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Diego Galván, el ex River que volvió a sus orígenes: su logro en el fútbol de ascenso, su vida en Viedma y cómo será su futuro
Después de 15 años como profesional y 13 en Primera División, con un Apertura y una Copa Libertadores en su palmarés, Diego Galván volvió a sus orígenes: “Por ahí la gente no conoce que yo siempre fui delantero, hice todas las inferiores de delantero y debuté de delantero. Las circunstancias de la vida y del fútbol me llevaron a jugar de volante, donde exploté, pero fue lindo volver a las raíces, al puesto en donde uno se crió. Se me hizo difícil durante los primeros partidos porque me costaba jugar de espalda al arco pero una vez que me adapté me sentí muy bien. Volver a mi puesto natural no fue fácil pero me dejó muy conforme durante los últimos dos años en Sol de Mayo” confiesa en diálogo con LA NACION.
Galván hoy tiene 35 años y el último 20 de diciembre inmortalizó su nombre en la historia de Sol de Mayo: fue el capitán del elenco que consumó el ascenso al Torneo Federal A, el primer equipo de Viedma en escalar hasta el tercer escalón del fútbol argentino.
Antes, en su versión como mediocampista por derecha, había vestido las camisetas de Lanús, Morelia de México, Beira Mar de Portugal, Olimpo, River, Arsenal, Unión, Estudiantes de Buenos Aires y Huracán de Comodoro Rivadavia.
“Soy un jugador que siempre quiere más y en ese sentido no estoy conforme con mi carrera. Me hubiese gustado un poquito más, jugar un par de años más en Primera. Me quedaron algunos sueños por cumplir, como en su momento cuando estaba en Estudiantes cuando salimos campeones en 2006 y volví a River tuve la posibilidad de irme a Italia y no me fui por un problema con los representantes. También el Mundial Sub 20 (NdR: el Mundial que se disputó en Argentina en 2001) que me perdí, me desgarré dos semanas antes de que sea el Mundial. Son cosas que te quedan para siempre”, reflexiona.
Con el Pincha escribió sus días más gloriosos: fue campeón del Apertura 2006 y de la Copa Libertadores 2009. En aquella campaña que consagró al elenco de Alejandro Sabella en América, Galván marcó el gol en la ida de las semifinales frente a Nacional de Uruguay. Aunque no jugó en la final frente a Cruzeiro, en Belo Horizonte celebró el título junto a sus compañeros.
“Mi etapa más importante fue con Estudiantes. Los momentos que viví ahí fueron muy lindos. Pero este logro con Sol de Mayo también está a la altura, por cómo disfruté el fútbol, porque fui a entrenar todos los días con ganas, viajé con ganas. en ese sentido, Después de tantos años uno se siente bien, haciendo lo que le gusta. Tenía ganas de jugar y disfrutar del fútbol”, reflexiona mientras descansa junto a su familia después de una campaña que lo tuvo como protagonista: fue el segundo máximo artillero de su equipo con 11 goles.
Es una segunda juventud para Galván, que en diciembre de 2014 había anunciado su retiro tras vestir la camiseta de Estudiantes de Buenos Aires: “Venía de seis meses duros. Habíamos llegado a semifinales de la Copa Argentina y yo tenía un problema en la rodilla. Fueron meses que jugaba y me infiltraba dos veces por semana, ya no quería jugar más. El cuerpo, aunque más que nada la mente, se cansó de estar así. Me operé y aunque me quedaba un año más de contrato, decidí dejar por un par de meses”.
La oferta de Huracán de Comodoro Rivadavia lo tentó y Galván volvió en mayo de 2015: “Me sentía bien en lo físico, no había engordado y yo las ganas siempre las había tenido. Huracán me abrió las puertas para volver a jugar”. Seis meses después, Sol de Mayo lo presentó como refuerzo junto a su amigo Javier Satanás Páez.
En Viedma se convirtió en ídolo. Después del triunfo en la vuelta de la final frente a Ferro Carril Sud de Olavarría, Galván lloró y los 4.000 hinchas que fueron testigos del ascenso corearon su nombre.
“Fue un jugador clave, fue el faro que guió a Sol de Mayo. Recuerdo en particular su serenidad. -rememora el periodista Carlos Morando, quien siguió la campaña para el diario Río Negro de Primera- Fui a dialogar con él porque llevaba como diez partidos sin convertir y se venía la revancha de la semifinal en Viedma con Rincón. Le pregunté si le preocupaba la sequía en la red y me respondió con mucha tranquilidad que no, que el gol iba a llegar y que si no llegaba, había que darle la pelota al compañero. Ahí me di cuenta que Galván estaba seguro que el equipo iba a ascender y que había un grupo fuerte para lograr ese objetivo”.
La campaña no fue sencilla. En la duodécima fecha de la primera fase, la dirigencia decidió despedir al técnico Luis Murúa por un cruce verbal con Fernando Valdebenito, delantero e hijo del presidente del club. “La salida de Murúa de Sol de Mayo fue por mala conducta”, aseguró Adán Valdebenito, el máximo mandatario del club, tras tomar aquella decisión. Nicolás Chirico, ayudante de Murúa, fue su reemplazo. La experiencia de Galván jugó un papel fundamental para que una temporada promisoria no terminara en fracaso.
“Sentimos mucho la salida de Murúa, el nos dio una forma de jugar que nos hizo sentir cómodos. Nunca habíamos jugado así. Nos dio una identidad de juego. -recuerda Galván- Pero el grupo salió a flote, la presencia de Chirico nos ayudó. Yo traté de ser el capitán, hacer que el grupo estuviera bien, tirando para el mismo lado todos juntos. Los chicos me escucharon, son muy inteligentes. Uno no es de fierro y también siente, pero traté de no mostrarlo para transmitir tranquilidad y tomé la responsabilidad para que ellos pudieran jugar liberados, que estuvieran tranquilos para levantar rápido”.
Después del cimbronazo, Sol de Mayo levantó, construyó una fortaleza en su estadio y se quedó con uno de los cuatro ascensos que entregó el torneo.
Con el Federal A en el horizonte, el futuro de Galván aún es incierto: “Me siento bien como para jugar un año más. Lo analizaré y lo hablaremos, hay mucha confianza con la gente de Sol de Mayo. La gente quiere que me quede. Mientras tenga ganas de seguir jugando y el físico esté bien, seguiré jugando. Después, si todo va bien, me gustaría empezar a dirigir”.
En Sol de Mayo, Galván volvió a sus orígenes: a jugar como delantero y a disfrutar del fútbol.
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