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Las 100 preguntas a Eduardo Berizzo: el maestro Bielsa, sus vivencias de trotamundos y el cáncer que enfrentó
1.–¿Tuviste miedo de morirte cuando te comunicaron que tenías cáncer de próstata?
–Tengo miedo de morirme desde hace mucho (risas), ese miedo no me lo descubrió el cáncer de próstata, era una idea previa… pero no me gusta la idea, lógicamente.
2.–¿Quién es Eduardo Berizzo?
–Un tipo simple que agarró el bolsito y persiguió su sueño de ser jugador de fútbol. Mirando hacia atrás, me veo muy parecido a aquel que se fue con 14 años del pueblo. He conocido muchos lugares, mucha gente, he aprendido mucho, pude acceder a cumplir ese sueño y a desarrollarme profesionalmente, pero todas esas cosas no me hicieron otra persona, siento que soy el mismo.
3.–¿Quién te puso Toto de apodo?
–En realidad, Toto era el apodo de mi padre, que a su vez le decían así porque era el hijo de Toti. Es decir: el tema nace con mi abuela paterna; después, en mi pueblo siempre que preguntaban por el Toto era por Héctor Eduardo, mi viejo, y yo era el Totito. Con el correr de los años, usar el diminutivo quedaba medio ridículo y definitivamente pasé a ser Toto.
4.–¿Seguís volviendo a Cruz Alta?
–Todos los años voy al pueblo con mis hijos. Allí todavía viven mi madre y una de mis tres hermanas. Cruz Alta, en nuestra infancia, fue un barrio gigante, porque todo quedaba cerca: el colegio a tres cuadras de la cancha, la pista de bicicleta a dos cuadras del cine, la pileta a cuatro cuadras de la cancha de tenis, todo así, y en cualquier lugar te encontrás con los amigos. En Cruz Alta tardás cinco minutos en armar un partido o en juntarte en el bar con los amigos. Son las facilidades que no tienen las grandes ciudades y permiten un contacto humano frecuente. Allá, cuando terminás la secundaria la mayoría emigra a Rosario, que está a 120 kilómetros, o a Córdoba, que está a 350, para estudiar. Yo lo hice a los 14 para ser jugador de fútbol, pero nunca dejé de ir. Hoy, Mateo, mi hijo más chico, tiene una pandilla de primos que se llevan poca diferencia y van de acá para allá todo el tiempo, no hay grandes peligros.
5.–¿A qué se dedican tus viejos y tus hermanas?
–Mi vieja fue profesora de historia y literatura y hoy está jubilada. Mi viejo tenía una fábrica de pastas. La pasta siempre fue mi debilidad, pero por suerte el entrenamiento me mantenía flaco. Mi hermana mayor es psicóloga y de las menores una es comunicadora social y la otra, abogada. Dos viven en Rosario y una en Cruz Alta.
6.–¿Vos trabajaste?
–Hice algunas changas para irme de vacaciones. Yo terminé el secundario en Rosario y estudié derecho dos años en la Universidad Nacional de Rosario, pero en un momento se hizo incompatible con el fútbol. Para juntar algo de plata vendí vinos en damajuana en el bar de mi abuelo, cortaba yuyos en las plantaciones de soja y con mis amigos le poníamos "sacasol" a los techos de las casas: una pintura blanca que se ponía a las 4 o 5 de la mañana para que bajara la temperatura de la casa. El equipo de trabajo era con Darío Franco, Gustavo Onaindia y Javier Pozzi. Con lo recaudado, una vuelta nos alcanzó para ir de vacaciones a Carlos Paz, hasta ahí llegamos (risas).
7.–¿Tu mamá te inculcó el gusto por la lectura?
–Por la profesión de mi madre nuestra casa estaba llena de libros, pero también mi papá era un gran lector. Tampoco he sido un súper lector, pero leía: primero para estudiar, luego novelas y cuentos, y ahora también libros vinculados a mi actividad, de liderazgo, conducción de equipos…
8.–¿Llegaste a jugar en la primera de Newberton, en tu pueblo?
–No, porque me fui con 14 años, pero sí integré un equipo muy recordado, porque era muy bueno, el de la clase 69. Jugábamos de 7, junto a Darío (Franco), Gustavo Onaindia, Candio Cejas, Leo Matar, Palavecino, Leo Vergara y el Lata Latanzi. Era un 3-1-2, yo iba de wing izquierdo, incluso en ese puesto también jugué en inferiores de Newell’s.
9.–¿Quién te pasó de wing a defensor?
–El Piojo Yudica, ya en la primera de Newell’s. En esa época se usaba mucho el wing retrasado como cuarto volante, algo que hizo Roque Alfaro en ese gran Newell’s campeón de Yudica. Cuando vendieron a Sensini al Udinese, necesitaban un 3, y como yo me adaptaba muy rápido a cualquier puesto, y las pretensiones había que dejarlas a un lado porque era carísimo llegar a primera (risas), ahí fui. En esa época llegamos muchos chicos al mismo tiempo a la Primera y los grandes nos recibieron bárbaro: Gerardo (Martino), Theiler, Llop, Scoponi, Pautasso, Yaya Rossi. Nos habrán hecho pagar algún peaje, pero nos ayudaron.
10.–¿Quién era tu ídolo de pibe?
–Mis amigos me cargan, porque no tengo ninguno... es que no veíamos los partidos por la tele. Yo empecé a ver fútbol de primera en la cancha de Newell’s, cuando llegué al club, o el Mundial 78, de eso me acuerdo. Mis verdaderos ídolos de la infancia eran los de la primera de Newberton, gente a la que me sigo cruzando cada vez que voy para allá: Carozo, el Negro Olmedo, los hermanos Cassé...
11.–¿Cuándo lo conociste a Darío Franco?
–Éramos vecinos… en realidad en Cruz Alta somos todos vecinos de todos, pero con Darío, los patios de nuestras casas se comunicaban. Con la banda de amigos de esos años nos seguimos viendo, cada vez que voy para allá nos juntamos a comer asado y charlar.
12.–¿Cómo pasaste de Newberton a Newell’s?
–Se unieron dos divisiones de Newberton, la 68 y la 69, y una noche fuimos a jugar a Casilda un partido contra Newell's, la categoría que dirigía Bielsa. Tras el partido, Marcelo habló con mis padres y los de Darío y unos meses después fuimos a hacer unas de esas pruebas masivas a Newell’s y quedamos los dos. Al mes, nos mudamos a Rosario.
13.–¿Fue difícil tomar la decisión de irte de tu casa tan pibe?
–Habrá sido difícil para mis padres, para mí, no: apenas nos aceptaron yo ya estaba arriba del micro para rumbear hacia Rosario. Nos ayudó mucho que había dos chicos del pueblo ya en Newell’s, una categoría más arriba que nosotros, viviendo en Rosario con su madre. Eran Horacio y Rubén Stringa y pasamos a vivir los cuatro juntos al cuidado de Ana, su madre. Guardo un gran recuerdo y agradecimiento hacia ellos, son muy importantes en mi historia.
