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De oficio, padre y goleador: las confesiones de Silvio Romero en Independiente
La semana pasada, Silvio Romero fue trending topic en Twitter. Su nombre no ha sido parte del runrún en el mercado de pases, tampoco hubo declaraciones altisonantes, y dado el período de inactividad estival, mucho menos marcó un hat trick. Pero el delantero cordobés de Independiente decidió quejarse públicamente sobre el maltrato dispensado por su obra social en el tratamiento de su hijo Mateo (4 años), quien padece una encefalopatía crónica desde pocas horas después del nacimiento. La noticia no es nueva, pero sirvió para recordar que la realidad de un futbolista abarca ítems que exceden las medidas de una cancha, que pueden influir en el rendimiento, que exigen ese tiempo que el fútbol en general, y el argentino en particular, no le brinda casi a nadie.
"Como todo padre de familia uno tiene sus dificultades. Con mucha ayuda se trata de lograr que el problema no te afecte en el trabajo, y en mi caso, cuando lo de Mateo se hizo mediático tuve mucho apoyo, recibí mucho cariño. Es un gran gesto que la gente cuando me pare por la calle me pregunte primero por el nene antes de pedirme que haga goles o ganemos el partido siguiente", dice con serenidad y agradecimiento el Chino, tal vez el único jugador del Rojo que quedó a salvo de las críticas en un segundo semestre de 2019 para el olvido en el que casi todos –futbolistas, técnicos e incluso el propio presidente Hugo Moyano- fueron reprobados por una hinchada decepcionada por el juego y los resultados del equipo.
Los 9 tantos marcados en la primera parte de la Superliga no sólo sitúan a Romero en lo alto de la tabla de goleadores sino que terminaron de reconciliarlo con un público que le dedicó silbatinas sonoras y calificativos duros, sobre todo durante el primero de sus dos años en el club.
No. No se le hizo nada fácil a Silvio Romero el retorno a nuestro fútbol. Aun a pesar que, desde el inicio, su presencia frente al arco rival alcanzó picos importantes, como el gol que significó la conquista de la Copa Suruga Bank o el que durante un buen rato alimentó la ilusión de eliminar a River de la Libertadores 2018. Su llegada, en enero de aquel año, motivó una seria discusión entre Ariel Holan, que por entonces estaba en la cima del apoyo general, y Moyano, asustado por la cifra de 4,5 millones de dólares que debía pagarle al América de México. Su rendimiento demoró más de lo pensado en ponerse a tono con semejante gasto.
"Hizo falta readaptarse. Estaba afuera con la familia, con mi nene, y volver al país y encaminarse lleva un proceso. Pero los demás no están obligados a conocer la realidad de cada jugador. El hincha va el fin de semana a alentar a su equipo y cuando las cosas no salen de la mejor manera comienzan las críticas. Es parte del juego. Cuando decidimos arrancar en esta profesión nosotros sabemos a lo que nos exponemos", asegura.
–¿Estabas pensando en volver cuando surgió la chance?
–Llevábamos cinco años fuera del país y estábamos asentados. Yo estaba bien, en un club que tiene una exigencia similar a los grandes de acá. Pero veníamos de dos años con el problema del nene y nos sentíamos un poco solos con mi mujer, necesitábamos estar cerca de la familia y los afectos. La posibilidad que me ofreció Independiente era muy buena en lo laboral, y aunque regresar era un reto y acarreaba toda una complejidad, vimos lo positivo del cambio y decidimos darle para adelante.
Los mejores goles en Independiente
–Pasaron dos años, ¿qué nota te ponés?
–¡Uf, qué difícil! [El Chino baja la mirada, piensa…]. Creo que un 7. Hice algunos goles importantes en 2018, me fue bien en la Libertadores aunque no hayamos alcanzado los objetivos, quedé goleador en 2019. Obvio que quiero y puedo dar más, pero fue aceptable.
–Pero te costó: te silbaron muchas veces, tuviste que jugar fuera de tu puesto…
–Sí, sobre todo el primer semestre. Aunque siempre sentí que la gente confiaba. Si bien recibí críticas, interiormente siempre sentí como si dijeran: "No nos da tanto, pero lo que nos da es bueno" y eso los llevaba a apostar a que llegarían los goles y los buenos partidos.
