De Merino a Merino: el héroe de Stuttgart que convirtió en el mismo estadio, con el mismo relator y una celebración idéntica 32 años después

Una historia, la principal, es la que se cuenta a continuación. Con un gol en el tiempo suplementario de Mikel Merino, España derrotó por 2 a 1 a Alemania y se metió a una semifinal de la Eurocopa, con un resultado que define la despedida del fútbol de Toni Kroos, un símbolo germano. El Conde, de 28 años, nacido en Pamplona y jugador de Real Sociedad, confirmó con su cabezazo la liberación para la Roja, que puso fin a su maldición de no haber ganado nunca contra un anfitrión en un gran torneo. Y que ahora espera a Francia, que superó por penales a Portugal.

En un partido muy emocionante, aunque duro en algunos momentos, Dani Olmo adelantó a los españoles al inicio de la segunda parte y Florian Wirtz forzó la prórroga cuando los aficionados hispanos ya festejaban la clasificación. “Es un orgullo, tenemos un equipazo. ¡Cómo hemos luchado! Ahora tenemos que disfrutar y celebrar, pero con calma y tranquilidad, que tenemos ya ahí las semifinales”, declaró Olmo, la figura.

Compacto de España 2 vs. Alemania 1

Más allá de eso, hay otra historia. Una que merece poco menos que una película. Lleva la firma del autor del gol decisivo, hecho, 32 años más tarde, a imagen y semejanza de uno de su padre, Miguel. El jugador de la portada ingresó a 11 minutos del final del tiempo regular por Nico Williams. El cambio llamó la atención, porque dejó a España sin vértigo por las bandas; el fútbol, de todos modos, no tiene lógica. “Es el gol más importante de mi carrera, claro”, contó el héroe, que surgió en Osasuna, pasó por Borussia Dortmund y Newcastle y aterrizar en Real Sociedad en 2018.

“Estoy muerto, la verdad”, decía entre risas Mikel. Que no podía dejar de sonreír, extasiado. “La adrenalina me está pasando factura ahora. Ha sido un momento único. Hay mucho trabajo detrás y sobre todo de mis compañeros. Que nos empataran en el 90 fue un varapalo. Pero lo nuestro fue un premio a la constancia y creo que lo merecemos”, sostuvo.

El nombre de la familia Merino está grabado para siempre en los cimientos del estadio de Stuttgart. Su padre, hoy analista de fútbol, y este viernes totalmente conmovido por la situación, también convirtió en ese escenario, para un logro de Osasuna. Su hijo replicó el festejo, y ambas situaciones fueron transmitidas por el mismo relator, más de tres décadas después.

“Algo tiene este estadio, porque nos da suerte. Mi padre también marcó aquí. Un estadio especial para nosotros”, comentó el autor de un golazo de cabeza a los 118 minuto frente a los alemanes, nada menos. En el Stuttgart Arena, el 3 de septiembre de 2020 Merino debutó con la camiseta de la selección española, en un partido de la Liga de las Naciones, que fue un 1 a 1 contra... Alemania.

Miguel Merino, que hoy tiene 57 años, anotó el 5 de noviembre de 1991 un gol para la historia de Osasuna, por la Copa UEFA. Según recuerdan los veteranos simpatizantes del club rojo, fue una auténtica sorpresa (algo más que la de este viernes), porque se impuso a Stuttgart, el favorito, por 3 a 2, en uno de los mejores partidos de la historia del club navarro, con dos goles de Jan Urban y uno de Miguel.

En la misma cancha, 32 años más tarde. La narración de aquel gol fue de Juan Carlos Rivero en los micrófonos de TVE, que a su vez es la voz principal de la televisión pública en la Eurocopa. Una película imposible de coincidencias. Miguel es comentarista en Carrusel deportivo, de la Cadena Ser, bajo el ala de Dani Garrido. “Siento mucho orgullo. Lo merece porque es un luchador que da todo en cada momento. Ha tenido mente fría para rematar ese balón en esta Eurocopa”, advirtió, visiblemente emocionado.

Aquel gol de Miguel Merino en el mismo lugar

La película que se repite, con el mismo final de fiesta, le toca las fibras más íntimas. “Un orgullo enorme. Siempre estábamos de risa con todos esos detalles. El caso era dejarlo ser. Si ya me había superado, ahora tampoco tengo la exclusividad del gol de Stuttgart. Ahora, a callar la boca y a darle un beso fuerte porque lo merece”, exclamó, en directo, ante el micrófono.

La celebración fue un festín. El hijo hizo lo mismo que el padre: fue hacia el mismo córner y dio una vuelta al banderín, con el puño derecho movido frenéticamente.

Aquella imagen, de padre a hijo (un pequeño niño, con sueños de pelota) tiene un significado pleno. Va más allá de Stuttgart, del gol, del festejo, del apellido. Del relato. El fútbol, siempre el fútbol...

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