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Mourinho también llora: su costado humano, cuando copió a Guardiola y su estrategia en “modo Gallardo”
Si a José Mourinho le hubieran dado a elegir un modo de tomarse revancha del despido que sufrió de Manchester United en diciembre de 2018, habría dicho: "Que me contrate otro equipo de la Premier League y golearlo 6-1. Y si ese día empiezo perdiendo, mejor". Esto sucedió el primer fin de semana de octubre, confirmando el buen momento de su nuevo equipo, el Tottenham, que lo contrató a fines de 2019 para reactivar ilusiones. "El Manchester United no pierde muchos partidos y menos por seis goles. Es una victoria histórica, pero al final son tres puntos y tres puntos muy importantes porque ya hemos perdido cinco en casa", declaró Mourinho a la cadena Sky Sports. "Lo único que sé es que jugamos extremadamente bien hoy", sentenció tras el partido. Su Tottenham parece ahora renovado desde el juego, con 7 puntos sobre 12 en el comienzo de un nuevo certamen en Inglaterra.
Siempre fue un personaje polémico el DT portugués, pero también se ha mostrado su costado sensible. Su trayectoria es amplia y exitosa, con más de 20 títulos. Pasó por Sporting Portugal (1992-1994*), Oporto (1994-1996*), Barcelona (1996-2000 –asistente de asistente de Robson hasta 1997 y después de Louis van Gaal hasta 2000-), Benfica (2000-2001), Uniao Leiria (2001-2002), Oporto (enero 2002-2004), Chelsea (2004-septiembre 2007), Inter de Milán (2008-2010), Real Madrid (2010-2013), Chelsea (2013-diciembre 2015), Manchester United (2016-diciembre 2018) y Tottenham (desde fines de 2019).
En los tres primeros clubes estuvo como asistente de Bobby Robson. Y después sí se transformó en el entrenador con perfil alto y hasta provocador que generó repercusión (admiración y críticas) en cada país donde estuvo. Eso sí, también logró generar una fuerte comunidad con cada grupo de futbolistas de los que estuvo a cargo. "Por favor, no le llamen arrogante, porque lo que digo es verdad. Además, soy campeón de Europa, no soy alguien del montón. Creo que soy alguien especial", contó alguna vez.
En la serie que acaba de estrenar Netflix ("El manual del juego, lecciones de vida de un entrenador"), Mou contó algunas anécdotas que lo muestran como una persona dura, exigente, pero también emotiva. Incluso él mismo abre su corazón en varios pasajes del relato para señalar situaciones de la vida que lo marcaron. Pero, de entrada, no quiere saber nada. Ya cuando se sienta en el sillón para la entrevista empieza mostrando toda su arrogancia hacia un sector. ¿Por qué hacia un sector? Jürgen Klopp, conductor del Liverpool, lo explica bien: "Creo que, si no eres periodista o árbitro, José puede ser un buen tipo". El portugués lo reconoce: "No me gustan las conferencias de prensa, aunque son parte de mi trabajo". Alguna vez, le dijo a un periodista: "Busca en google en vez de hacer preguntas estúpidas" y a otro lo desafió: "Escriba lo que digo, no lo que quiere que diga".
Cuando define su personalidad, explica que no le gusta hacerse el desentendido con alguna decisión que toma. O por qué ante la prensa muestra una imagen diferente de cómo es dentro de un vestuario: "Quizás sea mejor ser políticamente correcto, tal vez es mejor decir lo que la gente espera que digas; tal vez sea mejor –como decimos en Portugal- esos tipos que se sumergen en una pileta, salen y están secos. Nunca salen mojados. Pero yo no soy así. Incluso antes de sumergirme ya estoy mojado".
