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Edmílson: “Íbamos a ver a Messi jugar en el Barça B, y el tiempo ha demostrado que no es de este planeta”
“Después de lo que hizo Alemania con Brasil, en 2014 quería ver a Leo con la Copa”, cuenta el brasileño, campeón del mundo en 2002, que vio nacer al rosarino en el club catalán
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Nunca le había costado tanto a Brasil clasificarse para un Mundial. Y nunca más le iba a suceder. Camino a la Copa del 2002 ya habían sido despedidos los entrenadores Vanderlei Luxemburgo, Leão y sufría Luiz Felipe Scolari con el Scratch al borde del colapso nacional. Necesitó de la última fecha de las eliminatorias, como local y frente a Venezuela, para sacar el pasaje a Corea-Japón. Por entonces, era la Argentina de Marcelo Bielsa la que atrapaba todos los elogios. Sin embargo, la esperaba el derrumbe en el Lejano Oriente. En cambio… el Scratch encadenó siete victorias consecutivas con la ‘Bomba R’, Ronaldo-Rivaldo-Ronaldinho, más Cafú y Roberto Carlos, para conquistar el ‘Penta’, el último título para Brasil y para la región. “El favoritismo en el fútbol es una calle de doble sentido”, advierte alguien que hizo del equilibrio la virtud de su carrera. Edmílson, la aduana del campeón 2002, la pieza que acoplaba el talento de los cracks con el servicio de los terrenales.
“Si no estás preparado psicológica y físicamente para los siete partidos de una Copa, no sirve de nada. Si el grupo no se junta durante el período de la Copa del Mundo, no sirve de nada. Así que hay muchos factores que definen un campeonato de esta magnitud”, le cuenta a LA NACION a poco de bajarse de un avión que lo trajo desde Japón. Sí, de Japón, el punto del planeta que cambió su vida.
Las valijas siempre están hechas. A los 46 años, José Edmílson Gomes de Moraes, o simplemente Edmílson, es el creador de la fundación que lleva su nombre, embajador del FC Barcelona y de la Liga Francesa, y propietario del club Ska Brasil, que nació en 2019 en Santana de Parnaíba –Municipio de São Paulo–, un semillero, una entidad formadora de futbolistas. Todo un empresario. Cuando Edmílson está en Brasil, reside en Santana junto con su compañera de siempre, Siméia Moraes, y sus tres hijas: Tiffany, que nació en Lyon; Emily, en Barcelona, y Kyara, nacida en São Paulo. Casi un resumen de la carrera de este hombre que atrapó 17 títulos, desde torneos paulistas hasta la Copa del Mundo y la Champions League 2006 con Barcelona.
Pero antes de mil inquietudes que disparará la charla, la curiosidad impulsa una pregunta…
–En la final de Brasil 2014… la verdad: ¿hinchaste por Alemania después del 7-1?
–¿Después de lo que hizo Alemania contra Brasil? Quería ver a Messi levantando la Copa del Mundo. La verdad es que trabajo y vivo del fútbol en Brasil, así que espero que mi equipo y mi nación evolucionen cada vez más, ya que esto ayuda a promover nuestro mercado dentro del fútbol. Entonces, nunca animaría contra Brasil. Pero el resultado de Alemania en esa Copa mostró muchos problemas políticos y de gestión en el fútbol brasileño. La cuerda se rompió. Ya no era posible que Brasil siguiera lidiando con el fútbol de esa manera, que fue descuidando la formación de jugadores. Entonces ese partido hizo que el país abriera los ojos y viera todos los problemas que estaban pasando. Y así, fue el punto de partida de una ‘reconstrucción’ de muchas cosas, principalmente la profesionalización del deporte. Al final, si Brasil hubiera ganado la Copa de 2014, simplemente hubiésemos ‘barrido la suciedad debajo de la alfombra’, ¿me entiendes?
–Sos el presidente de un club, el Ska Brasil. ¿Cómo observás el trabajo base con los juveniles en Sudamérica? ¿Ya no sacamos tantos talentos?
