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Las mujeres y el fútbol: Salomé Di Iorio le saca la roja a los prejuicios
La árbitra internacional cuenta cómo se abre paso en un deporte históricamente masculino, en el que todavía no dirigió una mujer en primera división en la Argentina; "Ya me acostumbré a los insultos", reconoce; el boom del periodismo deportivo femenino
Si bien el esteriotipo de la mujer occidental quedó, hace largas décadas, ampliamente disociado de las tareas del hogar y del cuidado de los niños; pese a que la sociedad argentina ha madurado y las mujeres han recuperado parcialmente terrenos históricamente masculinos y han luchado por conseguir las mismas oportunidades en distintos ámbitos -sociales, laborales, políticos-, quizás sea el fútbol el reducto donde más resistencia genere el aporte femenino, aun en el siglo XXI.
La noción de que "las mujeres no saben de fútbol" todavía anida en los bares, en las canchas y en infinidad de discusiones futboleras, en las que -en mayor medida- participan, claro, los hombres.
En definitiva, si hay en la sociedad rasgos machistas, el fútbol no puede estar exento de ellos, puesto que es el deporte más popular del país y uno de los grandes motores de la población. Directamente asociado con los hombres, en el fútbol el arbitraje femenino corre rezagado: mientras en otros países del continente hace varios años dirigen mujeres en primera división, en la Argentina el camino parece ser más zigzagueante.
Una de las profesionales que mejor conoce las dificultades para progresar en el referato argentino es Salomé Di Iorio, árbitra internacional desde hace ocho años.
"Decidí hacer el curso porque me descalificaban en las discusiones por ser mujer", comienza su historia. Recorrió un trayecto largo: infantiles, asistente de reserva y del ascenso, árbitra de Primera D con status internacional y cuarta árbitra de Primera desde 2006. En el medio, encontró un punto de encuentro con sus estudios: el ejercicio de la ley se combina en Di Iorio entre el referato y su trabajo como abogada en un estudio de Quilmes. En una entrevista con canchallena.com analiza los prejuicios, compara el trato con los hombres y reivindica el rol de la mujer.
-¿Cómo tomás esa noción popular de que las mujeres no saben de fútbol? -Creo que es propia de una sociedad machista como la nuestra; en el fútbol se abrió mucho el espectro para las mujeres. En mi caso decidí hacer el curso [de árbitra] porque me descalificaban en las discusiones por ser mujer. Y pensé: ‘aprendo y voy a tener autoridad para opinar de las jugadas polémicas’.
-¿Tú experiencia te permitió corroborar ese mito? -Ahora, los mismos que me decían ‘no opines’ me llaman a mí para ver qué pienso de tal jugada. Es como en todo: si demostrás que tenés capacidad, te terminan aceptando. Hay jugadores a los que les cuesta preguntarle a una mujer por el reglamento, te das cuenta que no confían. A veces me critican porque dicen que no puedo entender el fútbol porque nunca lo jugué. Bueno, yo jugué y jugué con varones.
-¿Siempre te gustó el fútbol? -Uno de mis primeros regalos de chiquita fue una pelota... a mis viejos les encanta el fútbol y siempre fui a la cancha con ellos. Ibamos a la platea con mis hermanas, que se aburrían y jugaban a las muñecas. Cuando jugué al fútbol de chiquita tenía que hacerlo con varones porque no había escuelitas para mujeres en Quilmes. Terminé dejando porque, obviamente, a cierta edad, por una cuestión natural de diferencia física, volvía a mi casa con un esguince de tobillo y a ellos no les pasaba nada.
Derribando mitos: una nueva sección de canchallena.com, cuyo propósito es poner en debate ciertas máximas del mundo del deporte que se dan por descontado. Hoy, la segunda entrega: "Las mujeres no saben de fútbol".
-Y, en el arbitraje, ¿dónde están las diferencias? -A nivel profesional, los exámenes son los mismos que rinden los hombres, así que las mujeres deberían avanzar al mismo ritmo. Después, influyen los informes de los veedores; se puede progresar o estancarse, pero la realidad es que nuestro avance es mucho más lento que el de cualquier hombre. No debería faltar nada: ningún requisito objetivo para poder demostrar nuestras capacidades.
-¿Creés que el machismo es generalizado o sólo del fútbol? -Pensé que era una cuestión sudamericana, pero en Brasil tenés muchas árbitras dirigiendo en Primera, en Perú, en Colombia también... así que creo que es un problema de la sociedad argentina, aunque avanzamos un montón. Cuando empecé una mujer dentro de un campo de juego era un bicho raro. Parece difícil que tanta gente adapte su mentalidad a ver una mujer en una cancha de fútbol.
-En base a tu experiencia, ¿cómo es la relación con jugadores e hinchas? -Al principio, fue bastante dura. El jugador ni siquiera creía en una árbitra. Tenían que creer que una mujer podía aplicar el reglamento y confiar en mí como profesional. Es difícil lograr la credibilidad; está el plus del género, pero también el mito de que si las mujeres no saben de fútbol, menos van a saber arbitrar un partido... y menos aun uno de hombres. Después, con los años, creo que logré ganarme la confianza de los jugadores.
-¿En qué influye el hecho de que seas mujer en la relación con los jugadores?, ¿es mayor o menor el respeto? -Depende mucho del partido y de la situación de juego en particular. En jugadas polémicas hay jugadores que se enervan más por ser mujer, que no permiten que los sancione y te protestan hasta un lateral, o también los que tienen más respeto porque soy mujer y toman distancia. Normalmente, no se inhiben porque sea mujer; el respeto pasa más por una cuestión de personalidad mía.
-¿Y cómo te llevás con los insultos? -Me pasa en todos los partidos, pero me voy acostumbrando. A lo que no me voy a acostumbrar nunca es a los escupitajos. Los insultos son parte de la profesión, independientemente del género. Y, en las buenas actuaciones, los elogios a veces son mayores a los de los hombres, por la subestimación de los que creen que ni siquiera podemos arbitrar.
El cuidado del look. "El look lo cuido. Me dicen que gesticulo de manera femenina, pero no cambio mis formas; soy mujer -concluye-. Si me pinto las uñas, evito los colores llamativos, lo mismo que con el rouge o el rimmel. Soy igual que ahora [en la entrevista], pero con el pelo atado y el uniforme, claro. ¿El vestuario? No es ningún problema. Aunque los estadios tienen uno solo para los árbitros, nos turnamos para cambiarnos."
Micrófonos femeninos.
Las mujeres en las aulas. Según datos del Círculo de Periodistas Deportivos, en la década del 90 se produjo un aumento considerable de inscripciones de alumnas en la carrera. Esos números se mantuvieron en la última década, y actualmente representan el 20% del total de estudiantes. En Deportea, la cantidad de mujeres entre los estudiantes alcanza el 30% del total, cuando en 1990 apenas eran cuatro mujeres las inscriptas. "Hubo un crecimiento brusco cerca del 2000 y se mantuvo en el tiempo. No hay diferencias [entre hombres y mujeres], pero al haber más cantidad de hombres, son más los que se ven en los medios", explica Jorge Búsico, cofundador de la escuela.
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