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Diego Lugano, el caudillo uruguayo que en la Argentina "hubiera durado dos días" y dice "el VAR es un desastre, va a terminar mal"
La charla comenzó hace casi una hora, cuando tomó el volante del auto en el estadio Morumbí y apuntó hacia su casa, en el paulista barrio Jardins. Acaba de detenerse frente al estacionamiento del edificio. "Llegamos de Australia y llegamos sin nada", suelta con tono todavía culposo. Fútbol y patria se han entrelazado en toda la entrevista con Diego Lugano, que en aquella cicatriz deja ver su sentido de pertenencia. Uruguay había perdido por penales el repechaje en Sydney y Alemania 2006 sonaba a queja de bandoneón. El relato es una acuarela de sentimientos. Prólogo para entender todo lo que vendrá después.
"Aterrizamos en Carrasco a las 8.30, y esa misma noche yo volaba para Brasil porque jugaba en San Pablo. Mi viejo me vino a buscar con su Golcito modelo 81. Me iba por unas horas a mí ciudad, a Canelones, a almorzar con ellos, a tomarme unos mates. Me iba para esconderme un poco, para huir... La poca gente que estaba en el aeropuerto había ido a putearnos, lógico. Subimos al auto y mi viejo me apunta: ‘Antes de ir pa’ casa, vamos a dar una vuelta’. Y arrancó. Me empezó a pasear por los barrios de la periferia de Montevideo. Y me decía... ‘¿Ves a aquel parroquiano? Mirá cómo va trabajar con la cabeza gacha. Mirá aquella viejita que va al supermercado, tampoco levanta la mirada. Mirá aquellos gurises que van a la escuela pateando piedritas…, ni se hablan entre ellos. ¿Te das cuenta lo que hicieron? Ustedes mataron el país, ustedes mataron un país, dense cuenta de lo que hicieron. Pasale este dato a tus compañeros’. Y era verdad", remata Lugano. "No sé para ustedes, pero en Uruguay cambia la dinámica del país si no vamos al Mundial", pregunta y advierte. Está convencido de que ese fenómeno de identidad no se consigue en ningún otro rincón del planeta.
Su teoría se afirmó cuatro años después. "Cuando volvimos de Sudáfrica 2010 con el cuarto puesto, vivimos la otra cara: medio país estaba en las calles para recibirnos. Y Uruguay cambió de humor. Nueve meses más tarde hubo récord de natalidad, el consumo interno también alcanzó cifras récord, fue el momento de mayor popularidad del presidente de la República… La gente estaba feliz y era por el fútbol. Cómo no vas a tomar entonces actitudes extra campo si un país reacciona así en base a lo que haces, bo’. Tenemos que ser, mínimo, la mejor versión de nosotros mismos. Después, ganarles a las potencias es difícil, nos sacan ventaja de todos lados. Pero en Uruguay, el fútbol es marca país. Argentina también, pero es fútbol, tango, el Papa..., y Brasil también es carnaval, playas y Ayrton Senna. Uruguay es el fútbol".
Histórico capitán charrúa, dejó de jugar en enero de 2018 pero se apasiona igual que antes. Sigue marcando, aunque ahora, prioridades. "Un líder nunca puede dejar de ser coherente en lo que intenta transmitir o imponer. El mensaje y los hechos nunca pueden distanciarse, en ese error el líder jamás puede caer", avisa. Acaba de cumplir 40 años y con esa responsabilidad se toma la vida. Ahora, como embajador de San Pablo, club donde es un ícono tras ganar la Libertadores y el Mundial de Clubes, entre varios títulos. "¿Viste que dicen que el jugador de fútbol muere dos veces: una cuando deja de jugar y otra cuando efectivamente morimos…? En mi caso, dejar de jugar fue un poco como resucitar, o empezar a vivir. Es lindo jugar, es linda la adrenalina…, pero todo lo que conlleva, no. Ser un jugador elite, ser un jugador de referencia, tener la responsabilidad de liderar es un desgaste grande y una gran exposición. Entonces, en vez de morir, resucite. Salir de esa rutina impuesta que tiene el jugador me ha hecho bien. Ser futbolista de elite no solamente requiere jugar bien los 90 minutos, no, también demanda dejar de lado muchísimas cosas que, tal vez, el público no ve ni sabe. Claro que mi actual rol de directivo me permite seguir involucrado, seguir en el ambiente, y eso, quizás, también me la hace más fácil. Pero no sentí para nada dejar de jugar."