–Desde afuera parece una sensación generalizada respecto al equipo: el rendimiento colectivo está casi siempre por debajo de lo que cabría esperar.
–Exactamente. El año pasado fueron más los momentos adversos que los buenos. Nosotros vemos la calidad de jugadores que tenemos y en relación a eso las cosas no nos salieron como queríamos. De todos modos, la línea de decir que no jugamos bien es muy delgada. Hubo partidos que hicimos lo que nos indicaba el entrenador y conseguimos el resultado aunque fuese sin eso que se entiende por "jugar bien": eso también está dentro de las posibilidades. Verdaderamente mal jugamos contra Defensa y Justicia en Copa Argentina. Ahí sí hicimos autocrítica y nos dijimos que no podíamos seguir de esa manera.
–¿El público de Independiente es más exigente que otros?
–Siempre había visto a Independiente como un club grande, pero recién cuando uno está adentro se va dando cuenta de la real dimensión del club. Cuando sale al interior del país y te recibe mucha gente, cuando sentís el aliento en nuestra cancha. Y eso va acorde al nivel de exigencia. La verdad es que lo pensaba menor, pero acá el hincha remarca mucho las formas. En los partidos que ganamos sin jugar bien, la gente no se va contenta. Lo tomo como algo positivo porque obliga a estar siempre alerta y no relajarse.
–Empieza el año, estrenan técnico, el club tiene poco dinero para hacer incorporaciones, hay rumores de gente que se va a ir… ¿Cómo viven este momento?
–Estamos muy bien, con muchas ganas. Un nuevo entrenador genera expectativas y renueva las ilusiones. Cambia la dinámica, viene con otra energía y eso se transmite. Es un momento clave para arrancar casi de cero y dejar atrás lo que pasó. Pusineri (Lucas) es muy querido por la gente, vino con mucho compromiso, sabiendo cuál es la situación del club, y él lo conoce mejor que nadie. Si tiramos todos para el mismo lado podremos cumplir con esas exigencias de las que hablábamos porque hay con qué.
–¿Qué sería para el equipo cumplir en 2020?
–Ganar algo. Volver a la senda del éxito en alguna de las competiciones que jugaremos. Son muchas e Independiente no puede darse el lujo de terminar 2020 sin ganar algo.
–¿En cuánto influye la situación económica del país?
–Ese es un tema que le corresponde a la gente que tiene que tomar decisiones, nosotros no podemos meternos. Tenemos que enfocarnos en jugar y ganar el fin de semana. Lo que pase con los contratos y las situaciones personales a nosotros como grupo no nos compete.
–Volvemos entonces a lo personal. ¿Aceptarías una oferta para irte otra vez al exterior?
–Ahora mismo sería muy arriesgado porque el torneo ya está por arrancar. Pero además no sé si como familia estamos preparados para volver a cambiar. No nos sería fácil, en nuestra situación necesitamos analizar todas las circunstancias. Si llega algún ofrecimiento lo pensaré, pero por suerte por el momento no hay nada en qué pensar.
Ver esta publicación en InstagramTodos juntos! Todos unidos! Es mucho más fácil!! [R][R][R][R][R][R][R]
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La eterna discusión sobre el Nº 9
¿Emmanuel Gigliotti o Silvio Romero? La discusión entre un 9 y el otro centró buena parte de los debates del mundo Indepediente antes de que el Puma se fuera al Toluca mexicano. La hinchada tenía a Gigliotti entre sus ídolos, Holan prefería al Chino. Su argumento era la eficacia: "Necesita muchas menos ocasiones para convertir", explicaba el técnico con los números en la mano.
–¿La calma para definir se aprende o viene de cuna?
–Hay cosas que se traen desde el potrero y otras que se van perfeccionando. Tratar de tomarme un tiempo más a la hora de elegir cómo definir fue algo que me enseñaron de muy chico, tengo esa escuela, pero también uno va mejorando con los partidos. Ya me encuentro en una edad madura, en la que puedo leer los momentos mejor que antes. En el fútbol argentino no se tienen muchas ocasiones y hay que estar concentrado para tratar de convertir las pocas que se generan.
Palabra del goleador de la Superliga 19/20.
