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El cumpleaños más triste del Maracaná
El Maracaná recibe la vuelta del fútbol en Sudamérica. Lo hace a sólo semanas de que se cumplan setenta años del Maracanazo, la caída contra Uruguay en la final del Mundial ’50. Pero esa derrota, corrige el periodista, "no fue su mayor vergüenza, sino su mayor tristeza. La mayor vergüenza", añade el cronista, "está sucediendo ahora". Ahora es cuando llegan Flamengo y Bangu. Llegan al mismo tiempo que los médicos del cambio de guardia en el hospital de campaña que fue construido al lado. El Maracaná luce iluminación y carteles publicitarios en pleno. Ni uno dedicado a las víctimas ni a los médicos. El minuto de silencio, única mención a la pandemia, interrumpe la música en el estadio vacío. Hay apenas doscientas personas en tribunas que pueden albergar a casi ochenta mil. Flamengo gana 3-0. Es el jueves 18 de junio de 2020. Dos personas mueren por coronavirus en el hospital vecino. "3-2", ironiza un titular. Es el tercer día con más muertes en Río de Janeiro: 274. A razón de tres por cada minuto de partido. El Estado de Río ya acumula casi 9000 muertes. Brasil, más de 51.000.
¿Acaso ese mismo jueves no había también gente en los shoppings, comercios, fábricas, templos, transportes y calles de Río? Siempre muere gente, claro. Pero el mayor desprecio del fútbol a esta muerte nueva, lamentan muchos, fue que ni siquiera se cuidara el detalle de designar otro estadio. Uno sin un hospital pegado. Sin el dolor tan cerca. "Fue una de las noches más deprimentes en la historia del Maracaná", afirma Globo. Muchos foristas le dicen al diario que la crónica habría sido distinta si la cadena Globo hubiese televisado. Globo está en puja con Flamengo. Horas antes del partido contra Bangu, Flamengo se ve especialmente beneficiado por una medida bomba del presidente Jair Bolsonaro que permite a los clubes negociar sus derechos de TV de modo individual y según localía. Globo, todopoderosa y eterna, avizora competidores futuros, como Google, Facebook y Amazon. Es una revancha de Bolsonaro contra Globo, furioso porque su ex aliada le cuenta ahora cada uno de los muertos por la pandemia.
Los clubes también fueron beneficiados por el gobierno con alivios económicos. Casi todos aceptaron reiniciar entonces el "Campeonato de la Muerte", como definió el ex jugador Walter Casagrande al certamen Carioca, que debería seguir este viernes. El alcalde de Río, Marcelo Crivella, cambió tantas veces el cronograma de partidos que hasta el deportivo Lance editorializó que así es imposible seguir. Botafogo y Fluminense dicen que aceptarían jugar sólo a partir de julio, cuando Brasil esté llegando a su pico de Covid. En julio comenzaría también el Campeonato Paulista. San Pablo, que abre negocios pero no parques, es el estado que más muertes tiene. El lunes marcó un récord de 434, y más de 13.000 totales ya. Registra también casi 230.000 casos. Más de veinte corresponden al plantel de Corinthians, que acaba de iniciar sus entrenamientos. Le dicen "Covidinthians".
Europa, todavía con muertes y posibles rebrotes, pero en curva descendente, ofrece la vuelta tentadora, aún con sus partidos en estadios vacíos. ¿Pero es realista que en la Sudamérica de curvas ascendentes el fútbol sea tomado por algunos como trampolín hacia la "nueva normalidad"? Perú y Chile prevén que su fútbol volverá el 31 de julio. Las fuentes me dicen que no son fechas realistas. Perú, que lleva cien días de cuarentena, regresará con sede única en Lima, la región que más infectados y muertos (más de 8200 en el país) presenta. Binacional, el último campeón, se aferró a una legislación especial y suspendió al plantel sin goce de pagos. Universitario, en manos de acreedores, ni siquiera tenía dónde entrenarse. Y la Covid sigue ascendente, como en Chile, que acumula más de 4500 muertes, o casi el doble, según sugieren informes. Ecuador también suma cerca de 4500. Su liga volverá el 17 de julio. Una semana después lo hará la de México, gigante latinoamericano (más de 22.000 muertes). En la Argentina (más de mil) Marcelo Gallardo incomodó el statu quo de nuestra pelota. ¿Acaso da igual que mueran mil, dos mil o cincuenta mil? ¿Hasta cuántas muertes aceptaría la nueva normalidad? ¿Quiénes?
El primer millón de casos en el mundo demoró tres meses. El segundo millón, ocho días. Maldita Covid. Estados Unidos representa el cinco por ciento de la población mundial, pero tiene casi la cuarta parte del total de infectados. El 30 de julio volverá la NBA, recluida en Disney. Hay polémica porque el estado de Florida cuadruplicó sus casos tras la relajación de las normas. El presidente Donald Trump pide la vuelta del deporte. Presiona también el negocio. Otros factores. Nadie lo hace, de todas maneras, como Bolsonaro. Aliado a Flamengo. Y usando al Maracaná. El viejo y mítico estadio acaba de cumplir setenta años de vida. Cambió mucho. El Mundial de 2014 lo redujo aun más. Elitizó su ingreso, lo que era su sector más popular. Lo escribió Anna Azevedo, directora del filme Antigo Maracanã: "Fue dolorosamente profanado, descaracterizado, modificado como señal de tiempos de una sociedad que se cansó de la inclusión y que buscaba lo exclusivo. Impusieron otra cultura y usted no se dio cuenta".
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