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Desmond Tutu: "El Mundial debe marcar un nuevo inicio para Sudáfrica"
A los 78 años, el Premio Nobel de la Paz admite: "Aquí es triste el nivel de corrupción". Por Martín Rodríguez Yebra / Enviado especial
Por Martín Rodríguez Yebra
Enviado especial
JOHANNESBURGO.- Se tomó el Mundial con el fervor de sus días de luchador contra la opresión. A los 78 años, el arzobispo Desmond Tutu asumió el papel de símbolo nacional y con su risa contagiosa recorrió el país, cambió los hábitos por la camiseta, la bufanda y el gorrito de los Bafana Bafana, bailó al ritmo de Shakira en la fiesta inaugural y hasta se permitió rezar en público por el éxito de su seleccionado.
La eliminación temprana no le cambió el ánimo. "Sudáfrica vive un renacer de su espíritu nacional. Estamos en uno de esos momentos mágicos que se dan cada tanto desde la caída del apartheid. Más allá de todo, siento que somos campeones. Esto debe marcar un nuevo inicio para Sudáfrica", respondió Tutu a LA NACION después de la caída de los locales.
Salvo Nelson Mandela, su "alma gemela", nadie como Tutu puede ser considerado la conciencia moral de Sudáfrica. Premio Nobel de la Paz en 1984, figura clave para derrumbar la tiranía racial, ideólogo de la "nación arcoiris", el arzobispo emérito de Ciudad del Cabo lideró una campaña para movilizar a su sociedad durante el Mundial, pero también aprovechó la atención internacional para pedir cambios en lo que está mal. Llegó a advertir en mayo que si Mandela estuviera del todo lúcido se sentiría avergonzado por el rumbo al que los políticos están llevando al país.
¿Qué quiso decir? "En Sudáfrica siguen existiendo enormes disparidades. Ingenuamente creímos que los atributos de la lucha contra el apartheid, como el altruismo, serían transferibles a los que gobernaran. Es triste ver el nivel de corrupción que ha plagado al país desde que conseguimos la democracia", señaló. Y añadió: "La pobreza, el sida, los inadecuados servicios públicos y la falta de un discurso político equilibrado son desafíos urgentes".
Tutu vive un mes agitado. En un mismo día puede recibir a David Beckham y participar de una cumbre por el conflicto en Medio Oriente. Estuvo en media docena de partidos y le pidieron audiencia 15 presidentes que visitaron Sudáfrica. "Somos los anfitriones de la más grande Copa del Mundo en la historia, y lo estamos haciendo con estilo", afirmó.
¿No coincide con los críticos del enorme gasto estatal en estadios y rutas mientras existen graves carencias sociales? "Es cierto que los estadios ultramodernos y la infraestructura de transporte de poco les van a servir a los hambrientos y a los homeless . Pero también lo es que, como ilustra la Biblia, el hombre no vive sólo de pan. Sudáfrica ha mostrado que está preparada para organizar la copa en no sólo en lo que se refiere a la infraestructura, sino también en términos de autoestima como nación. Nos toca transformar eso en energía para construir un país más justo".
En esa línea, volvió a poner el dedo en la llaga: "La pobreza y la corrupción se mantienen desbocadas, en niveles intolerables. Mi esperanza es que nuestros líderes vean el beneficio de dar empleo sobre la base de la habilidad y no en la lealtad al gobierno".
En el inicio de la democracia, en 1994, este arzobispo anglicano fue también el presidente de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, que ventiló las atrocidades del apartheid y alentó el perdón de los responsables. A más de 15 años, encuentra motivos para la autocrítica: "Conseguimos que todo el mundo se enterara de lo que había pasado aquí, pero una debilidad clave de la comisión fue que no se enfocó lo suficiente en las políticas del apartheid, sobre todo en lo económico. El nexo entre poder racial y privilegio racial quedó en las sombras", indicó.
¿Está erradicada la división racial en Sudáfrica, sobre todo después de episodios de tensión, como el asesinato del líder supremacista blanco Eugene Terre´Blanche? "Aún hay que asegurar la unidad. Tenemos un problema con el discurso, y la desigualdad social es un desafío grave." Pero, optimista por naturaleza, encuentra motivos para no perder la sonrisa: "El Mundial es una inyección de ánimo. El deporte tiene esa capacidad increíble de unir a la gente".
- Un pasaje en primera clase hacia el cielo
Desmond Tutu fue una figura decisiva para la elección de Sudáfrica como sede del Mundial. Danny Jordaan, presidente del comité organizador, contó intimidades de las gestiones ante la FIFA. En la primera reunión con los electores, Tutu sorprendió: "Si votan por nosotros, me aseguraré de que tengan un pasaje en primera clase al cielo". Jordaan esperó al final de la reunión y le preguntó: "Usted nos advirtió que no debíamos coimear; ¿lo que les ofreció no es una coima?". El arzobispo tenía una respuesta: "No. Una coima es darle cosas a alguien que está vivo. Para lo que yo ofrezco primero esta gente se tiene que morir".