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Diego Valeri: “El fútbol todavía no deja que se hable de elecciones sexuales con naturalidad”
¿Está retirado o todavía piensa en jugar? La huella de su vida en los Estados Unidos, el dolor por la salida de Lanús y las anécdotas con Messi y Zlatan Ibrahimovic
- 15 minutos de lectura'
Alaska Airlines. Hace años que la camiseta de Portland Timbers lleva la publicidad de la compañía aérea. “Tengo que ir a Alaska, me tenté muchas veces, pero no me hice el tiempo. Cuentan que es hermoso, ¿eh? Quizás muchos creen que es como la Siberia rusa, pero no, nada que ver. Y lo voy a hacer porque a Portland seguiré yendo siempre”, revela Diego Valeri. Portland está en el extremo noroeste de los Estados Unidos, Estado de Oregón, bien arriba… Casi una década vivió allí, sobre las márgenes del río Willamete, a pocas cuadras de estadio de los Blazers, a los que disfrutaba con frecuencia en mágicas noches de la NBA.
Dejó una huella en Timbers, futbolística y social. Campeón 2015 y 2020, MVP 2017 y uno de los 25 futbolistas más influyentes de la historia de la Major League Soccer. Pero también fue su capitán, y símbolo de integración, igualdad y compromiso en múltiples causas. Como un ciudadano más. Claro que ese status no lo puso a resguardo de una de las tantas excentricidades de Zlatan Ibrahimovic, cuando el sueco distinguió al ‘soccer’ desde Los Angeles Galaxy, entre 2018 y 2019… “Después de un partido contra ellos, con Seba [Sebastián Blanco] le enviamos nuestras camisetas para intercambiarlas. Apareció el utilero de los Galaxy con una camiseta sola: ‘Zlatan dice que la partan al medio, que con eso alcanza, media para cada uno…’ Ni nos enojamos, empezamos a reírnos… Pero después mandó otra, estuvo muy bien”, recuerda sobre el delantero que, al despedirse de los Estados Unidos, como una concesión reverencial, expresó: ‘¿Ustedes querían a Zlatan? Yo les di a Zlatan. De nada. La historia continúa... Ahora vuelvan a ver béisbol’. Especial.
Nada más alejado del perfil de Valeri. Discreto, tanto que acaba de irse de su casa, de Lanús, de la manera menos pensada y ni se le ocurrió subir la voz. Pero ya llegaremos a esa historia. Tantos años en los Estados Unidos lo marcaron, y a su familia, claro, a su mujer, Florencia, y a la pequeña ‘Coni’, que prácticamente creció allí. Volverán, desde luego. Ni él lo sabe exactamente, pero asoma un futuro en los Estados Unidos. “Voy a estar ligado a Portland toda mi vida, incluso pronto iré de visita. Ahora estamos moviéndonos a Florida, también para estar más cerca de Buenos Aires, para disponer de un puente aéreo más ágil, en el caso de que en algún momento nos toque o elijamos vivir en los Estados Unidos”, avisa. Ahí se escabulle un plan para dentro de un tiempo.
–¿Qué instalarías de los Estados Unidos en la Argentina? ¿Hábitos, normas, ideologías…?
–Bueno, particularmente lo que más me gusta es cómo tienen conectado el deporte con la educación. Tienen un desarrollo muy grande en todo el país, y a toda escala, primaria, secundaria y universitaria. Me sorprendió, y me encantaría que se pudiera replicar, de alguna manera aquí. Ellos apuestan por el deporte como una plataforma para el desarrollo, aunque después las carreras no tengan por qué ser afines a la actividad física. Pero el deporte ahí está, como una compañía permanente. Para mí eso es fantástico. Acá vemos esfuerzos descomunales para practicar un deporte, que solo te deja el goce interior de hacerlo si no alcanzás el mundo profesional porque los elegidos son muy pocos… En cambio, allá, el deporte es un vehículo, también, hacia una carrera técnica, hacia un oficio o un título universitario si tus aptitudes atléticas no alcanzaron para vivir de ese deporte que era tu pasión. El deporte como perspectiva de desarrollo. Y por otro lado, desde el consumo son increíbles también: se las ingenian para que haya mercado para todos, y eso está muy bueno porque genera trabajo, circulación, todos acceden a los bienes y a los servicios de alguna manera y se garantizan vivir dignamente. Eso son los dos polos que más me atrajeron de los Estados Unidos.
–Te atravesaron las administraciones de Obama, Trump y Biden… ¿Cómo viviste los matices entre demócratas y republicanos en la sociedad?