–Creo que las raíces del fútbol brasileño y sudamericano vienen de la infancia, cuando jugábamos en el suelo, en la calle, en el pasillo... Eso ya no existe hoy. Un poco por la inseguridad y la marginalidad, donde los padres ya no dejan que sus hijos jueguen en la calle como antes. Y un poco también por la evolución de la tecnología, donde los jóvenes prefieren estar ‘conectados’ con un dispositivo ante que los juegos lúdicos de nuestra niñez, que mejoraban mucho nuestra cognición. En Ska Brasil trabajamos para rescatar las raíces del fútbol brasileño, trayendo escenarios de cuando aún éramos los más grandes formadores de futbolistas. Para mí, Ska está destinado a ser una fábrica de atletas. El objetivo es que tengamos atletas repartidos en los clubes más grandes de Brasil, hasta que Ska comience a vender atletas directamente al extranjero. Y nuestro mayor título son las negociaciones que ya llevamos a cabo, enviando jugadores de nuestras categorías juveniles a los clubes más grandes de Brasil. Tras tan solo tres años de existencia del club, y prácticamente dos años en plena pandemia, hoy ya hemos negociado más de 20 deportistas con grandes clubes de Brasil.
–¿Por qué crees que ha crecido tanto la diferencia entre Europa y Sudamérica? Los mundiales de 2006, 2010, 2014 y 2018 los ganó Europa.
–El fútbol va mucho más allá del juego en el campo. Y actualmente, la parte fuera del campo acaba siendo, a veces, hasta más importante que lo que sucede dentro del campo. La rutina de entrenamiento y juego es algo que nunca cambiará, sin embargo, con el avance de la tecnología y las redes sociales, tenemos que prestar cada vez más atención al lado psicológico de los jugadores, el aspecto psicosocial que necesita ser bien cuidado para que el deportista esté tranquilo para jugar al fútbol. Siempre habrá una diferencia entre entrenar en Latinoamérica y en Europa, ya que las culturas de las regiones son muy diferentes. El período en el que un joven más activa su repertorio motor es en la adolescencia, sin embargo, en América Latina existe la costumbre de jugar en diferentes escenarios como la calle, el salón, la cancha... cosa que rara vez sucede en Europa. En cambio, en Europa el escenario educativo y profesional es mucho más fuerte, lo que hace que la formación esté mejor dirigida.
–¿Quizás en Qatar cambie esa tendencia? ¿Podrá ganar un Sudamericano... como Brasil en 2002?
–Creo que sí. Tengo mucha confianza en Brasil y en el trabajo que se está haciendo. Tite tardó en hacer la renovación de la selección, pero creo que las cosas sucedieron en el momento adecuado y aparecieron grandes protagonistas que pueden ayudar a Brasil en esta campaña. Y también creo que Argentina está fuerte, ya que probablemente será la última Copa de Messi, lo que también hará que el grupo juegue mucho para él.
–Tenés tus favoritos para Qatar, y entre ellos ubicás a la Argentina también.
–Mi favorito es Brasil, sin duda. Creo que el ‘Hexa’ puede venir. Pero hay muchos equipos fuertes que también tienen un gran favoritismo, como Francia, especialmente. Pero también Alemania y Argentina. Si tuviera que elegir dos equipos más…, quizás Inglaterra y Portugal, que tienen un fútbol rejuvenecido y llamativo. Y nada más, no creo que haya sorpresas este año.
–¿Y por qué Argentina? ¿Messi es toda la razón?
–Bueno, recién lo comentaba: la selección argentina hará todo lo posible para ayudar a Messi a ganar el título, porque solo Dios sabe cuándo caerá otro rayo como este en Argentina, y me refiero a Messi. Y el trabajo de Scaloni también ha estado muy bien hecho… invicto en las eliminatorias. Creo que tiene posibilidades, sí.
