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El detrás de escena de la suspensión de Gimnasia-Boca: lo que sucedió dentro del vestuario del árbitro y otros detalles
La lluvia nunca paró. Facundo Tello, el árbitro del duelo entre Boca y Gimnasia, no dudaba. Pasaban los minutos de una mañana pasada por agua en La Plata. Sin embargo, el juez, luego de salir a pisar el campo de juego en dos ocasiones, seguía insistiendo en que el partido no corría ningún riesgo de suspensión: "Estoy sorprendido por lo bien que está. Se juega". Incluso, media hora antes del pitazo inicial volvió a ratificarlo. Pero una reunión corta y concisa tiró todo para atrás y el encuentro se terminó suspendiendo.
Un domingo en el que la decisión conformó plenamente al xeneize, pero quedó a la vista que del lado del Lobo no todos dieron la mano con total acuerdo. Desde un guiño con sonrisa al portazo e insultos, todo el detrás de escena que se vivió con la postergación.
En esos pocos minutos que restaban para que los equipos salieran al campo se decidió un encuentro para rever lo que el árbitro estaba a punto de hacer. Guillermo Barros Schelotto, (entrenador), Juan Carlos Crespi (dirigente) y Santiago Vergini (capitán), del lado azul y oro, y Darío Ortiz (técnico interino), Gabriel Pellegrino (presidente) y Fabián Rinaudo (capitán), del lado blanquiazul, se juntaron para debatir si las condiciones estaban dadas para que la pelota ruede. No hicieron falta tantas palabras ni un debate extenso y, entonces, la reunión fue un abrir y cerrar de ojos. Los dirigentes, según le contaron fuentes cercanas a LA NACION, se pusieron de acuerdo en que el partido debía postergarse, determinación que tomaron junto al árbitro, que coincidió en que la tormenta no iba a cesar. El Mellizo y el defensor boquense avalaron, pero en el volante y el entrenador interino del conjunto platense quedó una sensación de injusticia, de que la historia podía comenzar sin inconvenientes.
Mucho se discutió en estos días sobre la decisión de que los Barros Schelotto pusieran un equipo casi completo de titulares para intentar asegurar el bicampeonato sin importar que las piernas estuvieran cargadas para el viaje a Barranquilla, en el que sus hombres pueden quedar afuera de la Copa Libertadores. Por eso los gestos: el factor climático, nunca mejor dicho, a Boca le vino como agua en el desierto. Los jugadores completarán un descanso de una semana y la tensión ahora se reduce un poco más.
Gimnasia pretendía jugar, eso está claro y no resiste ningún análisis. La rabia de Fabián Rinaudo, quien salió de la reunión arrojando insultos al aire, es la muestra cabal de que el Lobo no quería que el partido se suspendiera. El elenco platense, que llegaba con seis derrotas en fila, precisaba sumar y la oportunidad de vencer al puntero significaba una oportunidad excelente. Única. Porque con el debut del Indio -que expuso menos su idéntico enojo- en el banco de suplentes y algunos cambios en la formación, el plantel tripero se tenía confianza. La ilusión era dar el golpe, ese que nadie imaginaba, y así comenzar a revertir un presente por demás complicado.
Gustos claramente distintos. A Guillermo se lo vio salir serio y tranquilo, consciente de que la postergación le ahorraría preocupaciones y el desgaste de sus mejores futbolistas. Y Crespi, con un guiño de ojo y una sonrisa más grande que la Bombonera, dejó a la vista que era un buen domingo para Boca. Igualmente, sólo algunos dirigentes de la institución azul y oro se prestaron a dar declaraciones, pero mayormente todo fue silencio en los planteles.
Fito Rinaudo agradeció la invitación de LA NACION, pero no quiso hablar sobre la suspensión. Su rostro, sus ademanes y sus insultos bastaron para comprender cuál era el deseo del equipo albiazul. Jugar.
El presidente de Gimnasia, Gabriel Pellegrino, sí conversó con la prensa y sus declaraciones fueron hacia otra dirección. Mientras las sospechas contra un supuesto escenario de presión por parte de Boca crecían, él se mostró sereno, analítico y no puso reparos a la decisión de Tello. "La cancha estaba en condiciones y los dos clubes queríamos jugar, pero de qué vale empezar un encuentro y tener que suspenderlo a los diez minutos. Además, corríamos el riesgo de que se lesionara un jugador", manifestó el principal dirigente del Lobo. Y agregó: "Lo más lógico era esto. Estoy de acuerdo con Tello".
Hubo otro tema importante que empezó a aparecer en los medios en forma de rumor a partir de la suspensión: que desde el club boquense se harían cargo de los gastos del operativo de seguridad que significa jugarlo otro día. Aquello tomó mucha fuerza, pero más de un dirigente de Boca se lo negó a LA NACION: "Eso es una mentira. A nosotros nos conviene que no se juegue, pero la realidad es que a nosotros nos ayudó el tiempo. Ni la AFA ni el árbitro". A eso, hay que sumar que no hay que descartar que el reencuentro sea en el Estadio Único y con la posible presencia de hinchas de Boca: su ansiado título puede darse en su retorno a La Plata y eso elevaría las chances de que suceda.
No hay fecha confirmada, pero otras fuentes cercanas a este medio aseguraron que el partido se jugará el 9 de mayo. Resta sólo la confirmación de AFA, pero es acaso el único día coherente para volver a verse las caras: en la semana, el xeneize viaja a Barranquilla y el campeonato finaliza el 13. Por ende, antes de que se juegue la última jornada de la Superliga existe sólo esa posibilidad para la comodidad de ambos equipos.
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