–La sociedad norteamericana, en general, está bastante agrietada, pero conservan un sentimiento de amor por su país desde los dos bandos, digamos. El revuelo más grande que me tocó vivir, donde más se manifestaron las corrientes diversas de la sociedad, fue a partir de los episodios de racismo. Ese, que es un flagelo de esta sociedad, es el punto más movilizante que me tocó vivir. Y se expresó de una manera muy contundente después de la muerte de George Floyd. Se veía, se sentía. Las nuevas generaciones están intentando modificar, de raíz, hábitos y conductas. Porque estos comportamientos vienen desde la gesta de un país, y llegan hasta la actualidad. Creo que se está tomando conciencia, y las nuevas generaciones están multiplicando sus voces y llevan el eco de otra concepción. Creo que en la época de Trump todo comenzó a hacerse más evidente, su figura despertó esa reacción, sin desconocer que sigue siendo una figura importante en la vida política de los Estados Unidos.
–¿Cómo vivías la libre portación de armas?
–Se asemeja a lo que estábamos conversando sobre el racismo: las generaciones jóvenes ya lo afrontan desde otro lugar y piden revisar esta cuestión que también viene de la gesta del país. No es un cambio sencillo, hay intereses, respaldos políticos, y siguen apareciendo esos episodios trágicos que hasta se fueron naturalizando. Pero esta generación ya no lo soporta. Será una lucha y llevará tiempo porque la portación de armas, la tenencia, está muy incorporada en la sociedad. Muchos sienten que no es necesario derivar el orden al mandato de la fuerza pública, muchos creen que cada uno también la puede ejercer… A mí me paso un día lo siguiente: llegó mi hija, ‘Coni’, y me contó que les habían explicado cómo evacuar el colegio. ¿Por un incendio? No, no, por si aparecía alguien armando… ¡Qué locura! Los prepararan para ese ocasional momento, porque puede suceder. Qué triste… pero cuando es tan sencillo el acceso a las armas, cualquier persona puede actuar de esa manera.
Tiempos de cuarentena: una invitación al compromiso colectivo
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— Diego Valeri (@DiegoDv8) March 26, 2020
–Tu hija ‘Coni’ va a cumplir 14 años y estuvieron casi una década en los Estados Unidos.… ¿ella no pertenece más a allá? Cuando muchos se quieren marchar, ustedes volvieron…
–…(risas) Yo quise venir a jugar en Lanús y ellas me acompañaron. Nuestras raíces están acá. Nosotros queríamos que ‘Coni’ viva su país, que lo conozca desde adentro, y está enamorada. Desde ese lugar, salió bien. Lo hablamos mucho con mi mujer, nos preguntamos qué mejor le podemos dar a nuestra hija que muchas herramientas para que después ella tome decisiones. ¿No? Esta era una posibilidad, y viene siendo positiva desde ese ángulo.
–¿Y desde otros ángulos cómo encontraste al país después de una década? ¿Más angustiado?
–Sí, sí, totalmente. Pero también advierto la expectativa de que ciertos ciclos van terminándose, de una necesidad de renovación… Hay una mezcla de sensaciones entre el desasosiego y la esperanza en la calle. Ojalá que la vida económica del país se acomode algún día, será imprescindible para contar con un horizonte.
Retomó la residencia argentina a principios de este año. Volvió por un gran amor, Lanús, que se transformó en un desencanto deportivo. Valeri ahora está aquí, en Buenos Aires. ¿Desempleado o retirado? En principio, ninguna de esas opciones. Recalculado, lleno de inquietudes, seguramente frente al umbral de una nueva etapa de su vida. Se alejó de Lanús a los 36 años. ¿Y del fútbol? Es casi lo mismo para él. “No toqué más una pelota. Tengo muchas ganas de ver a unos amigos e ir a jugar con ellos, pero todavía no pude”, acepta.
–Pero, ¿te retiraste?
–La verdad, como recién pasó un mes de todo esto… la verdad, todavía no me siento... La decisión que tomé fue para comunicársela a los hinchas de Lanús, después… veré, no lo sé, no lo sé... Pero es muy probable que sí. No me atrevo a ser contundente, pero es muy probable que sí, que me haya retirado. A esta altura, la continuidad futbolística ya necesitaría alinearla con otras cuestiones familiares… Quizás, sinceramente, no lo sé.
–No lo habrás planeado así, levantaste tu vida de los Estados Unidos. ¿Te falló Almirón?
–Siempre tuve charlas con Jorge, pero en un momento del camino me sentí muuuuy, muuuuuy afuera. Nunca fue una exigencia jugar todos los partidos, menos en un lugar donde uno es hincha y quiere sumar, pero charlando con él advertí que yo estaba totalmente afuera de su proyecto. Y eso, a esta altura, y después de la decisión de vida y familiar que había tomado, me pegó. Lo hablé todo con él, con apertura. Él tenía la autoridad para tomar la decisión, y seguramente habrá tenido sus razones, pero cuando uno se siente así, tan afuera del proceso, te golpea y no tiene sentido resistir ahí. Ese escenario colaboró, claro, para que yo me alejara de Lanús. Acepto que son las reglas del ambiente, pero es doloroso. Yo siempre fui genuino y transparente con lo que me pasaba y esperé lo mismo. Yo siempre estuve abierto al diálogo, pero son los hechos los que llevan el peso de la contundencia.