Edmílson jugó seis de los siete partidos en Corea-Japón. Scolari sólo lo preservó en uno de la etapa de grupos. Era vital: podía compartir el medio, junto con Gilberto Silva y Kleberson, pero habitualmente retrocedía al fondo para acoplarse con los zagueros Lucio y Roque Junior y así se liberaban en ataque Cafú y Roberto Carlos. El sentido de equipo por encima de todo. En la victoria 5-2 ante Costa Rica, en Suwon, marcó un gol. Su único gol, en 39 encuentros en el Scratch. Para él, contra la desconfianza en la antesala de aquel Mundial, la unidad del plantel resultó decisiva en la conquista. “Nuestro grupo era muy fuerte y el profesor Scolari tuvo un muy buen manejo de los seres humanos que estábamos allí. La ‘Familia Scolari’ se fortalecía con cada partido y día a día nos íbamos convenciendo más de que podíamos ganar el quinto campeonato para Brasil. Y lo hicimos”, analiza.
–Se acerca Qatar y aparece el miedo a las lesiones. Vos dejaste la concentración de Brasil días antes de la Copa de 2006 por un problema de meniscos. ¿Cuánto influye en la mente de los futbolistas?
–A ningún futbolista le gusta quedarse fuera, sobre todo cuando es por una lesión. Lamentablemente, quedarme fuera de la Copa del Mundo de 2006 fue uno de los períodos más difíciles de mi vida y no le deseo eso a nadie. Pero la Copa del Mundo 2022 será diferente a las demás, ya que el período en el que se jugará está en plena temporada europea, por lo que los jugadores, en su mayoría, estarán en su punto máximo de preparación física, lo que también aumentará el nivel de los partidos. Por supuesto que las lesiones son una preocupación para todos los jugadores, pero creo que Dios sabe todas las cosas que hace en la vida de las personas.
–¿Qué nivel de juego creés que veremos en Qatar?
–Creo que el nivel será muy alto. Tal vez, el más alto de las últimas Copas del Mundo. La Copa se jugará en plena temporada europea, con los atletas en un excelente estado físico, a diferencia de lo que suele ocurrir en junio/julio, cuando es el final de las temporadas y los futbolistas ya arrastran un gran nivel de desgaste. Por eso mis expectativas son muy grandes en Qatar.
Jugó en un Barcelona fabuloso, el dirigido por Frank Rijkaard, campeón de Europa, con un Messi muy joven, y la batuta a cargo de Ronaldinho, Eto’o, Xavi, Giuly, Iniesta… ¿Alguien podía imaginarse que luego vendría un Barcelona incluso mejor, el de Guardiola? “La verdad es que nadie se lo podía esperar. Yo justo me fui del club cuando Pep tomó al primer equipo. Siempre digo que hay un fútbol antes y después de Guardiola, ya que Pep fue el responsable de revolucionar muchas cosas en el club, tanto en la táctica como en la técnica”, cuenta Edmílson. Un brasileño que tuvo por compañeros a muchos argentinos, desde Saviola, Maxi López y Gabriel Milito, a Ibagaza y Gonzalo Rodríguez en Villarreal y a Ponzio en Zaragoza… “Formé una muy buena amistad con los argentinos durante mi carrera. Y le tengo un gran cariño a Messi, pero formé una muy linda amistad con Saviola, Milito y Maxi López principalmente”, destaca.
–¿Y los rivales argentinos más duros? ¿A los que preferías no enfrentarte?
–Después de haberlo tenido como compañero durante cuatro años, el argentino más difícil de enfrentar siempre fue Messi, cuando me marché de Barcelona y jugué para Villarreal y para Zaragoza. Pero debo decir que también me dieron mucho trabajo Riquelme, en la época en la que él jugó para Villarreal, y también Pablo Aimar, cuando estaba en Valencia.
–Conocés a Messi desde sus inicios, desde su primera temporada en 2004/2005 en Barcelona. Tenía 17 años cuando vos llegaste de Lyon. ¿Te sorprendió apenas lo viste? ¿Cómo era entonces?
–Desde pequeño, Messi ya llamaba mucho la atención en La Masía. Recuerdo que íbamos a verlo jugar en el fútbol base y en el Barça B. Siempre ha sido diferente y el tiempo ha demostrado que no es de este planeta. Pero siempre fue un poco tímido fuera del campo, por eso hicimos todo lo posible para que se sintiera bien cuando subió al primer equipo del Barça.