-¿Los exfutbolistas tendrían que volcarse más a funciones directivas?
-Creo que la tendencia va en alza. Pero el hecho de haber sido un gran jugador no te da ninguna autoridad para ejercer cargos dirigenciales. Es otro mundo, es otra manera de ver el mismo deporte. Hay que estar preparado para eso, desde el conocimiento y desde las emociones, porque hay que adaptarse a un mundo político, donde la toma de decisiones es muy diferente a la atmósfera de un vestuario.
-¿Los dirigentes tradicionales no los dejan entrar o al exfutbolista no le interesa involucrarse?
-Te diría que las dos razones son ciertas. Si bien a mí me gusta lo que estoy haciendo, debo confesar que me cuesta asumir que la toma de decisiones ya no dependa de mí, como ocurría en el vestuario. Seré una voz importante, pero ya no soy la voz que decide. Sufro con eso, me da una ansiedad bárbara y muchas veces no sé cómo lidiar. Estaba acostumbrado al vestuario, donde te imponés por personalidad, por carisma, por credibilidad y por conceptos. En una empresa hay jerarquías: el que manda, manda. Y en mi caso es lo que más me cuesta. Por otro lado, muchos jugadores no se preparan o les cuesta adaptarse a este mundo dirigencial. Como también hay otros que están preparados y no les abren la puerta.
-Al menos mientras juega, ¿al futbolista le falta sensibilidad para entender su dimensión social?
-Sí. A mis compañeros de la selección uruguaya, por ejemplo, en tiempos de mundiales o Copas América, siempre les comentaba que lo que nosotros hiciéramos iba a tener más potencia en los hogares que lo que dijera el presidente del país. Entonces, tenemos que hacernos cargo de esa responsabilidad, hacernos cargo de lo que conquistamos. Respeto al que actúe distinto, pero el fútbol tiene un acceso impresionante y a través suyo se pueden cambiar muchas cosas. El Maestro Tabárez siempre decía: ‘El fútbol no es lo más importante en la vida, pero es el camino más rápido para mejorar las cosas más importantes de la vida’. El fútbol puede llevar un mensaje de educación, solidaridad, profesionalismo, dedicación, respeto. Los futbolistas no tenemos la obligación, es cierto, ni nos dedicamos a eso ni nos pagan, pero está bien que nos hagamos cargo de lo que representamos. A veces da miedo, sí, porque esa responsabilidad es mucho mayor que patear un penal en la hora de una final. Entonces, muchos muchachos prefieren no atribuirse esa responsabilidad pensando que no corresponde a su trabajo. En definitiva, depende de la conciencia de cada individuo.
‘Criollo hasta el tuétano’, como dicen del otro lado del Río de la Plata. Uruguayo hasta la médula, explota con la misma intensidad que cruzaba a un rival. No se hace el distraído en ninguna pregunta. ¿Futuro presidente de la Asociación Uruguaya, la AUF? Hoy no lo piensa. Está orgulloso por las conquistas de su generación fuera de una cancha: obligaron a cambiar el estatuto, renegociar contratos y derechos de imagen... "Desmonopolizamos la AUF, que ha comenzado a liberarse comercialmente para trabajar como debe trabajar hoy una industria a nivel mundial. Terminamos con ese círculo vicioso que venía desde hace 100 años, donde 12 clubes, en realidad 12 presidentes -que muchas veces nos representan a los clubes-, mandaban sobre la pasión y la marca registrada de un país. El fútbol en Uruguay es todo, somos Uruguay hacia el fútbol. Te remontas a la Copa América de 1916, a la primera Olimpíada del ‘24 y al primer Mundial del ‘30, y nos empezamos a llamar Uruguay ahí. En esta época, el fútbol no podía ser dominado por 12 presidentes que resolvían el futuro de Suárez, Cavani, Lugano, Godín, Peñarol y Nacional en una chacra tomando whisky y haciéndose favores. Y estaba todo tomado, hasta nivel político, porque Uruguay es chico y el que tiene fútbol tiene mucho poder. Éramos nosotros, los jugadores, o nadie los que podíamos revertir eso. Entendimos que debíamos asumir esa bronca y esa responsabilidad.
-¿Estuvieron todos convencido o hubo grieta entre los futbolistas?
