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Efecto Maracaná: todos los desafíos que tiene la Argentina en el clásico con Brasil
Tras la coronación en Río, la selección buscará igualar el historial y quitarle el invicto al ‘Scratch’ en las eliminatorias; también, en San Juan, intentará cortar otra racha: volver a ganar el duelo en el país después de... ¿cuántos años?
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Brasil había ganado todas las Copas América bajo su organización. Neymar nunca había perdido en el Maracanã. Tite pudo ser el primer entrenador en conquistar dos veces consecutivas la Copa América y de manera invicta ambas. Tite nunca había perdió un partido en suelo brasileño como director técnico de la selección. Pero una noche de julio todos esos registros volaron por el aire. La corrida inmortal de Ángel Di María, la consagración albiceleste soñada y una paternidad de que repente se hizo trizas. ¿Se dio vuelta el embrujo? Una victoria única, un escudo anímico increíble. Ahora la Argentina no sufre tenerlo adelante a Brasil, y el ‘Scratch’ arrastra sus traumas y cavilaciones. Son pasajes de la historia, se sabe, nada es definitivo. Si la selección ganaba la final de la Copa de Italia ‘90, igualaba a Brasil en tres títulos mundiales; no sucedió y el palmarés actual es 5-2. Burlarse del ‘Scratch’ sería ridículo. Por cierto, en el historial está arriba porque en las dos últimas décadas ha gobernado el duelo.
Pero la noche del 10 de julio de 2021 instaló una percepción diferente. El 5 de septiembre pasado, el clásico frustrado a los cinco minutos en San Pablo, por la invasión del campo por parte de las autoridades sanitaria brasileñas –carpeta disciplinaria sin resolución de la FIFA aún– la Argentina sentía que estaba en condiciones de arrebatarle otro récord a Brasil, ese que indica que jamás perdió un partido como local camino a un Mundial. Ya pasó la oportunidad, a lo sumo, la selección podrá imponerse en el escritorio, ya no en la cancha. Pero incluso ese clásico frustrado reforzó la idea de que en la atmósfera flota una sensación esperanzadora. ¿Un nuevo paradigma? Sobra confianza, pero convendrá no apresurarse.
Tite siempre cuenta que le provoca insomnio enfrentar a Lionel Messi, pero contra la Argentina se siente bastante cómodo. O se sentía. Desde que asumió en la ‘Canarinha’, en 2016, ganó tres veces el superclásico y perdió otras tres. Enfrentó a Bauza, a Sampaoli y a Scaloni. Entre las tres victorias figuran dos encuentros oficiales, por las eliminatorias sudamericanas para Rusia 2018 y en las semifinales de la Copa América 2019. Entre sus derrotas hay dos amistosos decorativos, jugosos comercialmente, en Melbourne y Ryad, pero sin poder de daño. Pero claro, una caída estruendosa, con eco eterno: la final de la Copa América de este año. ¿Habrá cambiado la historia ese día?
Imposible saberlo hoy. Lo cierto es que actualmente Brasil no se siente a gusto con los bastones albicelestes enfrente. Las chicanas de uno y otro lado de los planteles en las redes sociales lo certifican (y eso que no estará el lesionado Richarlison, uno de los impulsores). No habrá nada estadístico en juego mañana en San Juan, sólo orgullo. Nada menos que el orgullo. Algunas rarezas envolverán al clásico: aunque el ciclo de Tite registra 68 partidos…, será su primera visita a la Argentina. El entrenador nunca vino al país con la ‘Canarinha’.
La marcha del ciclo de Adenor Leonardo Bacchi –el nombre completo de Tite– es muy sólida, aunque suele recibir críticas en su país. Para mensurarlo, hay que apuntar que apenas perdió cinco veces: contra Bélgica en los cuartos de final de Rusia 2018, un amistoso frente a Perú en septiembre de 2019 y otros tres tropiezos con la Argentina. Tres, sí, nadie le ganó más veces a Tite. Le selección le avisó enseguida al entrenador que se volvería algo así como su bestia negra: el ‘Scratch’ llevaba 9 victorias consecutivas cuando en junio de 2017, la Argentina de Sampaoli se impuso por 1-0 en un amistoso en Melbourne. No mereció ganar la selección, pero ese siempre será otro análisis.
La Argentina entró en el siglo XXI regenteando el historial, capitalizando la abrumadora ventaja que había obtenido en la primera mitad de la centuria anterior. Hasta que apareció Pelé. En los 50/60 comenzó el quiebre, y sus célebres herederos, década tras década, se encargaron de acortar la brecha. Hasta desembarcar en los últimos 15 años, cuando Brasil se transformó en un auténtico verdugo amarillo. Hubo un día bisagra, en Londres, el 3 de septiembre de 2006: Brasil goleó 3-0 en un amistoso y se apoderó del mano a mano. Y no lo resignó más. Desde entonces, varios cachetazos recibió la selección argentina: las finales de las Copas América 2004, 2007 y la Copa Confederaciones 2005, el baile por las eliminatorias en Rosario 2009, los Superclásicos de las Américas 2011 y 2012, otra paliza en Belo Horizonte 2016 camino a un Mundial, la semifinal de la Copa América 2019… Brasil domina el historial general 42-41, después de 108 cruces y 25 empate. Pero la caja de resonancia de este duelo es fascinante. Siempre influyente en el legado anímico, es imposible salir indemne del clásico. Lo saben los dos desde la noche del Maracaná.
Mientras, la etapa de Scaloni encadena 26 juegos sin derrotas. Llegaría a 27 si sortea satisfactoriamente a Brasil, y ya en los primeros meses de 2022 vendrán Chile, Colombia, Venezuela y Ecuador para clausurar las eliminatorias. Si la Argentina se mantiene alérgica a la derrota serían 31 cotejos, para alcanzar el mejor registro histórico, el que construyó la selección de Basile entre 1991-93. Camino a esa marca, vencer a Brasil –además de quitarle el invicto en las actuales eliminatorias sudamericanas–, y en el país, sería otra huella. Otro guiño con bendición popular.
Más de quince años hay que retroceder para descubrir la última gran victoria de la selección en la Argentina (hubo un éxito en 2012 en la Bombonera, entre formaciones locales, pero se impuso Brasil en los penales). Fue el 8 de junio de 2005... un 3 a 1 que le aseguró al equipo de José Pekerman la clasificación para la Copa de Alemania 2006. Una noche cautivante, con un equipo afinado bajo la distinguida partitura de Riquelme, rodeado de inspirados intérpretes como Lucho González, Saviola, Crespo, Sorin y ‘Kily’ González. La Argentina hoy se siente angelada, protegida. Si una victoria trae otra victoria, como muchos aseguran, la siguiente serviría para borrar esa mueca burlona que durante años decoró la cara de Brasil.
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