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El DT récord de la UBA que colaboró con Marcelo Bielsa y cuenta sus "locuras" universitarias
Mientras va caminando de la cancha 6 a la 7, piensa en aquellos años donde los estudiantes de la UBA apenas tenían un vestuario de madera y techo de chapa y se alquilaban las canchas de Liniers, Lamadrid y del club Arquitectura para poder jugar. En los miles de jugadores que pasaron por sus indicaciones, en la satisfacción que le da haber sido uno de los fundadores del torneo Abierto, el que se creó en 1967 y hasta el día de hoy sigue albergando un sinfín de ilusiones, de chicos y grandes (ya recibidos) que se juntan los sábados y los domingos en Ciudad Universitaria para celebrar un encuentro de fútbol y amistad. El director técnico récord, que ahora lleva 56 años dirigiendo de manera ininterrumpida, acababa de perder un campeonato, pero -como buen ganador-, recorre esos metros para felicitar y darle un apretón de manos al técnico campeón de Pura FT2. Corría el año 2010, el torneo de 2009 que terminó a fines de marzo del año siguiente por problemas de calendario. Es un gesto que lo enaltece. Porque Alberto Casasco, que hoy tiene 74 años, es un DT respetado en todo el ambiente universitario. Con su equipo, Cuaco, conquistó seis títulos (1976, 1977, 1981, 1988, 1990 y 2003). Arquitecto, estuvo en las inferiores de Argentinos Juniors, pero –como Marcelo Bielsa- sus mayores alegrías las iba a tener como DT. Justo con el actual conductor de Leeds los unen historias y tiempos compartidos en la UBA, cuando el Loco fue entrenador de la selección de la Universidad, en 1982.
"En aquellos años, en la década del 60, era todo fatto in casa. Había una persona que se encargaba de entregar los candados del vestuario, de tener una especie de barcito y había una señora que lavaba las camisetas. Cuando los lunes se pasaba por acá se veían las camisetas colgadas adelante, en lo de Don Campos, que manejaba la parte del vestuario", rememora Alberto y agrega que es el único que perdura en la UBA de aquel grupo de ocho muchachos que se organizaron para darle curso al torneo Abierto de alumnos de la facultad: "Es que los equipos fueron desapareciendo o se fueron a otros torneos, pero sí quedan hijos o nietos de aquellos compañeros". Casasco empezó con un equipo de Arquitectura en 1963, fue pasando por distintos puestos ("donde el equipo lo necesitara") y era un experto pateando penales: "Lo hacía muy bien, a lo Ortigoza; y te diría que mejor, jaja".
-¿Cómo nace su relación con Bielsa y por qué destaca como tan importante la llegada de él a la UBA?
-Bielsa marca un antes y un después en la UBA. Fue importante. Estuvo entre el 82, 83. Tendría 27 años cuando Bielsa vino, había jugado en Newell’s 5 o 6 partidos solos en primera y le gustaba con locura en deporte, pero en particular el fútbol. Ya era profesor de educación física y estaba terminando el curso de DT. Lo nombran director del departamento de Deportes. Él quería organizar las cosas en el departamento, pero además deseaba dirigir. Entonces se dedica a armar la selección de la universidad, pero en serio, con un sistema de entrenamientos rigurosos. Y yo colaboro con él, en la formación de una liga inter-instituciones, porque él logró que autoricen a la UBA a competir contra equipos que no eran universitarios. Era para que el equipo sea más competitivo, para elevar el nivel. Y eso subió el nivel de la selección. Yo en ese momento estaba como DT de la selección de graduados de la UBA.
-Y activaron torneos.
-Nos ocupamos de mandar invitaciones y apareció la gente de Hacoaj y Maccabi, también de GEBA; River, a través de un equipo Rufino, una especie de filial; la cervecería Quilmes… Se armó una liga de 14 equipos competitivos y ¿Bielsa qué hizo? Para Semana Santa, por ejemplo, armó un campeonato relámpago en el que vino la tercera de Ferro para jugar con la selección de la UBA, graduados y GEBA, y en Ferro me acuerdo que jugaban (dirigidos por Timoteo Griguol) el arquero Basigalup, Fantaguzzi, el Gallego González, Giménez -un 10 que jugaba bárbaro-, Claudio Crocco, que era contador y cuando dejó de jugar en Ferro se unió al torneo de la UBA. Bielsa llevó a que se juegue en otro nivel en la universidad. A partir de ahí, la UBA empezó a tener equipos representativos. Y todo creció hasta el día de hoy, porque hoy hasta el fútbol femenino creció, con un equipo con el nombre de Defensores de Belgrano que juegan en el torneo de la AFA. Son chicas de la UBA.