14.–¿Cuál fue la primera impresión que tuviste de Bielsa?
–En Newell’s no me tocó en su división, mi entrenador era Donsanti, pero practicábamos en el mismo predio y horario. Y ya se veía que sus entrenamientos eran con cintas elásticas en el piso y estacas, no era común en ese momento. Las estacas eran palos de escoba que recolectábamos, yo he llevado, recuerdo: le sacábamos la punta y el Loco andaba con la maza para clavarlas en la tierra. Hoy todos entrenan así, pero él lo hacía en el año 84, 85, Marcelo forjó su propia manera de entrenar.
15.–¿Cómo se complementaba con Griffa?
–Cada división tenía un entrenador y un profe, y Jorge (Griffa) era el gran supervisor: llegaba, observaba, corregía, nos hablaba y se iba a ver otro plantel, gobernaba todo lo que pasaba en Bella Vista. Siempre fueron muy competitivas las inferiores de Newell’s, había tres equipos por cada categoría, el A, el B y el C. Los jueves era día de fútbol y se jugaba mucho, y allí estaban las miradas de los entrenadores y la de Jorge. Todo ese proceso de inferiores fue muy lindo y muy duro a la vez, porque no solo competíamos contra los demás rivales de Rosario, que te querían ganar sí o sí, sino contra los propios compañeros de los equipos de la misma división del club. Yo no alcancé a jugar nunca en AFA, sino que lo hacía en la liga local y un año me prestaron al Juan XXIII.
16.–¿Con Griffa seguís en contacto?
–Lo saludé por su regreso al club, pero no estoy en contacto habitual. Es una alegría su vuelta, hay también una idea de que todos los ex jugadores participemos en charlas con las divisiones menores. Iré en cuanto tenga un hueco.
17.–¿Vos integraste la famosa Cuarta Especial?
–Exacto. Era como una reserva de la primera local, jugábamos contra los equipos de Rosario, y ahí no había límite de edad, entonces con 19 años nos enfrentábamos a tipos de 30. Era durísimo. Ahí se dio un hecho clave: que Bielsa tomó la reserva y la cuarta especial. Fue la primera vez que me entrenó Bielsa. Muchas veces jugamos como preliminar de la primera del equipazo de Yudica campeón 87/88. Yudica iba pescando jugadores de ahí y nos hacía entrenar con la primera, que era un violín.
18.–¿Qué recordás de aquel Newell’s de Yudica?
–El uso de la pelota, era una posesión permanente, asociaciones exquisitas, jugaban un fútbol de memoria, porque llevaban varios años juntos y esa temporada los encontró en la máxima expresión. Soltaban a los laterales, Basualdo y Sensini era terrible cómo subían, en los entrenamientos nos metían los goles que querían, era muy difícil contenerlos. Los primeros de la siguiente camada que se incrustaron allí fueron Darío y Bati.
19.–En Newell’s jugaste de 3, 6, 5, ¿qué posición te gustaba más?
–Me gustaba jugar de 5 o de 8 por izquierda. Mi primer partido como titular en Newell’s fue de volante, con Llop y Martino, porque al Yaya Rossi lo habían suspendido. Había debutado unos días antes, Yudica me hizo entrar por Darío (Franco) para que marcara a Bochini… creo que no toqué ni una pelota (risas). Recuerdo los pelos despeinados de Bochini y que sus medias eran diferentes a las de sus compañeros. No me duró mucho jugar de volante, porque enseguida volvió Rossi y después vendieron a Sensini y me mandaron de lateral. Cuando asumió Bielsa en el 90, seguí de lateral izquierdo, pero era un lateral muy ofensivo, con Saldaña que también subía del otro lado y con el Chocho (Llop) metiéndose entre los centrales, Gamboa y Pochettino.
20.–¿Cuál era la clave de ese Newell’s bicampeón de Bielsa?
–El convencimiento de jugar de una manera. La presión, el dinamismo, teníamos un ritmo de juego muy muy alto, corríamos, te terminábamos doblegando por el ritmo, teníamos buenos jugadores pero la clave era la dinámica, la insistencia. La calidad la teníamos en Zamora, Martino, Mendoza, Saldaña era muy versátil. Presionábamos en campo rival, jugábamos rápido, con mucha intensidad durante todo el partido. Te metíamos en nuestro ritmo, y te agobiábamos. Los entrenamientos de Marcelo eran muy analíticos, todos ejercicios diagramados por él que solucionaban problemas de los partidos anteriores: era algo totalmente nuevo. Ya en el bus de regreso a Rosario, cuando jugábamos de visitante, Marcelo nos pasaba el video del partido para ver los errores. Ponía el VHS y ahí arrancaba todo.
21.–¿Se bancaban las locuras de Bielsa y vivir concentrados?
–Éramos un equipo muy motivado y muy conectado con la gente; salvo Mendoza y Boldrini, veníamos todos de las inferiores, conocíamos a los hinchas, conocíamos la pensión, quién estaba sentado en cada lugar de la tribuna. Ni te digo Bielsa. La gente se identificó muchísimo con el equipo. Y nosotros estábamos con una convicción y una dinámica de arrasar con todo. Las concentraciones eran constantes porque jugábamos Copa y campeonato, vivíamos muchos días en Funes, compartíamos con los internos del liceo militar (risas), pero había ping pong y videojuegos, mirábamos la tele, películas… Yo era joven, no me molestaba, quizás a los más grandes un poco sí, y Bielsa tampoco estaba todo el tiempo en las concentraciones.
22.–Pero los terminó desgastando tanta intensidad, ¿o no?
–Tenía sus días Marcelo, pero la convivencia se vuelve difícil cuando las cosas no salen, y a nosotros nos iba muy bien. Además, si digo que era pesado me asesina, ja, ja. Marcelo es muy exigente, está claro, y hay que destacar que los grandes jugaron un rol muy importante: todos ellos lo llevaban bien y nos guiaron. Mirá que era muy raro que llegáramos 10 jugadores de inferiores todos juntos a primera. El Loco convenció a los grandes, estábamos todos en la misma.
23.–¿Pensaban que le podían ganar la final 90/91 a un Boca que llevaba 10 años sin ser campeón?
–Estábamos convencidos de que le íbamos a ganar a Boca. Un día antes de la primera final hicimos una práctica desastrosa y, al terminar, Bielsa nos juntó para revisar lo que había pasado y se mostró abierto a nuestras sugerencias. Es decir, tenía una gran convicción en lo que hacía, pero también sabía escuchar. Y hubo un hecho muy significativo para todo el grupo: que él no decidiera reemplazar a Gamboa y a Darío (Franco), que debieron ir a la selección a jugar la Copa América con Basile, mientras Boca trajo a Renato Gaucho y a la Vieja Reynoso para reemplazar a Latorre y Batistuta. "Si yo llegué hasta acá con estos jugadores, el premio es de estos jugadores", fue su mensaje. Eso nos dio confianza, fue un gran gesto del conductor de respaldo a sus jugadores.
