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El descenso de River: por qué el peor momento de su historia fue lo mejor que le pudo haber pasado
El paso del club de Núñez por la B Nacional terminó fortaleciéndolo; la mejoría a nivel institucional y deportivo y el sorprendente compromiso de sus hinchas ante una situación límite
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¿Puede un club encontrar en el peor momento de su vida deportiva los elementos suficientes para volver a ponerse de pie? ¿Hay manera de lograrlo, después del nocaut más tremendo? ¿Puede en esa situación límite y oscura verse luz al final del camino?
El histórico descenso de River a la Primera B Nacional, ocurrido hace 10 años, deja en claro que sí. Que todo eso es posible. Y que el disfrute posterior es tan gigantesco que todo lo anterior no solo ha valido la pena, sino que nadie se atrevería a correrle una coma a ese libreto.
Es 26 de junio de 2011 y las postales son devastadoras. River acaba de perder la categoría por primera vez. El empate 1 a 1 con Belgrano, y la anterior derrota por 2 a 0 en la ida en Córdoba, sentencia la Promoción. La última oportunidad fue desaprovechada.
En el campo de juego hay futbolistas de River demacrados de tanto llorar. No pueden creer ser los protagonistas de un hecho tan triste. En las tribunas de un Monumental humeante, incendiado por los vándalos que no toleran la dura realidad, también hay un mar de lágrimas en cada rostro. La tristeza muta a un estado de furia, donde los principales culpables son el presidente de ese momento, Daniel Passarella, y su antecesor: José María Aguilar. El barrio se convierte en un campo de batalla, entre los enardecidos y la policía.
Luego del agitado anochecer de un día nefasto, donde todo lo que podía salir mal salió mal, comienza la reconstrucción. Fernando Cavenaghi se comunica de inmediato y se pone a disposición. Matías Almeyda se carga la mochila de ser el DT de un equipo de ascenso horas después de colgar los botines por segunda vez en su carrera.
Al mismo tiempo, los hinchas que antes acompañaban con cierta indiferencia, empiezan a alentar de otro modo. A dar una mano. A involucrarse. A aportar su granito de arena para resurgir. A mitad de camino, en enero de 2012, Leonardo Ponzio resigna mucho para irse de Zaragoza y volver a Núñez. A David Trezeguet poco le importa cumplir el sueño de tener la banda roja cruzándole el pecho en la B, y también regresa a la Argentina. Son gestos. Señales de que algo empieza a cambiar en River.
Luego de un torneo durísimo en el ascenso, el Millonario vuelve a Primera. “23-6-2012 – La Resurrección” se lee en las camisetas alegóricas que utilizan los futbolistas tras la victoria por 2 a 0 sobre Almirante Brown.
Que si tropezás grande, te levantás gigante ⚪❤️⚪ pic.twitter.com/0Pu0mwQyfb
— River Plate (@RiverPlate) June 23, 2021
La reconstrucción sigue quedando en manos de gente de la casa. Tras la salida de Almeyda, el que asume es Ramón Díaz. En sus dos años logra volver a ganarle a Boca en la Bombonera después de una década, y se corona otra vez campeón en el torneo Final 2014 y se clasifica a la Sudamericana. Sorprendentemente, renuncia a mitad de ese año.
Seis meses antes ocurre el momento bisagra: en diciembre de 2013, Rodolfo D’ Onofrio gana las elecciones a presidente y nombra como manager a un ídolo: el uruguayo Enzo Francescoli.
Ante la salida de Ramón, el uruguayo toma la decisión precisa: el sucesor del, hasta entonces, DT más ganador de la historia del club será Marcelo Gallardo.
Con el Muñeco, River edifica su mejor época: 12 títulos oficiales, con dos Copas Libertadores, tres Recopas, y una Sudamericana como los más salientes. Además, le gana de manera consecutiva cinco series mano a mano a Boca, entre ellas la Supercopa Argentina 2017 y la histórica final de América en 2018, ridículamente trasladada a Madrid.
Es 26 de junio de 2021. Diez años después de la oscuridad, River brilla más que nunca.
Hace unos años, en diálogo con La Nación, Francescoli analizaba todo este proceso: “Siempre que tenés una gran frustración o una gran derrota uno saca conclusiones. Aquella fue una página muy triste de nuestro club. Sin dudas que cuando uno toca fondo y empieza de cero, hay que arrancar.”
Para el ídolo fue fundamental el camino elegido: “Por suerte River empezó bien. Que esto también es importante. ‘Volver a empezar’, como dice la canción, pero volver a empezar bien. Volver a empezar pensando en lo que fue la historia de River.¨Esa fue un poco la idea que tuvimos con Marcelo (Gallardo) y con Rodolfo (D’Onofrio) a la cabeza. Que es de la manera que conocimos a River. Él de jovencito, yo un poco más grande (21 años tenía cuando llegué al club por primera vez). Rodolfo toda su vida como socio. Desde ese lugar tratamos de hacerlo. Con errores, sin dudas, y con aciertos. Más allá de las victorias o las derrotas.”
Leonardo Ponzio, que se convirtió en un referente de la década, también le resumió a este diario aquel acontecimiento y todo lo que vino: “Las cosas pasan por algo para que después venga lo mejor. A nadie le hace bien algo así. Después del descenso, que para esta institución fue lo peor de la historia, muchos integrantes del plantel fueron cuestionados. Pero también de otros se agarraron. Joni (Maidana) estuvo entonces y ahora es campeón de todo.”