Casasco no es de esos entrenadores que se la pasan gritando o gesticulando al lado de la línea de cal. Los pensamientos van por dentro. Da alguna indicación, pero suele esperar a los intervalos para corregir conceptos. "Mi primer equipo como DT fue Cuaco y después la selección de alumnos recibidos de la UBA. Y cuando se fue Bielsa estuve dirigiendo a la Universidad dos años; después de Bielsa, veía que en la UBA se estaban haciendo un poco mal las cosas y por eso acepté ser el DT de la selección de la Universidad. Me gusta leer sobre fútbol y estar en contacto con el deporte", explica Casasco, que a lo largo de la charla con LA NACION contará más historias sobre Bielsa en la UBA.
Su primera alegría como DT fue el ascenso de la "B" a la "A" en 1969, el año que empezó a haber dos categorías en la UBA: "El mejor equipo nuestro en Cuaco se empieza a armar en el 71, 72, también con la camada de gente de Arquitectura. En el 75/76, con Ricardo, el padre de Jorge Rinaldi (exjugador de Boca y San Lorenzo, entre otros), que era preparador físico y DT, y muy buen tipo además, junto con él y Chiariglioni, en los Bananas, y yo, nos hicimos cargo de la organización de los torneos, llevando la tabla de posiciones y armando un tribunal de disciplina", cuenta Alberto y agrega: "El del 77 fue un torneo impresionante: se jugó uno solo con 130 equipos divididos en 6 zonas. Fue especial haber ganado ese torneo con Cuaco". Tres equipos dominan el historial de títulos del torneo Abierto de la UBA: Azurra, que salió tres veces seguidas, Banana y Cuaco, que jugó muchos años con una camiseta violeta y blanca y ahora recuperó sus primeros colores, el azul y blanco.
"El primer partido con Cuaco lo dirigí hace 56 años; el 9 de julio del 63, éramos todos estudiantes de arquitectura. Se llegó a competir en muy buen nivel", recuerda Casasco, que también le da crédito en la conformación del equipo a Luis "Polo" Marcilli: "Un amigo, un hermano. Todos comenzamos estudiando, nos recibimos de arquitectos, egresamos en el 63 y se dio así, estábamos comprometidos con las dos cosas: el estudio y el fútbol", sostiene Casasco, cuyo amor por el fútbol nació a los cinco años, en Villa del Parque, jugando como arquero en el Baby fútbol del Club Parque, Kimberley y Racing.
Se dieron una serie de situaciones para que se involucre en la organización del fútbol de la UBA. "Tenía muchas ganas de jugar y en Arquitectura conozco a Luisito Arano, que jugaba en las inferiores en Argentinos Juniors y me insistía para armar un equipo. En aquel momento en la UBA había dos canchas nada más, pero el objetivo era jugar". Y se emociona con el relato de un amigo que ya no está, pero que también lo destaca como clave en esa insistencia para que organice partidos: "Yo conocía Jorge Roitman, un tipo excepcional, médico, con el que jugaba al fútbol en el barrio, vivía a dos cuadras de mi casa; él estaba en la selección de Hacoaj y me dijo: "Armá un equipo y venite. Pero armá un equipo fuerte porque acá jugamos en serio".
"Fuimos a jugar en el Tigre y perdimos 6 a 3, pero el partido fue parejo, nos ganaron sobre el final y ya se notaba que teníamos algunos buenos jugadores. En ese equipo de Hacoaj estaba Brailovsky, que después jugó profesionalmente. Roitman, pobre, fue uno de los desaparecidos en la etapa de la dictadura, decían que era comunista. Lo que hacía Jorge era tener un tremendo amor por la gente, trabajaba en los hospitales hasta las tres de la tarde y de ahí se iba a las villas del Bajo Flores y atendía a la gente hasta las ocho, nueve de la noche. Él fue uno de los que me acercó la idea de involucrarme en los armados de los equipos, también quería que lo ayude a amar uno con Medicina. Es que, en aquel momento, se jugaba en Ciudad Universitaria sólo el Interfacultades, sólo había 7 equipos. El departamento de Deportes de la UBA estaba en la calle Azcuénaga 280 y estaba a cargo el señor Pantano, un mendocino, que le gustaba mucho el deporte. En el 63 lo conocimos a él y le propusimos hacer un torneo Abierto. Después de mucho esfuerzo, en el 67 se hizo el primer campeonato Abierto de la UBA: tuvo 32 equipos y se jugó en formato Mundial, con zonas de 4".
"Cuaco" era arquitectura, "Banana" correspondía a Ingeniería; en "Misión Imposible" jugaban los médicos: "Era así, también estaba Odontología; "Camoatino" era Ciencias Económicas; era un grupo de 7 u 8 delegados, pero con Chiariglioni, que es ingeniero, éramos los que más encima estábamos para insistir y fogoneando con armar el torneo Abierto".