Al principio, se mostró cerrado y tosco, no queriendo hablar sobre experiencias de su niñez o juventud en Setúbal, una ciudad pequeña y linda a orillas del mar: "No quiero hablar de otras personas, si yo era lo más importante. ¿Por qué debería hablar de otros?", pero a medida que se fue soltando se permitió hablar de su pasado y hasta ofreció una autocrítica: "Siempre sentí que el fútbol era una religión. No un deporte. Desde que era niño soñaba con el fútbol y me quedaba dormido pensando en fútbol. Mi padre era jugador de fútbol cuando nací y luego fue entrenador. Yo quería ser jugador de fútbol. Lo intenté, pero no era tan bueno como debía ser. No lo era. No tenía talento. Pero desde muy joven sí sentía que tenía un talento especial para ser DT".
Su primer golpe lo dio con el Porto: reemplazó a Octavio Machado, despedido tras 36 partidos. Seleccionó refuerzos que se identificaban con la sociedad de Oporto ("espíritu de sacrificio, que suden la camiseta", que en el esfuerzo "lo den todo"). Buscó en los perfiles psicológicos de cada jugador para que los hinchas se vieran representados y digan "Es uno de los nuestros". Armó el plantel en función de la competitividad, la agresividad y el sacrificio. "No éramos un equipo de estrellas de cine", recuerda con una sonrisa.
Crear la atmósfera
Ese Porto terminó ganando la Champions League de 2003: "Cuando no estás entre los mejores equipos de Europa ni tienes a los mejores jugadores, tu mejor estrategia puede ser la ambición de ganar", describe Mourinho y dio pie a una regla propia como prólogo de lo que sucedió luego, en la eliminatoria ante Manchester United: "Si estás preparado para lo peor, entonces estás preparado".
Sede de Nyon, todo el plantel de Porto reunido para ver el sorteo de la Champions. Mourinho jugaba su partido incluso viendo un televisor. Y empieza a gritar: "¡Quiero que nos toque el Manchester United! ¡Quiero que nos toque el Manchester United!" ¿Cuál era la estrategia del técnico? "El United era el mejor equipo de Europa y pensé: si sale Manchester United, mis jugadores se van a sentir decepcionados. Así que intenté crear una atmósfera para que todos desearan como adversario al Manchester. Si nos toca, bien. Creé un estado mental en el que queríamos que nos tocara. Si no nos toca, mejor (risas) porque tendríamos un oponente más fácil. Cuando salió sorteado Manchester United, todos los jugadores saltaron y gritaron: "¡Huau! ¡Manchester United, aquí vamos!".
Porto eliminó al United con un 1-1 en el último minuto (en Inglaterra) por el gol de Costinha; en la ida, había vencido el equipo de Mou por 2-1. "Había que elegir el momento. Ellos ganaban 1-0 pero los hinchas tenían miedo, estaban callados. El silencio del estadio me decía que ellos estaban más defensivos que ofensivos, la pelota se iba afuera y nadie la agarraba, los ball boys se habían ido; los jugadores experimentados cometían faltas y se tomaban sus tiempos… En un momento empezamos a atacar y el premio llegó al final". Nunca un equipo portugués había ganado una eliminatoria en Inglaterra. "A partir de ahí, empezaba una nueva vida para todos", reconoció el entrenador.
-¿Te gustaría tanto el fútbol si no se tratara de ganar?
-No.
-¿Por qué?
-Odio los partidos amistosos. Los odio. Los detesto. El fútbol es para competir.
Take me back to peak Mourinho and peak Chelsea [R] pic.twitter.com/AcSfaEOKfq&— TLV (@TheLampardView) October 8, 2020
Mourinho en "modo Gallardo", aunque con otra estrategia
Alguna vez Marcelo Gallardo, estando suspendido, bajó al vestuario en el entretiempo de Gremio 1 vs. River 2, en Porto Alegre, por la Copa Libertadores 2018. En 2004, dirigiendo a Chelsea, Mourinho fue suspendido por dos partidos por comentarios despectivos hacia el banco de Barcelona. No podría estar ni en el vestuario, ni en el túnel, ni en el banco de suplentes ante Bayern Munich, por los cuartos de final de la Champions.