Al mismo tiempo, el gran capitán explica el fenómeno que se dio en los hinchas: “A nivel gente quisiera verlo como que era una espina grande que querían sacarse: acompañar al equipo a todos los partidos que pudieran. Y ahí fue un contagio mutuo de eso de que ‘en las buenas y en las malas’, como se dice, están. Porque hay que ser realista: el paladar del hincha de River no era Ponzio. Era un Aimar, un Francescoli, un Alonso, un Pity Martínez. Y con el tiempo se fueron asimilando esta clase de jugadores. Y creo que por ahí se fueron dejando de lado los otros (porque tampoco salieron) y porque además un jugador con tal vez más sacrificio, resiste mejor estas situaciones límite.”
El periodista Andrés Burgo, reconocido hincha fanático de River y autor de tres libros sobre la historia reciente del Millonario (entre ellos Ser de River, que precisamente se subtitula Agonía, descenso y resurrección desde la tribuna), es una voz autorizada para opinar.
“Creo que los hinchas de River entendieron (entendimos) que somos más felices en los triunfos, pero fuimos más de River en la B. Mientras el club se desvanecía, el sentimiento se multiplicaba. En ese derrumbe, en ese desastre, tomamos un impulso que después nos llevaría a la cumbre”, contextualiza.
Mercedes Marcó del Pont también se enfoca en todo lo bueno que le pasó al club de sus amores en este lapso, como consecuencia del paso por la B: “River encontró su identidad, se hizo más familia que nunca, demostró que eso de que ‘en las malas mucho más’ no es puro chamuyo. Aprendimos que los verdaderos grandes son los que se caen y vuelven a levantarse. Y River se levantó muy rápido, gracias a la ayuda de quienes lo aman.”
La comunicadora sustenta su opinión con datos: “Los números lo demuestran: creció la cantidad de socios, el Monumental se llenó más que nunca y la venta de camisetas también fue superior”. Y agrega: “No sólo fue un aprendizaje para River, sino para todos. La situación del descenso se desdramatizó, el fútbol de la B fue visto por miles de personas, y permitió visibilizar otras realidades de clubes y jugadores que compiten en condiciones muy inferiores. Y por supuesto, permitió la llegada de Gallardo y la obtención de tantos títulos, incluido el más importante, la Copa que le ganó a su eterno rival en Madrid en 2018.”
Marcos Luque analiza en sintonía: “Está a la vista que River salió súper fortalecido de aquello. No solo desde lo futbolístico, sIno en lo referido a su gente. No es mi caso porque yo ya era muy intenso en cuanto a mi pasión por la Banda, pero muchos hinchas se volvieron aún más fanáticos de lo que eran, generando un vínculo y un compromiso con el club mucho más fuerte. Al mismo tiempo, políticamente (tal vez ayudado por los resultados positivos) encontró cierto equilibrio, difícil de encontrar en la política del país en cualquiera de sus esferas.”
Desde su oficina de Retiro, este empresario valora el camino: “Para salir de la B River eligió a técnicos de la casa, que buscaron jugar el fútbol de buen pie y de búsqueda en ataque. Y a la vez la gente acompañó de una manera única. Todos los lugares donde jugo River explotaron de seguidores. Y la muestra más evidente fue el Mundial de Clubes de Japón en 2015, donde se estableció el record de hinchas de un equipo argentino en la historia de la competencia, con 20mil personas que viajaron especialmente.”
Es notable. No existe futbolista, entrenador, directivo o hincha de River que quiera borrar la temporada 2011/2012 de la historia, en caso de que eso fuera posible. Lo incorporan con hidalguía a la experiencia de vida. Fortalecidos por todo lo extraordinariamente bueno que le ocurrió al club de allí en adelante.
“Lo primero que uno se imagina cuando piensa en un descenso, es que los hinchas del club van a querer borrar esa mancha en su historia. Sin embargo, desde mi punto de vista, este no es el caso. Los que somos hinchas de River de verdad sabemos que el sufrimiento de esa época fue necesario para que podamos vivir todo lo que pasó después. El descenso le permitió al club repartir de nuevo las cartas y devolver a River adonde tenía que estar, adonde siempre estuvo, pero esta vez más fuertes que nunca”, reconoce Mercedes.
Y agrega: “Y cuando digo ‘todo lo que pasó después’ me refiero a todo, y no sólo al ciclo Gallardo. Me refiero a jugadores emblema que aman de verdad al club volviendo para ponerle el cuerpo a la situación. A los hinchas que acompañamos durante todos los partidos con más amor que nunca. A los que fuimos a todas las canchas que pudimos o vimos los partidos donde sea que estuviésemos, sin perdernos un encuentro. Nos unió, nos dio un objetivo común y nos permitió llegar adonde estamos hoy. Si volver al pasado y borrar el descenso, cual Volver Al Futuro, también borrase todo lo que vino después, sin dudas no me subiría al DeLorean.”
Luque, en tanto, analiza: “En la vida algo así como volver el tiempo atrás no existe. En la experiencia de todas las personas y de los clubes como entes vivos, hay momentos buenos, malos, muy malos y muy buenos. Lo importante es que se hace con eso doloroso o trágico que de una forma u otra a todos nos pasan para salir fortalecidos. En todo aspecto de mi vida siempre valoro lo mejor que me pasó por sobre lo peor. Con lo cual, si para ganar la Copa Libertadores en Madrid frente a tu clásico rival (que es lo máximo a lo que puede aspirar un hincha de futbol en el mundo), tengo que pasar por cualquier dolor previo, firmo donde haya que hacerlo. Siempre, pero siempre, hay que ir a por la gloria máxima. Y River, hoy por hoy, está más fuerte que nunca.”
Andrés Burgo cierra el concepto: “No tocaría nada de lo que ocurrió. Y creo que ningún hincha lo haría. River volvió mejor. Haberse ido a la B, pero haber derrotado a Boca en la final de todos los tiempos (más la ristra entera de títulos y cruces mano a mano triunfales desde 2014) es un combo en el que River salió ganando.”
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