-¿Ganar a nivel amateur, que significa?
-Más que ganar era el cumplir, el estar, el pertenecer a un grupo. El saber que todos iban a estar y que iban a venir con ganas para jugar y representar al equipo. Porque uno postergaba cosas para jugar, una reunión con la familia, si te tocaba domingo; o algún estudio o salida si te tocaba el sábado. Estamos hablando de campeonatos de 26 partidos, 40 al año si contamos los amistosos. El ganar es importante, pero el problema es si uno pretende ganar de cualquier forma, que es otra cosa. Ganar lo teníamos como objetivo, pero era una consecuencia. Igual ojo… algo hay detrás del que gana; el que gana no lo hace de casualidad, en todos los órdenes de la vida.
-¿Le tocó dirigir a jugadores que después tuvieron destino de profesionales?
-Jugaba Mauricio Lanari, arquitecto que está radicado en Sint Maartin. Y en la primera de Italiano ya jugaba el hermano, Alejandro Lanari. Que jugaba los sábados para Italiano y los domingos venía a la UBA. Estuvo casi un año con nosotros, después lo vendieron a Rosario Central. Y el arquero que más tiempo estuvo con nosotros fue Juan Miguel Bressan, que atajó en Almirante Brown, en San Telmo, y en Banfield, que estaba de DT el Bambino Veira y el titular era Carlos Buticce. Era muy bueno Bressan. Y tuvimos chicos que estaban en las inferiores, por ejemplo, Marzolini (el sobrino de Silvio), jugadores en inferiores y estaban por llegar a Primera como Carlos Milani, que llegó a jugar con Maradona en Argentinos.
-¿La UBA siempre mantuvo ese espíritu amateur?
-Por lo general sí, aunque había gente muy competitiva: había un DT, Abramovich, que dirigía el equipo "Antártida" y estaba obsesionado con salir campeón. Fue uno de los primeros, de los que yo me enteré, que traía jugadores y les pagaba 200 pesos de aquel momento para jugar, que hoy serían 200 dólares. Entonces, traía un Nº 8 que jugaba en Atlanta y este muchacho me decía: "Gano más jugando acá, en Ciudad Universitaria, que en Atlanta" (risas). Y tenía un 9 que también había jugado profesionalmente. Lo que se dio con el transcurso del tiempo fue un nivel superior, se hizo más competitivo, equipos que empezaron a tomárselo en serio lo de entrenar para jugar y competir, y casi todos empezaron a tener DT.
-¿Ya en aquel momento, cuando lo veía trabajar a Bielsa, se imaginaba que iba a tener la carrera que tuvo?
-Sí, ya se veía. Mirá, te cuento otra anécdota: Bielsa te trataba de usted y así iba a ser siempre. Yo le llevaba diez años, pero igual me trataba de usted. Veía lo que le gustaba el fútbol. Un amigo mío hizo un viaje a España y me dice si quería algún libro de allá: "Bueno, dale". Me trajo un libro de Hidegkuti, el estratega de esa Hungría fenomenal, que podía ser 5 o falso 9. Lo sigo teniendo, tiene 400 páginas. Y debe tener 2000 situaciones de juego, una cosa de locos. Cuando me lo trae, digo: se lo voy a llevar a Marcelo para ver qué dice. Los martes nos veíamos con Bielsa. Se lo llevo. Me dice que lo va a leer. Al otro martes, me devuelve el libro y me dice: "Casasco, ¿usted vio en la página 222, que hay un ejercicio que permite…?" No sólo se había leído las 400 páginas en menos de siete días, sino que ¡se sabía el libro de memoria! Una dedicación y empuje mostraba… Cuando se va de la Universidad, es porque ya tenía en mente agarrar algo en las inferiores de Newell’s, en un proyecto que estaba Griffa.
La conexión con Bielsa de los martes se dio porque era uno de los días que el DT de Leeds había organizado para el entrenamiento de los alumnos y Casasco entrenaba a los graduados: "Él puso que obligatoriamente había que entrenar martes y jueves. Había algunos jugadores, pícaros, que querían competir pero sin entrenar y le decían: "no puedo, yo a esa hora estudio". Pero Bielsa iba más allá: "¿A qué hora estudia?", les consultaba. "Bueno, ¿a las 10 de la noche puede entonces?" Y los esperaba y los hacía ir a las diez de la noche y los entrenaba. Si era uno, uno; si eran dos, dos. Después, obvio, los jugadores se adaptaban y terminaban yendo al horario grupal".
-¿Volvió a tener contacto con él tiempo después?