-El jugador, si se lo propone, tiene una fuerza enorme. Y es difícil ir contra el status quo que está hace 20/25 años e involucra a todos los estandartes del país, desde los máximos políticos hasta los máximos empresarios, pasando por los medios. A mí, hoy, el 70% de la prensa de Uruguay, que cobra su salario justamente de la empresa monopólica que tiene los derechos del fútbol, no me quiere... Yo, yo principalmente, y mi generación, pasamos de ser héroes a ser el diablo, porque le estábamos estropeando un negocio. La AUF, hoy, tiene cinco o seis veces más ingresos en comparación a los que tenía hace algunos años. No actuamos contra nadie, sino a favor del patrimonio más grande que tiene nuestro país: el fútbol. Era muy cómodo para nosotros seguir siendo ídolos y alabados, y pasar por el sistema, sabiendo que no estaba bien, sin intentar hacer nada. Hubiese sido de cobardes, falsos y poco uruguayos. Si no lo intentábamos íbamos a vivir con culpa.
-Tal vez los resultados se lo permitieron: el cuarto puesto en Sudáfrica 2010, la Copa América 2011...
-Pero mirá que a nuestra generación le señalan que no fue campeona del mundo. Y está bien, es una exigencia que te obliga a ir a más. Pero el fútbol hoy está mucho más igualado, es una industria millonaria cruzada por los intereses y se torna más difícil para todos. Brasil va para los 20 años sin ganar un Mundial... Europa está todavía mejor preparada hoy. Ooooobviamente también ha cambiado la dirigencia a nivel mundial, ya las grandes potencias de por acá no cuentan con el apoyo o la manito que tenían antes, y estoy hablando de Brasil y de la Argentina, que siempre tenían una manito de más, nadie lo puede negar... Tenían gente bien ubicada y con la vieja escuela, todos los que estamos en el fútbol sabemos muy bien de que estamos hablando, no hace falta entrar en detalles... Y eso también juega. Pero Argentina sigue siendo protagonista.
-¿Alguna vez estuviste realmente cerca de jugar en la Argentina?
-Sí, sí, estuve. Ya de grande, cuando volví de Europa. Cuatro grandes de Argentina me buscaron. Y fue una decisión mía volver para Brasil; me inicié acá y quería terminar acá. Argentina está muy bueno para ir de joven y hacer tu camino, ¿pero ir ya de grande? Iba a ser más para problema que para disfrutarlo. Yo ya me conozco..., sacaba la cuenta y me daba un mes, mes y medio de sobrevida en cualquier equipo. Cuando venís de Europa ya estás de vuelta: tu nombre es mayor que tu rendimiento. Entonces, la expectativa es por tu nombre y ya no lo correspondés física ni futbolísticamente. Creo que fui muy consciente.
-¿Fue una cuenta pendiente?
-Te cuento una anécdota. Una vez me llamó un director deportivo de un equipo grande de Argentina, No te voy a dar el nombre, pero fue un gran jugador y también dirigente, y me quería llevar. ‘Acá vas a ser ídolo con tu personalidad, tenemos muchos jóvenes y vos sos referente, pa, pa, pa, pa’. Le dije: ‘No, ya tengo 34 años, no tengo paciencia para hacerme cargo de todos los quilombos...’ Me insistió. Pero no, no: ‘Conozco la idiosincrasia: cuando vas grande te tenés que hacer cargo de todo, y si no tenés un nombre en el club se te hace muy difícil, los pendejos están cada vez más sueltos, te vienen dos hinchas y te tenés que agarrar a los cachetazos...’ Y me repitió: ‘¿Estás seguro que no querés venir, seguro seguro? Bueno, entonces ya no te hablo como director sino como ex jugador: ¡No vengas nunca a la Argentina que es para dolor de cabeza!!’ Y Uruguay es igual, a no ser que hayas tenido una historia que te defienda ahí, como Tevez, o Verón en Estudiantes. Yo en la Argentina hubiese durado dos días en cualquier equipo.
El odio al VAR, la teoría anti-Tinelli y el curioso podio junto a Messi
No podrán acusarlo de tibio a Diego Lugano. Fija posición y se somete a las consecuencias. ‘Herramientas de burócratas que poco a poco está matando la pasión’, escribió en su cuenta en Twitter. ¿A qué se refiere? "El VAR desfiguró al fútbol. Por empezar, no es un elemento para traer justicia, tiene un inicio político: después del FIFAgate y para no perder toda la credibilidad, la FIFA creó el VAR de urgencia para intentar trasmitir transparencia. Ya empezó mal. Segundo, de tecnología no tiene nada, es un televisor que repite una imagen. Es un desastre. En realidad, multiplicó la incidencia del factor humano, multiplico las dudas, el favorecimiento para los equipos fuertes, las sospechas, les da trabajo a cuatro o cinco jueces más y por eso al sindicato le encanta, y a la prensa le da tema para el circo. Y sale carísimo: a San Pablo le cuesta 50 mil reales por partido. Es un negocio, es un desastre y va a terminar mal", advierte desde la bronca.