–¿Dejás una puerta entreabierta porque querés otro final para tu carrera?
–Yo aprendí a ser agradecido y a idealizar lo menos posible. Ese último partido en Lanús, contra Metropolitanos por la Copa Sudamericana, para mí estuvo bien. Fue un partido competitivo, nos jugábamos cosas importantes, se ganó, se clasificó a otra instancia de copa y fue una alegría. Qué se yo, quizás me agarró en un momento menos ambicioso para idealizar. Así está bien. Puede haber una despedida mañana de otra manera… Si yo lo hubiese anunciado antes del partido hubiese sido como jugar con la situación, y no hubiera estado bien.
–Sin la rutina, ¿cómo te llevás con el tiempo libre?
–Es que casi no tuve tiempo para pensar demasiado en eso, no me ha sobrado el tiempo. Estuve yendo de acá para allá con mi hija haciendo actividades, preparando cosas del traslado que te comenté a Florida, reuniones… He tenido menos tiempo libre que en mis días de futbolista.
–¿Espiás el futuro y qué ves?
–Imagino una vida ligada al futbolista. Quizás por ser personas jóvenes, necesitan ayuda desde diversos ángulos y me gustaría estar cerca. Al haber pasado tanto tiempo en el ambiente, uno va aprendiendo, se va nutriendo y pienso que me podría sentir mucho más útil en este ambiente que en otro. Voy a estar cerca del futbolista, sí.
–¿Desde la docencia formativa, desde la gestión dirigencial, desde la representación…?
–Hoy, todo es tan reciente que me resulta prematuro decirlo. Mirá… después de que durante tantos años mi mujer, mi compañera, Florencia, me siguiera para tantos lados, llegó la hora de ellas. Justamente esta última vuelta se trató de convencer a mi hija y a mi mujer para que me acompañen en esta aventura de venir a Lanús nuevamente, y hoy ya es tiempo de que definan un poco ellas. Hasta ahora estuvo todo ligado a lo mío, y ahora es justo que llegue el tiempo de ellas. Yo me acomodaré.
–¿Y estudiar una carrera? Siempre lo sugeriste…
–Sí, sí, pero aunque me parece una herramienta muy útil, no me gusta mucho el estudio on line. Me gustará más si puedo dedicarme a un estudio presencial, y eso estará atado al lugar físico donde estemos. Pero la respuesta es sí. Porque con los años, todo cuesta más. Soy inquieto, curioso, me gusta indagar y aprender cosas nuevas. Siempre lo tomé como un móvil en mi vida.
–¿Y qué estudiarías?
–La filosofía y la teología me gustan, pero si te debo decir un área, algo que me gustaría mucho estudiar, te digo economía política… me atrajo bastante en este último tiempo. Es un anhelo, veremos.
El futbolista Valeri entró en la historia de Lanús para siempre con el título en el Apertura 2007. Cada 2 de diciembre celebra en sus redes otro aniversario de la primera consagración granate en la máxima división. Pero también jugó la Champions League, enfrentó a las estrellas… “Dos experiencias casi opuestas: Porto se prepara para ganarlo todo, venía de ser cuatro veces seguidas campeón de la liga de Portugal, y ganamos la Copa de Portugal 2009/10. Ese era un plantel de elite. Fui a préstamo, y esa no es la mejor condición para ir en un club vendedor, y me fui a Almería a vivir mi segundo año de préstamo. Y fue una experiencia totalmente diferente, con Juan Manuel Lillo de técnico, el asistente de Guardiola. Esa escuela de la tenencia, del juego posicional, quería tener una experiencia con él... y desde ese lugar fue buenísimo, pero a pelear el descenso, otra realidad. ‘Juanma’ se fue después de algunas fechas porque el dueño no lo bancó. Fue una linda experiencia desde el punto de vista social, un lugar hermoso, con gente muy cálida. Me hubiese gustado quedarme algún año más en Europa, creo que podría haberlo hecho, pero dadas las condiciones del préstamo y de la opción de compra, lo mejor era volver a Lanús, reproyectar la carrera, y al final me terminó saliendo bien, porque fue uno de mis mejores momentos en Lanús y me permitió pasar a Portland.
–¿Jugaste contra Messi?