24.–Ustedes salieron ganando en relación a Boca.
–¡Ojo que Gamboa y Franco eran tan importantes para nosotros en el plano defensivo como Batistuta y Latorre para Boca en ofensiva! Boca tenía un plantel con más soluciones y el nuestro era más reducido, no sé para quién fue mayor el impacto de las salidas.
25.–¿El gol de cabeza que metiste para ganar 1-0 la primera final fue obra del laboratorio de Bielsa?
–Nosotros teníamos una pelota detenida muy fuerte y la ensayábamos muchísimo. Había grandes pegadores, como Gerardo (Martino), Zamora y Ruffini, y muy buenos cabeceadores, como Poche, Gamboa, Darío, Mendoza y yo. Teníamos diferentes variantes de lugares a donde podía ir el balón y lugares preestablecidos para ir nosotros. Y te cuento una anécdota, mi abuelo paterno, muy hincha de Newell’s, me decía: "Pepe (me llamaba así), ¿viste cuando vienen los centros y los arqueros esperan que les llegue la pelota a las manos? Vos tenés que saltar y meter la cabeza ahí sorpresivamente, peinársela". Me lo dijo 50 veces, y el gol fue así: Navarro Montoya amagó a salir y yo alcancé a meter mi cabeza. Mi abuelo se lo adjudicó todo él (risas).
26.–En la revancha en la Bombonera fuiste el primer ejecutor de penales, durísima esa caminata me imagino…
–Dónde patearlo ya lo había decidido tres días antes; en realidad, yo siempre pateaba los penales ahí, cruzados, era el encargado en los partidos, además. No había chance de patear a otro lado. El día anterior fuimos a entrenarnos a Ciudad Universitaria. Estaba lleno de gente, nos pusimos a practicar penales pero Bielsa nos dijo que la hiciéramos cambiada: 9 penales al revés y 1 solo como lo íbamos a patear. Así que en la caminata pensaba en repetir el penal que tenía en la cabeza, sólo eso, en darle fuerte y no resbalarme...
27.–Lo primero que se te viene a la cabeza de aquel 9 de julio de 1991...
–Tengo grabado el ruido del silencio de la Bombonera durante la vuelta olímpica. Las tribunas estaban llenas, creo que la gente no alcanzó a irse rápidamente por el estupor. Fueron muy respetuosos. Después festejamos en el hotel con la familia y de ahí fuimos directo a la cancha de Newell’s. Esa noche perdí mi reloj, no sé si se me cayó o me lo manotearon en esos festejos, pero nos querían tanto en ese momento, que al otro día me lo devolvieron (risas).
28.–Así como metiste ese penal, te tocó errar en la final de la Libertadores contra San Pablo, ¿te persiguió ese error?
–Y sí, esa imagen del penal fallido te persigue, te martiriza por un tiempo, después pasa. Lo tiré como siempre y pegó en el palo… La carrera en el fútbol tiene un montón de cosas efímeras: lo bueno también dura poco y todo se vuelve recuerdo.
29.–¿Volviste al Parque después de tu salida del club en 1993?
–Dos veces. La primera, en 2009, para jugar con otros ex compañeros el partido que rebautizó el estadio como Marcelo Bielsa. Fue muy lindo porque me reencontré con un montón de gente, desde ex compañeros a empleados, utileros, gente del club a los que no veía desde hacía mucho tiempo. En el fútbol, todos atravesamos éxitos y fracasos, pero creo que lo que distingue a la gente y perdura en el tiempo es cómo te comportaste, si fuiste un buen tipo, si respetaste a todo el mundo. Volví a pisar el estadio este año cuando fui a ver un partido de Copa Argentina, Almagro-Talleres, porque me interesaba seguir a un jugador (Cubas). Me dieron un cuadro con una camiseta, muy lindo.
30.–Se te vio muy emocionado al inaugurar la biblioteca futbolera en tu escuela primaria junto a Darío Franco el año pasado, ¿en qué pensabas?
–Llevaba muchos años sin volver al colegio y reencontrarte con ex compañeros y con las maestras es muy fuerte, había una gran carga emocional. Esa tarde intenté dormir la siesta pero no pude, me asaltaban los recuerdos uno detrás del otro.
31.–¿Por qué te fuiste tan joven al fútbol mexicano, mercado que muchos eligen de más grandes?
–Yo hice mi carrera al revés: de joven, con 23 años, fui a México y de grande, a los 30, a Europa. Fui al Atlas porque Newell’s necesitaba una renovación, yo también quería cambiar de aire y aparte un tiempo antes no se habían concretado ofertas del Gijón y del Udinese. Que estuvieran Bielsa y el Gordo Bonini, además de Domizi y Ubaldi, me ayudó a decidir. Y no viví tres años buenos en el Atlas, ¡viví tres años excelentes! Es el día de hoy que vuelvo a Guadalajara a visitar a amigos. Y si no hubiera sido River el que me llamó en el 96, habría seguido por mucho más, estaba por renovar por cinco años.
32.–¿Qué te aportó la liga mexicana?
–Llegué a México después de operarme la rodilla, en rehabilitación, encima se demoraba el transfer, no podía entrenarme con el equipo, y cuando empecé a hacerlo los demás estaban tres veces más rápidos que yo. Cuando íbamos al DF, Puebla y Toluca, entre la altura, el calor y mi estado físico, me sentía fatal. Era como si estuviera en una pista de Fórmula 1 pero yo parado (risas). Sufrí mucho para adaptarme a ese ritmo, tuve que redoblar esfuerzos, pero al fin de cuentas soy un superviviente. Superada esa etapa, en los dos años siguiente me transformé en el capitán del equipo y alguien muy valorado.
33.–Supongo que Atlas no te habrá querido vender a River...
–Cuando llegó la oferta de River, lo que menos quería el Atlas era venderme, pero hablé con Francisco Ibarra, el presidente, para explicarle la importancia de quién me buscaba y no sólo entendió sino que pensó más en mí que en el equipo. Aceptaron venderme como un agradecimiento por cómo me había comportado. En la conferencia de despedida, sacó una camiseta con mi número, el 2, y dijo que mientras él fuera el presidente ese número no se usaba más. Fue muy emocionante, no lo esperaba. Jugué en Atlas tres años, no fuimos campeones, y se confirma que no necesariamente hay que ganar un título para que te recuerden.
34.–Al River 96/97 lo manejaban los jugadores de experiencia como Enzo, Astrada, Hernán Díaz y vos. ¿Verdadero o falso?
