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De regreso: Huracán le hizo justicia a su rica historia y ascendió a primera
En Mendoza, casi tres semanas después de ganar la Copa Argentina, cristalizó su vuelta al círculo privilegiado; lo hizo después de un arranque de campeonato que no invitaba a soñar, pero llegó a un desempate gracias a la levantada final
Era impropio para con su historia y hasta disparatado si se tiene en cuenta que hace unas semanas nomás, se había calzado las ansiadas ropas de rey de la Copa Argentina, adueñándose de un torneo maratónico y ya a estas alturas, emblemático. Para Huracán, ajustarse a las generales de la ley en un certamen que extraordinariamente entrega diez ascensos, era cargarse la mochila de candidato obligatorio. Claro, el hombre propone, Dios dispone y el fútbol ejecuta desde su ilógica más pura. Entonces, nunca suele estar todo dicho ni sentenciado, aunque la B Nacional no le sentaba bien ni al Globo ni a su frondosa historia.
Vaya situaciones por las que atravesó el equipo de Parque de los Patricios en este último año. Habían pasado tres temporadas en la segunda división y el panorama nunca llegó a ser diáfano. Quizá por ello, esta transición debía ser aprovechada rápido, bien y sin dudas. Con Frank Kudelka al frente desde octubre de 2013, un plantel acorde a las exigencias y la gente que acompañó con fuerza desde el primer día, la situación -no obstante- no pareció modificarse respecto de los años anteriores. Tal vez, hasta se había desdibujado más todavía.
Si Kudelka aún soportaba su puesto en el banco era gracias a que todos, hinchas y dirigentes, avalaban un buen trabajo que por una u otra causa (incluida esa cierta mala suerte que siempre acompañó al sufrido club) no terminaba de corporizarse en resultados. La situación empezaba a ser espinosa y, aunque el Globo se había posicionado en las semifinales de la Copa Argentina y era la revelación del torneo a esa altura, en el campeonato de ascenso todo parecía capaz de estallar de un momento a otro. Iban 13 fechas, Huracán había ganado tres, empatado cinco y llevaba otras cinco derrotas. El 1° de noviembre, el choque en el Ducó ante Sportivo Belgrano, ya con la posición de Kudelka pendiendo de un hilo, podría marcar un quiebre. Y lo marcó, definitivamente, aunque entonces nadie lo imaginaba. Los cordobeses apabullaron a un Globo perdido y estaban venciéndolo por 3 a 0 cuando los incidentes empezaron a invadir el ambiente y forzaron la suspensión del partido. La paciencia se había agotado. El equipo quedaba último y su entrenador, sin aire para seguir y por ello, tras una reunión breve, se selló su alejamiento del club. Fue el peor momento. Para la Comisión Directiva no había solución emergente ni un reemplazo potable a la vista. Una lástima teniendo en cuenta lo lejos que había llegado el conjunto en la Copa Argentina, pero para sus hinchas, claro, el regreso al círculo mayor siempre fue la prioridad.
Néstor Apuzzo arrancó otro interinato. No la tenía sencilla: por delante, quedaban seis fechas que podrían servir, eventualmente, para revertir (en parte) la imagen de un equipo que parecía haber perdido el alma y la brújula. Para colmo, el primer compromiso era en Tucumán, contra el mismo rival que enfrentó ayer, posicionado en un puesto de ascenso directo. El 2-1 del Globo, entonces, fue considerado un batacazo. Pero el talento inagotable de ese guerrero llamado Patricio Toranzo, el oportunismo de ese fantástico goleador que es Ramón Ábila y los sueños de un Apuzzo al que ayer desbordaron las lágrimas, tenían otras intenciones. Ellos creían que el ascenso aún era tangible y por eso lograron contagiar a sus compañeros y a la gente. El 3-0 ante Santamarina sirvió para reconciliarse con el pueblo quemero. Y desde entonces hasta el final, más allá de un traspié ante Unión, todo fue un camino allanado hasta arañar la última posibilidad.
No la iban a desaprovechar después de tanto sacrificio. El logro de la Copa Argentina luego de batir al mejor perfilado Central actuó como un disparador emocional. Y eso se hizo sentir ayer, cuando después de revertir un panorama aciago, se dibujaron muecas de alivio, felicidad y llanto. De cotillón y carnaval desde afuera hacia adentro. De hinchas infiltrados pese a la siempre vapuleada condición de "partido a puertas cerradas". Para que todos los grandes vuelvan a estar juntos en primera después de tres años y medio, faltaba Huracán. Y aunque amenazaba con volverse eterna, ayer quedó saldada esa deuda.
Más gente de la que correspondía
Es cierto que la inmensidad del estadio Malvinas Argentinas ayudaba a dar una imagen de desolación al ser el partido a puertas cerradas. Aún así, en la zona de plateas había unos 200 hinchas más allá de los cupos para periodistas y dirigentes: en el costado Este, cerca de 150 quemeros y en la otra punta, 50 tucumanos.
13
fueron los goles que marcó Ramón Wanchope Ábila (goleador del torneo) en la temporada: 9 en el certamen, uno en el desempate y 3 más en la Copa Argentina.
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