–¿Te parece increíble que casi 20 temporadas más tarde siga siendo uno de los mejores del mundo?
–Conociendo a Messi, no creo que esta hegemonía sea absurda, como tampoco ha sido casualidad la vigencia de Cristiano Ronaldo. Creo que un atleta que está dispuesto a renunciar a cientos de cosas para dedicarse al 100% al deporte, como lo ha hecho Messi, merece cada vez más reconocimiento. Sí, ya siento que lo vamos a extrañar mucho a Messi.
–¿Eso lo hace único? Nadie ha estado tanto tiempo en la cima, ni Pelé, ni Maradona.
–Creo que lo que ha conseguido Messi, a lo sumo, sólo es comparable al propio Cristiano Ronaldo, al menos en los tiempos modernos. Aunque son muy diferentes entre sí, dentro y fuera de la cancha, son dos máquinas. Uno tiene un talento increíble y el otro un compromiso por encima de la media. Así que ambos sólo han cosechado los frutos que sembraron.
–¿Messi ha sido el mejor futbolista que has tenido como compañero en tu carrera? Y te lo pregunto porque jugaste con Ronaldo, Ronaldinho, Rivaldo…
–Con todo respeto a Messi, pero sin dudas el jugador que más disfruté ver jugar, sobre todo a mi lado, fue Ronaldinho Gaúcho. Su fútbol era de nuestra pura raíz, el auténtico estilo brasileño, con swing, gambeta, improvisación, uno contra uno y, sobre todo, mucha alegría para jugar. Y eso nos lo transmitió tanto a los compañeros como a los hinchas, que pudieron presenciar de un auténtico espectáculo viéndolo a Ronaldinho.
–Estás muy vinculado con Barcelona como embajador. ¿Te gustaría que Messi algún día regrese al club como futbolista o en alguna función? ¿Creés que sucederá?
–Creo que la imagen de Messi seguirá ligada al Barcelona a lo largo de la historia. No puede ser de otra manera. Y si quiere trabajar en algún rol futbolístico después de su carrera, definitivamente tendrá las puertas abiertas en el Barcelona. Sería muy bueno ver eso. Ahora, todavía como futbolista no sé qué sucederá…, pero también me gustaría ver a Messi acabar su carrera en el Barça.
–Mucho tiempo se creyó que luego de Messi y CR7, Neymar sería el rey del fútbol. ¿Pasó el tiempo de Ney? Benzemá recibió el Balón de Oro, ¿pero los nuevos reyes serán Mbappé o Haaland?
–Neymar es un espectáculo sobre el césped. Desafortunadamente, no ha podido destacarse más que Messi y Cristiano Ronaldo, pese a ser más joven que ellos. Sigo pensando que todavía Neymar podría sorprender a más de uno, pero también es cierto que el tiempo corre. Y por supuesto Mbappé y Haaland se imaginan como futuros candidatos a los mejores del mundo, por todo lo que ya han hecho, pero además porque todavía son muy jóvenes. Y como sigo mucho el fútbol juvenil, en Brasil también hay un chico de Palmeiras, de 16 años, que se llama Endrick, que está despuntando, pero a la vez ya debutó profesionalmente, y ojalá sea el futuro del fútbol brasileño.
–Creaste una fundación para niños. ¿Por qué creés que los futbolistas, con la influencia social que tienen, no se brindan más a la ayuda social?
–Creé la Fundación Edmílson en 2005, después de seguir parte del trabajo social que hacía Cafú, nuestro capitán en 2002. Y eso fue algo que Dios puso a propósito en mi vida y en la de mi esposa Siméia, para retribuir a la comunidad donde nací, Taquaritinga. Hoy puedo ayudar a alrededor de 800 niños. Creo que hay muchos deportistas que podrían ayudar más, porque los recursos económicos actuales son mucho más importantes que los de mi época. Pero, desafortunadamente, algunos se acercan a la ayuda social sólo por conveniencia política, pero en realidad no se molestan en ir a la casa de un niño para conocer el entorno social en el que vive y cuáles son las verdaderas necesidades de su familia. Confío en que poco a poco esto se pueda cambiar.
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