Un plantel con mala fama por la sucesión de entrenadores
Ariel Holan, Sebastián Beccacece, Fernando Berón. Durante 2019, tres directores técnicos pasaron por el banco de Independiente. En todos los casos, la intención de la dirigencia del club era que perduraran un largo tiempo. Los tres tuvieron que marcharse antes, los tres padecieron algún terremoto interno: el choque de Holan con líderes del vestuario, la discusión de Beccacece con Pablo Pérez y el distanciamiento con Nicolás Domingo, la inasistencia a un entrenamiento por retrasos en los pagos en tiempos de Berón. La fama de conflictivo se depositó sobre el plantel Rojo, pero Silvio Romero pone énfasis en desmentirla.
"No comparto esa idea y no sé si es fama o difama. Vivo el día a día con grandísimas personas de muchos valores. La gente y los periodistas no conocen la interna del grupo, no pueden decir si somos complicados o no. Primero tendrían que conocer, saber lo que viene pasando, cómo se actúa, qué nos dicen y qué no, y solo en base a eso hacer un análisis. En general, difamar es muy fácil. En este medio primero acusamos, por las dudas, y después se ve si es cierto o no. Nosotros estamos tranquilos porque siempre nos manejamos con los mismos valores y en ese sentido este es un grupo a destacar".
Antes de Independiente, cinco equipos
Instituto, la cuna que lo hizo conocido en Córdoba. Romero nunca se olvida de sus comienzos. Cada vez que puede destaca su cariño por Instituto. Debutó en el club cordobés a los 17 años y, de allí, saltó a Lanus. No eran tiempos fáciles para el equipo albirrojo, entre dificultades económicas y los altibajos en las categorías del ascenso. El delantero rápidamente se hizo un nombre y, a la par, mientras crecía, le dejaba espació a otro nombre importante: Paulo Dybala. Generaciones.
Lanús, el trampolín en primera. Transcurría el año 2010. Lanús estaba acostumbrado a esas contrataciones: un jugador joven que mostraba buenas condiciones en el ascenso. Algunos casos fueron negativos. Otros, bastante positivos, como el de Silvio Romero. El delantero cordobés llegó de Instituto, en principio, para pelear un puesto. Rápidamente ganó la consideración de los entrenadores. Primero, Luis Zubeldía. Y, después, Gabriel Schurrer. Más tarde, Guillermo Barros Schelotto. Por entonces había un discusión, casi trasladable a nuestros tiempos: Romero era Nº 9 de área o segundo delantero. En el club del Sur cumplió ambas funciones. En algún momento acompañó a Mariano Pavone y, en otros, como en su regreso tras un paso por Francia, fue la referencia ofensiva.
El salto a Reims, una experiencia fallida. Romero crecía y ampliaba sus alas como atacante. Los radares europeos rápidamente lo detectaron y, finalmente, se lo llevó Stade de Reims. Claro que no todo salió como estaba proyectado. La adaptación costó más de la cuenta y todos se dieron cuenta, rápidamente, de que el préstamo no tendría mayor futuro. Con apenas 16 partidos y dos goles, volvió a Lanús, en el que logró el relanzamiento con los mellizos Barros Schelotto.
México, la revancha afuera. Jaguares se fija en el delantero de Lanús que, como reconocimiento, ya se había adueñado de la camiseta Nº 10 granate. Era uno de los preferidos de los Barros Schelotto. Pero la venta se volvió inevitable: US$ 3.000.000 por la mitad del pase. Otra vez, como una consigna de su carrera, le costó la adaptación. Hasta que se ganó un lugar a fuerza de goles. A partir de la segunda temporada mostró su valor.
El gigante lo convocó: América. La explosión goleadora en su segunda temporada en Jaguares despertó los deseos de América, que en un pestañeo se adueñó de su ficha. Fue el lugar en el que, quizá, más cómodo se sintió desde el comienzo. La aventura le llegó a una edad de más aplomo y consiguió sobrellevar las presiones. Rápidamente se llevó el protagonismo a fuerza de goles y de valentía. Eso, también, le jugó en contra. En 2017, falló un penal decisivo ante Pumas, por picar la pelota. Justo, un actual compañero en Independiente le había pedido ejecutar el remate: el paraguayo Cecilio Domínguez. Pero no. Romero tenía confianza. Y no pudo ser. A partir de entonces siempre estuvo en riesgo su carrera en América. Hasta que apareció Independiente, a cambio de US$4.500.000.
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