–Falso. Eso es un mito, como las charlas técnicas paralelas, una total mentira. El equipo era de Ramón (Díaz), y hay que destacar la figura de Omar (Labruna). Eran muy hábiles en la distancia corta con el jugador, en el rol que debía cumplir cada uno. Interpretaban muy bien lo que es el mundo River, cómo se debe jugar en River, proponían todo el tiempo un fútbol de ataque, despreocupado. Tenían esa viveza, ese olfato de quien ha jugado al fútbol y conoce los vestuarios.
35.–¿Lo puteabas mucho a Sorin, que se iba todos los tiros?
–No, sólo le pedía que volviera de vez en cuando, porque me iba a acortar mi carrera (risas). El tema es que Juampi hacía tanto daño adelante que era imposible decirle que no fuera, era un jugador muy inteligente, con lectura de juego, y aprovechaba todo lo que tenía y todo lo que el otro equipo le dejaba.
36.–¿Con Celso Ayala formaste la mejor dupla central de tu carrera?
–Con Celso en River y con el Negro Cáceres en el Celta, donde viví cinco años espectaculares. Eran distintos Fernando y Celso: el Negro más técnico y Celso más agresivo para marcar, con un juego aéreo impresionante. No he visto otro cabeceador como Celso, se le parecía un poco el Ratón Ayala.
37.–¿Por qué estuviste un solo semestre en el Olympique de Marsella?
–Porque mi nivel fue nefasto. Yo venía de la Copa América 99 sin descansar, llegué a Francia apurado, empecé a jugar sin pretemporada, y eso se paga. No es normal que un equipo grande vaya 6° o 7°, así que echaron al entrenador y el que llegó me dijo que no me iba a tener en cuenta. Rescindí y volví a River.
38.–¿Ahí tuviste problemas por declarar: "Me fui de Francia porque estaba rodeado de maricones"?
–Esa fue una de las cosas más insólitas que me pasó en el fútbol. Ocurrió unos meses después de irme de Francia, cuando estaba en River y fuimos a jugar a Guadalajara contra el Atlas, por la Libertadores. Un periodista mexicano había inventado una entrevista que supuestamente me había hecho en el lobby del hotel, una nota que jamás me hizo, y me adjudicó esa declaración. Un disparate total. Lo demandé y, sin comerla ni beberla, tuve que enviar un pedido de disculpas a Francia.
39.–¿La selección fue una cuenta pendiente para vos?
–Me faltó jugar un Mundial, me quedé con esas ganas. Estuve en eliminatorias con Passarella y con Bielsa. Passarella terminó llevando a Pochettino, Chamot, Ayala, Sensini y Pablo Paz, entre otros. Para el siguiente me sentí más cerca, pero me fracturé el tobillo en enero de 2002. Me operaron y volví recién en abril, ya muy cerca del Mundial.
40.–¿Cómo superaste la muerte de tu padre por un accidente automovilístico?
–Y… duro, son situaciones que nadie quisiera sufrir. Al futbolista durante su carrera le pasan muchas cosas, sufre pérdidas, se casa, tiene hijos... y el rendimiento se ve afectado por vaivenes personales que le toca padecer, cosas que por ahí el hincha no sabe o no tiene en cuenta. Esto ocurrió en el 2000, mi viejo volvía al pueblo después de verme en un partido que le ganamos al Atlas en el Monumental. Me refugié en mi trabajo para superarlo.
QUIÉN ES
- Nombre completo: Eduardo Berizzo Magnolo.
- Nacimiento: 13/11/1969 en Cruz Alta (Córdoba).
- Inferiores: Newberton (Cruz Alta) y Newell’s Old Boys.
- Primera: Newell’s (1988-93); Atlas, México (1993-96); River Plate (1996-99 y 2000); Olympique Marsella, Francia (1999); Celta, España (2000-05) y Cádiz, España (2005-06).
- Selección Nacional (1996-00). Jugó 13 partidos con Passarella y Bielsa de entrenadores; participó de las Copas América de 1997 y 1999.
- Títulos (7): Campeonato 90/91 y Clausura 92 (Newell’s); Aperturas 96 y 97, Clausuras 97 y 99, Supercopa 97 (River).
- Como entrenador: Ayudante de Marcelo Bielsa en la Selección de Chile (2007-10); como principal Estudiantes La Plata (2011); O’Higgins, Chile (2012-14); Celta, España (2014-17); Sevilla (2017); Athletic Bilbao (2018); Selección de Paraguay (desde febrero 2019).
- Títulos (2): Apertura 2013 y Supercopa 2014 (ambos con O’Higgins).
41.–¿Cómo surgió ser ayudante de Bielsa en Chile?
–Dejé de jugar en junio 2006 en el Cádiz y me fui a vivir a Buenos Aires. Al año siguiente, veraneando en Vigo, recibí el llamado de Marcelo. Me contó que tenía la oferta de la selección de Chile y quería que lo acompañara. Le pedí que me lo dejara pensar. "Bueno, te doy cuatro horas", me contestó (risas). Mi intención era descansar un tiempo más, no quería volver al fútbol tan rápido, pero la oportunidad de trabajar con Marcelo valía la pena. Me llamó un martes y el domingo estábamos en Santiago.
42.–¿Cuál era tu tarea en el cuerpo técnico?
–Básicamente era el jefe de la oficina técnica en lo que tenía que ver con el seguimiento de los jugadores, locales y del exterior. Eso pasaba por mi organización. También había que hablar con entrenadores de juveniles, conformar el grupo de sparrings y enseñarles la ejercitación, ver partidos en vivo de juveniles y de los jugadores locales que seguíamos, todo eso.
43.–¿Participabas en la elección de los titulares del equipo y en los cambios?
–Sí. Marcelo es de consultar y nos escuchaba, él siempre pone en duda su posición, la quiere cotejar con la tuya. Pero claro, ahí más vale que no contestes una boludez, porque él exige un grado de intervención con sentido, si no te elimina ahí nomás de la discusión. Me podía preguntar antes de un partido para definir la formación, o durante los partidos también. Con el correr del tiempo fue creciendo mi aportación.
44.–¿Era de llamarte a medianoche para preguntarte algo?
–No, para nada. Se trabajaba mucho, eso sí, los horarios de laburo eran muy prolongados, por ahí de 8 a 10 de la noche, después cenabas y por ahí tenías que seguir cuando estábamos en fecha FIFA y al otro día había citación de jugadores y no te alcanzaban las horas del día, pero después había grandes espacios de tiempo donde la tarea bajaba.
45.–¿Es muy desgastante trabajar con Bielsa?
–Es exigente, realmente exigente, pero a la vez es la excelencia y por lo tanto un enorme aprendizaje. Y hay que estar a la altura de su capacidad. Eso te exige Marcelo. Y eso eleva su nivel y también eleva el tuyo.
