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“Dólar Qatar” y pesos devaluados: cómo “sobreviven” los argentinos en Doha en uno de los Mundiales más caros
Hay cerca de 20.000 hinchas diseminados por Doha a la espera del partido con Países Bajos; “Comemos fideos y paseamos”, cuentan
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DOHA (enviado especial).- La ciudad empezó a vaciarse. Después de dos semanas con una Doha colmada de visitantes, tránsito pesado y el transporte público al límite, el ritmo empieza a parecerse al de la previa a la copa del mundo. En los lugares más frecuentados por los visitantes, como el mercado de Souq Waqif, la Perla o Katara, ya no hay que hacer fila para sentarse a comer. En el metro hay asientos vacíos y la atmósfera luce más relajada.
La primera fase y los octavos de final del Mundial ya son historia. Solo quedan en carrera ocho selecciones. Los equipos con más seguidores, como Arabia Saudita, México y otros países asiáticos, están camino a casa. Argentinos, marroquíes y brasileños, en ese orden, son los que tienen más hinchas entre los sobrevivientes de los cuartos de final.
Según datos oficiales del Comité Supremo de Qatar, durante las cuatro semanas del Mundial habrán pasado por este país más de 1,6 millones de personas. El ranking lo encabezan los saudíes (vecinos de este emirato y que llegaron por el día en cada partido), indios (los “falsos” hinchas de Brasil y la Argentina, especialmente), estadounidenses, británicos (ingleses y galeses) y mexicanos, que todavía siguen dando vueltas por Qatar y tienen pensado quedarse hasta la final.
Los argentinos siguen detrás en esa lista. Se hacen sentir en los estadios y en esta semana interminable hasta la llegada del partido decisivo frente a Países Bajos se dispersaron por Doha. Los que pueden hacen compras y excursiones. El resto se las arregla para gastar lo menos posible y “sobrevivir” con pesos cada vez más devaluados transformados en riales qataríes.
Los cálculos hablan que en simultáneo hay cerca de 20.000 argentinos por Qatar. Una parte se volvió después de la primera rueda y en la segunda fase comenzó a llegar la renovación, en vuelos que arriban desde Ezeiza y otras partes del mundo.
Sebastián (33 años) y Santiago (32) fueron juntos a una escuela porteña. Coinciden en Qatar para su primer Mundial, pero uno vive en Alemania y el otro en Australia. Le cuentan a LA NACION que la espera de seis días entre octavos y cuartos de final se les hace “eterna” y que por sus salarios en monedas fuertes les resulta más fácil sostener la vida en uno de los países más caros del mundo.
“Compartimos una habitación en el barrio más económico que se puede conseguir acá en Doha, que está lleno de argentinos. En Warba pagamos cada uno unos US$ 50 por día, más barato de lo que sale un hostel en Sídney”, compara Santiago. Los dos llegaron con entradas y compran el desayuno y el almuerzo en el supermercado del barrio. Comen una vez al día en un restaurant.
Una situación similar a la de Jonatan, que es argentino pero vive en Vancouver. “Los precios están bastante parecidos a Canadá. Vas a lugares que están bien y a otros en los que te arrancan la cabeza”, asegura.
Sin embargo, para los que llegaron con sus pesos convertidos a riales qataríes y usan el “dólar tarjeta” para alargar la estadía, la situación es mucho más incómoda.
Es el caso de Javier y Gonzalo, que viajaron desde Morón a la capital qatarí. Están alojados en Caravan City, la ciudad de las casas rodantes. “Comemos fideos y siempre compramos en el súper. Como podemos viajar gratis en el subte aprovechamos para recorrer, pero no hacemos nada por fuera de ir a ver a la Argentina. Vinimos con lo justo y nos queremos quedar hasta que siga la Argentina, que ojalá sea hasta la final”, señalan.
Juan Pablo es de Olavarría y está en Doha junto a su papá. Llegaron para la fase de grupos con todo pago, pero se aventuraron a quedarse con la Selección. “Tuvimos que salir a buscar otro alojamiento y la verdad que los precios son caros. La comida, calculá que tenés que multiplicarla por cuatro con respecto a Olavarría; se siente mucho la diferencia con el cambio”, dice. Sobre los días libres entre los partidos de Australia y Países Bajos cuenta que aprovecharon para “mirar y pasear”. “Fuimos a la playa, al museo y caminamos mucho. Cuando podemos, vamos a ver algún partido, como el de Marruecos contra España”.
Lautaro vino a Doha con su mamá, Florencia, para los octavos de final y se vuelve después del partido del viernes. “El cambio nos mata porque tenés que estar midiendo mucho el presupuesto. Pero hay lugares de comida accesibles, solo hay que buscarlos”, señala. Y sostiene una frase extendida entre los argentinos que viajan por el mundo: “El que convierte no se divierte”.
Otra tendencia generalizada es la de quienes vinieron con ahorros y a la vuelta “verán” cómo pagan la tarjeta. “El Mundial es una vez cada cuatro años, y para eso nos preparamos y ahorramos”, argumenta Fabián, de Santa Fe.
Los de presupuesto más holgados están en hoteles y pueden disfrutar de cenas por encima de los cien dólares la noche, con copas de vino por 30 dólares. Algunos compraron entradas para otros partidos de octavos y cuartos de final. Ver fútbol en la cancha es un gran plan para los que llegan al Mundial.
Desierto, playas y compras
Concentrar el Mundial en una sola ciudad es un hecho inédito también para los visitantes. Las opciones de entretenimiento en Doha son variadas pero llegar a conocer otras ciudades y paisajes es muy difícil en este pequeño emirato que concentra casi toda su actividad en la capital.
Las actividades más populares para los días sin partidos se reparten entre la playa, compras y visitas el desierto. Desde el centro de Doha, la excursión a las dunas se paga unos US$ 360 la camioneta 4x4 para seis personas. Unos $20.000 argentinos por pasajero: incluye adrenalina entre las dunas, fotos con camellos y un chapuzón en las cristalinas aguas de Sea line beach, la fina lengua de mar que separa Qatar de Arabia Saudita.
Salir de compras es un incentivo aquí en Doha para quien tenga resto. Las opciones en shoppings (con marcas de lujo y tiendas de ropa más populares), mercados típicos y productos oficiales de la FIFA son casi infinitas. Siempre y cuando la tarjeta resista.
La salida del argentino promedio se concentra en dos actividades: caminar y tomar sol en la playa. Algo que no cuesta nada.
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