–Bueno, ese partido ante Barcelona… perdimos 8-0. Yo fui al banco y Juanma no hizo ni un cambio. Íbamos perdiendo por seis o siete goles a los 10 minutos del segundo tiempo y nos dijo: ‘No voy a hacer ningún cambio, que se coman este resultado los que están adentro’. Y no hizo cambios, Fui un espectador vip de la goleada de ese Barcelona que contaba con Villa, con Messi, con Pedro en sus mejores niveles, con Xavi, Iniesta, Thiago Alcántara… Tenían un equipazo, tenían una confianza altísima. Messi la descosió ese partido, hizo un golazo de arranque y no sé si no nos hizo tres en total. Dominaban de tal manera que hacían lo que querían.
–¿Qué relación alcanzaste a tener con Messi?
–Ese día ninguna, jajaja, desde ya. Pero sí tuve algunos contactos con él en la selección, somos de la misma generación, recuerdo el Sub 20 cuando recién llegaba, y también compartí la pretemporada de la Copa América 2011, que me tocó quedar afuera en el último corte. Esos acercamientos tuve, con un diálogo simple y respetuoso. No más que eso. Hoy disfruto de un Messi evolucionado, y eso es lo que más admiro de él. Tal vez ya no puede repetir el volumen por una lógica desde el aspecto físico, pero por su magnífica comprensión del juego y todos los recursos que tiene, va mejorando constantemente. Va haciendo, con lo que tiene, lo mejor, y siempre involucrado con sus compañeros. Es fantástico. Cuando termine de jugar vamos a admirar mucho más lo que hizo.
–Y te llamás Diego por Maradona…
–Sí. Nací en el ‘86, imaginate… A mi vieja ya le gustaba el nombre, pero fue por él, sí, sí, fue por Diego. Eran admiradores suyos, lo seguían desde la época de Argentinos, en el Boca del ‘81… En la mayoría de la familia eran boquenses, pero a mí desde muy chico me empezaron a llevar al polideportivo de Lanús y ya dejó de pesar ese sello familiar.
–¿Lo conociste a Maradona?
–No, nunca lo vi personalmente. Una vez fue a Lanús, que jugaba con Talleres de Escalada y jugó un rato para cada uno y no pude ir. Me lo perdí. La muerte de Maradona me encontró en Estados Unidos. Y la noticia rebotó allá también, claro, al menos en el mundo del fútbol. Incluso, en chicos no latinos del plantel, en chicos franceses y africanos. Les pegó; nos veían a nosotros, a mí, a Seba [Blanco] dolidos. Todo el mundo le tiene mucho aprecio, Maradona es, es... es todo un evento en sí mismo.
El padre de familia Valeri siente que le debe todo a sus mujeres. A Flor, la compañera desde la adolescencia, la que lo acercó a Nietzsche y le propuso la dimensión infinita: la lectura. “Estoy leyendo ‘Titulares del Segundo tiempo’, me lo regaló Enrique Portnoy y está referido a los jugadores que van encaminándose hacia el retiro. En general voy leyendo varios libros a la vez. Ahora también conviven ‘El fútbol, de la mano’, de Eduardo Sacheri, con ‘Pasión y gloria de nuestro deporte más popular’, un libro sobre la historia del fútbol argentino de Osvaldo Bayer”, detalla. Flor estudia escritura y se relaciona con el diseño, con el arte… Como Diego cuando empuña la guitarra... “No, es un hobbie nada más, no tengo ningún talento”, aclara. Un instante de empatía y complicidades con su hija ‘Coni’. Las mujeres en la vida de Valeri…
–¿Creés que el apoyo al fútbol femenino es genuino o hay algo de pose y utilización?
–Y… eso es probable, pero pasa donde hay personas. Es inevitable. Pero en el camino se van conquistando cosas que son importantes. No podemos ser ilusos y creer que todos son genuinos y que todas las personas van a tener el mismo nivel de conciencia y compromiso, habrá quienes se acercarán para sacar alguna ventaja. Lo concreto es que el fútbol femenino va obteniendo lo que se merece, la estructura y los derechos que se merece. Ya hay cambios muy provechosos y veremos más.
–¿Cuándo dejará de ser homofóbico el fútbol?
–Es evidente el retraso, pasa desde hace muchos años y sigue pasando. Nos corresponde a los que estamos adentro del ambiente que eso se modifique. Que se hable con apertura, y ahí se termina... no hay mucho más que decir, ¿no? Ya está: hay que actuar. Lamentablemente es un ambiente que todavía no deja que se hable de elecciones sexuales con naturalidad. Y duele, porque muchas personas no pueden comunicar sus preferencias con toda tranquilidad. Es una tristeza, pero los principales responsables de empujar el cambio somos los que estamos en el ambiente del fútbol. Empecemos nosotros. Y ya.
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