46.–¿Discutiste alguna vez a los gritos con él?
–No. Discutimos pero siempre me he sentido respetado, nunca a los gritos.
47.–¿En qué es distinto Bielsa?
–En el método, esto de solucionar temas de partidos de manera analítica con ejercicios en el campo. Tiene gran convicción y gran personalidad para ejecutar ese método. Los que hemos trabajado con él arrastramos el prejuicio de que somos iguales, pero para eso tenés que tener su personalidad, y eso no se copia, es propio de cada uno.
48.–¿Se enojó cuando le planteaste que te ibas a abrir?
–No, sólo me preguntó si estaba seguro, porque él pretendía que siguiera. Yo quería ser entrenador principal, lo tenía claro, pero esa etapa de ayudante fue muy necesaria y valiosa. Uno, como jugador de fútbol, tiene la idea vanidosa de creer que puede entrenar apenas deja de jugar, y hoy me doy cuenta de que no sabía nada de liderazgo, de entrenamientos, de conducción. Como futbolista solucioné circunstancias del juego pero enseñarle a otro y darle las herramientas para optar por lo mejor implica un camino pedagógico que primero hay que aprender.
49.–¿No tuviste dudas de largarte solo?
–Lo hablé con el gran Luis (Bonini), y él me apoyó. Me entendió aun siendo mi compañero en ese cuerpo técnico. Le debo mucho a Luis, fue un padre futbolístico para mí, un tipo con olfato, enseguida se daba cuenta "uh, acá se viene el quilombo", y lo apagaba antes. El Gordo era un gran conocedor de las relaciones, y tuve la suerte de decírselo. De darle un abrazo. Tenía carisma y personalidad, te arreglaba un quilombo con un chiste o con una palmada, era motivador y no transaba con su manera de entrenar. Un tipo muy valiente, muy amigo de los amigos, del mismo palo que la gente buena, como le gustaba decir a él. Crack.
50.–¿Qué cosas creés que tomaste de Bielsa?
–En lo macro, la planificación y organización. El método de entrenamiento y la ejercitación son parecidas, yo también tengo mis ejercicios y estructuro la semana de manera diferente. En el juego, tal vez la presión, la manera de recuperar, de hacerte dueño de la pelota, son los mismos patrones generales, más allá de ir más o menos rápido hacia arriba, con más o menos elaboración, pero a grandes rasgos quiero asumir el control del partido y quitar la pelota lo antes posible, no me gusta sentirme dominado.
51.–Se dijo muchas veces que hubo un antes y un después de Bielsa en Chile, ¿te sentiste un poco partícipe de las Copas ganadas por Sampaoli y Pizzi?
–Lo del antes y después de Bielsa lo escuché, y si lo dice tanta gente, debe haber algo de cierto. De los títulos no me siento partícipe, los títulos son de quienes los ganan; sí considero que hemos generado la transición de jugadores en la selección. Si uno compara el plantel, del primer al último partido nuestro, se verá que se incorporan muchos nuevos jugadores al equipo. Bielsa les dio apertura a muchos jóvenes que terminaron consolidándose y jugando dos Mundiales y ganando dos Copas América.
52.–¿Mantenés contacto frecuente con Bielsa?
–Sí, por supuesto, nos escribimos y hablamos, pero la agenda no la marcan victorias o derrotas, no pasa por ahí. Le debo una visita a Inglaterra.
53.–¿Te sorprendió que a Pochettino le fuera tan bien como DT?
–Para nada me sorprendió, como jugador era una persona muy preocupada por lo táctico y entendía bien contra quién se relacionaba en el campo, era un gran marcador.
54.–¿No debe ser casualidad que de aquel Newell’s de Bielsa hayan salido un montón de entrenadores, no? Martino, Pochettino, Llop, Gamboa, Scoponi, Domizi, Zamora, Berti, Franco…
–Claro, ninguna casualidad. Marcelo nos contagió un interés muy fuerte por la táctica y por el juego en sí. Nos transmitió ese espíritu de descubrir e intentar cosas en los entrenamientos.
55.–¿Gallardo ya asomaba como líder cuando lo tuviste de compañero?
–Siempre fue muy inteligente Marcelo: sabía dónde llevar el juego, era un administrador muy bueno, y hoy desde la conducción muestra ese rasgo que tenía como jugador, le encanta que la pelota se juegue y que fluya con criterio. Ya se veía que tenía personalidad, pero era sereno, sin estridencias, sin grito, el perfil que hoy muestra como entrenador.
56.–Como DT arrancaste en Estudiantes y no duraste un semestre, ¿el fútbol argentino es demasiado caníbal?
–El fútbol argentino es caníbal; los tiempos están acelerados, todo está exagerado, los análisis y sentencias son instantáneas. Lo increíble es que un entrenador que no sirve para un equipo un domingo pasa a ser la solución para otro equipo el domingo siguiente. Es rara la lógica que sigue el fútbol argentino. En 2011 yo llegué a un equipo campeón, con la vara muy alta del entrenador saliente, Sabella, sobre el inicio del torneo, sin mucho tiempo para entrenar, y encima jugábamos Copa y Liga y no tenía una semana entera para trabajar mis ideas. Cometí errores yo también, pero fue una experiencia muy buena para mí. Quizás no era el equipo ideal para empezar una carrera, pero Estudiantes era muy importante y me animé.
57.–Después de Estudiantes fuiste a O’Higgins, ¿se te cruzó que podían ser campeones por primera vez en la historia del club?
–La verdad que sí se me cruzaba esa posibilidad. Siempre pienso en grande. Se venía trabajando bien, con ideas claras, se estaba construyendo un muy buen centro de entrenamiento. O’Higgins ya me había buscado antes, pero yo justo salía de la selección y necesitaba descansar. Había otros equipos con muchas más posibilidades de campeonar, pero yo me ilusiono, yo le meto, me creo cualquier cosa.
58.–¿Y qué se siente ser campeón de un equipo por primera vez en la historia?
–Hay muchas cosas que se van desarrollando a nivel humano dentro de un equipo, no es sólo el logro deportivo. Hay una manera de relacionarte, de construir un grupo humano, eso es lo emotivo de armar un equipo. El campeonato, después, te entrega el diploma de haber hecho las cosas bien. Y cuando lo lográs en equipo, tiene un sabor multiplicador, porque tenés que congeniar desde el utilero al capitán, el espíritu tiene que estar alto todos los días, hay que trabajar, y pensar que cuando consigamos algo lo vamos a repartir en todos los pedazos que somos, por eso es algo tan fuerte conseguir un título colectivamente. Y cuando sucede con los ingredientes tan especiales como los vividos en O’Higgins es lo más fantástico que te puede pasar.
59.–Entre los ingredientes, estará la tragedia de Tomé, en la que murieron 16 hinchas de O’Higgins.
