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El caso Cristiano Ronaldo tiene dinamita
MADRID.- La noticia de la presunta evasión fiscal de Cristiano Ronaldo, calculada en 150 millones de euros (160 millones de dólares), ha alcanzado una magnitud que trasciende el ámbito futbolístico y alcanza el territorio político. El caso es aparentemente sencillo, pero adquiere toda la complejidad de los asuntos relacionados con los tributos, las empresas tapaderas, los consorcios bancarios y los paraísos fiscales. En este caso, las Islas Vírgenes.
Según ha revelado una investigación del semanario alemán Der Spiegel, en colaboración con varios periódicos, entre ellos el español El Mundo, Cristiano Ronaldo no habría declarado un patrimonio de 150 millones de euros procedentes de sus derechos publicitarios. El escándalo no es novedoso en España, un país arrasado por la corrupción, el desempleo -3,9 millones de personas, el 19% de la población en condiciones de trabajar-, el desaliento político y el fracaso de las políticas fiscales. España se encuentra bastante por debajo de la media europea en la recaudación de los principales impuestos, con un impacto devastador sobre la clase media, cada vez más frágil. En estas condiciones, el caso Cristiano adquiriría relieve por la fama del jugador del Real Madrid, pero se añadiría a los numerosos casos que, más o menos parecidos, se han conocido en los últimos años. Entre ellos, el referido a Leo Messi.
Son las diferentes circunstancias de los dos casos, el de Messi y el de Cristiano Ronaldo, las que convierten el asunto en un problema de alcance político. Las dos estrellas son además el mascarón de proa del Barça y el Real Madrid, con todo lo que eso significa. El peso de los dos clubs es brutal en el paisaje sociológico español. El Barça se proclama "mes que un club (Más que un club)", y con razón. Sus vínculos con Cataluña son tan férreos que muchas veces no se sabe quién representa más: si Cataluña para el Barça o el Barça para Cataluña. Esta realidad ha adquirido más importancia todavía en los últimos años, en medio del creciente independentismo en la sociedad catalana. El Real Madrid también es más que un club, aunque no lo diga. Su representatividad traspasa España de arriba abajo, con el aspecto añadido de su fiera rivalidad con el Barça y de la influencia de su marca, quizá la primera de las españolas en el mundo. Desde su llegada a la presidencia, Florentino Pérez, uno de los principales empresarios españoles, ha convertido el palco del Bernabéu en un irresistible escenario de prestigio económico y social. En los partidos del Bernabéu se congregan en el palco -que tiene una capacidad de 300 personas- reyes, presidentes, jueces, fiscales, empresarios y periodistas, una apabullante escenificación del poder y de la fraternidad que allí se disfruta.
Por ahí se enturbia todavía más el caso Cristiano, objeto de una investigación por fraude fiscal desde diciembre del pasado año. La inspección ha sido revelada por la prensa, lo mismo que el acuerdo alcanzado hace pocos meses por la Hacienda española y José Mourinho, técnico del Real Madrid entre 2010 y 2013. Mourinho no había declarado en España un solo euro del dinero ingresado por sus contratos de imagen. Ahora se sabe que Mourinho ha pagado 4,4 millones de euros al fisco español por la ocultación de 12 millones. Tanto Der Spiegel como El Mundo han señalado que el caso de presunto fraude también afecta a Pepe, Coentrao y Modric, los tres del Real Madrid.
Desde Barcelona se interpreta que los casos de Cristiano y Messi revelan una doble vara de medir, una indulgente y secretista con el Real Madrid y otra implacable y explícita con el Barça y sus jugadores. Las críticas comienzan por la gestión de los dos casos. Messi, cuyo procesamiento fue empujado por la Abogacía del Estado, dirigida hasta hace 10 días por Marta Silva, ex directiva del Real Madrid entre 2000 y 2006, ha sido condenado a 21 meses de cárcel. Así, un problema legal menor podría acarrear su inmediato ingreso en prisión. El delito de fraude fiscal de Messi es, en cuantía económica, menor que el de Mourinho, aun que el portiugués no fue ni siquiera procesado. Y sobre el eventual procesamiento de Cristiano tampoco hay noticia alguna.
Los problemas fiscales de Cristiano Ronaldo no se han conocido públicamente por una actuación judicial, como sucedió con Messi, calificado "como capo mafioso" por un abogado del Estado, sino por una investigación periodística, no sin graves dificultades. En Madrid, el juez Arturo Zamarriego dictó una orden que prohibía al diario El Mundo la publicación de la noticia por interferencia en la vida privada del jugador portugués. El periódico consideró que la noticia tenía una relevancia indiscutible y la publicó. En el entorno del Barça -el club llegó a publicar un cuestionado tuit que decía "Messi somos todos"- se interpreta la condena a Messi como un deliberado ataque por elevación a Cataluña y un aviso para navegantes sediciosos. Mientras tanto, el Real Madrid pide respeto para Cristiano Ronaldo y dice que sus obligaciones fiscales están cumplidas, pero todo el mundo sabe que el caso acaba de comenzar y tiene dinamita.
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