-Pasó lo siguiente: Bielsa, con Newell’s, fue a jugar a Chile. Y en el viaje de vuelta, se encontró con un grupo de muchachos que jugaban en la UBA, en un equipo del Sur. Le fueron a pedir un autógrafo y cuando les comentaron que jugaban en Ciudad Universitaria, Marcelo les dijo: "¿Sigue estando Alberto Casasco ahí?" Y me mandó una tarjeta con el escudito de Newell’s y su número de teléfono. Pero nunca lo llamé, no lo quise molestar. Sí me enteré que varios de los muchachos de ese grupo de 30, 35 jugadores que tuvo en la universidad, lo llamaban y se quedaban hablando largo rato con él. Siempre fue un tipo muy abierto en eso y siempre tuvo los pies muy sobre la tierra.
-¿Y con respecto a sus ideas futbolísticas?
-Te puede gustar o no, pero es impresionante lo que genera Bielsa. No comulgo tanto con su idea de juego, aunque me parece muy buena. Bielsa es como los japoneses, que te agarran un Mercedes-Benz, lo desarman, lo vuelven a armar y lo hacen mejor de lo que estaba. Él mejora lo que tiene con dedicación, trabajo, lo que no me gusta es que no ve que las cosas pueden ser más relativas también. El arma un equipo con sus ideas y lo lleva a lo máximo. Pero sus formas y su esquema están por encima de todo y yo creo que uno se tiene que adaptar. Si yo soy el DT de San Lorenzo no es lo mismo jugar en la cancha de San Lorenzo que en la cancha de Boca. El planteo se tiene que adaptar a las circunstancias.
Otra de las anécdotas que tiene Casasco con Bielsa es cuando le pidió que le enseñe a jugar al tenis: "A veces, era insólito Marcelo, jajaja. En el 81/82, el furor por el tenis también llega a Ciudad Universitaria. Había canchas de tenis en la parte de adelante (ahora están atrás) de polvo de ladrillo y aparecieron canchas de cemento también. Habíamos conseguido con unos chicos que los miércoles, de 8 a 18 hs, Carlomagno –el encargado-, nos diera dos canchas para jugar. Yo era el más flojo de todos en el nivel, era el peor… Bielsa veía que íbamos lo miércoles. Y como es tímido Bielsa, había una profesora, Cecilia, que nos daba clases. Y Bielsa me dice: "Alberto, quiero empezar a jugar al tenis, ¿no podemos hacer unos paritiditos?" Entonces le digo que le diga a Cecilia, que ella le iba a enseñar mejor. "Yo quiero empezar con usted, despacito", me dice. Bueno, no hay ningún problema -le digo-, pero había una cuestión de horarios porque yo después me tenía que ir a trabajar. Y ahí me sorprendió y me dijo: "¿Puede si nos juntamos a las 6 de la mañana?" ¡A las 6 de la mañana! Bueno, era verano, jugamos algunas veces. Yo al principio le jugaba pelotas despacito, y el tipo me empezaba a gritar: "¡Juegue más fuerte Casasco, juegue más fuerte!" Él quería aprender, ser mejor. Con el tiempo me dijeron que terminó jugando bastante bien (risas)".
La UBA le hizo varios reconocimientos a Casasco en la cancha 5 (de pasto sintético) para que las actuales camadas de alumnos no pierdan de vista cómo nació todo: "Es que en la UBA, en vez de pedir, nosotros poníamos cosas, pintábamos las canchas, donamos pelotas, hemos prestado equipos nuestros para que la universidad tenga representación, pero era algo normal. Es que la UBA era nuestro club, la UBA fue nuestro club", recuerda. Fue uno de los impulsores, también, que los graduados puedan jugar el torneo Abierto sin límite de tiempo, antes sólo lo permitían por dos años más luego de recibidos. Y sobre el fútbol profesional actual opina: "El fútbol de ahora es imposible de comparar con el de antes; el fútbol de antes daba un tiempo tremendo para controlar la pelota, para ser vistosos, para atacar, hoy los jugadores vuelan en la cancha, corren el doble".
En su recorrido de los 56 años como DT, nombra a "los Ortega, que son 4 hermanos y se fueron a España. Y los cuatro eran jugadores de nivel y, sobre todo, muy muy buenas personas", también a "Cali, del equipo Resto del Mundo, que dice que soy su único amigo en Ciudad", e hincha de San Lorenzo, como Casasco. Alberto repasa la historia, pero mira para adelante. Deja en claro que, a los 74, sigue ilusionado con el futuro: "Casi no tengo fotos, tampoco soy de guardar cosas del pasado. Vivo más el presente y de pensar en lo puede venir". Por eso, para el que piensa que puede estar cerca del retiro, él avisa: "Voy a seguir dirigiendo unos años más".
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