–Sí, claro. Pasaron muchísimas cosas ese año. En mi primer campeonato alcanzamos la mejor campaña en la historia del club: perdimos la final con la U de Sampaoli, tras ganar 1-0 en la ida, caer 2-1 en la revancha en tiempo de descuento y luego en la definición por penales. Increíble, se nos escapó por nada, por dos minutos. Al año siguiente fuimos visitantes todo el torneo porque el estadio estaba en refacciones. Jugamos en el de Santiago Morning y los hinchas tenían que viajar todos los partidos desde Rancagua hasta las afueras de Santiago. Íbamos segundos de Católica en la recta final y faltando tres partidos los alcanzamos: ellos perdieron y nosotros lo dimos vuelta 2-1 en Calera faltando cinco minutos con goles de Calandria y Pablo Hernández. En la anteúltima ganamos los dos y en la última la Católica ganó y nosotros jugamos contra Rangers de visitantes: perdíamos 1-0, ganábamos 2-1, perdíamos 3-2 y terminamos ganando 4-3 ¡con un gol de penal de mi amigo Calandria! Forzamos el desempate y le ganamos 1-0 a la Católica con gol de Pablo Hernández en el estadio Nacional de Santiago, donde el año anterior habíamos perdido la final contra la U de Chile. Y con una carga emotiva tremenda por la tragedia de Tomé de febrero de ese año.
60.–¿Cómo vivieron esa tragedia?
–Fuimos a jugar a Concepción contra Huachipato, a la noche. Jugamos e hicimos noche ahí. A la madrugada nos avisan del accidente del micro en el que viajaban hinchas. Al amanecer salimos hacia los hospitales donde llegaban los heridos, coincidiendo con sus familiares.
61.–¿Qué hicieron en el hospital?
–Como entrenador el equipo, los médicos me invitaron a pasar y a tomar contacto con los accidentados. Entré y los fui saludando, a muchos de esos chicos los conocíamos porque venían a ver los entrenamientos. Había algunos enyesados, otros en camilla, me quedó grabado que tenían anotados sus nombres con un fibrón en las piernas. En ese momento todavía no estaba claro el número de víctimas. Al salir se me acercaron los familiares, me preguntaban quiénes estaban ahí, fue un momento durísimo, traté de no desesperanzar a nadie, tampoco me acordaba de todos sus nombres, sí recuerdo la angustia de ese momento.
62.–¿Cómo siguieron?
–Después de estar un rato en el hospital, emprendimos el viaje de regreso a Rancagua, ahí ya se conocía que había 16 muertes. Inmediatamente toda la gente se acercó a la plaza principal y se puso a rezar. Fue una misa multitudinaria, y nosotros en el medio, como uno más. En los días sucesivos participamos de los entierros de esos chicos. No quiero ni imaginar el dolor que significa la pérdida de un hijo y está clarísimo que el fútbol no compensa nada de eso, pero lo sucedido impulsó al equipo a redoblar esfuerzos, a comprometerse todavía más. De manera tácita, sin siquiera hablarlo, pero estaba en el aire. Fue un episodio que nos marcó, nunca más hubo una queja de nada, aunque ese equipo estaba integrado por gente buenísima que no se quejaba. Y a fines de ese 2013 salimos campeones por primera vez en la historia de O’Higgins.
63.–¿Qué fue lo que más te conmovió de los festejos de aquel título?
–Se armó una caravana de 120 kilómetros de toda la gente acompañando al bus de regreso de Santiago a Rancagua. Fue impresionante. Y, después, toda la gente esperando en la plaza para festejar juntos. Hablé en el balcón del Ayuntamiento, ni me acuerdo bien qué dije, sí que le agradecí a la gente. Es que el fútbol es de la gente, uno cree que los protagonistas somos los jugadores y entrenadores que mantenemos el fútbol vivo, pero eso se termina, los ciclos terminan y el que queda siempre es el hincha.
64.–¿Es cierto que les leías cuentos de Eduardo Sacheri a tus jugadores?
–No, no, yo siempre leí a Sacheri porque te pasea por nuestras emociones, entonces leerlo me sensibiliza especialmente. Y un rato antes de las charlas técnicas, o el día anterior, solía leer algo de él porque lograba emocionarme. Me generé ese hábito. Es que cuando la presión aumenta y el entrenador pasa mucho tiempo en soledad pensando y repensando las cosas, esa lectura era un mecanismo que me serenaba, sensibilizaba y me llenaba de emoción para transmitírsela al grupo.
65.–¿La del Celta, junto a la de O’Higgins, fue tu mejor etapa como entrenador?
–Si pudiese medirse cuánta influencia tiene el entrenador en su equipo, ese Celta fue donde más desarrollo tuvo mi idea, junto a O’Higgins. Eso prueba que la idea necesita desarrollo a través del tiempo, no hay magia ni receta instantánea, hay que apostar a muchos entrenamientos y a encontrar los artífices indicados para la idea. Fuimos progresando en las campañas y llegamos a semifinales de Copa del Rey y de Europa League. Nos faltó muy poquito. Y jugando a la manera que pretendíamos, eso fue lo más valioso.
66.–¿Vigo es un poco tu lugar en el mundo, te fue bien como jugador y como entrenador?
–He pasado casi 9 años de mi vida allí, entre las dos etapas, y espero contar con otra más en algún momento: en Vigo tengo amigos, suelo ir a visitarlos, es un sitio que me gusta mucho y donde me siento muy respetado y querido. Uno es de donde tiene amigos, y yo no soy de ningún lugar en especial, pero soy un poco de todos.
67.–¡Qué fino es el límite entre la gloria y la nada! Vos fuiste campeón con O’Higgins y llegaste a semis con Celta, ¿cómo te llevás con ese exitismo?
–Uno fracasa en resultados muchas más veces de las que tiene éxito, haciendo un repaso general. Hay muy pocos entrenadores que fueron muchas veces campeones, a otros no les tocó nunca en una campaña de 25 años. Para mí, es mejor apuntar a que el éxito sea hacer lo que tenés que hacer todos los días como entrenador. Y es mentira que solo se le reconocen cosas al que gana, el mejor ejemplo es Holanda del 74. Después, hay entrenadores con mucho éxito que permiten y se permiten cualquier comportamiento. ¿El éxito avala todo? Para mí, no. Todos necesitamos ganar y me hubiera encantado haber terminado con un título en Celta, pero en todo caso es un motor que me moverá siempre a regresar para darle un título a esa gente. Dárnoslo a todos, en realidad.
68.–¿Qué te pasó en el Athletic de Bilbao: fallaste vos o en el club no te dieron tiempo?
