuatro años. El 0 a 0 por los cuartos de final de la Eurocopa Austria-Suiza 2008 obligó a desempatar en los tiros desde el punto del penal. Iker Casillas atajó los remates de De Rossi y Di Natale. Y Cesc Fábregas acertó el decisivo. En las semifinales, liquidó 3 a 0 a Rusia. En la final, derrotó a Alemania con un gol de Niño Torres. Se consagró campeona de un torneo grande después de 44 años (la Euro de 1964 como local).
Nadie puede saber todo lo que habría ocurrido si la Roja, aún dirigida por Luis Aragonés, hubiera perdido aquella serie de penales contra los italianos. Seguramente muchos se habrían replanteado la manera de jugar. Porque, tras el fracaso del Mundial 2006 (derrota en octavos contra Francia, cortesía de Monsieur Zidane), Aragonés eligió insistir en la fórmula del toque. Siguió confiando en los llamados "jugones": Xavi, Iniesta, Fábregas, Silva. Una derrota más habría sido difícil de tolerar para el fútbol español, en ese momento desesperado por un triunfo grande. Con ese liberador título, confirmó que podía ganar de esa manera, pasándose la pelota entre compañeros sin apelar al juego directo de pelotazo, choque, rebote y segunda acción. La Eurocopa 2008 mató a la Furia. Este estilo convive con la sospecha permanente de "lindo pero inefectivo" o "mucho tiki-tiki pero al final nunca ganan nada".
Las otras formas, todas respetables si son reglamentarias, no cargan con semejante exigencia. Recordemos que el mejor Barcelona aún no había aparecido en junio de 2008. Pep Guardiola asumió su cargo de entrenador en Barça un mes más tarde de aquella conquista. El título no sólo convenció a los hinchas, sino también, y mucho más importante, a los propios futbolistas. Casillas, Puyol, Ramos, Xavi, Iniesta, Cesc, Xabi Alonso, Villa, Silva y Torres conformaron el núcleo del campeón junto con Marchena, Marcos Senna y Capdevila. Se fue Aragonés y llegó ese admirable administrador de egos llamado Vicente del Bosque. Ya se había ganado ese reconocimiento en el Real Madrid galáctico 2002-2003. Estaban Raúl, Roberto Carlos, Zidane, Figo y Ronaldo. Salió campeón, pero Florentino Pérez lo echó porque quería a un técnico de perfil alto. Contrató al portugués Carlos Queiroz. El club estuvo cuatro años sin festejar la Liga.
Como bien lo define el escritor David Trueba, Del Bosque es el paciente irrompible. Nunca una polémica, nunca un gesto demagógico, nunca una declaración fuera de lugar. Siempre un paso atrás de los futbolistas, concediéndoles el protagonismo. Hoy es el primer entrenador que ha logrado la Champions League, el Mundial y la Eurocopa. España llegó a esta Euro de Ucrania y Polonia como campeón del mundo y defensor del título. Solamente Alemania Occidental en 1976 había estado en el mismo lugar, pero no pudo conseguir la Triple Corona. Cayó en los penales frente a Checoslovaquia con la creación de Panenka, quien la picó en el último remate. Debería cobrar regalías de patente. Loco Abreu, Zidane, Riquelme. En esta Euro, Sergio Ramos ante Portugal y Pirlo contra Inglaterra. Pirlo. ¡Te quiero Andrea! Verlo en la cancha te hace amarlo aún más. Fascina lo simple que juega, cómo se mueve para desmarcarse y recibir siempre solo. Sabe lo que hará con la pelota antes de recibirla. No sólo contagia a sus compañeros. Lo ves jugar y enseguida deseas meterte en cualquier picado para intentar copiarlo en un pase aunque sea. Pensamiento y dinámica.
