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Doble asfixia: el Gobierno y el Comité de Regularización quieren que las S.A. sean una posible salida de los clubes
La AFIP anunció una deuda millonaria de las entidades y aseguró que aumentarán la presión fiscal sobre ellos
El fútbol ya no tendrá los beneficios impositivos de los que gozaba hasta ahora. La AFIP, que también denunció a varios clubes por deudas millonarias, anunció que a partir de ahora se gravarán ingresos como las cuotas sociales y los contratos publicitarios. El fútbol, que hasta ahora pagaba un 7% de lo que recibía por la TV y por las transferencias de jugadores, pasará a dejar un porcentaje mucho mayor en las arcas públicas: las posibilidades varían desde un 29 hasta un 10%.
Para entender el tablero tributario del fútbol hay que remontarse a 2003. En ese momento, y con los coletazos de la crisis del 2001 todavía vigentes en la economía argentina, el presidente Eduardo Duhalde firmó un decreto (el 1212) que le instauraba un régimen previsional especial para los clubes de fútbol. El director de la AFIP de entonces era Alberto Abad. El mismo que ayer se encargó de anunciar su final en cadena nacional.
“¿Cómo va a impactar que graven las cuotas sociales? Es simple: ese incremento se trasladará al asociado”, se sinceró el presidente de un club bonaerense. Hablaba por teléfono. Hablaba de “apriete” por parte del gobierno a los clubes, esos mismos clubes que dos días antes se habían mostrado unidos y organizados contra la Superliga fogoneada por Boca, el club de Daniel Angelici, el amigo de Mauricio Macri.
De 2003 a esta parte los clubes tuvieron la oportunidad de crecer, contratar empleados y fortalecer sus economías. Más aún, en los siete años del Fútbol Para Todos, el gobierno (kirchnerista antes, macrista ahora) desembolsó casi $7400 millones ($7.396.656.359). Los clubes bien podrían desprenderse de los beneficios comparativos del decreto 1212 y ser considerados eslabones de una industria como cualquier otra. Pero las economías de muchos (las del ascenso, sobre todo) no dan respiro. El ahorro es una utopía. La mayoría de los clubes vive al día. Y con las ventajas del 1212.
Gravar los abonos y las cuotas sociales en una economía que todavía no salió de la recesión puede tener efectos nocivos para las tesorerías de los clubes. En los últimos años, los clubes hicieron agresivas campañas para reclutar nuevos socios: su impacto en la torta anual de ingresos es cada vez mayor. Si aumentan las cuotas (por la presión fiscal) y los socios dejan de pagar, los clubes lo sentirán en sus números. Volverán los déficits operativos galopantes. Y la venta de futbolistas, que es considerado un recurso extraordinario, se transformará en una obligación para emparejar las cuentas. Con el tiempo, el escenario económico puede transformarse en el caldo deportivo ideal para la llegada de capitales externos. Y, más tarde, la conversión de las asociaciones civiles sin fines de lucro en sociedades anónimas deportivas.
La AFIP, que cuantificó el agujero previsional causado por el 1212 en $1346 millones, denunció a los clubes por millonarias deudas impositivas. E involucró a presidentes, vicepresidentes, secretarios y tesoreros de varios clubes en mora. Unión y Racing dieron sus explicaciones: la Academia aclaró en un comunicado que los más de $17 millones que le reclama la AFIP por retención del impuesto a las ganancias ya fueron saldados. Rodolfo D’ Onofrio, presidente de River, por su cuenta, afirmó que el club no le debe nada al fisco.
Además de avisarles que los beneficios se terminaron, que la presión tributaria sobre ellos a partir de ahora será mayor y denunciarlos penalmente por sus deudas, el Gobierno volvió a decir que no habrá más Fútbol Para Todos a partir del año próximo. “No hay partida asignada para este programa en el presupuesto de 2017”, detalló Fernando De Andreis, Secretario General de la Presidencia. Es decir, los clubes tampoco tienen asegurado un recurso fundamental para su subsistencia: la TV.
El combo de la AFIP puso en alerta a la mayoría de los clubes, que ahora sí identificaron en el Gobierno al enemigo común. Es un logro impensado poco tiempo atrás: aquellos que hasta hace unos meses lucían disgregados y se miraban el ombligo, ahora comen juntos. Y deciden juntos. “Me parece que el fútbol tiene que dar una respuesta contundente a todo esto que está pasando”, aventuró Alfredo Dagna, presidente de Olimpo. Y calificó a la jornada de ayer como “un día de mierda para el fútbol”. En declaraciones a ESPN Radio, Nicolás Russo, presidente de Lanús, bramó: “Veo una tendencia del Gobierno nacional de empujar a los clubes a las sociedades anónimas”.
El tablero del fútbol cambió ayer para siempre. Las piezas cambiaron de lugar. El gobierno y el comité de regularización avanzan en su cruzada para que los se cumplan los reglamentos, los estatutos y las obligaciones tributarias. Por debajo, insiste con la necesidad de promulgar la Superliga (tienen seis firmas; necesitan 53, la de todos los clubes de Primera y la B Nacional) y no abandona su idea de abrirles la puerta del fútbol a los capitales extranjeros. “Hay un antes y un después a partir de hoy”, se escuchó en el edificio de la calle Viamonte. Estaba por salir a hablar Armando Pérez. Era la conferencia de prensa que se había postergado el miércoles. Por pedido del gobierno. El mensaje de la AFIP debía quedar bien claro.
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