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Del básquetbol al arco de Racing: Juan Musso, el guardián que esperaba su turno
Cambió el básquetbol por el buzo de arquero y a los 23 años defiende el arco del club en el que creció; vivirá su primer clásico de Avellaneda
Cuando Juan Musso salió por primera vez en su carrera a hacer la entrada en calor como titular, el 27 de mayo pasado, desde las tribunas del Cilindro bajaron aplausos y hasta un coro con su apellido. No es habitual para un arquero. Mucho menos para uno debutante. Es un caso especial: desde 2012, cuando subió a Primera tras haber pasado por todas las categorías en inferiores, en el club se sabe que Racing tiene un arquero surgido del semillero con condiciones para ocupar el arco académico. Seis meses después de aquella ovación, pese a algunas lesiones, Musso es el dueño del puesto. “Siempre supe que esto me iba a llegar, por eso disfruté cada etapa. Desde que era quinto arquero, cuando fui cuarto, después me tocó ser tercero, suplente y ahora me toca jugar. Cada etapa tiene su momento lindo y su aprendizaje”, cuenta el joven de 23 años, que recibió 16 goles en 14 partidos desde el debut ante San Lorenzo.
La titularidad no parece haberle cambiado el ritmo al hombre de San Nicolás. Ni siquiera cuando viene de tapar en el último minuto, en La Bombonera, la pelota que valió un triunfo y un cambio de aire para la Academia. Musso se mueve suelto por la mitad celeste y blanca de Avellaneda, como si no faltaran apenas unas horas para su primer clásico ante Independiente, hoy: camina a paso lento y saluda uno por uno a los empleados del club, a quienes llama por su nombre. Es lógico: desde los 14 pasea por esos pasillos. “Es el club en el que me críe. Este momento lo estoy disfrutando y lo estoy cuidando. Conocer el club me ayuda mucho a cómo tomar las cosas. Acá cada jugada se potencia; es un equipo muy grande, con mucha exposición para lo bueno y lo no tan bueno”.
Cualquier pibe que nace de este lado del mundo cuando ve una pelota, casi por instinto, intenta darle con el pie. El talento de este lungo de 1,91m está en las manos: “De chico jugaba al básquet, fue el primer deporte que hice. Me gustaba el tiempo, la distancia, los saltos. Un día probé atajar con unos amigos que venían a casa. Me gustó tirarme. Así que desde ese día me quedé debajo de los palos. A los 10, 11 años habrá sido. El básquetbol quedó ahí, pero hay cosas que me sirvieron”. No son las únicas destrezas que maneja con los brazos: “Tengo como hobby la batería. Pero no soy baterista. Al contrario: soy un aficionado. Estoy aprendiendo. No tengo banda, la tuve a los 14, pero ahí tocaba el bajo. Me gusta el rock nacional y el rock de afuera, pero acá en el vestuario suena cumbia y reggaetón, y me gusta”.
El triunfo en la cancha de Boca lo construyó Lautaro Martínez y lo sostuvo Musso. De arco a arco, dos exponentes de los proyectos que salieron en el último tiempo del Predio Tita. Una síntesis de lo que fue el año de Racing, que tuvo en sus juveniles las respuestas futbolísticas que no encontró en el mercado de pases. “Es una muestra del buen trabajo de inferiores. Hay una mezcla de todo: alguien que se anima a poner a los chicos, gente que los respalda, buena calidad de jugadores. Hoy se está dando y está bueno que así sea. Las exigencias son las de un club grande, por eso se hace difícil. Para la crítica es lo mismo un pibe de 18, que uno de 23 o uno de 30 y pico. Por eso nos apoyamos en los más grandes. Ayuda mucho gente como Leandro (Grimi), el Pulpo (González), Lisandro (López) o el Cacha (Arévalo Ríos), que son experimentados y te transmiten el respaldo. Ellos toman las responsabilidades y ponen el hombro por el grupo”, explica el N° 1, que tiene como referentes en el puesto a David De Gea, Manuel Neuer, Thibat Courtois y Jan Oblak. “Son arqueros grandotes, con mucha flexibilidad, buen juego aéreo y buen pie. El puesto requiere hoy un montón de cosas que no siempre fueron así. Las pelotas ahora son misiles. Además estamos obligados a jugar. En el arco el error se ve más fácil. Por eso soy detallista: me gusta mirar a otros y también revisar mis partidos”.
Como si la vida fuera una escalera, mientras el arco estaba ocupado por Sebastián Saja o Agustín Orion, Musso aprovechó para ir dando pasos hacia arriba, a la espera de su turno. “No me desesperé. Crecí en lo personal, atravesé algunas cosas, entendí que siempre hay obstáculos que vencer con la mayor alegría y entusiasmo posible. Me llegó a los 22 años, que es una buena edad para empezar a jugar. Me tocó estar mucho tiempo en Reserva, ser capitán, hablar delante de los grupos y otras cosas que me han ayudado a sentir que estoy bien preparado. No es algo improvisado”, recuerda. Hasta que en mayo le llegó el momento: tras los repetidos errores de Orion, el DT Diego Cocca le avisó durante un entrenamiento que el próximo partido sería titular él. “No me la veía venir. Fue muy lindo. Me dijo que me quería dar continuidad, que no estaba sacando a Agustín sino poniéndome a mí, que me quería en el arco el resto de los partidos. Me puso muy contento. Él sabía que lo estaba esperando. Lo primero que me salió decirle fue gracias. Al primero que se lo conté fue a mi viejo”.
Cada vez que la Academia es local en el Cilindro, en el anillo superior hay unos colores que llaman la atención. Es un grupo de personas que están vestidas de verde, violeta, gris o naranja. Es la banda de Musso: “Son como diez amigos que se vienen de San Nicolás con buzos de arquero. Me hacen el aguante. Me da gracia porque se ponen en el mismo lugar siempre y con esos colores los reconozco. Ellos saben cómo me tomo la carrera y por eso lo siento como un momento lindo porque me vienen a apoyar”. Esta noche, estarán en la cancha. Musso confía en que se volverán contentos: “Este plantel tiene una mentalidad muy ganadora. Ha tenido bajones, pero ahí está el tema. Hasta el mejor equipo del mundo le va a tocar perder. Derrotas va a haber siempre, lo importante es recuperarse. Este grupo siempre termina dando buenas sensaciones en los partidos decisivos, aunque se le pueda exigir un mejor juego. El equipo es competitivo. Ése es el camino”.
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