El cambio del seleccionado italiano nace con la decisión del entrenador Prandelli de darle la conducción del equipo a él. Pero Pirlo no pudo influir en la final de Kiev. En un ejercicio defensivo ejemplar, España lo borró del partido. En la primera posesión de balón, Xavi Hernández le mandó el mensaje: "Hoy vos no vas a jugar". Si se tiraba muy atrás, a la altura de los propios centrales, lo vigilaba Fábregas. Si se recostaba sobre la izquierda, Silva. Xavi hizo el trabajo más intenso porque lo custodiaba en la zona del círculo central. El 21 italiano se rindió cuando la lesión de Thiago Motta dejó a su equipo con diez. Sus lágrimas eran las de un tipo que no sabe si tendrá otra oportunidad de estar en ese lugar. Siempre hubo uno de rojo bien cerca suyo. No fue tarea unipersonal, sino una responsabilidad colectiva.
Defender bien es un arte y España lo practica mejor que todos. Se necesita rigor táctico, talento individual, concentración y... la pelota. No existe mejor fundamento defensivo que la posesión del balón. Esa es la principal razón por la cual presenta una asombrosa estadística: el último gol recibido en duelos de mano a mano en grandes competiciones data de 2006. Zidane en los octavos del Mundial de Alemania. La serie comenzó con aquel clave duelo ante Italia por los cuartos de la Euro 2008 y lleva diez encuentros consecutivos, sumados los de Sudáfrica 2010 (4) y la Euro 2012 (3).
Y cuando el rival logra superar ese combo cobertura de espacios/tenencia de pelota, aparece Iker Casillas. Siempre te salva. Ataja esa pelota que hubiera cambiado el curso del partido. En un reportaje concedido al diario El País, el capitán definió a este grupo de cracks inteligentes: "Somos como el Tetris, las piezas encajan perfectamente... Hay un vínculo más personal y de amistad. Nos queremos mucho". A pura charla, Casillas y Xavi hicieron mucho para que este grupo no se rompiera luego de las batallas de Barcelona y Real Madrid en 2011. Aquellos partidos habían deteriorado relaciones, como la de Piqué y Ramos. Un año después, ambos formaron la mejor pareja de centrales de la Eurocopa.
"Aburre ver a España", dijo Philipp Lahm, el lateral de Alemania. "España es una selección con mucho amor a la que le falta sexo", provocó Bixente Lizarazu, campeón del mundo con Francia en 1998. En la final, tuvieron exactamente lo que querían. Diez minutos tardó España en ofrecer su primera secuencia de toques. Terminó con pared Fábregas-Xavi y remate desviado. A los grandes campeones no hay que hacerlos enojar. Porque reaccionan con ese espíritu competitivo y esa sabiduría de quien estuvo ahí antes. El campeón nunca se olvida ni dónde ni cómo llegó. Por eso ofrece su mejor versión en el partido más importante del campeonato. "Me siento disconforme con lo que hice hasta acá", había dicho Xavi antes de la final. ¿Qué hizo en el juego decisivo? La rompió toda. Se comió al gran Pirlo y, como si eso fuera poco, metió dos pases gol marca registrada.
Arbeloa bloqueó su lateral. Los centrales neutralizaron a Cassano y a Balotelli. Jordi Alba ventiló el juego por la izquierda, llegó profundo y dejó su sello en el resultado. Xavi Alonso no paró de limpiar el juego con cambios de frente. Busquets asombró con su concentración para estar pendiente de cuándo el equipo pudiera perder la pelota y ganó por anticipación. Silva fue un incordio para los defensores e interpretó el concepto de que llegar es mejor que estar. Fábregas desorientó a todos los azules con su permanente movimiento como falso nueve. Iniesta... fue Iniesta, y eso basta para referirse a su participación estelar. Torres y Mata entraron, facturaron y figuran en los libros como campeones de Champions y Euro en la misma temporada.
Mientras ya aburre discutirla, España no se aburre de ganar sin renunciar a su idea de juego. Triple Corona, única. 4-0, la diferencia más grande en una final de gran torneo. Silva, con desborde y centro atrás de Cesc. Jordi Alba, puñalada de Xavi. Torres, otra vez pase de Xavi. Mata, gentileza de Torres. Todos pases a la red con elaboración artesanal. Ya era el mejor del mundo. Ahora es uno de los grandes de todos los tiempos. Cuatro golazos a Italia cambiaron la historia.
jpvarsky@lanacion.com.ar
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