–Ganamos el primer partido y luego fueron 13 encuentros sin victorias: nos empataban sobre la hora, o nos quedábamos con uno menos de un modo inesperado, nos pasaban cosas raras, pero cuando el equipo no gana, hay que pegar un cambio de timón, es lógico. Al Athletic, igual, sólo puedo agradecerle. Es un club maravilloso con gente que lo hace más maravilloso aún: a pesar de los malos resultados no escuché nunca un insulto. El Gordo Bonini me había dicho una vez: "A mis amigos les deseo el Athletic de Bilbao". Y yo me sumo a esa frase, ojalá algún día el fútbol me permita regresar para devolver victorias a tanto afecto que me dieron hinchas, directivos, director deportivo, todos.
69.–En Bilbao, tras varias derrotas, declaraste que eras optimista desde pequeño y que el líder triste no existía, ¿a qué te referías?
–Aunque tenemos nuestros peores y mejores días, el líder no puede estar triste o deprimido. Este trabajo requiere de mucha energía y eso es lo que absorbe todo el mundo. No podés mostrarte débil, hay que descansar bien porque a la mañana siguiente necesitás mucho optimismo, mucha energía, es muy desgastante esta profesión, tenés que pensar el partido de 25 tipos, las correcciones de esos 25, hacer que el entrenamiento salga bien y cuando se tuerce tener la herramienta de solución. Y para eso necesitás una lucidez que está conectada a la energía, más en un medio en el que el entrenador es muy observado. Los jugadores perciben la debilidad del entrenador, la directiva y tu público también, hay que ser fuerte, el optimismo es necesario en el conductor, no es opcional.
70.– ¿Seguís a Newell’s?
–Claro, miro en el teléfono cómo salimos y me alegran mucho sus victorias. En la vuelta de agradecimiento también quisiera algún día dirigir a Newell’s.
71.–¿Hablaste con Martino antes de agarrar la selección de Paraguay?
–Hablé, sí, tampoco es que abro demasiado el juego de opinión, eh, porque cuando algo me gusta, encuentro las razones para ir. Y la opción de la selección de Paraguay me gustaba. Primero, por el desafío de disputar las eliminatorias; y después, por hacerlo con una generación de jugadores jóvenes. Lo llamé a Gerardo para reconfirmar y se puso a disposición para colaborar en lo que necesitara. No tuve mejor modo de agradecerle que con un tremendo pelotazo en la cara que le hizo volar los lentes por el aire, en mi segundo partido con la Selección. Me quería morir.
72.–¿Dónde estás viviendo?
–En Asunción, como todos mis compañeros de cuerpo técnico.
73.–Viviste en lugares fríos como Santiago y Vigo, ¿cómo te llevás con el calor de Asunción?
–Y… adaptándome, había vivido un calor parecido en Sevilla, que tiene veranos de 50 grados. En Asunción hay que escaparle al sol, adecuar los hábitos de vida a la noche: si querés jugar al tenis, o al padel, tenés que hacerlo a las 7 de la mañana o a las 8 de la noche; en el medio, imposible. Me gusta jugar al padel y lo hago con el Toro Acuña, que está en el staff de los juveniles, ¡lo qué juega Acuña al pádel!
74.–¿Por qué Paraguay pasó de disputar 4 mundiales consecutivos, del 98 al 2006, llegar a una final de Copa América (2011) y luego no clasificar para los dos mundiales siguientes?
–Vivió una transición lógica, pasó de una generación de futbolistas que jugaron mucho tiempo a muchos otros que esperaban llegar. Se prolongó demasiado esa transición. Si mirás nuestro plantel actual, el futbolista de referencia es Gustavo Gómez, que lleva 50 partidos en la selección. Ese número habla de que la transición se demoró.
75.–¿Cómo evaluás el año que llevás en Paraguay y cómo la Copa América?
–En la Copa América jugamos dos muy buenos partidos, contra Argentina y Brasil, por la jerarquía del rival, y en ambos empatamos, y dos no tanto, contra Colombia y Qatar. En la primera fecha FIFA, contra Perú y México, llevábamos diez días en el cargo, no se puede evaluar, y después de la Copa jugamos seis amistosos más donde la idea de posesión y presión creció. Hoy estamos mejor que en febrero, dimos pasos cortos pero seguros.
76.–¿En qué lugar de Sudamérica está hoy Paraguay, a qué países tenés por encima?
–Las eliminatorias no se pueden predecir, los equipos van encontrando su mejor forma con el transcurrir de partidos, lo que tengo claro es que de local hay que ser muy fuertes.
77.–¿Aprendiste algo de guaraní?
–Digo algunas palabras como "buen día" y cosas similares, también alguna puteada, pero es muy difícil de hablar y entender.
78.–¿Por qué elegiste a Bonano como ayudante desde un comienzo?
–Tito es el entrenador de arqueros, pero como todo el resto de los colaboradores participa de nuestro trabajo de oficina, siguiendo jugadores. A Tito lo conocía de Rosario, como rival, pero nos hicimos amigos en River. Es una persona serena, tremendamente humilde, muy confiable y responsable en su faceta técnica. Los otros colaboradores son Ernesto Marcucci y Mariano Uglessich, los profes Fernando Morelli y Carlos Kisluk y Aníbal Silva en coaching.
79.–¿Cómo lo ves a Scaloni en la selección?
–Ha sabido ocupar bien un puesto de mucha dificultad y administra un montón de grandísimos jugadores que parecen sentirse cómodos con él, y eso no es fácil de lograr.
80.–Tu día más feliz y tu día más triste en el fútbol.
–Más felices, los días que salimos campeones con Newell’s en la cancha de Boca y con O’Higgins en el estadio Nacional, ya como entrenador. Triste, la noche en que perdimos la final de la Libertadores contra el San Pablo.
81.–El mejor equipo que integraste.
–El Newell’s de Bielsa, el River de Ramón y el Celta. ¡Pero el mejor de todos fue la 69 de Newberton!
82.–El mejor DT que tuviste y el peor.
–El mejor fue Bielsa y al peor le perdono el nombre.
83.–¿Quién es para vos el mejor DT del mundo hoy?
–Sigo diciendo Bielsa; también me gustan mucho Klopp y Guardiola.
84.–¿Te gustaría volver a dirigir en el fútbol argentino o ni loco?
–Hoy no, pero algún día me someteré a volver (risas), sobre todo me gustaría en Newell’s o en River.
85.–¿Es más difícil dirigir en Europa o en Argentina?
–Las estructuras de Europa te permiten estar más enfocado en tu trabajo; las relaciones profesionales están muy bien marcadas, y el director deportivo te ayuda mucho. En Argentina estás más desprotegido. Europa es el máximo nivel.
86.–¿Tenés un esquema táctico preferido?
–Uso un 4-3-3 modificando el medio de la cancha. Me gusta la línea de 4 para salir jugando con volantes que se muevan y delanteros que bajen y se transformen en volantes, y laterales que sean defensores pero que luego se transformen en delanteros. No me gusta la rigidez de los esquemas.
87.–¿Cuál es el atributo más valioso que debe tener un DT?