Se calma. Vuelve a la cancha y hace memoria. "Jugué con ‘Ricky’ Centurión cuando él era pibe, con el ‘Negrito’ Chávez, con Buffarini me hice muy amigo, el ‘Patón’ Bauza me dirigió, con Luquitas Pratto..., pero tardé en tener compañeros argentinos. Ya de grande me tocó, después de los 30, recién en el PSG, y el primero fue el ‘Flaquito’ Pastore, que era un gurí. Después llegó ‘Pochito’ Lavezzi, y nos dimos muy bien, si bien somos hacia afuera de perfiles diferentes. En Málaga estuve con ‘Willy’ Caballero, con Martín Demichelis, con el ‘Conejo’ Saviola, y en Inglaterra me hice muy amigo de Claudio Yacob. Nos une un río y tenemos mucho en común", rescata.
Pero lo uruguayos no nos quieren. ¿Es verdad? Lugano nació en 1980 y desde ahí construye una teoría. "En mi infancia y adolescencia, en Uruguay solamente se consumía fútbol argentino. Y los domingos, a las 10 de la mañana, el Napoli de Maradona, Careca y Alemao, o la Lazio de Rubén Sosa y el Milan de los holandeses. En Uruguay se veía todo el tiempo para Argentina, por eso creo que nuestra generación les tomó como bronca... ¿Viste que se dice que el argentino hincha más por los uruguayos que nosotros por ustedes? Bueno, yo tengo mi explicación porque lo viví. Salvo las Copas América que ganamos en el 87 y el 95, siempre veíamos un fútbol argentino ganador, con grandes equipos. Entonces te comías todos los días en la TV un 90% de programación argentina y ustedes aparecían vanagloriándose de sus victorias… Consumíamos solamente eso, entonces decíamos ‘la puta madre’; cuando jugaba Argentina contra Agapito o contra Sacachispas de Congo, queríamos que pierdan para no ver a los Tinelli y a Pergolini y a los Pettinato baboseándose... Es que nosotros no les ganábamos a nadie. Fue así, te lo aseguro".
La televisión satelital cambió la percepción, siempre según Lugano. "Luego, con acceso a todo el mundo, cuando empezamos a ver los programas chilenos, brasileños, mexicanos y españoles, la nueva generación cambió la manera de ser. Ahora, juega una final del mundo Argentina e hinchamos por Argentina. ¿Qué? ¡Vas a hinchar por Alemania o vas a hinchar por Chile! ¡Nooo! Cambió esa perspectiva cuando empezamos a consumir el mundo y ahora nosotros, cuando ganamos, podemos llegar a ser peores que un porteño cuando gana", asume.
Recuerda algunos cruces con Carlos Tevez, o con Sebastián Domínguez, en los duelos San Pablo vs. Corinthians de otras épocas, pero ninguna batalla en particular con un argentino. ¿Y Messi? "Marcó época, toda nuestra generación va a decir ‘yo jugué contra Messi’. Yo gané un partido y perdí otro... Lo que ha hecho es espectacular. Lo miro de manera global, lo desligo un poco de ser argentino, y veo la importancia que tiene como sudamericano a nivel mundial. Él ha sido muy valioso para la región, y siempre con una conducta ejemplar, ante la crítica y ante el elogio. Y como jugador, indiscutido... Mantenerse 15 años en el máximo nivel es de elegidos. En la historia solo hubo tres casos: Pelé, Messi y Cristiano. Es imposible mantener la intensidad mental tanto tiempo, y él lo hizo. Y lo logra porque es totalmente un fuera de serie".
-¿Creés en Uruguay-Argentina 2030?
