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Deslumbrado por el estilo alemán
Martín Demichelis regresó al país tras firmar el contrato que lo ligará a Bayern Munich y se mostró maravillado por las experiencias vividas en ese país: la educación, la infraestructura, el trato y hasta el clima conmovieron al defensor. Sin embargo, todavía piensa en River: “Sueño con ser campeón antes de irme”
MENDOZA.– “¿La verdad? En Alemania todo es una maravilla.” Los ojos marrones de Martín Demichelis se agigantan, asombrados, a medida que relata su experiencia en el país europeo, donde la semana última firmó el contrato que lo vinculará con Bayern Munich por cuatro temporadas. “Estoy muy feliz. En un momento la negociación se puso tensa y lo viví con un nerviosismo terrible. Siempre apareció algo que incomodaba a los clubes. Hasta en un momento temí que se cayera. Ahora, si Dios quiere, en julio voy a dar un paso adelante. Además, poder quedarme en River seis meses más me servirá para continuar entregando mi granito de arena a este grupo al cual le estoy muy agradecido. Tengo miles de recuerdos y amigos y los voy a extrañar”, señala Micho, como afectuosamente lo llaman sus compañeros.
Sin conseguir abstraerse de la fascinación que lo invade, el defensor de River, de 22 años, es consciente de que será el primer argentino que actuará en la institución más poderosa de la Bundesliga, y nada menos que en el puesto del mítico Franz Beckenbauer, actual presidente del club.
“Cuando llegué hacía muchísimo frío, unos 13° bajo cero –cuenta–. La ciudad, de la que quedé encantado, estaba completamente nevada. Además, la educación y lo estricta que es la gente para el cuidado de su propio lugar son fantásticos. Cuando me estaba haciendo la revisión médica, por la ventana observé cómo nevaba y no lo podía creer; nunca había visto nevar en mi vida.”
Impetuoso, el futbolista nacido en Justiniano Posse, en Córdoba, prosigue: “No tuve la posibilidad de conocer el estadio Olímpico, donde juega Bayern, pero sí los lugares de entrenamientos, vestuarios, oficinas. Las canchas tienen calefacción debajo del césped y, cuando cae mucha nieve, prenden las máquinas para que todo se derrita. Y el pasto queda intacto, con un verde hermoso. Y no es sintético. Pero lo que más me maravilló fue la grandeza con que me trataron Karl Heinz Rummenigge (director deportivo) y Beckenbauer. Son gente de altísimo nivel mundial... Fue grandioso”.
–¿Sabés qué número de camiseta vas a usar?
–Sí... Cuando se llegó a un acuerdo en la operación, tuvimos una comida de festejos entre todos. Y en la reunión, Rummenigge me preguntó: “¿Qué número querés elegir?”. Me sorprendió. Entonces abrí los ojos y no llegué a contestar, pero él me dijo: “Teníamos pensado darte la 6, ¿te gusta?” Y enseguida me hicieron la entrega de la camiseta con el número y el apellido. Fue un momento inolvidable.
–¿Cómo vive este presente tu familia?
–Está muy contenta, pero disfrutándolo con normalidad, porque la euforia excesiva sobre algún acto te lleva a la equivocación. Cuando llegué a River le dije a mi papá que no era el mejor, y que si no quedaba, tampoco era el peor. En principio, no me van a acompañar a Alemania; es una decisión compleja que tengo que asumir. Sé que el primer desarraigo será difícil, a pesar de que ya viví la experiencia de irme de mi casa a los 14 años, sumado al fallecimiento de mi mamá... En cuanto al idioma, sé muy pocas palabras, pero en este tiempo en la Argentina trataré de estudiar lo máximo para que mi adaptación se facilite.
–Vas a vivir seis meses muy emotivos en River.
–Sí, con la necesidad y las ganas de poder ganar algo. Me queda un tiempo límite en River y me gustaría despedirme de la mejor manera. Más allá de las ganas de triunfar, debo estar tranquilo, disfrutando todo.
–¿Este año están obligados a ganar un título?
–Sí. En el último torneo salimos terceros y para la gente fue una desilusión grandísima. Estamos obligados a ganar la Libertadores y el torneo local. No será fácil, pero hay que luchar.
Demichelis, ese pibe de reflexiones maduras y que idolatra al ex zaguero italiano Franco Baresi, hoy se escuda en su padre Juan Carlos, camionero, y en sus hermanas Fabiana (25 años) y Georgina (12), antes de emigrar hacia la elite mundial. “Ya no soy ese pibe que jugaba en el barrio con la naturalidad de la juventud. Debo mostrar buena conducta para que nadie me cuestione nada. Pero ahora sueño con ser campeón con River antes de irme.”
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