–La valentía para aplicar sus conocimientos. Y capacidad de convencimiento. Eso garantiza las demás cualidades que tengas. Supongamos que vos sos un periodista inteligente, creativo, sagaz, profundo pero no te animás a escribir determinada nota sobre cierto personaje, no sirven de nada esos atributos. También es clave ser creíble desde el mensaje y desde la acción. Es muy fácil ser bueno, pero es muy difícil ser justo cuando administras méritos.
88.–Tus mejores amigos del fútbol.
–Rambert, Bonano, Pizzi, Sava, Lunari, Franco, a quien ya conocía del pueblo. Con ellos tengo contacto frecuente. Después, hay muchos amigos de esos que no ves durante mucho tiempo y de golpe te encontrás y parece que los viste ayer.
89.–¿Disfrutás la profesión o es muy complicado?
–Yo la disfruto cuando termina el entrenamiento y siento que hemos hecho lo que teníamos que hacer. Como el maratonista, viste, que para mí disfruta recién cuando llega a la meta (risas). Durante los partidos estás demasiado pendiente del juego, no hay tiempo para sufrir ni para disfrutar, por lo menos eso me pasa a mí.
90.–¿Por qué dejaste de dar entrevistas?
–Me llevaría mucho tiempo explicar exactamente lo que quiero y por otro lado creo que hoy es más importante hacer la entrevista a alguien que el contenido de la nota en sí. Aparte en nuestra profesión estar expuesto no es una sensación agradable, no me gusta esa exposición y prefiero otro lugar, pero de golpe se sortean las eliminatorias y doy un par de entrevistas para hablar de ese tema puntual. Sí me encantaría que se pudiera discutir y debatir más entre entrenadores, se da muy poco, y así como hay tantos congresos de médicos y otras profesiones, estaría bueno que haya de entrenadores.
91.–¿Cómo te enteraste de que tenías cáncer de próstata?
–Me hacía chequeos de inicio de pretemporada como todos los jugadores, dio alto el valor de PSA (Prostate Specific Antige), seguí controlándome y el índice no bajaba. En Sevilla me hicieron una biopsia, me citaron los doctores y me informaron que tenía un tumor en la próstata. La palabra cáncer es muy intimidante, pero no es sinónimo de muerte, evidentemente un cáncer de próstata te deja muchas más opciones de luchar que uno más agresivo. Inclusive tampoco me siento una referencia en la lucha contra el cáncer.
92.–¿Cuál fue tu primera reacción?
–Les pregunté a los médicos qué había que hacer, me contestaron que operar y les dije: "Vamos ya". Ahí no hay muchas opciones para escoger: te suben al ring y el que viene enfrente te viene a pegar, entonces o subís la guardia, o te pegan. Me puse en manos de los médicos, se lo comuniqué a mis hijos, por supuesto. Ese es un momento duro, porque la primera pregunta que te hacen tus hijos es si te vas a morir. "Tendrán que seguir aguantándome", les contesté.
93.–¿Lo decías convencido?
–Sí, no les mentía, si me hubiesen dicho que era un cáncer más grave, les hubiese tenido que decir la verdad, por eso te decía que no me gusta ponerme como un ícono. Aprendí mucho de cáncer, eso sí, así que no me di espacio para otra cosa, no soy de quejarme por lo que me toca, porque también te tocan cosas buenas en la vida, vamos. Y fui para adelante.
94.–¿Vos se lo comunicaste al plantel de Sevilla?
–El tema era que tenía que operarme y no podía estar en los entrenamientos, no me quedó otra que contárselo. Les dije que iba a ausentarme 2 o 3 semanas por la operación, y justo venía el parón de diciembre, así que me perdí 2 o 3 partidos de Liga y uno de Champions. En grupo los jugadores me dieron fuerza y luego por privado manifestaron cierta preocupación, y al final yo los alentaba a ellos, los tranquilizaba.
95.–¿Ya estás totalmente recuperado y sano?
–Debo hacer controles cada cierto tiempo para que todo esté bien. Mi mensaje en estos casos es hacerse análisis, el de próstata es un cáncer que detectado tempranamente ofrece cura; si no lo ves a tiempo, sí se transforma en un problema peor.
96.–¿Esperabas que el Sevilla te despidiera 24 días después de operarte?
–No lo esperaba y no me gustó, no me pareció justo, porque la realidad del equipo no era mala: habíamos clasificado a octavos en Champions, habíamos pasado en Copa del Rey y estábamos quintos en la Liga, pero la directiva habrá pensado que estaba débil, que no iba a poder. Ese es el problema de contar cosas de este tipo en nuestra profesión. ¿Qué jugador dice que tiene miedo? Si dice eso, lo sacan. Y en este caso yo nunca perdí la fuerza, al contrario, bajé unos kilos, que mal no me venían (risas), pero la fuerza no la perdí.
97.–De todos modos, nadie te quita aquella levantada histórica de 0-3 a 3-3 ante el Liverpool.
–Por supuesto: nosotros podemos decir que no perdimos con el Liverpool de Klopp que llegó a esa final y a la siguiente, donde terminó consagrándose. Empatamos 2-2 en Anfield y 3-3 en casa. Nada tuvo que ver mi cáncer esa noche, como se dijo: los jugadores ya lo sabían desde un mes antes. Esa fue una noche de pura furia futbolística, a partir de lo humano, de tocarles el orgullo en el entretiempo. Les dije que debíamos ver ese partido como una condena o como una oportunidad, que salir a darle vuelta el partido al candidato a mejor equipo del mundo iba a significar una pequeña proeza y así se lo tomaron. Fue un segundo tiempo arrollador y lo terminó empatando Pizarro a los 93, una locura.
98.–¿A Messi lo trataste alguna vez?
–Casi nada, sólo los típicos saludos antes o después de los partidos.
99.–¿Con la pelota en los pies, Messi superó a Maradona?
–Yo enfrenté a Maradona en sus últimos partidos en Boca, pero no podría trazar una comparación, es injusto. Sí creo que hoy es más difícil jugar que antes, el juego es más rápido y hay menos espacio. Y a Messi lo marcan defensores altos, fuertes, rápidos, tipos tremendamente agresivos y él igual se escapa.
100.–¿Qué es lo que más te sorprende de Messi?
–Messi va más rápido él con el balón que los defensas sin el balón, ¡es increíble! Tiene imaginada la jugada antes de ejecutarla, acota los tiempos de decisión porque vio el partido antes de que pase: cuando acelera parece que es fácil detenerse, pero es complicadísimo. La velocidad no lo nubla. Yo hago el siguiente paralelismo. ¿Viste las cintas de los aeropuertos sobre las que se trasladan las personas? Bueno, Messi pareciera que va en las cintas de aeropuerto, y todos los demás jugadores van caminando en el mismo sentido ¡pero fuera de la cinta!
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