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Diego Simeone, a días de sus 10 años en Atlético de Madrid, con una clasificación que lo pinta de cuerpo entero
Estuvo cerca de quedar eliminado de la Champions League, pero consiguió un 3-1 ante Porto con los condimentos de lucha y sufrimiento que hacen sentir orgulloso al Cholo de su equipo
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Empezó la jornada en el cuarto puesto, con el riesgo concreto de quedar afuera de todo, amenaza que seguía latente a 35 minutos del final. La necesidad de un triunfo para evitar la eliminación la afrontaba sin Luis Suárez, reemplazado por una lesión a los 12 minutos del primer tiempo, y ante un Porto que era superior y había desperdiciado varias situaciones de gol. Un panorama sombrío, del que una vez más el Atlético de Madrid de Diego Simeone emergió gracias a su espíritu de supervivencia. Estaba contra las cuerdas y terminó celebrando en el medio de la cancha un triunfo por 3 a 1 que llevó un broche argentino, con los goles de Ángel Correa, un rescatista habitual, y de Rodrigo De Paul, el primero desde que llegó al club colchonero.
Normalmente, el Cholo Simeone es de meterse raudamente en los vestuarios ni bien finaliza el partido. En en el estadio Do Dragão sintió la necesidad, el cuerpo se lo pedía, de entrar a la cancha con una sonrisa inmensa para abrazarse efusivamente con sus jugadores por el esfuerzo que habían hecho sus jugadores. Atlético de Madrid se clasificó para los octavos de final de la Champions League, también beneficiado por la derrota 2-1 de Milan ante Liverpool, que aun con varios suplentes cerró una etapa de grupo impecable, con un pleno de seis victorias.
El sufrido triunfo del Atlético de Madrid
A pocos días de que Simeone cumpla una década de su llegada para una gestión que cambió la historia del club, la clasificación permitirá celebrar el aniversario con alivio y satisfacción. Y también ayuda a aplacar la inquietud instalada en las últimas semanas, con derrotas sorpresivas en la Liga de España, en la que está a diez puntos -con un encuentro menos- del líder Real Madrid, al que visitará el próximo domingo. “Son 10 años y el equipo me termina siempre emocionando porque en las dificultades se rebela y crece. No teníamos tres centrales y le tocó a Vrsaljko, que jugó con la cara rota casi todo el partido, pero sabíamos que lo haría bien porque en pretemporada ya lo habíamos probado”, dijo Simeone. sin que le bajaran las pulsaciones pese a que el partido hacia un buen rato que había finalizado.
Por orgullo deportivo y razones económicas, el Atlético casi que no podía permitirse una prematura despedida de la Champions. Necesita los altos ingresos derivados de seguir en la competencia para solventar el presupuesto de un plantel caro, por cantidad y calidad, con varios contratos onerosos, producto de un equipo que fue creciendo y quiere disponer de jugadores calificados para no bajarse de la elite. En el fútbol, eso cuesta mucho dinero y hay que generarlo. En este caso, con triunfos trascendentes.
“Contento, orgulloso de mis jugadores. Hoy volvieron a demostrar personalidad, jerarquía, saber sufrir, reponerse a las dificultades que teníamos”, expresó Simeone, obligado a armar una alineación sin tres zagueros centrales (Savic, José María Giménez y Felipe). Debió retrasar a la zaga a Kondogbia, que en su puesto natural de volante no venía conformando.
La prematura salida de Suárez -furioso y desconsolado en el banco por la lesión muscular- pareció un golpe que al Atlético le costó asimilar. Porto tenía la iniciativa y generaba las mejores llegadas. Entre la impericia en la definición y las tapadas de un Jan Oblak que volvió ser figura, el Atlético atravesó los momentos más adversos, mientras desde el Giuseppe Meazza no llegaban buenas noticias porque Milan le ganaba a Liverpool y al equipo del Cholo ni siquiera le alcanzaba un triunfo por la mínima diferencia. Pero todo se empezó a encarrilar, se le alineaban los planetas al Atlético. Un minuto después de que Mo Salah pusiera 2-1 a Liverpool ante Milan. Antoine Griezmann se encontró con un regalo. Un córner desde la izquierda fue peinado por el iraní Mehdi, que al comienzo de la segunda etapa había dilapidado dos goles para Porto, y la pelota le cayó al delantero francés, solo en el segundo palo para empujarla. Si Griezmann era mirado de reojo por los hinchas desde su vuelta del Barcelona, este gol le ayudará mucho a reconquistar el afecto.
Lo de Griezmann no solo pasó por el tanto. También dio un gran pase para la corrida de Ángel Correa, que definió con un milimétrico remate cruzado. El argentino, que había reemplazado a Lemar, volvía a ser ese futbolista que aporta soluciones en las circunstancias más complejas, como ocurrió en el último tramo de la Liga que se adjudicó el Atlético.
Del padecimiento se pasó a un cierre con goleada, con el gol de De Paul, tras quitarle una pelota a Mbemba sobre la banda. El penal en el descuento de Porto no cambió nada. Atrás había quedado un partido frenético, con tres expulsados (Carrasco, Wendell y el argentino Marchesín, arquero suplente). Un encuentro que congratula a Simeone con su manera de ver el fútbol: “Un partido de Champions. Hermoso, pelea, lucha, discusiones, expulsados. Teníamos que ganar y no sabíamos cómo iba Milan. Muchos nervios y reponsabilidad para dar un paso que nos sirve para saber cuál es el camino”.
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