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El Boca de los Mellizos, el segundo campeón con más eficacia goleadora de la última década
Para la consagración se apoyó, en gran medida, en Benedetto (19), Pavón (9) y Centurión (8), que anotaron 36 de los 60 tantos; sólo es superado por el Newell’s de Martino en 2013
El estilo vertical que impusieron Guillermo y Gustavo Barros Schelotto desde que llegaron a Boca tuvo su explosión en este campeonato que acaba de consagrar al equipo de la Ribera. Hasta aquí fueron 60 los festejos xeneizes en 29 fechas, con un muy destacado promedio de 2,06 conquistas por jornada. No sólo eso, porque el conjunto comandado por los Mellizos es uno de los dos campeones más goleadores de la historia reciente del fútbol argentino.
Su promedio (que puede bajar a 2 en caso de no convertirle el domingo a Unión, o aumentar si las redes de los arcos de la Bombonera se inflan en la última fecha) sólo es superado por el Newell’s que Gerardo Martino condujo a ganar el Torneo Final 2013, entre los 18 equipos que dieron la vuelta olímpica en los últimos 10 años.
En el otro extremo aparecen Boca (Apertura 2011) y Banfield (Apertura 2009), con 1,31 de coeficiente. Con un detalle curioso: en ambos casos el entrenador fue Julio César Falcioni, cuya principal característica en ambas campañas fue su estilo pragmático y sólido, en donde priorizó una defensa sólida a la que no le convirtieran.
Si sólo se compararan estos datos con los últimos equipos de Boca que dieron vueltas olímpicas, el del Mellizo vería a todos los otros equipos desde lo más alto. El campeón de 2015, con Rodolfo Arruabarrena como entrenador, señaló 49 goles en 30 fechas, con un promedio de 1,63. Al que se quedó de forma invicta con el Apertura 2011, con Julio Falcioni sentado en el banco, sólo le bastaron 25 tantos en 19 jornadas. Y el que Carlos Ischia comandó en el Apertura 2008 (aquel que se definió con un triangular final frente a San Lorenzo y Tigre) señaló 36 en los 21 partidos que disputó (incluyendo los dos del desempate), a razón de 1,71 por fecha.
Boca confió durante todo el torneo en su poder de fuego. Y esa fue, quizás, su mayor virtud y, a la vez, una de sus flaquezas. Porque en varios tramos del campeonato se relajó por demás, no “cerró” los partidos y terminó cediendo puntos (Patronato, 1 a 1) o sufriendo más de la cuenta. En la fecha 12, en la Bombonera, Racing remontó un 0-3 y un regalo defensivo a Tevez derivó en el 4 a 2. Algo similar ocurrió con San Martín, en San Juan, en la fecha 17. Lo que pudo haber terminado con un holgado triunfo xeneize terminó en un ajustado 2 a 1, con Guillermo disgustado y viendo los últimos minutos con los brazos en jarra.
En medio de un torneo en donde vivió irregularidades, Barros Schelotto se sintió identificado con el equipo. ¿Por qué? “Nunca dejamos de atacar ni de buscar el arco contrario. Esa fue una característica, un sello del equipo, que buscó jugar con protagonismo en todas las canchas”, explicó Guillermo antes de medirse con Olimpo, en Bahía Blanca.
La eficacia fue tal, que el hecho de generar en la mayoría de los partidos el doble de situaciones de gol que las de su rival le permitió al campeón esconder ciertas falencias defensivas. Cuando esto funcionó, no hubo quejas. En cambio, cuando la pólvora se mojó, aparecieron los inconvenientes. Eso ocurrió, sobre todo, entre las fechas 20 y 26, cuando el conjunto xeneize anotó sólo 7 goles en igual cantidad de partidos, con el detalle de que le hizo tres a Arsenal y no marcó contra Atlético de Rafaela y Estudiantes.
Más allá del extraordinario campeonato realizado por Darío Benedetto, goleador del certamen con 19 conquistas, el reparto de los otros 41 tantos fue muy variado. Fueron once los integrantes del plantel xeneize que anotaron: Cristian Pavón (9), Ricardo Centurión (8), Walter Bou (6), Carlos Tevez (5), Gino Peruzzi (3), Oscar Benítez (2), Fernando Gago (2), y Frank Fabra, Juan Insaurralde, Gonzalo Maroni y Jonathan Silva, todos con uno. Además Gastón Aguirre (Temperley) y Emanuel Insua (Racing) anotaron en contra de sus vallas.
En resumen, así como en ciertos momentos trastabilló en su camino al título, Boca puede jactarse no sólo de haber podido reponerse de esos tropiezos a tiempo, sino también de haber encontrado una fórmula que le permitió resolver partidos duros y que, tal vez, sea lo más lindo de jugar al fútbol: sencillamente, hacer más goles que el rival.
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