"Pensé que era el tipo de partido en donde los jugadores me necesitaban, necesitaban lo que yo llamo esa conexión piel a piel. Cuando estás ahí y te sienten y te escuchan, cuando puedes compartir emociones…". De nuevo el Mou cercano al futbolista, sin temor de hasta entablar amistades con varios de ellos. "No los presionaré –les dijo en la previa- ni les diré que tienen que ganar. No quiero ponerles esa presión. Pero no podemos perder, no podemos", les dijo. "Lo pensé bien y decidí estar igual. Si iba al vestuario bien temprano, nadie iba a encontrarme. Y después, con las tribunas y las calles vacías me iría a casa sin problemas".
"Pero la gente de la UEFA es inteligente. Vio que la TV no me mostraba en ningún palco o platea e intuyó que estaría en el vestuario. Y vinieron al vestuario a inspeccionar… Lo único que pude hacer en cuestión de segundos fue meterme en un canasto con ropa sucia. Estaba un poco asustado. El canasto tenía una caja de metal y el utilero temía que la UEFA llegara demasiado lejos y lo abriera. Así que lo cerró con llave y me llevó a una lavandería que estaba un par de minutos de distancia del vestuario, pero sentí que estaba a 3 horas. Estar encerrado en un canasto de metal es algo increíblemente espantoso…"
Chelsea le ganó a Bayern 4-2. "La UEFA lo intentó, pero no pudo encontrarme. Ganamos el partido, pero no se trata de eso. Lo que hice en ese partido, en ese vestuario, fue algo que no me enorgullece porque no respeté las reglas. Pero estoy orgulloso de eso como líder. Me enorgullece como amigo de mis jugadores. Por tu familia, haces lo que sea, incluso romper las reglas. Igual, creo que me volví un poco claustrofóbico después de eso… (risas)".
De nuevo recurrió a una anécdota de su historia como hijo para que la gente comprenda por qué tomó algunas decisiones como entrenador. "Cuando era adolescente, mi padre también era entrenador. Hizo un trabajo increíble en un club portugués, llevó al club a la final de la Copa de Portugal. Fue un logro increíble y recibió una oferta muy importante para irse. Pero mi padre tenía un gran corazón y decidió quedarse. Unos meses después, fue despedido".
"En el fútbol la mayoría de las veces que un entrenador deja un club, se debe a que fue despedido. Esa es la naturaleza del fútbol, la crueldad del fútbol. Así que es muy importante dejar un club por decisión propia", utilizó como preámbulo para explicar sus sensaciones cuando resolvió dejar Inter para dirigir a Real Madrid. "En Inter durante dos años fui muy feliz, con ese grupo de jugadores sentía que la conexión estaba ahí, la hermandad, ¿se entiende?". Pero en medio de la Champions League que Inter ganaría tras buscarla 50 años, Mourinho recibió una oferta irresistible. "Era el Real Madrid. Ir al Real Madrid y enfrentar el desafío que cualquier entrenador podía tener: intentar vencer a Barcelona, el mejor equipo en ese momento. La gente suele decir que el tren no para dos veces".
Y contó otra situación que vivió en la forma en que tomó la decisión: "Soy muy sensible, pero trato de interiorizar mis emociones para tomar grandes decisiones. La noche que ganamos la Champions sabía que, al día siguiente, iría Real Madrid. Pero al final del partido no quería ir al vestuario de Inter, tampoco subirme en el micro con los jugadores en el regreso a Milán porque, si lo hacía, no iba a querer ir al Real Madrid. Así que intenté huir". Pero el chofer que conducía su auto puso primera, avanzó apenas 30 metros, y de repente frenó. Mourinho se bajó y recorrió 50 metros para abrazar a Marco Materazzi, que estaba solo ahí, apoyado en una de las columnas del estadio: "Lloramos los dos. No dijimos nada. No recuerdo ni una sola palabra".
"No entrenes al jugador, entrena al equipo"
-Entrenaste algunas de las estrellas más grandes del mundo.
-Sí.
-Los más grandes, Ronaldo, Ibrahimovic, Drogba, personas que, por su gran talento, sienten que pueden hacer todo a su manera todo el tiempo.