-Mirá..., al menos se lo dije a Infantino, en el Mundial de Rusia cuando nos cruzamos. Le dije: ‘Mirá, hiciste un Mundial en 2018 en Rusia, con poca historia de fútbol; en 2022 en Qatar, cero historia y todo dinero; en 2026 en Estados Unidos..., dinero. En 2030 tenés la oportunidad de corregir todo esto y les toca a Uruguay y a la Argentina. La gente ya no quiere los lujos, quiere recuperar la esencia. Quiere caminar por Montevideo, por Buenos Aires o Rosario, y sentir que el país respira fútbol. Y sin hacer las grandes inversiones que por ejemplo le exigieron a Brasil. Tiene que seguir siendo un gran negocio, pero sin perder la pasión. Si lo hacés en China seguís con lo mismo... Tenés que hacerlo en el Centenario mejorado, y en la Bombonera y el Monumental mejorados, pero con esa esencia. Para mí, la gente hoy está pidiendo volver a eso. Y más después de que hayan pasado tres mundiales raros, raros.
-¿Te escuchó?
-Jajajaja..., me dijo ‘tenés razón’, jajaja..., pero como diciendo ‘mirá que corren otras cosas acá’. Qué se yo, por ahí tengo la bandera muy puesta. ¿No, bo'?
"Suárez se pelea con los rivales pero nunca con los compañeros, cosa que para un uruguayo es esencial"
-¿Quién es el mejor futbolista uruguayo de los últimos 30 años? Sosa, Francescoli, Recoba, Montero, Luis Suárez, Cavani, Forlán, Godín, vos...
-No, ¡qué yo...! Ha habido muchos jugadores con suceso que han llevado la bandera a diferentes partes del mundo. Pero creo que el Lucho [Suárez], el Lucho nos representa desde todo punto de vista. Yo lo vi crecer, fui compañero, lo conozco como persona. Es el máximo goleador de la selección y lo que ha hecho por Uruguay…, se ha peleado con el Liverpool, con Barcelona, jugó lesionado, se operó antes de un Mundial escondido en Uruguay… Una lealtad, ¡pero una lealtad! Está siempre firme. Nos ha ganado partido, nos ha ganado Copa América, nos ha llevado a mundiales, es hincha de la selección, lo he visto llorar rabioso en un vestuario… ¿Yo qué sé? Goleador histórico y figura donde ha estado. Entre todos los buenos, el Lucho es impresionante. Además, nos representa: es sanguíneo, es noble, se pelea con los rivales. pero nunca con los compañeros, cosa que para un uruguayo es esencial. En Brasil no se dan cuenta y en Argentina no lo sé, pero un jugador que se pelea con los rivales y nunca con los compañeros, algo te dice.
-¿Oscar Tabárez es...?
-Es un ‘Maestro’, eso, un maestro. Un mojón de la historia del fútbol uruguayo. Una persona que llevó el futbol a otras áreas de la sociedad. Enfrentó con coherencia los diferentes momentos, de las críticas acérrimas a los elogios exagerados. Va a quedar para siempre como una referencia. Yo digo que hoy . En Uruguay estamos a años luz de Brasil y la Argentina, ya no te digo de Inglaterra o España, pero nuestra generación compitió solamente por la coherencia de trabajo de ese hombre. Él logró que la selección fuese una burbuja.
-Te pregunto por dos argentinos en Brasil. Uno instalado hace muchos años, Andrés D’Alessandro.
-Ha sido el jugador argentino más exitoso de la historia en Brasil, ¿no? Y Brasil es un lugar en el que es difícil entrar, pero después te respetan y sos querido. Él es una figura emblemática de Inter y ya del fútbol brasileño también. Y se mantiene jugando, hace más de once años, algo que no es para nada fácil; eso también habla de su conducta.
-Y otro que llegó hace poco: Jorge Sampaoli.
-Hay una corriente de entrenadores extranjeros en Brasil, que está un poco de modo, y Sampaoli ha sido uno de los precursores. En Santos hizo una buena campaña y en Atético Mineiro lo está repitiendo. Entre su estilo y personalidad, un poco excéntricos, y su forma de jugar, agresiva y vistosa, está teniendo muy buenas críticas.
-¿Creés que las que acaban de empezar serán las eliminatorias sudamericanas más difíciles de la historia? Uruguay alternó buenas y malas en estas cuatro fechas...
-Quizás porque soy uruguayo y me tocó sufrir siempre, pero yo jugué tres eliminatorias y no hay torneo más intenso, desgastante y emocionante que las eliminatorias sudamericanas. Son mucho, pero mucho peor que el Mundial, no hay comparación posible bo’. El clima, la geografía, la condición de visitante, el tinte nacionalista, aparecen la patria, el himno, las presiones, las obligaciones. No existe en el mundo un torneo más difícil que intentar conseguir el pasaje para un Mundial, acá, en Sudamérica.
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