-Si no puedes entrenar a los grandes jugadores, no puedes entrenar a nadie. Es muy importante que un DT entienda que no les enseñarás a jugar al fútbol. No vas a enseñarle a Cristiano a patear un tiro libre; no vas a enseñarle a Ibra a parar la pelota con el pecho y no le enseñarás a Drogba a atacar el primer palo y hacer un gol de cabeza. Vas a enseñarles a jugar al fútbol en ese equipo.
Del Messi como 9 de Pep al CR7 como 9 de Mou
A fines de 2010, una de las revoluciones de Guardiola fue poner a Messi de centrodelantero. Analizó que jugando 4-3-3 y con Messi de extremo derecho (y con el adversario –en este caso Real Madrid– atento a las persecuciones individuales), el N°9 de Barcelona estaba entre los dos centrales y –por más que tuviera movilidad– si no salía de la zona siempre entraba en la órbita de marca de alguno de ellos. Con Messi de "falso 9", los centrales dudaban: sentían que si uno lo perseguía, iba a ser igual en vano por su capacidad de desequilibrio individual y, encima, el espacio que quedaba por adentro para un solo central iba a ser muy grande (recordar que "por afuera está la línea" como aliada defensiva). Entonces se quedaban. Si Messi jugaba afuera, la marca lo seguía. Por adentro, ya no. Y Barcelona generaba superioridad numérica donde quería Guardiola.
Mourinho copió a Guardiola un año después, por la Final de la Copa del Rey entre Real Madrid y Barcelona. Distintas características, distinto motivo, pero llevó a un extremo que hacía pesar su habilidad en el uno contra uno por las bandas a jugar como 9. Y nada menos que frente al Barcelona de Pep. "Ronaldo jugaba como extremo. Era difícil de marcar, de gambeta rápida, pero hay veces que hay que mover las piezas del ajedrez para crear la mejor solución para el equipo", sostiene Mou y sigue: "Tenía tres N° 9 y los dejé afuera a los tres. Quería que juegue de 9 Cristiano contra Barcelona. El lateral derecho era Dani Alves. Si Cristiano jugaba el duelo contra él, lo perseguiría todo el tiempo y jugaría más a la defensiva que a la ofensiva, así que le dije: no vas a perseguir a nadie, no te vas a desgastar defensivamente, vas a jugar dentro del área y tenés que hacer goles ahí".
"Los jugadores deben entender el juego porque durante el partido no puedo tomar decisiones por ellos. Los guío, pero ellos descubren el camino. No los manejo de afuera, no soy un GPS. Tengo que ayudarlos, pero tienen que ir solos. Y tienen que entender el por qué", dice el entrenador portugués. Real Madrid ganó 1-0 en el alargue con un gol de cabeza de CR7 tras un centro desde la izquierda de Di María. "Son jugadores talentosos, especiales, pero sin un equipo no pueden expresar todo lo que tienen. Todo se trata del equipo. Por eso digo siempre que yo no entreno a jugadores de fútbol, entreno equipos de fútbol".
Ya como DT de Tottenham, en 2019, afirmó ante la pregunta de si era un ganador: "En mi carrera aprendí que el fútbol tiene un poco de todo. El fútbol es un arte, pero también es emotivo, en el fútbol se trata de ganar. Y cometí errores, por supuesto. Quizás algunos no estén de acuerdo con mi opinión, pero no se trata de eso. Para mí, el concepto de equipo es una de las cosas más hermosas. Tengo equipos que están juntos hace 25 años, hace 20 años, hace 10 años. Y aún somos un equipo. Si alguno de nosotros necesita al otro (hace el gesto de chasquido de los dedos), sólo debe llamar y los demás estaremos ahí para él. Y, al final, los trofeos que ganamos en diferentes equipos, en diferentes generaciones y con diferentes grupos, quedan para la historia del fútbol –por supuesto- pero creo que, en todas mis experiencias en el fútbol está el lado humano: el equipo, un hermano, la familia. Y, para mí, esas son las cosas que quedan para siempre".
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